

Soto y Compañía fue un negocio dedicado al despalillado de tabaco en la Habana. Fueron sus gerentes Manuel Meneses y Fernando Soto.
Sabido es que el tabaco constituía la segunda industria cubana. Era con el azúcar una de las fuentes de la riqueza de Cuba. Sin embargo, la industria tabacalera contaba muchas escalas. Empleando un ejemplo gráfico, dijérase una gran caja con distintas casillas.
Dentro de la industria del tabaco, era el despalillado una de las bases en que se asentaba esta poderosa industria cubana.
En el trabajo del despalillado había algo que lo rodeaba de una bella aureola de sentimentalismo. Era la intervención, brava y abnegada, de la mujer cubana. Infinidad de muchachas clavaban su juventud sobre el barril y la tabla del despalillado.
Vaya a esas mujeres, a su espíritu de abnegación, nuestro homenaje más sincero, más cálido y más cordial.
Uno de los mejores talleres de despalillo de la Habana, era, indiscutiblemente, el de Soto y Compañía. El taller de Soto y Compañía estaba situado en la Calzada del Monte, número 234.
La Calzada del Monte era la calle de los almacenes de tabaco. Así, como la calle del Obispo tenía una fisonomía particular, constituyendo el bulevar suntuoso de las grandes tiendas de modas, de las grandes joyerías, de las grandes casas comerciales, la Calzada del Monte estaba ocupada por los grandes almacenes de tabacos de esta ciudad de la Habana.


Eran los gerentes del taller de Soto y Co., los señores Manuel Meneses y Fernando Soto. Ambos dos conocidas personalidades en el mundo del tabaco, donde ocupaban un puesto distinguido, conquistado por su inteligencia y laboriosidad.
Sus obreros y empleados ascendían al número de 150.
El negocio principal al cual se dedicaba la casa era el “despalillado para embarque”.
Como prueba de cuánta era la extensión de los negocios y del trabajo de esta casa, baste constar que el taller despalillaba cinco mil tercios anualmente.
El despalillado se hacía por grandes lotes para distintas casas de esta capital.
El edificio que ocupaba la casa estaba así dividido: en la planta baja almacenes y escritorios. Los almacenes tenían capacidad para 3.500 tercios. En esta planta estaba también el departamento de envases, el de mojado, el de entrega de tareas y el escritorio.


En el principal: salón de despalillado y secaderos de tabaco. En el segundo piso: secadero de tabaco, de tripa y de picadura. Todo esto, montado con todos los requisitos de la más perfecta higiene.
De interés: Personalidades y negocios de la Habana
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