San Miguel de los Baños forma parte en la actualidad de la municipalidad de Jovellanos, provincia de Matanzas. Ubicado en una meseta y rodeado por montes poco elevados fue conocido por sus aguas medicinales y su clima convirtiéndose en lugar de predilección y reposo para innumerables familias.
La historia de San Miguel puede dividirse en tres períodos de los cuales uno, el que se refiere a las actividades de las razas aborígenes, aún permanece ignorado siendo los arqueólogos quienes se encargarán de reunir los diversos materiales que puedan utilizarse para reconstruir esa etapa. Algunos han sido ya descubiertos y muchos más se encontrarán en las excavaciones, zanjeos y exploraciones.
Parece indudable que los indios siboneyes vivieron plácidamente en el valle de San Miguel, no tan solo por el ambiente apropiado que se respira entre las graciosas montañas que lo circundan y defienden, sino por los nombres de la zona, Guamacaro, del Río Copey y de muchas de las plantas y árboles que allí se dan en abundancia, por ejemplo: el “cabo de hacha”, utilizado para hacer este instrumento primitivo los cuarzos que tanto abundan en las laderas de las lomas de origen eruptivo que ocupan una parte considerable de la comarca.
De dichos cuarzos se han hallado también numerosos depósitos de puntas de lanza y de flechas de las que se utilizaban para la defensa y para la caza. Asimismo se halló, por el meritísimo profesor señor Ezequiel Torres, de grata recordación Director del Colegio La Progresiva de Cárdenas, un depósito singularísimo de dientes de todas clases, algunos con empastes primitivos y otros dañados los que por su diversidad y abundancia, sin estar acompañados de otros huesos humanos, parecen revelar que por allí trabajó algún dentista rudimentario que ejercía su profesión entre los primeros pobladores.
Queda pues esta primera parte de la historia de San Miguel para las investigaciones futuras. El segundo período comienza en el período colonial con la leyenda del Negro Miguel, esclavo que se curó milagrosamente, gracias a las aguas medicinales del valle de San Miguel.
Hacia mediados del siglo XIX eran ya numerosas las familias que acudían a San Miguel de los Baños, de los ingenios y poblados circunvecinos muchas de las cuales enviaban anticipadamente a sus esclavos para que levantaran bohíos donde se albergasen los temporadistas algunos de los cuales como Serapio Hernández, Abraham Morejón, Cosme de la Torriente y otros construyeron sus residencias confortables en la elevada meseta a ochocientos pies sobre el nivel del mar en las que pasaban una buena parte del verano.
Por esa época se edificaron también un hotel de dos plantas y un cuartel de la Guardia Civil así como algunas otras pequeñas residencias. No se pudo lograr un mayor desarrollo, como era de esperarse por la virtud de las aguas y lo fresco y delicioso del clima, debido a la carencia de caminos que hicieran fácilmente accesibles los manantiales a los que sin embargo acudían a diario un creciente número de arrieros de diversas y lejanas procedencias que llevaban en garrafones sus aguas a los enfermos que de ellas estaban necesitados.
En vista de la eficacia curativa de las aguas y de la fama pública que habían ganado en las distintas provincias de la Isla el dr. Joaquín F. de Aeulle, Decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de la Habana, procedió a hacer el análisis de las aguas en el año de 1868.
Se confirmó desde entonces de un modo científico la razón sobrada con que esas aguas eran usadas y prescritas con éxito para la curación de las enfermedades de las vías digestivas y urinarias, para el artritismo y afecciones de la piel por los doctores matanceros más distinguidos de aquella época, entre ellos:
Domingo J. Madan, José Elías Jiménez, Eduardo Díaz, Enrique Acosta, Vicente Tomás y Tomas V. Coronado a iniciativa de los cuales y con los informes de los doctores Manuel Delfín y Gastón Alonso Cuadrado fueron estas aguas declaradas de utilidad pública en el año de 1892 por la Diputación Provincial de Matanzas que recomendó la conveniencia de construir caminos que las hicieran accesibles a los enfermos.
La Guerra de Independencia impidió que se llevasen a la práctica las medidas proyectadas por la Diputación de Matanzas y San Miguel de los Baños no tan solo permaneció incomunicado sino que tuvo que pagar una fuerte contribución a la causa libertadora. En la gloriosa epopeya quedaron destruidos el poblado y los baños muy cerca de las cuales se conservan aún los restos del campamento que allí mantuvo el General Clemente Gómez, de gratísima recordación en la provincia matancera.
Constituida la República así permaneció San Miguel de los Baños, demolidas sus construcciones y en el más completo aislamiento por falta de caminos. Los propietarios de las tierras en que brotan los manantiales y se asentaba el pequeño poblado, los herederos de doña Dolores Valdés de Palacio y de los Marqueses de Rondón, mantuvieron abandonados dichos terrenos por largo tiempo.
La tercera y última etapa de la historia de San Miguel comienza cuando el doctor Manuel Abril, prestigioso miembro del foro habanero, adquirió en la primera década del siglo XX, la pequeña finca donde brotan los manantiales. Consagrándole amorosa devoción a este tesoro de salud y belleza encerrado en el poético valle, trabajó el doctor para que fueran aprovechados sus beneficios por la humanidad doliente.
Cuando se inician los trabajos todo lo que existía en San Miguel era una casa de madera del señor Gaspar Pérez Foyo, seis casitas aún más diminutas y primitivas pertenecientes a don Pedro Álvarez —legadas a continuación a su hijo Policarpo—, que fueron cambiadas por un caballo fino y trasladadas desde una colonia próxima y, otros tantos bohíos de yagua y guano, sin que hubiese ningún otro signo de ciudad y sin que residieran en el poblado más que tres o cuatro habitantes, dedicados a albergar a los humildes enfermos que en carretas llegaban allí de las cercanías. Don Gaspar Pérez, don Pedro Álvarez y su hijo Policarpo, antes mencionado, eran los que se ocupaban de esa atención a la vez que asistían a sus fincas inmediatas.
El doctor Abril, deseoso de erigir una estación termal, vistas las cualidades terapéuticas de las aguas y la salubridad y belleza del lugar, se afanó desde entonces en adquirir, como adquirió por compras sucesivas, los terrenos próximos que serían indispensables para el desarrollo de la empresa que iba a acometer y al propio tiempo se dedicó a visitar los Balnearios de Europa y Norte América, decidido a integrar a su proyecto, lo mejor que pudieran aportarle.
Después de quince años de perseverante labor, ya en posesión de los terrenos y de los antecedentes necesarios, dio comienzo al plan de formar un proyecto de población que respondiese a las necesidades modernas, labor en la que fue asesorado por los ingenieros Aurelio Sandoval, Ignacio de Vega, Emilio Estrada y Román Polledo, quedando plasmado como fruto de esta cooperación, el proyecto de la que llegaría a ser una gran ciudad de aguas y montaña. Sin perderse lo pintoresco del paisaje, se contaría con las comodidades urbanas.
Por su parte, los ingenieros Alfredo Colly, que había tomado parte en los trabajos del balneario de Monte Cattini en Italia y los hermanos Ricardo y Rodolfo Martínez hicieron los planos de distintos sectores de los manantiales. Corresponden a los hermanos Martínez, los planos del gran palacio del balneario, construcción monumental de estilo renacimiento francés dotada de gran amplitud y de notable belleza. El bello edificio, abandonado en la actualidad, se encuentra en un deplorable estado de avanzado deterioro.
Logró el doctor Abril interesar al Gobierno en la ejecución de la carretera que uniese a los manantiales con la estación del ferrocarril mas próxima, que era la de Coliseo. Para esta obra se obtuvo el crédito necesario en la Cámara de Representantes presidida por el doctor José A. González Lanuza.
Fueron ejecutados los trabajos durante el gobierno del honorable General Mario G. Menocal, quien al igual que muchos de sus familiares, después de su período presidencial, en varias ocasiones utilizó con gran provecho los beneficios del lugar.
La labor del Dr. Abril bien pronto fue secundada por un gran número de personas que merecen todos los honores de los fundadores de pueblos, pues con amor y sacrificio se dispusieron a edificar sus residencias, dando calor a todo lo que significase un progreso para el pequeño poblado que surgía.
Entre esos fundadores meritísimos deben mencionarse de un modo especial a los siguientes: Bonifacio Menéndez Valdés; Alfredo Heydrich; José F. Peralta; Manuel González Migoya; Juan Zumalacarregui; Laurentino García; Ramon Menéndez Valdés; José A. Fernández; Ramon López y Leopoldo de la Campa.
Estos señores, con el doctor Manuel Abril fabricaron para sus residencias, las primeras diez casas de mampostería con que contó el poblado, a cuya construcción solo se anticipó la Escuela Pública levantada por la Junta de Educación de Guamacaro en terrenos cedidos al Estado por el Dr. Abril.
Casi contemporánea con esas edificaciones se construyó la casa de la Sra. Juana Junco de Nieto, una de las personas que más cariño y entusiasmo puso en San Miguel desempeñando hasta su muerte y por cerca de un cuarto de siglo el puesto de encargada de los manantiales y de los baños.
En esta función, en aquel San Miguel sin médico y sin recursos, hizo maravillas de bondad y de diligencia al servicio de los enfermos y temporadistas, que hallaron en esa noble mujer, toda corazón, una consejera, una enfermera y una amiga desinteresada y generosa. Su esposo Antonio Nieto fue administrador de la planta de envase por espacio de diez y ocho años.
Inmediatamente prosiguieron las construcciones de los siguientes fundadores (ver tabla) y entre ellos también los que de un modo u otro, adquiriendo terrenos para la edificación o mejorando y ampliando las propiedades que adquirieron, además de servir las conveniencias del poblado, quedaron vinculados al desarrollo del mismo.
Se cuenta entre ellos a los señores: Septimio Sardiña, Santiago Reguera, Emeterio Rueda, Sra. Vda. de Tamargo, Antonio J. Betancourt, Carlos Obregón, Miguel A. Maribona, José Hil, Angel Estrugo, Luis Campillo, Gustavo Godoy, señora Rosario Arocha Vda. de Balsinde, Sra. Herminia Gómez Colón de Pereira, Dr. Gonzalo Cuni, Sr. Manuel Zárraga Sra. Rebeca Aguiar Vda. de Huerta y Sres. Juan de Mata Casares, Jacinto Martínez Goberna, Luis Merelo y Hernández y Carlos Acosta y el Sr. Angel Cambó, quien con su gran estación CMQ propulsó notablemente el conocimiento de los manantiales.
Entre los edificios que más se destacan y que pudieran embellecer y prestigiar cualquiera ciudad importante, además del Gran Hotel del Balneario, se encuentran las residencias de:
Santiago Milián, de María de León de Martínez Canas, de los hermanos María Dolores y Emilio Machín, de Raúl Zárraga, de Margarita del Monte Vda. de Sánchez, del señor Apolinar Alzaga, del Dr. Fernando Barrueco, del Sr. Ignacio González y del Sr. Santiago Reguera, del Sr. Salomón Obregón, del Dr. Fidencio Sánchez y del Sr. Leopoldo Casas.
Construcciones todas ellas que además de su amplitud y de su confort responden a las exigencias de bellos estilos arquitectónicos. Asimismo deben incluirse como elementos muy valiosos de propulsión en el desarrollo del poblado los grupos de bellos chalets hechos por los sres. Oscar San Pelayo y Julio Fernández y por el sr. Amado Grabiel.
En lo que se refiere a las actividades científicas desplegadas en el balneario se debe mencionar la fecundísima labor realizada por el ilustre crenólogo dr. Pedro Ramos Báez, quien habiéndose hecho cargo en el año de 1930 de la Dirección Facultativa del Establecimiento, propició el que se dotase a este de cuantos elementos eran necesarios, laboratorios, botica, gabinete dental, rayos x, etc., para el servicio de los pacientes y para el estudio de cuanto se relacionase con la aplicación de las aguas y del clima con fines terapéuticos. Fueron publicados un gran número de trabajos científicos y dos monografías perfectamente documentadas sobre los problemas clínicos resueltos por el balneario.
La Dirección Facultativa, que gozaba del mejor crédito entre médicos y temporadistas, se complementaba en los años cuarenta del siglo XX, con el concurso del eminente bacteriólogo dr. Ramon Font Tió, el experto radiólogo dr. Eduardo Catá y por el notable odontólogo dr. Tirso Hernández Trobat.
A la magnificencia del Gran Hotel del Balneario se deben agregar, aunque de menor importancia, tres hoteles del todo eficientes que fueron el San Miguel de Daniel Pérez, el Hotel Villaverde de Manuel Villaverde Martínez y el Cuba de Marcial García. Se deben mencionar además las casas de huéspedes donde podían tener acogida los elementos más modestos.
Contaba también el poblado con un buen número de establecimientos, una magnífica iglesia y una bella ermita dedicada al Cristo del Jacán, erigida sobre la cima de la loma de este nombre y situada a 1200 pies sobre el nivel del mar.
Igualmente tenía casa de correos y telégrafos, luz eléctrica, acueducto y teléfono de larga distancia. El buen estado en que se hallaba la carretera que une al Balneario con la ruta central hizo que la comunicación con este poblado fuese corta, cómoda y pintoresca, con la ventaja de hallarse a cuarenta minutos de la playa de Varadero.
San Miguel de los Baños distribuía sus aguas, envasadas en una bellísima planta, por todo el territorio de la República y distintos lugares del continente americano, estando a cargo de la parte comercial, los Sres. Cambó y Gabriel.
Digamos en conclusión que por la condición alcalina de sus aguas dotadas de gran radioactividad y acompañadas del azufre en estado coloidal, por la benignidad del clima, por lo pintoresco y variado del paisaje, por el acierto con que fue concebido su plan de urbanización y por el gran número de personas distinguidas que fijaron en ese lugar su residencia, San Miguel de los Baños estuvo prometido a ser un balneario con las condiciones adecuadas para competir y superar a los más afamados, existentes en el extranjero.
La revista Harper’s Bazaar en 1947 recomendaba en su viaje turístico de una noche ir desde la Habana a Varadero, allí cenar en el Club Náutico y quedarse un rato para disfrutar de un baño de playa. El regreso a través de Coliseo aconsejaba pasar la noche en el Hotel Abril (Gran Hotel del Balneario) del encantador pueblo balneario San Miguel de los Baños.
Muchas publicaciones recomendaban la visita de San Miguel, siendo un destino que gozaba de gran estimación por la belleza de sus paisajes y sus aguas medicinales.
Enlaces de Interés:
- Casa Pilar de la Sra. Pilar Leira Vda. de Prieto.
- Hotel Villaverde de Manuel Villaverde Martínez y Adelaida Escudiere.
- Juana Junco y Antonio Nieto.
- Poema A Veces Quedan (A San Miguel de los Baños)
- Quiosco Shangai de Benito Wong Bú.
Primeros fundadores que construyeron casas en San Miguel de los Baños.
Primeros diez fundadores que construyeron casas de mampostería en San Miguel de los Baños.No. | Nombre y Apellidos |
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1 | Dr. Manuel Abril |
2 | Bonifacio Menéndez Valdés |
3 | Alfredo Heydrich |
4 | José F. Peralta |
5 | Manuel González Migoya |
6 | Juan Zumalacarregui |
7 | Laurentino García |
8 | Ramón Menéndez Valdés |
9 | Leopoldo de la Campa |
10 | Dr. Jorge López y López |
Personalidades vinculadas al desarrollo de San Miguel de los Baños.
No. | Nombre y Apellidos |
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Septimio Sardiña | |
Santiago Reguera | |
Emeterio Rueda | |
Sra. Vda. de Tamargo | |
Antonio J. Betancourt | |
Carlos Obregón | |
Miguel A. Maribona | |
Jose Hil | |
Angel Estrugo | |
Luis Campillo | |
Gustavo Godoy | |
Rosario Arocha, viuda de Balsinde | |
Herminia Gómez Colón de Pereira | |
Dr. Gonzalo Cuni | |
Manuel Zárraga | |
Rebeca Aguiar, viuda de Huerta | |
Juan de Mata Casares | |
Jacinto Martínez Goberna | |
Luis Merelo y Hernández | |
Carlos Acosta | |
Angel Cambó |
Fundadores de San Miguel de los Baños
No. | Nombre y Apellidos |
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Dr. Diego Vicente Tejera | |
Dr. Ramón Pagés y Solís | |
Dulce María Docal de Loredo | |
Salomón Obregón | |
Sr. Osvaldo Gou | |
Santiago Cuninghan | |
Sr. Alvaro Ledón | |
Dr. Esteban Valdés | |
Laurentino García Amechazurra | |
Antonio Hernández | |
Leandro Ruiz | |
Rosa María Prieto de Gutiérrez | |
Agapito Larrauri | |
Bienvenido García | |
Rafael Larragoiti | |
Dr. Ricardo Rodríguez Cáceres | |
Joaquín Nilo Vilá | |
Dr. Raúl Gumá Cerice | |
Clement Laudman | |
Francisco Ruz | |
Dr. Fernando Barrueco | |
Teresa Muñoz Milián | |
Gabriel Alberti | |
Santiago Milián | |
José Miguel Bonich | |
Heriberto Prats | |
Juan Reira | |
Margarita del Monte, viuda de Sánchez | |
Gertrudis Ramiro, viuda de Paniagua | |
Antonio Nieto y Juana Junco | |
Pedro Nieto | |
Zoila Delgado, viuda de Gou | |
Daniel Pérez Iturralde | |
Adelaida Scudieri de Villaverde | |
Marcial García | |
Margarita Yópez Gobel | |
José Rodríguez | |
Francisco Villaoz y Bolaños | |
Genaro Acebedo | |
José Manuel González | |
Graciela Amador | |
Rodrigo Jordán | |
Enrique Vázquez | |
Dr. Antonio de Sosa | |
Dr. Manuel de Vera Verdura | |
Micaela Terrán | |
Consuelo Cadenas de Castellanos | |
Dr. Aurelio Hernández Miró | |
Santiago Reguera | |
Martín Díaz | |
Ignacio González | |
Mercedes León, Viuda. de Fernández | |
Carlos Gutiérrez | |
Dr. Pedro Ramos Báez | |
Federico Herrera | |
Srta. María Nodarse y hermanas | |
Serafina de Cárdenas de Antiga | |
Conchita Pérez de Álvarez | |
Apolinar Alzaga | |
Raúl Ros | |
Manuel Santeiro | |
Oscar San Pelayo | |
Humberto Balsinde | |
Julio Fernández | |
Pilar Leira | |
Esther Lamar de Portuondo | |
Leonilda Hernández, viuda de Rivero | |
Rosario Hernández, Viuda de Martínez | |
Dr. M. de J. Ponce | |
Dr. Carlos Font del Junco | |
María Dolores y Emilio Machín | |
Amado Grabiel | |
María de León de Martínez Canas | |
Raúl Zárraga | |
María Luisa Touze | |
Paulina Balbuena de González | |
Rafael Lima | |
Leopoldo Casas | |
Dr. Fidencio Sánchez | |
Roque del Busto | |
Guillermo Veranes | |
Desiderio Parreño | |
Genaro Azor | |
Antonio Calderín | |
Francisco Rodríguez y Jiménez |
Referencias bibliográficas y notas
- Matanzas Contemporánea, Guía Provincial, Editorial Panamericano S.A., 1942.
- “Travel Circuit.” Harper’s Bazaar, Vol. 81, enero abril 1947, p. 146
Custodio Castillo Perez dice
Desearía saber si una chica que conocí en mi juventud y que residía en la calle Reparto Fin de Siglo núm. 9 de San Miguel de los Baños vive todavía. Debe tener unos 70 años y nos estuvimos escribiendo cuando teníamos 18 años. Me encantaría volver a saludarla. Ella estudiaba música y se llamaba Graciela Suarez Merino. No tengo mas datos. Muchas Gracias
Svetlana Lopez dice
Encontró encontró usted a su Graciela, me alegro por usted.
Susana Graciela Suarez dice
Susana.stiefel@yahoo.com
Yo soy Graciela Suarez Merino
Svetlana Lopez dice
Que bella y triste (como lo vemos desde el año 2022) historia! Que magnífico podría haber sido este impresionante lugar! Dichosos son los que lo conocieron en el tiempo de su esplendor.
Jesús Daniel dice
Porque no se hace nada por volver a darle su esplendor, cuántos turistas atraería tan bello lugar. Mi bisabuela gustaba visitar en vacaciones ese expendido lugar, ella era del antiguo ingenio Dolores, hoy Jaime López