Este año se adelantó un día la fecha conmemorativa del fusilamiento del infortunado Juan Clemente Zenea. Se quiso aprovechar la fiesta del domingo y por eso fue el día 24 y no el 25 el piadoso recuerdo que un grupo de devotos viene dedicando hace cerca de seis años al poeta mártir.
Desde temprano el Comité organizador del monumento se reunió en el lugar donde va a levantarse esa obra de arte para colocar la primera piedra, solemnidad que se efectuó ante un público numeroso.
Habló allí con la fogosidad que le distingue, el catedrático Cuevas Zequeira. Su discurso fue arenga, fué himno, fué plegaria, conmoviendo a los oyentes. De allí se dirigió el público, con la Comitiva oficial, a la esquina de Prado y Neptuno a fin de presenciar la ceremonia de descubrir la placa que indica al pueblo que la calle de Neptuno se llamará en lo sucesivo de Zenea.
El alcalde de la ciudad, doctor Varona Suárez, pronunció, después de la sencilla ceremonia, unas palabras recordando el martirio del patriota y enalteciendo al hombre de letras.
Por la tarde el público se congregó, como en otros años, pero en éste en mayor numero, al pie de las murallas del histórico foso de los laureles en la fortaleza de la Cabaña, en el lugar en que sufrió el martirio Zenea.
El doctor Salazar nos advierte que el lugar en donde la hija del poeta ha hecho colocar la lápida conmemorativa no es donde fué fusilado… El doctor Salazar dará en breve una conferencia en nuestro Ateneo para dejar plenamente fijado el lugar en que cayó Zenea atravesado por las balas españolas.
Se había levantado una plataforma de madera en la que tomaron asiento las personas de viso, las que iban a tomar parte en el acto y algunas señoras. Desde una tribuna colocada a la izquierda, hablaron las personas que de antemano se había indicado.
El programa era largo. Segura Cabrera —que pone toda su devoción y todo su entusiasmo en estos actos patrióticos y culturales— leyó una bien escrita Memoria, de los trabajos realizados para llevar adelante la idea de levantar una estatua a Zenea y publicar sus obras.
Nuestro gran poeta Agustín Acosta, leyó, luego, unos valientes y rotundos versos dedicados a Zenea. Su acento viril conmueve. Su inspiración entusiasma; pero: ¡ay! el pesimismo de que están impregnados nos dejaron triste el espíritu. Estos tiempos deben ser de alientos y de estímulos para que el alma cubana reaccione hacia los más puros ideales. ¿No lo cree así el querido bardo?
En nombre de la Asociación de Maestros habló un señor, Carrión. Como decían los programas M. de Carrión, creíamos que era el notable novelista autor de “Las Impuras”.
—No—: se apresuró a decirnos el señor Gay Calvó —“es Carrión el malo”.
Efectivamente. El discurso de este señor Carrión fué desmayado, insustancial y hasta nos pareció que había sido cortado inopinadamente.
Cuevas Zequeira presentó al poeta Mirabal, hijo de Puerto Rico, que traía su ofrenda noble a la memoria del autor de “Fidelia”. Mirabal leyó sus bellos e inspirados versos con visible timidez, lo que hizo que perdieran lucimiento.
Villaespesa apareció en la tribuna después de un bonito discurso de Salazar. El poeta español fue aclamado. Recitó su admirable “Canto a Cuba” y después un soneto lapidario dedicado a Zenea y finalmente unos versos bastante entonados de un hijo del pueblo, soldado, de apellido Zamora, que de ese modo quiso asociarse al homenaje que allí se rendía.
No la galantería, sino la justicia, nos obliga a dedicar nuestras más entusiastas alabanzas a tres damas que tomaron parte en aquella fiesta de amor y de recuerdo.
Lola Borrero de Matamoros llevó la voz del “Club femenino de Cuba”, leyendo un discretísimo y elocuente discurso, que fué muy celebrado y aplaudido. La esposa de Villaespesa leyó admirablemente el “Nocturno” de Zenea y nuestra compatriota la celebradísima actriz Enriqueta Sierra nos dio a conocer un romance de Zenea.
Cerró el homenaje Loynaz del Castillo, con párrafos llenos de color, caldeados por el patriotismo y vibrantes de elocuencia.
Al terminarse el brillante homenaje rendido a la memoria del poeta-mártir, todos los concurrentes estrechaban la mano de la señora Piedad Zenea de Bobadilla, presente allí como todos los años, dando un ejemplo de devoción filial acendrada.
Bibliografía y notas
- “Recordando a Zenea” El Fígaro Periódico Artístico y Literario, Año XXXVI, núm. 33, Agosto 31, 1919, p. 897.
Yolanda dice
Muy interesante para mí que investigo la vida y obra de Agustín Acosta, verlo en este año, en esta acción, siendo tan distinguido, como nuestro gran poeta. Gracias, gracias x compartir.