

Desde hace días llama la atención en la vidriera de la afamada pastelería La Primera de Aguiar, en la calle de Obispo ciudad de la Habana, un interesante nacimiento, de que ya habló El Fígaro en el número pasado.
El repostero de la casa, señor Adolfo Carreras, muy inteligente y de gran experiencia, es el autor de aquella obra de arte, en que la casa que representa el establo está hecha de mazapán riquísimo. Dan ganas de comerse el estalo, con niño Jesús y todo.
La Primera de Aguiar ha crecido en importancia desde que los señores Menéndez y Hernández se hicieron cargo de la casa y ha aumentado su clientela á medida que el servicio se mejora. Hoy las familias encuentran allí un servicio excelente y un trato amabilísimo.


En estos días, próximos á la Noche Buena y Pascuas, los dependientes de La Primera de Aguiar no dan abasto á los numerosos clientes que van allí á buscar el sabroso lechón tostado, pavos y pollos asados, y la riquísima pastelería de la casa que compite con la mejor de la Habana.
Conforme prometió EL Fígaro, publica en estas páginas una vista del nacimiento y otra interior de la popular casa situada en la concurrida esquina de Aguiar y Obispo.
Las familias harán bien en hacer sus pedidos y sus compras en La Primera de Aguiar, seguras de quedar satisfechísimas.
El número anterior de la Revista reseñaba el establecimiento así:
Encanto de los niños y de las personas mayores es el interesante y precioso Nacimiento que se exhibe en la vitrina de la afamada casa La primera de Aguiar, Obispo esquina Aguiar. Todas las figuras son de movimiento, presentadas con arte y propiedad admirables.


Pero la verdadera originalidad consiste en el establo en que se supone que nació el niño Jesús, y que aparece todo hecho con pedazos de mazapán muy bien combinados.
Es una obra que acredita al notable repostero de la casa, señor Rodríguez.
La Primera de Aguiar un renacimiento merecido en 1910
Los habituales concurrentes á la calle del Obispo han visto con admiración levantarse en unas cuantas semanas, uno de los edificios más elegantes de esa vía tan céntrica. Es en la esquina de Aguiar de la citada calle; y el soberbio local se ha construido para “La Primera de Aguiar” y nosotros diríamos que es también la primera de Obispo.


Esta casa, “Primera de Aguiar”, representa los esfuerzos continuados de dos valientes y afortunados industriales que, desde el año 1903, se establecieron en dicha esquina. Empezaron á trabajar, á luchar con antiguos y formidables competidores, con la mirada puesta en ese más allá con que sueñan los triunfadores; no tuvieron un día de desaliento, no sufrieron desmayos.
Habían, escrito en su escudo el omnia labor vencit del latino. Todo lo vence el trabajo. Trabajar fué su lema y, como los que todo lo fían al rudo laborar, triunfaron, vencieron. Su primer giro fué tomando proporciones extraordinarias.
Al primitivo Café se agregó la repostería y dulcería, luego la panadería y, por último, el restaurante. Como era natural, el edificio fué pequeño para la importancia que iba tomando el negocio y hubo necesidad de ensancharlo y echarle otro piso á la casa. Ese problema se planteó á los dueños de La Primera de Aguiar y ellos lo abordaron con la energía de dos hombres que saben lo que están haciendo.
Estos dos hombres son los señores José Menéndez y Juan Hernández, los dos animosos, con espíritu de empresa, y sin pensar en la magnitud del empeño que acometían, hicieron gastos de consideración.
A sus expensas, se echó á tierra la antigua casa, se hicieron estudios apropiados para levantar el nuevo edificio y con arreglo á los planos nuevos, se ha visto en pocas semanas surgir en la esquina de Obispo y Aguiar una elegantísima casa, que no recuerda más que en el nombre á la vetusta que antes existía allí.


En la planta baja están el café y el restaurante. Temprano, corren por las mesas, entre el abejeo de cientos de parroquianos, las tazas para el rico café con leche que allí no tiene igual, unido á los pequeños refrigerios propios de la hora. Siguen los aperitivos y los estimulantes, y cuando llegan las diez, empiezan los almuerzos suculentos con arreglo á un menú que siempre es apetitoso y muy bien condimentado.
Después de las doce, cambia la decoración y los blancos manteles dejan su lugar en las mesas á los vasos de exquisitos refrescos y de sorbetes admirables. Al medio día llegan los golosos de sándwiches, de pasteles, de dulces.
Todos satisfacen allí su gusto, pues todo está allí previsto y todo se sirve bien, con esa sencilla elegancia que da la posesión de lo que es bueno. Sirvientes respetuosos y activos se mueven en un movimiento continuo para atender solícitos á sus numerosos parroquianos.
Si el lector es curioso y se atreve á subir á la planta alta de La Primera de Aguiar encontrará allí el departamento de panadería. Numerosos operarios preparan lo que bien podemos llamar el “pan de cada día”.


Las más estrictas recomendaciones de la higiene se cumplen allí. Mucha luz, mucha ventilación. Como el trabajo más rudo se efectúa de noche, ninguna de las molestias del día perturba el trabajo de los obreros de este departamento, que reciben el aire puro de la noche por numerosas ventanas construidas ad hoc.
Después de hacer una visita á esta nueva casa, cuyo crédito es muy antiguo, bien puede decirse que los señores Menéndez y Hernández han sabido entrar con paso firme por el camino del progreso.
Bien merecen hacerse ricos. Así se demostraría que trabajar con inteligencia y constancia, es el mejor medio para llegar á ser millonario.
Bibliografía y notas
- Fontanills, Enrique. “Crónica”. Revista El Fígaro. Año XIX, núm. 50, 13 diciembre 1903, p. 623.
- Fontanills, Enrique. “Crónica”. Revista El Fígaro. Año XIX, núm. 51, 20 diciembre 1903, pp. 635-636.
- “Renacimiento merecido. La Primera de Aguiar. Revista El Fígaro. Año XXVI, núm. 44, 30 de octubre 1910, p. 565
- Boletín oficial de Marcas y Patentes. Año XXVII, núm. 5, noviembre 1932.
- Personalidades y negocios de la Habana
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