La Romería de Monserrat en Matanzas desde La Ilustración Española y Americana en 1871.
Hoy, que una facción turbulenta aspira á destruir los fundamentos de la sociedad en Cuba;1 hoy, que se ha derramado pródigamente la semilla de la traición en aquella hermosa isla, sembrando vientos de ingratitud para cosechar tempestades de deslealtad, hace falta más que nunca mantener vivo el santo recuerdo de la patria en los corazones de sus hijos, por medio de manifestaciones como la que acaban de llevar á cabo en la ciudad de Matanzas los hijos del noble principado de Cataluña, en unión con los naturales de otras provincias españolas, cuya descripción daremos á nuestros lectores, con una vista de las alturas de Simpson y la capilla provisional de la Virgen.
El viernes 8 de Setiembre, á las tres de la tarde, cuantos catalanes vestían el traje popular de las diversas comarcas del antiguo principado, se reunieron en la plaza de Armas, y precedidos de doce trabucaires2, montados en soberbios caballos, enjaezados á usanza montañesa, con su roja barretina3, su vistosa manta, y su rico traje, emprendieron el camino de Simpson, entre los marciales sones de una banda militar y los gritos de júbilo de la multitud entusiasmada.
Carros y carretas cubiertas de verdes palmas y adornadas con banderas nacionales, tal como en la tarde de este mismo día suben el camino que de Monistrol ó Casa Massana conduce al monasterio de Montserrat, se dirigían á las alturas de Simpson, designadas en Matanzas como el sitio que pudiera suplir al admirable, al histórico, al tradicional Montserrat. Allí se elevaba la capilla provisional de tan excelsa Virgen.
Cuando llegó la comitiva al lugar de la romería, el entusiasta catalán señor don Luis Freixedas dirigió á sus paisanos elocuentes palabras, que eran todo un poema de ternura, de amor filial y de veneración á esas santas madres catalanas, modelo de virtud, de austeridad, de honradez, de fé religiosa y de purísimo amor patrio.
También los vizcaínos, ostentando sus vistosas boinas, conocidas en todos los mares del orbe, se reunieron, llevando al frente al acaudalado compatriota don Anselmo García, encaminándose á Simpson entre los ecos del entusiasta mutilá.
Antes de que llegaran á la altura, tuvo lugar una escena indescriptible. Los catalanes los esperaban formados; pero movidos por esas corrientes magnéticas del entusiasmo patrio, se adelantaron los trabucaires al galope de sus briosos caballos, siguieron en pos los infantes, no cesando en su carrera hasta que, al encontrarse los hijos de Monserrat con los de Begoña, se confundieron, pues que hermanos eran, en un abrazo fraternal, cambiaron la barretina de los unos con la boina de los otros, y entre atronadores gritos de entusiasmo se encaminaron al altar de la patrona de Cataluña, prosternándose ante su ara para renovar el sagrado pacto de la nacionalidad española.
Elevábase en Simpson una tienda en donde se leía el nombre de Vizcaya, y allí ofrecieron los vascongados á los catalanes la copa de la fraternidad. También el digno patricio don Anselmo García pronunció un patriótico discurso, en que decía, entre otras cosas, dirigiéndose á los catalanes:
“Entre vosotros y nosotros hay una semejanza providencial: nacisteis en el extremo oriental de los Pirineos, y nosotros en el occidental. Una tierra estéril cubre vuestras provincias, como cubre igualmente las nuestras; pero la industria y el trabajo han sabido arrancar á las rocas inagotables tesoros de riqueza. Ante vuestras costas, como ante las nuestras, se extiende el mar: ¡el mar, que nos indicó á los presentes que al otro lado del Atlántico había una provincia española que podíamos fecundar con el sudor de nuestras frentes, y en donde, á la sombra de la bandera nacional, podíamos también verter nuestra sangre por el honor de la patria!”
Los hijos de la noble Asturias iniciaron el año anterior en Matanzas la celebración de las fiestas nacionales, y natural era que concurriesen á la romería de Monserrat, con su pendón de Covadonga y su gaita tradicional. Y á Simpson fueron en vistosa comparsa, acompañados de hermosas matanceras vestidas de asturianas, entre los gritos de ese famoso ¡Ixuxú!4 que hace once siglos era el terror de los enemigos de la patria.
Catalanes y vizcaínos esperaban á los bravos astures, y allí se renovó una escena parecida á la que anteriormente hemos descrito, cambiando, en señal de fraternidad y compañerismo, la montera con la barretina y la boina.
A la tienda en donde se leía “comisión asturiana”, se dirigieron los hijos de Covadonga, habiendo ido ántes con los de Begoña y Montserrat á orar ante la Virgen catalana, para gritar luégo con unánime regocijo: ¡Viva la adorada patria! ¡Viva España!
El cuadro que en aquel momento presentaban las alturas, no es de los que la pluma puede reproducir con exactitud. Infinidad de tiendas de campaña, adornadas con flámulas y gallardetes, con inscripciones alegóricas á la patriótica romería, y con escudos de distintas provincias, se levantaban por todas partes.
En un lado las armas de Villanueva y Geltrú señalaban la tienda en donde los hijos de aquella risueña población de la costa, acompañados de sus familias, comían á usanza catalana. Aquí se repartía la escudella5, allá el chacolí6, acullá la sidra; el característico purró hacia el gasto y pasaba de mano en mano; grupos de hermosas matanceras, sentadas sobre el verde césped, saboreaban una rica merienda;
los sones de la sardana y del ball rodó se unían á los del zorcico y la giraldilla; los coros catalanes resonaban por do quiera; elegantes damas de Matanzas discurrían por entre la apiñada multitud: todo era animación, todo júbilo, todo entusiasmo, todo patriotismo.
La fiesta religiosa, aunque sin lujo ni ostentación, fué solemne; entre el humo del incienso y las plegarias del sacerdote, subía también la fé ardiente y entusiasta de los españoles allí reunidos, las plegarias á la Santa Madre de Jesús, Nuestra Señora de Montserrat, para que haga cesar cuanto antes esa guerra fratricida y cruel que hace de la hermosa antilla cubana un inmenso lago de sangre, donde sobrenadan ódios que deben desaparecer.
Por último, la romería concluyó con el mayor órden, dejando un indeleble recuerdo en los corazones de aquellos hijos de la noble España.
José G. Triay
Bibliografía y notas
- El autor hace referencia a la Guerra de Independencia de los Diez Años (1868-1878) en Cuba (N. del E.) Wikipedia: Guerra de los Diez Años. ↩︎
- Trabucaire: Antiguo faccioso catalán armado de trabuco. (R.A.E. Real Academia Española.) ↩︎
- Barretina: f. gorro catalán. (R.A.E.) ↩︎
- Ixuxú es un grito ancestral de combate y de alegría en romerías. Véase Wikipedia. ↩︎
- Escudella f. Guiso típico catalán que se prepara a base de verduras, fideos gruesos y arroz. (R. A. E.) ↩︎
- Chacolí m. Vino ligero algo agrio que se hace en el País Vasco, en Cantabria y en Chile. (R. A. E.) ↩︎
- Triay, José G. “Romería de Monserrat en Matanzas”. La Ilustración Española y Americana. Año 15, núm. 30, octubre 1871, p. 522.
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