
Obispo: Calle Primada de San Cristóbal de la Habana. Calle con historia, calle con fuertes ligazones en la sucesión de los hechos que ilustran la vida ciudadana, y aún la vida nacional, esta calle del Obispo; teatro de acontecimientos (con su indiferencia?) lo mismo faustos que nefastos.
Calle primada, compartió, desde los primeros años de la fundación de la Villa de San Cristóbal de la Habana, el lugar en que hoy se levanta procedente de la ensenada de la Chorrera, junto con otras muy contadas, las desazones, esperanzas y alegrías de aquellos que, habiendo descubierto las innúmeras ventajas que la actual bahía poseía, decidieron fijar en ese lugar la que había de ser, después, ciudad capital de la República de Cuba.
La Calle del Obispo, que arranca de la Plaza de Armas y termina en Monserrate, ya se llamaba así desde hace muy cerca de dos siglos, pues en 1764, fecha en que recibió ese nombre oficialmente, al sentirse ya la necesidad de dar nombre alas calles de la Villa, ya lo tenía desde hacía años dado por la voz popular.
Están contestes1 todos los autores, en que fué el Ilustrísimo señor Obispo don Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, quien con la frecuencia de su tránsito por aquella calle, le dió nombre.
Este ilustre prelado, que residió, y murió en una casa a la entrada de la Calle de los Oficios, al lado de la Escuela de Niñas, acostumbraba, por las caliginosas tardes, dar un paseo a fin de sentir el frescor de las brisas, por aquella calle que pasaba frente al costado del Palacio de Gobierno, puerta del Cabildo;

Y de allí, que el vecindario la conociera por Calle del Obispo, y tan reciamente se aquerenciara con el nombre que, a pesar de habérsele cambiado en diversas ocasiones, continúa designándola con el mismo nombre con que sus remotos antepasados la bautizaran.
En años anteriores a este bautizo, pero muy pocos, también llamose del Obispado, pero pronto quedaron relegadas al olvido, la antepenúltima y penúltima ad.
Siempre fué Obispo calle principal y arteria vital en la vida ciudadana de San Cristóbal de la Habana, y de ella dice Pezuela, que:
“Cíñenla por ambos lados, manzanas de correctas casas entre las cuales descuella, por su extensión y buen gusto, la que, formando esquina con la Calle de Cuba, fabricó hace cerca de treinta años, el opulento don Joaquín Gómez.”
Un mil ciento dos varas castellanas de extensión, le asignan los historiadores más acuciosos, desde su inicio en la Plaza de Armas, hasta la Puerta de Monserrate, en la que había dos portalones, uno de acceso a la ciudad, que quedaba exactamente frente a Obispo, y otro de salida, que coincidía con O’Reilly. Facilitaba el acceso a esas puertas un ancho puente exterior con 12 arcos de sillería, que atravesaban el foso. Cada uno de estos puentes, tenía lugares destinados a peatones y carruajes o caballerías.

En la imagen anterior: Reproducción de un dibujo de la época (año 1860) donde aparece la Puerta de Monserrate, que tenía una salida hacia extramuros, por lo que es hoy calle de O’Reilly y la entrada por lo que es ahora calle del Obispo. En este sitio se alzan hoy dos modernos edificios: la Manzana de Gómez y el Palacio del Centro Asturiano.
Y desde la Puerta de Monserrate hasta la Plaza de Armas, en mil ochocientos sesenta, cruzábanla, exactamente igual que hoy, las calles transversales de Bernaza, Villegas, Aguacate, Compostela, Habana, Aguiar, Cuba, San Ignacio y Mercaderes.
Prueba del cuidado que desde antaño le prestaron muestras autoridades, la encontramos en el hecho de que fué la primera a la que se dotó de alumbrado público.
Aunque desde mil setecientos ochenta y siete, el Capitán General, Don José de Ezpeleta había hecho verdaderos esfuerzos por dotar de alumbrado a la ciudad las noches en que no lo hubiera natural y sin costo (lunar) la verdad es que aquellos faroles que tanto qué hacer y decir dieron, a particulares y autoridades, no llegaron a constituir ciertamente un alumbrado público.
No fué hasta el 25 de febrero de mil ochocientos veinte y uno, que se inaugurara el servicio de alumbrado público, instalándose por primera vez a la entrada de la Calle del Obispo y en la de Mercaderes, faroles que fueron traídos de Bordeaux, y que llamaron la atención del público habanero, porque sus luces, por medio de reflectores de platina, alumbraban hasta a los centros de ambas calles.

Otro nombre que ilustró la calle del Obispo, fué el de aquel insigne varón que se llamara don Francisco Pí y Margall, cuya voz apostólica se alzara más de una vez pidiendo libertad para Cuba; pero posteriores acuerdos de las autoridades habaneras, respetando la tradición, han optado por dar el nombre del defensor de la libertad cubana a un parque, y dejar a Obispo, seguir llevando su centenario nombre.
Por cierto, que en el número 91 de esta Calle del Obispo, vivió aquel sabio filósofo que se llamó don Félix Varela y que tanto lustre diera a su Patria.
Poco en verdad cabe en una página volandera de periódico moderno, nervioso, rápido, como esta… pero que en gracia a la buena voluntad que nos ha guiado al escribir estas líneas sobre la calle del Obispo, nos sean perdonadas las deficiencias ya que, además, como a la Habana dijera un día don Martín Félix de Arrieta:
“Que donde han sido tantos a ilustrarte, no he de bastar yo sólo á oscurecerte.”
En San Cristóbal de la Habana, 18 de Abril de 1928 años.
Alfonso Rosado y Avila
Bibliografía y notas
- Rosado y Avila, Alfonso. “Obispo: Calle Primada de San Cristóbal de la Habana”. Diario de la Marina, 1929
- Personalidades y negocios de la Habana
- Conteste: adj. Del lat. com- “com-” y testis “testigo”. (https://dle.rae.es/conteste#AV9mwGq) Dicho de un testigo: Que declara lo mismo que ha declarado otro, sin discrepar en nada. ↩︎
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