

La Peletería La Bomba fue fundada en 1875 por Antonio Aedo pasando posteriormente a la razón social Viuda de Aedo é hijo. Una de las cosas más difíciles de encontrar, según la frase conocida, es la horma de nuestro zapato.
Hoy ha encontrado la suya el cronista y escribe, por lo tanto, como el pez en el agua, con toda holgura, sin querer meter la Habana en Guanabacoa.
— ¿Y dónde ha encontrado V. la horma de su zapatos me preguntará la lectora impaciente?
¿Dónde había de ser? ¡En una peletería!
La Sra. viuda de Aedo é hijo, dueños de una popular peletería de esta ciudad — La Bomba —queriendo ensanchar sus negocios y proporcionar á sus favorecedores, que lo son todos los vecinos de la Habana, un local amplio, elegante y céntrico donde vender su magnífico calzado, concibieron la idea de establecer una sucursal en la manzana central antiguas ruinas de Zulueta.


A la idea siguió el plan en forma y á este su inmediata realización, porque “habiendo ganas se va a Roma”. ¡A Roma por todo! —parece que fué el grito de guerra de los dueños de la peletería La Bomba. Trabajaron dura y penosamente, hicieron sacrificios, fuertes desembolsos, y el sábado pasado (30 de junio 1894) gozaron la satisfacción de ver sus esfuerzos premiados.
¡Zapateta! —exclamé al verme en aquel recinto— Y á la verdad que tratándose de una peletería no cabe exclamación más apropiada. Es un derroche de lujo, de elegancia, de buen gusto, de todo eso que aquí (hablo en tesis general) olvida el comerciante, que los franceses llaman savoir faire y que yo llamaría saber presentar las cosas.
La fotografía que presentamos á nuestros lectores en esta página no da sino pequeña idea de lo que es aquello. Los anaqueles de madera pulida, resplandecientes y brillantes: el largo mostrador de caoba, artísticamente extendido en forma de sierpe: los asientos de fresno y peluche, brindando muelle descanso al cliente fatigado: todo es original, todo respira confort.
Pero en donde nos quedamos maravillados fué en el precioso salón de prueba para señoras, que es verdaderamente un gabinete de recibo. Es un saloncito octogonal, decorado y tapizado de peluche rojo, sujeto por varillas doradas: en un ángulo un lavabo de mármol repujado: y sobre la alfombra del piso, distribuidos, esperando á las damas, varios sillones de mimbre quemado con el asiento de peluche azul, preciosa combinación que ha impuesto la moda en los salones más elegantes; al frente, un rico espejo, bisouté, de gran tamaño.
Un sujeto, admirando el bijou1 de la casa, el saloncito de prueba, no encontraba propio del sitio, el espejo, ¡Ah! No sabía que el espejo es para las mujeres lo que el Diccionario para el hombre de letras: el libro de consulta.
Lo sorprendente de la nueva casa, abierta á la admiración pública, es el cuidado que han puesto de que no falte en ella cuanto ha inventado el ingenio útil y elegante.
Demuéstralo el aparato contador de las ventas diarias, que aparece al lado de la carpeta. Dicho aparato es uno de los inventos más curiosos y prácticos de cuantos se han ideado para comprobar las cantidades que entran en el cajón diario: va sumando sólo, por medio de un mecanismo sencillísimo y como el dependiente marca en presencia del cliente el importe de la venta que acaba de hacer, y esa cifra queda secretamente anotada, evita las tentaciones de manejos sospechosos, que antes de inventarse ese aparato, podían hacerse sin temor de que se descubrieran.
Con la instalación de ese aparato demuestra La Bomba que marcha con el progreso. Bravo por la peletería La Bomba y bravo también por Manuel Carranza, introductor y agente de dichos aparatos en la Habana.
Una concurrencia distinguida había llenado el edificio y venía á compartir con los dueños la fiesta de la apertura. Cuando volví al salón. la casa bullía con ruido de festín: tintineos de copas, efervescencias de champagne, golpes de bandejas. Mientras tomaba un sorbete, uno de los concurrentes me hizo la historia de la peletería La Bomba.
En 1875 fundó la casa D. Antonio Aedo, en la calle de Lamparilla 24, esquina á Cuba en la Habana, dedicándose muy especialmente á la importación del calzado americano, muy en boya entonces.
La seriedad y constancia de su carácter, su honradez y corrección le abrieron paso, aquellas, en el público, y estas en los centros mercantiles. En poco tiempo se hizo de crédito y clientela, las dos poderosas palancas del comercio moderno, que sostuvo y aumentó hasta su muerte, legando á su esposa y á sus hijos una firma inmaculada y una envidiable fortuna.
Al frente de la casa se puso, después de la muerte de su padre, el joven Fernando Aedo, de grandes alientos é iniciativas, quien con tacto, energía e inteligencia ha venido regenteándola. El establecimiento de una sucursal en un lugar tan céntrico como el que han escogido, y los gastos que esa instalación ha demandado, demuestran que el actual Aedo ha heredado el espíritu de empresa de su padre.
¡Bien merece que la fortuna le acompañe!
Invitamos á las familias habaneras á que hagan una visita á la sucursal de La Bomba. Allí encontrarán elegancia, comodidad y economía. Sobre todo, economía, que es la base de la prosperidad.
Asmodeo2
Noticias de interés:
La Viuda de Aedo, Ussia y Compañía trasladan el almacén (1893)
Los Sres. Viuda de Aedo, Ussia y Compañía, han trasladado el Almacén de Peletería que tenían establecido en la calle de Cuba número 82, al 88 de la misma calle.3
Boda de Fernando Aedo y Díaz y Angela Rigau y Bello (1896)
Matrimonio. Según noticias, el día 14 (noviembre 1896) se unió para siempre en la iglesia del Ángel, ante el altar de San José, la bella señorita Angela Rigau y Bello con el laborioso joven del comercio, don Fernando Aedo y Díaz, sirviendo de padrinos á la feliz pareja la señora doña Catalina Bello y don Juan Rigau, padres de la desposada, y en las velaciones, la señora doña Josefa Díaz, Viuda de Aedo y don Juan Ussia, madre y primo del novio.4
Lucía la petite mariée un elegante traje de níveo raso, adornado con encajes de seda y ramos de azahar. Después de la ceremonia, se obsequió á los invitados, en casa de los desposados, con un rico desayuno. Luego los cónyuges partieron para el pintoresco caserío del Vedado. Que la felicidad sonría perdurablemente en el hogar de Angelita y Fernando.
Aedo é Hijo une su peletería y sucursal en la Manzana M. Gómez (1902)
LA BOMBA. —Deseando hacer una casa modelo y que corresponda á las exigencias de esta culta población, ha tenido la feliz idea la señora viuda de Aedo é Hijo, de unir su establecimiento de peletería, La Bomba, y su sucursal en el local que ésta ocupa, ó sea en la Manzana M. Gómez, frente por frente al teatro de Albisu, sitio, sin disputa, el más céntrico de la ciudad.5
La idea, por lo que beneficia al público, repetimos que es de las más felices. Nada tendremos que añadir en honor de La Bomba.
Esta peletería, cuyo crédito está generalizado por toda la Isla, ha conseguido toda la popularidad de que hoy disfruta vendiendo siempre, á precios sin competencia, calzado procedente de los principales centros manufactureros. Todos conocemos La Bomba y todos sabemos que el trato de los que están á su frente se distingue por lo amable y lo correcto.


Bibliografía y notas
- Bijou del francés: Joya. ↩︎
- Utilizaba el seudónimo de Asmodeo don Francisco Cepeda y Taborcías. ↩︎
- “Crónica”. Diario de La Marina. Año LIV, núm. 210, 2 de septiembre 1893, p. 3 ↩︎
- “Gacetilla. Matrimonio”. Diario de La Marina. Año LVII, núm. 274, 17 de noviembre 1896, p. 4 ↩︎
- “Gacetilla. La Bomba”. Diario de La Marina. Año LXIII, núm. 143, 19 de junio 1902, p. 3 ↩︎
- Asmodeo. “La Bomba. Apertura de una sucursal”. Revista El Fígaro. Año X, núm. 23, 1 de julio 1894, p. 328.
- Personalidades y negocios de la Habana
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