

Velma la fábrica de sábanas y confecciones de la Habana fundada en 1912. Situada en la calle Habana esquina a Muralla números 140 y 142 respondía al teléfono A-8872. Todas las industrias, sin duda alguna, todas, son valiosos factores de prosperidad y engrandecimiento.
En un país como Cuba, que tan considerable comercio de importación soportaba como sangría silenciosa en su riqueza nacional, la creación de una gran industria nueva era, ciertamente, un mérito singular y un servicio inapreciable al país.
Pero resultan más estimables, más merecedoras de nuestras simpatías aquellas que aportaban el cotidiano sustento a numerosos hogares en que la falta de tarea era nuncio del más crispativo de los problemas domiciliarios.
Entre éstas, en verdad de modo descollante, figuraba en nuestra capital la “Fábrica de Sábanas Velma” que en la calle Habana, números 140 y 142 se elevaba airosa y espléndida.


En este soberbio edificio, que constaba de tres plantas en la principal esquina de las calles Muralla y Habana, anidaba un laborioso enjambre obrero, una ejemplar colmena, en que cual infatigables abejas pululaban y laboraban cientos de obreras realizando honrado trabajo.
Tal era, en su más simpático aspecto, el establecimiento que un benemérito y un prócer, don Benito Ortiz y Ortiz, levantó como capilla en que se santificaba el trabajo.
La marca Velma tenía un doble renombre, cimentado en la fama y boga adquiridos tanto por las sábanas como por la confección de trajes, para niños y caballeros, de cuyo buen crédito testimoniaba elocuentemente el número de sábanas que diariamente confeccionaban aquellos talleres, nunca menor de trescientas docenas de diversos tipos y tamaños.
Y tal auge comercial, para esta próspera industria supo lograrlo el señor Ortiz en poco más de un lustro, por sus peculiares dotes de energía, actividad y competencia en la materia. Y en tal forma que fue, sin duda, la primera de la República.
Aunque la información gráfica de estas páginas es de por sí bastante explícita debemos consignar cómo aparece instalada aquella pequeña Babel costureril.
En la planta baja, en una amplia nave, trabajaban tanto en la confección de sábanas como en la de trajes, un sinnúmero de mujeres, en condiciones envidiables de comodidad e higiene.


En esta planta estaba también instalado el escritorio, que servía a la vez de oficina principal para el apoderado y encargado de la casa, señor Julián Ortiz y Fernández, competentísimo concertador de aquel dédalo de máquinas, maquinistas y costureras a granel.


En el primer piso trabajaban más de cien mujeres, en talleres especiales bajo la acertada dirección del señor Teófilo Regulez, persona que era una verdadera autoridad en la materia. Allí se fabricaban más de 200 trajes —como promedio diario— para caballeros y niños, de corte irreprochable y de confección impecable, como proclamaba su incontable legión de consumidores.


El segundo piso estaba destinado a almacenes de telas y trajes hechos, habiendo varios departamentos para la exhibición de los prodigios de confección que salían de aquellos talleres, unos, y otros para las ventas al por mayor.


En cada uno de estos talleres el orden y la limpieza más pulcra se daban la mano haciendo resaltar la perfecta organización implantada como mudos auxiliares de esta industria en la que se veían simétricas filas de hasta 150 máquinas de distintos tipos y clases, que proclamaban y no en silencio que un doble número de obreras tenía así garantizada la subsistencia dignificante y alentadora para las honradas hijas del trabajo.
Se sentía verdadero y noble orgullo contemplando aquella ejemplar instalación que pregonaba los méritos de un industrial, cuyo temple de gestador e innovador, cuyas cualidades de propulsor aparecían magistralmente retratadas por el señor Martín Pizarro al ocuparse de la elección del señor Ortiz para la presidencia del Centro Castellano en el periódico “El Comercio” de 11 de Abril 1918:
Esta personalidad respetable e indiscutible, esa voz que había de tener fuerza bastante para poner en movimiento las dormidas energías de los valiosos elementos que integran la castellana institución, fué la de Don Benito Ortiz.


El fué el que pronunció el salvador “levántate y anda” y a él y a su actuación brillantísima, a su constancia ejemplar, a su inquebrantable energía, y a la respetabilidad indiscutible de su nombre prestigioso, se debe el resurgimiento —digámoslo así— de las actividades del Centro Castellano, que consciente hoy más que nunca del valer de los hombres que rigen sus destinos, se apresta a realizar lleno de brío y rebosante de entusiasmo la mayor, la más hermosa de sus obras sociales: la construcción de su magnífico Sanatorio.
Don Benito Ortiz es un castellano chapado a la antigua que tiene muchos puntos de semejanza con los viejos hidalgos que figuran en las obras clásicas españolas, que hacían del patriotismo un culto ferviente y de su honor una bandera.


Comerciante de sólidos prestigios, y hombre todo corazón, Don Benito Ortiz sabe adueñarse del respeto y del cariño de cuantos le tratan.
Cuantos conocen a don Benito Ortiz saben que no hay asomo de lisonja ni ápice de exageración en los conceptos precedentes, que retratan —parcialmente— al feliz implantador de esta industria triunfadora.
Y si para explicar el espléndido éxito no bastaren las cualidades sociales y comerciales del señor Ortiz, bastará para comprender la ética de este esforzado hombre de negocios los siguientes rasgos personales que el mismo Don Benito Ortiz expuso al señor Sales, redactor de “La Prensa” y que aparecieron insertos en la edición del 21 de Diciembre 1917:
“Mis proyectos pueden explicarse en dos palabras: Unión y Trabajo… Soy hombre de pocas palaras, porque me gustan las obras; nada de discutir estérilmente, sino trabajar y cuanto antes mejor.”
Quien así se define ¿Cómo no habría de lograr el éxito que coronó su empresa de industrial innovador?
Un rasgo que señala el grado de amplitud que alcanzó la fabricación de sábanas y trajes “Velma” es que no solamente nos libró de sostener industrias extrañas, sino que llevó sus productos a mercados extranjeros, como Méjico, Santo Domingo y Puerto Rico, en cuyos países eran conocidos tan ventajosamente como en Cuba.
La insuperable calidad y la impecable confección, minuciosa y esmeradamente cuidada, hizo que, desde su aparición, las confecciones “Velma” mantuvieran en el consumo un envidiable aumento progresivo. Por ello se debe de felicitar entusiásticamente al respetable y prestigioso caballero Don Benito Ortiz, cuyo triunfo creó una industria en Cuba y aseguró a sus obreros bienestar y prosperidades.


Y váyale también nuestro aplauso caluroso por su ejemplar actuación al frente de su acreditada industria.
En 2 de agosto 1927 se presentó a la Policía Judicial Benito Ortiz Ortiz, natural de España de sesenta y tres años, presidente de la Fábrica Nacional de Camisas S. A. y vecino de Concordia número 33, dando cuenta que por acuerdo de la Junta General de Accionistas formulaba denuncia por estafa contra su sobrino Julián Ortiz Fernández, de 27 años de edad y vecino de 27 entre B y C en el Vedado.1
Dijo el denunciante que desde que su sobrino llegó a Cuba, lo viene protegiendo al extremo que a los pocos días de su desembarco, le compró una tienda situada en la calzada del Monte número 169 y por último lo hizo tesorero y administrador de la fábrica de camisas, dándole amplios poderes a fin de que pudiera efectuar cualquier asunto relacionado con dicho negocio.
Agregó que su sobrino, aprovechándose de esto, lo traicionó al extremo de llevarlo a la ruina y desprestigio, así como que gastaba cuanto dinero adquiría en los cabarets y lugares públicos. Al conocerse la mala situación de la compañía, los accionistas le pidieron cuenta, exigiendo que se llevara a cabo un balance en la caja.
Una vez efectuado el balance se comprobó que todo era falso, debiendo a la casa unos ochenta y nueve mil pesos.
Julián, además, cobró cuentas por valor de $50.326 pesos con 63 centavos; simuló un asunto por valor de 20.801 pesos con 46 centavos y otro de 18.690.83, así como hizo un fraude de un traspaso de J. Menéndez y Compañía, por 49.189 pesos y 55 centavos, apropiándose de todo este capital, malgastándolo en francachelas.
Llamado el tenedor de libros de la fábrica de camisas, señor Aureliano Mijares, así como el accionista y abogado de la casa, doctor Fernando Ortiz Fernández, llegaron a la conclusión de que en la caja debía haber cerca de 113.796 pesos con 85 centavos.
Por último, agregó el denunciante que el total del dinero apropiado por su sobrino, asciende a la suma de $203.815.17, pudiendo enterarse que ahora trata de embarcar hacia Méjico, por lo que pide sea detenido y procesado con exclusión de fianza.
El Remate de una Fábrica Camisera.2
El Juez del Sur ha dispuesto que a las diez de la mañana del 19 del actual (19 agosto 1927) se proceda a la venta en pública subasta de 79 máquinas de coser, una de arrollar, tres de cortar, 4 de planchar, tres motores eléctricos, mesas y un camión, que se encuentran depositadas en Belascoaín y Concordia, y que ha sido embargadas a la Fábrica Nacional de Camisas, S. A. en virtud del ejecutivo que sigue a dicha sociedad don Fernando García Carratalá.
Procedimiento Hipotecario3
En el procedimiento sumario hipotecario, seguido ante el Juzgado de Primera Instancia de Guanabacoa, por Ángel Gómez Ortiz, abogado de Nueva Gerona, contra Benito Ortiz Ortiz, propietario de esta ciudad, el Juez dictó auto denegando el requerimiento solicitado al respecto de, que por el señor Benito Ortiz se pague al promovente de este juicio en el término de treinta días las cantidades a que se contrae el escrito inicial de demanda, con los apercibimientos que en el mismo se interesan.
Y, en apelación, la repetida Sala de lo Civil de esta Audiencia ha revocado el auto apelado, mandando requerir al deudor Ortiz Ortiz, en los términos interesados por el doctor Gómez Ortiz, para que dentro de treinta días le pague las sumas reclamadas de quince mil pesos de principal, seis mil setecientos de intereses y mil para costas, bajo apercibimiento de procederse a la subasta de los bienes hipotecados; debiendo el Juez librar el exhorto y mandamiento duplicado que se solicita, decretando también, el embargo de la finca gravada.
En la Audiencia probada la inocencia del comerciante de esta plaza Sr. Julián Ortiz Fernández, en la acusación que le hizo su tío Benito Ortiz.4
Después de laboriosas sesiones, que comenzaron en la semana pasada y terminaron ayer (12 abril 1929), quedó concluso para fallo, ante la Sala Segunda de lo Criminal de esta Audiencia, integrada por su recto Presidente Dr. Mario E. Montero y completada por los doctores Ramón J. Madrigal, Ponente, y Carlos Valdés Fauly, el Juicio oral de la causa seguida al señor Julián Ortiz Fernández, del alto comercio de esta plaza y persona muy bien relacionada en nuestros círculos mercantiles y financieros, a quien se acusaba por su tío, el también comerciante señor Benito Ortiz Ortiz, del delito de estafa de $213,000.00 moneda oficial, que se decía haber cometido el señor Ortiz Fernández como Administrador y Tesorero de la Fábrica Nacional de Camisas. S. A. de esta plaza.
En la sesión de ayer comparecieron algunos testigos, si bien la defensa había renunciado los suyos, como también renunció el acusado sus Peritos propuestos, por lo que sólo comparecieron los señores Ramón L. Saro Pablo F. Cortés, Herrera y Castro Urquiola, Peritos de la acusación. a. los que hizo suyo el señor Ortiz Fernández, los cuales informaron que era imposible que el acusado hubiera podido apoderarse de esa cantidad, por cuanto nunca existió en caja tan crecida suma.
En vista del resultado de las pruebas aportadas por el defensor el Ministerio Fiscal, representado por el doctor Antonio Ruiz de León y el Letrado de la acusación doctor Oscar Barceló retiraron la acusación contra el señor Ortiz Fernández, para el cual pedían, hasta entonces la pena de dos años, once meses, once días, de presidio correccional e Indemnización de 213.000 pesos al perjudicado, haciendo constar en sus escritos que procedía, por tanto, la absolución del señor Ortiz Fernández.
La defensa del señor Ortiz Fernández, estuvo a cargo del doctor Alfredo Portela y Fernández Fontecha pertenecientes al bufete de los doctores Avellanal-Cartañá-Portela.
Bibliografía y notas
- Díaz Martínez, Pedro. Marcas y Patentes dibujos y modelos industriales y muestras de establecimientos en la república de Cuba. Legislación y jurisprudencia. Habana: Imprenta P. Fernández y Comp., 1916.
- “Un industrial acusa a su sobrino de haberse apropiado de más de 203.000 pesos de la compañía”. Diario de La Marina. Año XCV, núm. 214, 3 de agosto 1927. ↩︎
- “El Remate de una Fábrica Camisera”. Diario de La Marina. Año XCV, núm. 218, 7 de agosto 1927, p. 2 ↩︎
- “Procedimiento Hipotecario”. Diario de La Marina. Año XCVI, núm. 167, 16 de junio 1928, p. 12. ↩︎
- “En la Audiencia probada la inocencia del comerciante de esta plaza Sr. Julián Ortiz Fernández, en la acusación que le hizo su tío Benito Ortiz”. Diario de La Marina. Año XCVII, núm. 113, 13 de abril 1929, p. 10 ↩︎
De interés: Personalidades y negocios de la Habana
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