Miguel Teurbe Tolón, lírico, novelista, comediógrafo, poliglota, diseñador, diplomático, periodista, maestro de esgrima, catedrático y pensador de vasta cultura y abolengo revolucionario, que nació en Matanzas el 29 de septiembre de 18201, fué bautizado en la Iglesia parroquial de San Carlos a los once días de uno igual a aquel en que Céspedes lanzó a los vientos el grito de la Demajagua; y murió en la misma ciudad, a los dos meses escasos de regresar de una década de destierro, el diez y seis de octubre de 1857.
Su apellido es de origen francés, como atestigua, en erudito trabajo, el notable bibliógrafo José Augusto Escoto2. Fueron sus padres Juan Bautista Tolón y Dña. Cristina de la Guardia.
Se casó dos veces: la primera con Emilia Teurbe Tolón, y la segunda con la joven norteamericana Sara Jeannie Wallace. De su primer enlace no tuvo sucesión. Del segundo tuvo una niña, que fué bautizada con el nombre simbólico de Estrella3, y la cual falleció diez y ocho años después de muerto su padre.
En la escuela gratuita de Matanzas se educó Teurbe Tolón. Y, más tarde, con maestros privados, de acuerdo con su inteligencia y vocación, cursó latinidad, retórica, lógica, ética y ciencias naturales, aprendiendo, entre otros idiomas, latín, inglés, alemán, italiano y francés, que conocía a maravilla.
En la propia ciudad fué empleado de la Secretaría de Gobierno y después intérprete de Gobierno y Real Hacienda durante cuatro años, cargo que renunció para dedicarse a la enseñanza y al cultivo de las bellas letras.
En la Sociedad Filarmónica, de la cual era socio de mérito, explicó un curso de Filosofía Natural, y en ese mismo año (1847) fué nombrado Catedrático sustituto de Literatura en la escuela establecida como auxiliar de la Universidad de la Habana, escribiendo, durante el tiempo que la desempeñó, un Curso elemental de literatura, que dió a conocer en el cenáculo que de 1846 a 1849 existía en Matanzas y del cual eran asiduos concurrentes José Victoriano Betancourt, Hernández de Alba y Federico Milanés, el regocijado autor de Un baile de ponina.
Refiere Guiteras4 que un día sorprendió Tolón a la tertulia con un discurso sobre las influencias literarias en el progreso de las sociedades modernas, primero de una serie que pensaba leer en el Liceo, y el cual le valió una feroz reprimenda del Gobernador de la plaza por haberse atrevido a elogiar al poeta Lamartine, convicto de haber tomado parte principal en la revolución contra el trono de Luis Felipe.
Colaboró en La Prensa, Faro industria, Las Flores del Siglo y Diario de avisos, de la Habana; El Yumurí y La Aurora, de Matanzas de esta última fué folletinista y redactor-jefe, y en ella dió a conocer sus primeras poesías; fundó La Guirnalda, de efímera publicidad, suspendida por disposición gubernativa, pretextando no haberse llenado los requisitos prevenidos por las leyes vigentes, requisitos que cuando se quisieron llenar por el editor José María Salinero y por el propio director, Miguel Teurbe Tolón, tropezaron con la mala voluntad del censor Olañeta, que informó en contra la solicitud por estimar indispensable la Real licencia, fianza y censura previa5.
Unido a José Victoriano Betancourt, editó El aguinaldo matancero, florilegio de rimas galantes y amorosas de carácter local.
En 1841 publicó Los preludios, primeras poesías, y un año antes había escrito su primer ensayo dramático e inédito, Un casorio, que puso en escena la compañía de la señora Suárez.
En 1845 publicó la primera parte de su novela Lola Guara, secuestrada por el gobierno español, y de la cual dijo, anunciando en Nueva York la publicación completa por entregas, propósito que no llegó a realizar, que un pensamiento social era la base de su plan y una idea política la clave de toda su obra6.
Un fragmento o esbozo de novela: eso es Lola Guara. En los siete capítulos de que consta está planeada la trama. El estilo es descuidado a trechos, y a trechos brillante; pero los personajes están delineados de mano maestra.
Lázaro Peláez, venido de allende el mar, es el tipo hipócrita y codicioso del conquistador rapaz. Don Luis y su familia la encarnación de la bondad nativa. Enrique Sandoval la juventud al servicio de nobles causas. Sandoval, sin duda, iba a ser el ángel del bien, como Lázaro Peláez iba a ser el protagonista del mal.
La obra quedó trunca. En realidad Lola Guara no es otra cosa que una exposición de lo que iba a ser la novela.
Tanto en Matanzas como en los pueblos comarcanos se representó con éxito feliz su comedia Una noticia, impresa en 1847.
Escribió con suerte para el teatro. Entre otras piezas, además de las citadas, ¡A Yumurí!, y Ojo al Cristo, que es de plata.
En enero 10 de 1844 casó con su prima Emilia de los mismos apellidos, quien abrazó fervorosamente la causa revolucionaria y, denunciada confidente de su marido, fué detenida en su propia casa por deferencia a parentescos prominentes y expulsada, en definitiva, por el Conde de Alcoy.7
A Emilia cupo la gloria de haber bordado la primera bandera tremolada en Cárdenas entre los fuegos de la artillería invasora.
Veintiocho años tenía Teurbe Tolón, cuando en pos de libertad abandonó (agosto del 48) las playas de Cuba, secundando los planes del general Narciso López, del cual dijo, invocándolo en el segundo aniversario de su martirio:
“Yo te amaba como se ama al padre de la patria. Cuando lanzados de Cuba a un mismo tiempo me honraste con tu confianza, yo en el fondo de mi corazón consagré a ti, como emanación de la santa causa de mi patria, todo mi ser, para entonces y para siempre.”
Sus ideas políticas, abonadas por antecedentes familiares, las había dejado traslucir en conferencias, artículos y composiciones, una de las cuales, dedicada Al Pan de Matanzas y escrita el 47, termina con esta viril invocación que remeda la factura herediana, el estilo pomposo y declamatorio del ruiseñor de El Niágara, amigo y compañero de conspiración de su tío, José Teurbe Tolón:
Pues qué ¡decid! ¿será nuestro destino a las plantas del déspota insolente la cerviz humillar envilecida, sus leyes acatar cobardemente, y rendir nuestro honor, rendir la vida? Ah! ¿ni aun Patria tenemos? Y esta tierra rica de luz, de amor, de poesía, menguados corazones sólo encierra? Cobardes sólo en sus entrañas cría? Oh! que jamás se atreverá el cubano por recobrar la libertad perdida, a alzar la frente, y en la lid temida Libertad! Libertad! clamar ufano, con lanza en ristre o con espada en mano? Despertad, vive Dios! que largos días el ay! tan sólo del esclavo infame repitieron los ecos de esta tierra! Nuestra cólera brame; retumbe el bronce ya! Truene la guerra!
Ya en Nueva York, y al habla con El Lugareño, Santacilia, Hernández, Madan y otros, fué llamado al periódico La Verdad, anexionista circunstancialmente, que apareció dirigido por Cora Montgomery y del cual fué redactor-jefe desde el número diez y seis (agosto 15 del 48) hasta el 15 de julio del 52 en que renunció, sin que por ello se entienda que hayan podido alterarse las invariables opiniones que profeso contra el detestable gobierno que oprime a Cuba, sucediéndolo el célebre novelista y fervoroso patriota Cirilo Villaverde.8
Temperamento inquieto en cuerpo endeble y enfermizo, no podía, ni debía permanecer alejado del periodismo: su campo de batalla natural. En septiembre de 1852 fundó El Cubano “periódico político, literario y económico dedicado a los intereses de libertad de Cuba”; en 1855 El Papagayo y últimamente El Cometa.
En el período que comprende la abortada conspiración de La mina de la Rosa Cubana y los desembarcos en Cárdenas y Playitas del general Narciso López, la actuación revolucionaria de Tolón fué principal y múltiple.
Como miembro caracterizado del Consejo y de la Junta Cubana en Estados Unidos, participó de los planes invasores y tomó una parte ejecutiva como creador y dibujante, en la concepción del escudo nacional y de la bandera que ondeó en los movimientos filibusteros del 50 y del 51, bandera que adoptó como emblema definitivo de nuestra nacionalidad la Cámara de Guáimaro el día 11 de abril de 1869.
Tolón es, acaso, el poeta cubano que más versos populares ha compuesto para penetrar en el alma de su pueblo de un modo inmortal.
Sus defectos son innegables, y el buen gusto, en las más de sus composiciones, brilla por su ausencia. No es tampoco músico del ritmo ni elocuente copiador de las bellezas del paisaje, no obstante ser aficionado a la música y a la pintura. Su poesía ha de juzgarse teniendo en cuenta la época, el escenario, los ideales que le servían de norte y los obstáculos que le cortaban el vuelo.
Con sus aciertos y con sus errores ella encarna un estado de la conciencia cubana y traduce, empapada en lágrimas y sangre, aspiraciones y ensueños, luchas y martirios. Sus letrillas, canciones, glosas y leyendas pasarán a las futuras generaciones. Sus arrestos en la métrica eran limitados y corrían a par de su estro.
Volaba en el octosílabo, y arrastraba por la tierra sus alas de plomo en la oda retumbante o en la silva arrebatada. Pienso, como Menéndez Pelayo, que Tolón, más que en los versos de arte mayor, luce su inspiración en la factura popular de las décimas y glosas, en que vence a todos los poetas cubanos, elevando a forma de arte la ruda inspiración de Poveda y otros improvisadores y copleros semipopulares.9
[…] En 1851, algunos meses después de la ejecución del general Narciso López, el Embajador de España en Washington, D. Angel Calderón de la Barca, se dirigió a Tolón, enviándole un salvoconducto, autorizándolo para volver a Cuba sin necesidad de hacer declaraciones humillantes en contradicción con su pasado revolucionario y absolviéndolo de toda responsabilidad en el proceso político fallado en su contra con la pena de muerte.10
En el número de La Verdad, correspondiente al 24 de noviembre de 1851, publicó Tolón, con motivo de habérsele indicado que obtendría permiso de volver a Cuba, si solicitaba la gracia del gobierno español, el siguiente soneto improvisado, que lleva por título Mi propósito, en que rechaza la posibilidad de pedir piedad a sus tiranos o de aspirar a merecerla:
Primero el corazón en que se anida mi inmenso amor a Cuba, haré pedazos; primero romperé mil y mil lazos, que me atan al carro de la vida; primero del dolor la copa henchida apuraré hasta el fin en breves plazos; primero, como Scévola, mis brazos pondré sobre la pira enrojecida; primero gota a gota, lentamente, proscrito, errante, el suelo americano regará sin cesar mi lloro ardiente; primero mi verdugo sea mi mano, que merecer de un déspota insolente el perdón de ser libre, y ser cubano!
Tres años después, en 1854, con motivo del Decreto de Amnistía promulgado por la Reina de España, su madre, anciana y triste, lo llamó a su lado, llamada a la que respondió con estas melancólicas redondillas que son un poema de dolor filial y de rebelde patriotismo, algo así como el canto postrero del cisne atormentado y moribundo: A Mi Madre.
En 1856, perdida toda esperanza de levantar a Cuba de su postración y de su calvario, sufriendo los rigores de la miseria, más crudos que los del invierno, deprimido por la separación de la mujer que había adorado, y minado su organismo por implacable tuberculosis, que abatió otras ramas de su tronco, decidió, oyendo consejos amigos y las súplicas de la madre ausente y de su segunda compañera, acogerse al decreto de amnistía de la reina Isabel II.
Por mediación del Cónsul de España en Nueva York solicitó la gracia de indulto que le fué concedida condicionalmente,11 y de la que, por razones lógicas de suponer, no hizo uso hasta fines de agosto del siguiente año, cuando ya su naturaleza inclinada a la tierra le avisaba su fin.
Vencido física y moralmente llegó a la Habana el cantor huraño y combatido de corazón de hierro y espíritu de libertad, el domingo 23 de agosto de 1857.
El capitán general Concha modificó, a instancia suya, su primer decreto, permitiéndole residir en Matanzas, lo que comunicó al Gobernador de la Provincia en oportuno oficio.12
Tenía la convicción, más que el presentimiento, de que regresaba a morir y descansar en su tierra, que amó tanto, bajo el dosel de su cielo y a la sombra de sus palmas.
Como el personaje del Childe Harold, de Byron, pudo pensar, al confundirse con una sociedad desconocida, que hasta el perro de la antigua casa solariega le frunciría el ceño, amenazando con morderlo.
No fué así, sin embargo. Todos lo recibieron con amor y, en un esfuerzo artificial, intentó abrirse paso, comenzando a escribir de nuevo el prólogo de su existencia. Era ya tarde. Había vivido demasiado la vida intensa del ideal irrealizable que agotó las energías de su virilidad, marchitó sus ilusiones y deshojó sus esperanzas.
Pálido, enflaquecido, desencajado, erró por la ciudad como una sombra escapada de la tumba: por la ciudad que lo vió salir dos lustros antes, animoso y feliz, con la gallardía de un mosquetero ávido de aventuras y glorias.
Su último esfuerzo lo consagró a editar un pequeño volumen de poesías, que bautizó con el nombre de Flores y Espinas, y que dedicó a su santa madre como un beso tallado en lágrimas de
filial ternura.
En las líneas de prólogo dice, presentando su manojo de rimas: En ellas hay lo que ha habido en mi vida: alegres ilusiones a par que tristes realidades; alcázares de cristal en el porvenir, y escombros de venturas en el pasado; armonías y encantos de ayer, gemidos y dolores de hoy; esperanzas que siempre corren por delante, sin dejarse alcanzar, y desengaños que vienen azotando crudamente por detrás; cantos y lloro, risa y lágrima; duda descreída y fe inefable, todo lo uno tras lo otro, todo en confusión, todo chocándose como olas de revuelto mar.
Con la esperanza de reponer su aniquilada salud, se trasladó a los pocos días de su regreso al ingenio San José, enclavado en el partido de la Guanábana y perteneciente a la familia Lamar, a la cual le unían antiguos lazos de amistad invariable. Todavía en su fugaz temporada campestre, sufrió la vigilancia de los esbirros.
Engañosa mejoría pareció iluminar su rostro y fortalecer su organismo.
Aun tuvo ánimo para contestar al saludo que desde las orillas del Moreto le envió Luisa Molina, y al cual corresponden estas estrofas que revelan las emociones de su espíritu:
He vuelto a ver la ceiba soberana, y la palma gentil, y el cedro umbrío: la sombra verdegay de la sabana y el valle alegre y el sonante río: he vuelto a oir, sobre la ondeante rama del florido dagame, el rico canto del músico sinsonte que reclama de su prenda de amor el dulce encanto: he vuelto a respirar la brisa pura de este mundo sin fin de poesía y he vuelto como hidrópico a saciarme del San Juan en la linfa dulce y fría.
Pensando en días de alivio, anunció en La Aurora del Yumurí su propósito de dar un curso de lenguas extranjeras. Pero todo eso no fué más que un sueño. Agravóse su mal y precipitó su vuelta a la ciudad.
Postrado definitivamente, a solas con su madre y con su esposa, entre las cuatro paredes de su alcoba guarnecida de recuerdos y ebria de sol, se dedicó a mirar la muerte, que desde su llegada velaba sus sueños interrumpidos por continuos accesos de tos, aposentada a la cabecera de su cama, en espera de abatir en su pecho y apagar en sus ojos los últimos suspiros y resplandores de su juventud y de su vida.
Su muerte produjo gran expectación y en su entierro participaron todas las clases sociales. De la casa mortuoria fué conducido el cadáver en andas a la iglesia parroquial, donde le cantaron un responso, y de allí, en hombros, al cementerio. Las cintas que pendían del féretro las llevaban asidas de la mano, los literatos y poetas más afamados de la época.
El diez y seis de octubre de 185713, como he dicho incidentalmente al comienzo de este trabajo, abandonó su espíritu vehemente y combatido, y a un tiempo mismo dulce y evangélico, la frágil envoltura humana, destruída por implacable enfermedad y rota por el dolor de haber visto naufragar, entre las pérfidas y encrespadas olas de embravecido océano, sus ensueños y sus anhelos más caros…
los que encendieron en la lámpara alabastrina de su numen la luz de un supremo ideal, ideal que si no vió realizado en su vida, crucificada por los más grandes infortunios y derrotas, contribuyó a formar en el alma de las generaciones sucesivas que, aleccionadas por el sacrificio, empuñaron de nuevo la lanza y recorrieron el camino andado por los mártires y precursores de la estrella para que pudieran descansar en tierra libre sus huesos venerandos, cubiertos por un manto de flores naturales y cobijados por la bandera que les sirvió de cruz.
Bibliografía y notas
- Carbonell, José Manuel. Miguel Teurbe Tolón, poeta y conspirador; discurso pronunciado en la inauguración del curso académico de 1923-1924 por el presidente de la academia Dr. José Manuel Carbonell. Imprenta El Siglo XX, 1924.
- Fé de Bautismo N.º 287. Miguel María. —Martes diez de Octubre de mil ochocientos veinte as. Yo D. Pedro de Silva Caniego. Pbro. Cura Bdo. pr. S. Mgd. de la Iga. Parroql. de Sn. Carlos de Matanzas &. bautizé y puse los Stos. Oleos a un Niño qe. nació a veinte y nueve de Septiembre proxmo. pasado, hijo legmo. de D. Juan Bautista Teurbe Tolon. y de Da Ana Cristina de la Guardia. nats. y vecinos de esta Ciudad.
Abuelos paternos D. Ignacio Tolon natl. de la Ciudad de Moguer, y de D María Gertrudis Blandino, natural de la Havana, id. maternos el Capitan de Dragones Voluntarios Dn. Franco de la Guardia natl. de Icod de los Binos. Isla de Tenerife. Y de Da Ana Josefa Chávez, natl. de la Havana. Y en dho. Niño exercí las Sacras Ceremonias y preses. y puse pr. nombre Miguel María, Fueron Padrinos Dn. Franco y Da Ana Teurbe Tolón. a quienes. advertí su obligacn. y lo firmó —Pedro de Silva Caniego (rúbrica) —Libro 13 de Bautismos de Españoles de la Iglesia parroq. de S. Carlos de Mat. F. 31 vta.
(La familia de Miguel T. Tolón por José Augusto Escoto. —Pro-patria, álbum conmemorativo de la restauración de la República Cubana. Matanzas, enero 28 de 1909.) ↩︎ - Escoto.-Loc. cit. ↩︎
- Número 1444. Estrella Tolón. —En la iglesia Parroquial del Término de San Carlos de Matanzas en 7 de abril de mil ochocientos setenta y cinco, se hicieron los oficios según el Ritual Romano y se le dió sepultura en el cementerio general de esta Ciudad al cadáver de Da. Estrella Tolón, natural y vecina de esta feligresía, hija legítima de Don Miguel T. Tolón y de Da. Sara Juana Wallace, de estado soltera, era de 19 años de edad, recibió los Santos Sacramentos y lo firmé. —Santo. Serra (rúbrica) —Libro 18 de Entierros de Blancos de la Iglesia Parroquial de Matanzas, folio 167. (José Augusto Escoto. —La vuelta a Cuba de Miguel Teurbe Tolón y su muerte. Revista Histórica Crítica y Bibliografía de la Literatura cubana. Página 91. Matanzas, 1916.) ↩︎
- Vidas de poetas cubanos. Ms. Biblioteca Nacional. ↩︎
- Boletín del Archivo Nacional, t. XVIII, 1919, p. 344-348. ↩︎
- LOLA GUARA. —Novela Cubana. —Prospecto.
Hace ahora seis años que publiqué en la Isla de Cuba la primera parte de esta novela, con intención de dar a luz inmediatamente después la segunda; pero un obstáculo invencible me impidió llevar a cabo mi propósito.
Un pensamiento social era la base de mi plan, y una idea política la clave de toda mi obra; y, aunque a costa de triste experiencia conocía al Gobierno Español, creí que dando a mi pequeña creación la forma de la novela, pasaría sin tropiezo por delante del tribunal de la censura; pero me había equivocado.
Apenas fueron leídos aquellos primeros capítulos, cuando algunos lectores de larga vista divisaron el punto a que yo me dirigía poco a poco y por desusada senda. Divulgaron sus observaciones, y sin querer me detuvieron al principio de la jornada; porque, alarmada con el rumor la censura, que de suyo es recelosa y suspicaz, hubo de salirme al paso.
Y como yo no quisiera convertir mi obra en cuento de viejas para dormir niños, no pude continuar la publicación, y consideré perdido, —por entonces al menos, todo lo que había observado, estudiado y dispuesto para hacerla.
Pero hoy que en castigo de aquellas mismas ideas e inspiraciones políticas, el Gobierno Español me ha hecho el honor de condenarme, y que por fortuna y con vida me encuentro en un país tan libre y tan feliz como ansío yo ver a mi Cuba, quiero y puedo dar a luz mi pequeña obra, bajo las condiciones que abajo se expresan. (Miguel Teurbe Tolón.) ↩︎ - ORDEN DE DESTIERRO
Copia No. 1. “Gobierno y capitanía general de la siempre fiel Isla de Cuba. —Secretaría Militar. —En el expediente judicial que se sigue en la Comisión militar en averiguación de las personas que de acuerdo con los emigrados y prófugos en los Estados Unidos trabajan para sustraer esta Isla de la dominación legitima de la madre patria he decretado con esta fecha que Da Emilia T. Tolón, vecina de esa ciudad, se le obligue a hacerla incorporar a su marido, y lo comunico a V. S. para que en primera ocasión de transporte, que satisfará la misma Tolón, la haga embarcar a New York, sin escusa ni pretesto alguno, con lo cual se evitará continúe siendo un agente criminal que hiciera necesario algun día someterla a la acción de las Leyes. Del cumplimiento de la presente disposición me dará U. S. el correspondiente parte. Dios guarde a U. S. muchos años. —Habana 21 de Marzo de 1850. —El Conde de Alcoy. —Sor. Gobernador de Matanzas.”
Para mayor ilustración del asunto, reproduzco la comunicación que sigue:
Copia No. 2. “Gobierno y capitanía General de la siempre fiel Isla de Cuba. —Secretaría Militar. —Al devolver a U. S. las diligencias referentes a la intimación de mi orden de embarque para Nueva York a Da Emilia T. Tolón, que me ha remitido en oficio de ayer, consultando varios puntos referentes a este particular, le manifiesto en contestación que no tengo inconveniente en que la citada Tolon (cortes estilo) venga a esta capital para que efectúe su viaje en uno de los vapores de la carrera, con tal, “que presente en ese Gobierno una persona abonada que garantice el citado embarque, “pudiendo llevar en su compañía una criada de color. &” (sigue sobre otras particularidades y continúa:) —Si viniese a esta capital la Tolón, (Que galantería’) previa la fianza que dejo indicada obtendrá aqui de mi autoridad, el correspondiente pasaporte para Nueva York &… Lo digo a U. S. satisfaciendo la indicada consulta y “para que sin mas demora se lleve a efecto mi providencia de embarque”—Dios guarde a U. S. muchos años. —Habana 26 de marzo de 1850. —El Conde de Alcoy, —Sor. Gobernador de la ciudad de Matanzas.” (La Verdad, Nueva York, mayo 18 de 1850.) ↩︎ - A LOS LECTORES DE “LA VERDAD”
Como desde hoy, bien a mi pesar, me veo en el caso de renunciar a la redacción en jefe de este periódico, quedo libre en lo adelante, de toda responsabilidad que no sea contraída desde el 15 de agosto de 1848 hasta la fecha, en que lo he dirigido; sin que por esto se entienda que hayan podido alterarse, ni se alterarán jamás en un ápice, las invariables opiniones que profeso contra el detestable Gobierno que oprime a Cuba, cuya redención política será siempre el objeto de mis más ardientes votos y constantes esfuerzos. Nueva York, 15 de Julio de 1852. (La Verdad, New York, julio 30 de 1852.) Miguel T. Tolón. ↩︎ - Antología de poetas hispano-americanos publicada por la Real Academia Española, t. II, Introducción, p. 55. ↩︎
- La actitud del Ministro tuvo por antecedente la gestión realizada a espaldas del poeta proscripto por su señora madre y por su hermano político José Iribarren y Ortuño. —Escoto, loc. cit. ↩︎
- “Hay un sello que dice: Gobno. Capa. Gral. y Superinta. Delegada de Hacda. de la Siempre Fiel Isla de Cuba. —Secretaría de Gobierno. —Sección de Gobo. no. 1648. —Con esta fha. digo al Consul de S.M. en Nueva York lo que sigue. —“En vista de solicitud de D. Miguel T. Tolón, que me remite V.S. en oficio de 27 de Marzo, he tenido por conveniente conceder a dicho individuo la gracia de regresar a esta Isla, como comprendido en la amnistía de 22 de Marzo de 1854, y con pasaporte que V.S. le espedirá para esta ciudad, debiendo V.S. advertirle que considero conveniente por el momento que no fije su residencia en Matanzas, pudiéndolo verificar en cualquier otro punto; sin que por este se entienda que se le negará el pasaporte a dicha Ciudad pa visitar de vez en cuando a su familia; considerando sin embargo como accidental esta limitación.” Lo que traslado a V.S. para su conocimiento y efectos consiguientes. —Dios Gue. a V.S. ms. as.-Habana 7 de Abril de 1856.-Concha (rúbrica). —Señor Gobernador de la Ciudad de Matanzas. (La vuelta a Cuba de Miguel Teurbe Tolón y su muerte. — Revista Histórica Crítica y Bibliográfica de la Literatura Cubana. —José Augusto Escoto. Pág. 86. Matanzas.) ↩︎
- Hay un sello que dice: Gobno. Capa Gral. y Superintª Delegada de Hcda. de la Siempre Fiel Isla de Cuba. Secretaría de Gobierno. —Seccion de Gobierno nº 1648. —Con esta fha. digo al Gobernador Político de esta ciudad lo que sigue. “En vista de una instancia que me ha presentado D. Miguel Teurbe Tolon que acaba de llegar a esta plaza en virtud del permiso que obtuvo de mi autoridad en 7 de Abril del mes (sic) prócsimo pasado, he tenido por conveniente autorizarle para fijar allí su residencia. Y lo traslado a V. S. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios gde. a V. S. ms. as. Habana 27 de Agosto de 1857. Concha (rúbrica) —Sor. Gobernador de Matanzas. —Al margen puso este último el siguiente decreto. “Trasladese a la Policía pa. su conocimiento y que cuando llegue Tolon, me lo participe. (rúbrica.) —(José Augusto Escoto. —Revista y artículo citados.) ↩︎
- No. 303. Migl. Tolón. —En la iglesia parroquial de Término de San Carlos de Matanzas en 16 de Octubre de mil ochocientos cincuenta y siete, se le hicieron los oficios y se le dió sepultura en el Cementerio gral. de esta ciudad, al cadáver de D. Miguel Tolón, de esta naturalidad, de treinta y siete años de edad, casado con Da. Emilia Teurbe Tolón, hijo legítimo de Don Juan y Da. Cristina de la Guardia: Recibió los santos sacramentos de la penitencia y la Extrema-Unción, de este vecindario y lo firmé. —Jacinto Ma. Martínez (rúbrica). —Libro 15 de Entierros de Blancos de la Iglesia Parroquial de Matanzas, folio 38.
Los restos mortales del poeta fueron inhumados en el antiguo Cementerio de Matanzas, en el panteón del Presbítero Don Nicolás González de Chávez, su tío abuelo por la línea materna y trasladados después por sus familiares a la actual necrópolis de la ciudad, donde reposan. —(José Augusto Escoto. —Revista y artículo citados.) ↩︎
Enlaces de interés sobre el tema Teurbe Tolón:
- Roig de Leuchsenring, E. “Miguel Teurbe Tolón: El centenario de su nacimiento.” Revista Social, vol. 5, no. 10, octubre 1920, pp. 29,76,79.
- Teurbe Tolón, Miguel. “Un Paseo por el San Juan.” Cuba y América. Vol. XX, núm. 12, 1905, pp. 181-183.
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