Romeu Valea y Co. fue la compañía propietaria del Brazo Constante. Primeramente socios comerciales Jesús Romeu y José María Valea compraron esta casa al fundador Manuel Martínez. Producían caramelos, bombones y chocolates.
El hombre, en su afán incesante de modificar a la Naturaleza, ha ido sustituyendo todo el trabajo manual por el trabajo mecánico. Se ha engrandecido como creador, pero se ha anulado como obrero.
Dentro de poco, las máquinas lo harán todo. El hombre que no invente, que no cree, será hombre inútil, porque no habrá sobre la tierra trabajo para él. Estas son las reflexiones que nos hacemos cuando visitamos esos grandes centros industriales, verdaderos palacios del trabajo, en que no sabemos qué admirar más: si el genio que los inventó, o la voluntad firme que los sostienen y hacen producir.
Hace pocos días experimentamos una de esas fuertes emociones que producen lo inesperado y lo grandioso. Se nos había dicho que existía en la poética villa de Guanabacoa una famosa fábrica de dulces, bombones y chocolates, que no sólo no tenía nada que envidiar a las mejores de la Habana, sino que en muchos de sus aspectos las superaba.
Al principio, creímos que se trataba de una de esas exageraciones inventadas por el espíritu comercial de estos tiempos y repetida luego por los amigos y simpatizadores de la fábrica elogiada.
Para desvanecer nuestra duda no teníamos más camino que hacer una visita a la industria que tanto se nos ponderaba y, como Santo Tomás, apreciar por nuestros propios ojos las maravillas y excelencias de que tanto se nos había hablado.
El viaje fué corto y agradable. Los vapores que hacen la travesía a Regla son amplios y bajo sus toldillas se respira el aire puro del mar. Era una tarde alegre. Algunas nubes impedían que los rayos del sol tropical calentaran demasiado la atmósfera, haciendo que una brisa fresca orease nuestra frente.
De Regla nos condujo a Guanabacoa un rápido y cómodo tranvía que nos dejó en la misma puerta de “El Brazo Constante”. La calle en donde está situado este palacio de la industria lleva el nombre de Aranguren, aquel gallardo joven que ofrendó su vida en la flor de su edad, por la libertad de Cuba.
Cuando penetramos en El Brazo Constante un ruido casi infernal nos ensordeció: el trabajo estaba en pleno movimiento. Las correas trasmitían la fuerza motriz en vertiginoso viaje sin fin, produciendo una sensación de locura.
En primer término, un grupo de bellas muchachas tropicales preparaban las naranjas para convertirlas en rico dulce y en aquella graciosa tarea experimentamos la primera sorpresa: las naranjas eran peladas mecánicamente, por una ingeniosa máquina que lleva anexa un juego de cuchillas circulares…
Absortos en esta observación, nos sorprendió el señor Jesús Romeu, actual gerente y alma de aquella poderosa industria. Es el señor Romeu un hombre agradable, sencillo, comunicativo, de ojos penetrantes, de frente ancha, poseído de su misión, y para quien no existe más que un Dios: el trabajo.
El señor Romeu es gallego. Muy joven vino a Cuba y empezó a trabajar a las órdenes de su pariente el señor Manuel Martínez que se dedicaba a la industria del dulce en el mismo lugar en que hoy se encuentra “El Brazo Constante”.
En 1901, Romeu y otro dependiente de la casa, el señor José María Valea tuvieron participación como socios industriales y en 1905 adquirieron la propiedad del vasto negocio. Ya dueños, los señores Romeu y Valea pudieron desarrollar sus iniciativas y aplicar al engrandecimiento de la casa la experiencia que habían adquirido después de largos años de prueba.
Entonces comenzó el verdadero florecimiento de aquella industria hasta llegar al estado de prosperidad envidiable en que hoy se encuentra.
Parecía, sin duda, el señor Romeu, dotado de facultades singulares, de algo providencial, si vale la frase, para llevar adelante aquel negocio. Auxiliado eficazmente por su socio el señor Valea, acometió una serie de reformas que hicieron muy pronto a El Brazo Constante la fábrica preferida de Cuba.
Todos los años se implantaban métodos y máquinas nuevas y deseando abarcar el mercado adquirieron otras fábricas similares establecidas en la capital: entre otras figuran “El Fénix” y “El Escudo de Cuba”, “El Rayo” y “La Proveedora”, convirtiéndolas, de modestos centros productores que eran, en emporios industriales de la mayor importancia.
Todo esto nos lo contaba el Sr. Romeu con graciosa locuacidad, con lujo de detalles, como hombre que abre el pecho y deja que su corazón hable; y más de una vez, en el transcurso de su narración interesante, observamos que sus ojos se humedecían al recuerdo melancólico del pasado.
Ahora el señor Romeu es un triunfador; pero recordemos sus primeros años de labor infatigable, de crueles luchas, de trabajo incesante día y noche, sin expansiones, en una tarea en que su juventud se marchitaba…
Hoy ha triunfado y tiene el orgullo de ser el jefe de una tribu de obreros, más de 500 hombres están a sus órdenes; su nombre se pronuncia con respeto en los círculos financieros; ha fundado una familia encantadora; es, en suma, un hombre feliz y envidiable.
Pero si la suerte le hubiera sido adversa, si todo el esfuerzo realizado durante su juventud no hubiera cristalizado en un franco éxito, ¡qué triste sería la vida para el señor Romeu ahora, teniendo que afanarse en la madurez, abatido por la desgracia!
De todas estas filosofías hablábamos con el señor Romeu y él se sonreía como hombre que no pone en duda los triunfos del trabajo, cuando se realiza de un modo constante e inteligente.
Quisimos ver toda la casa, aun comprendiendo que no debíamos robar al señor Romeu el tiempo que necesita para sus infinitas y graves atenciones. Acompañados galantemente, por él visitamos el Departamento de caramelos y el de pastillas de chocolate y bombones.
¡Admirables! Todo se hace allí casi automáticamente, sin que la mano del hombre intervenga; y la cantidad enorme que se produce al día nos dejó maravillados. ¡Caballeros! Cómo se comen en Cuba caramelos y bombones! De “El Brazo Constante” salen solamente de 4 a 5,000 libras diarias!
Estos Departamentos están organizados admirablemente, y a su frente sé encuentra el antiguo empleado de la fábrica señor Juan Torrás.
Otro departamento muy importante es el que ha recibido el nombre de la fruta que más se trabaja en él, o sea la guayaba. A su frente está el señor Claudio Ceibame, a quien ayudan veintidós expertos operarios que manipulan las más adelantadas máquinas que se han inventado hasta el día.
Pero lo verdaderamente maravilloso es el modernísimo departamento de chocolatería, en el que “El Brazo Constante” ha batido el record de cuantos existen entre nosotros. La moderna instalación es la última palabra en esta materia.
Entre los diversos artefactos y maquinarias llama la atención el aparato frigorífico para enfriar chocolate, único en Cuba, y con el que el trabajo se hace más rápido y mejor. Unas ocho mil libras diarias de chocolate salen de aquellas máquinas y al ver esa enormidad de producción nos preguntamos quiénes son los golosos que toman tanto chocolate…
Era ya muy tarde y nos despedimos del señor Romeu.
Bibliografía y notas
- “Las Grandes Fuerzas Modernas. La Industria.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Mayo 25, 1913).
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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