• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
  • Saltar al pie de página
  • PORTADA
  • CONTACTO

Cuba Memorias

Historia de una Isla

  • Pinar del Río
    • Mariel
    • Pinar del Río
  • Habana
    • Aguacate
    • Batabanó
    • Guanabacoa
    • Güines
    • Jaruco
    • Madruga
    • Nueva Paz
    • San Nicolás
    • Santa Cruz del Norte
  • Matanzas
    • Alacranes – Alfonso XII
    • Agramonte – Cuevitas
    • Arcos de Canasí
    • Bolondrón
    • Cárdenas
    • Carlos Rojas – Cimarrones
    • Coliseo
    • Colón – Nueva Bermeja
    • Jagüey Grande
    • Jovellanos – Bemba
    • Juan Gualberto Gómez – Sabanilla
    • Limonar – Guamacaro
    • Los Arabos – Macagua
    • Manguito – Palmillas
    • Martí – Hato Nuevo
    • Máximo Gómez – Recreo
    • Pedro Betancourt
    • Perico – Cervantes
    • San José de los Ramos – Cunagua
    • San Miguel de los Baños
    • Santa Ana de Cidra
    • Unión de Reyes
    • Varadero
  • Las Villas
    • Caibarién
    • Cienfuegos
    • Cruces
    • Sagua la Grande
    • Sancti Spíritus
    • Santa Clara – Villa Clara
    • Trinidad
  • Camagüey
    • Nuevitas
  • Oriente
    • Baracoa
    • Campechuela
    • Holguín
    • Manzanillo

Elogio Fúnebre al General Hipólito Galano Coutín

25/08/2025 Por Almar Deja un comentario

General Hipólito Galano Coutín alcalde de Baracoa.
General Hipólito Galano Coutín alcalde de Baracoa.

Elogio Fúnebre del General Hipólito Galano Coutín. Leído en el Círculo Republicano Conservador el día 8 de octubre de 1903 por Fidel G. Pierra.

Señores: Venimos aquí esta noche á rendir tributo de respeto y de estimación á la memoria del que fué tan consecuente y constante correligionario como patriota abnegado y perseverante: á la memoria del General Hipólito Galano, fallecido en la ciudad de Baracoa el día 23 del mes de Agosto de 1903.

Al honrárseme en esta solemne ocasión con el encargo de llevar la voz del Circulo Republicano Conservador, acaso no se advirtió que se elegía para tan delicado empeño al más humilde de los miembros que lo componen.

Tantos hay en su seno capaces de llenar este cometido con mayor crédito para él, y con mayor honra para la memoria del benemérito ciudadano cuya muerte lamentamos, que solamente el temor de aparecer poco dispuesto á cumplir el deber que se me imponía, y el deseo de no permanecer silencioso al tratarse de tan distinguido y apreciable conterráneo, me decidieron á aceptar el encargo y á intentar una obra tal vez superior á mi habilidad.

Por fortuna, para poner el mérito del noble y generoso patriota baracoano á la altura que merece, no es necesario hacer grandes esfuerzos de inteligencia ó de imaginación; su vida modesta y sencilla, y su conducta definida y clara, ni los exigen ni los consienten. Esta no tiene nada obscuro ó indeterminado que analizar; aquélla no ha menester de ninguna exornación.

Para presentarlo tal cual fué, y así siempre quiso él que se le presentara, basta una simple relación de sus principales actos. Esto trataré de hacer; pero con sencillez y llaneza, porque si otra cosa intentara, inferiría una ofensa á la memoria de quien tanto repugnó la exageración y la hipérbole, la pompa y la ostentación.

Hipólito Galano y Coutín nació en Baracoa el día 3 de Diciembre de 1862. Deseosos sus padres de que recibiera una buena educación, á la edad de diez años lo enviaron á Francia. Hizo sus estudios de medicina y cirugía en la Universidad de París, y al concluirlos se trasladó á Burdeos, donde se casó y residió allí hasta 1894 que regresó á Cuba, revalidó su título en nuestra Universidad, y se estableció en su ciudad natal.

Cuando llegó á ella ya en nuestro horizonte político se dibujaban señales de cercana tempestad, que para él no pasaron inadvertidas. Su patriotismo sincero y discreto pronto inspiró confianza á los que entonces figuraban allí como directores del futuro movimiento, se le confió el secreto, y con su natural modestia se puso inmediatamente á las órdenes de ellos.

Nada exigió ni nada pidió. No buscaba puestos ni aspiraba á distinciones: su único propósito era ser útil á la patria, cooperará a su redención. Casado, con familia, con una profesión científica, con una posición pecuniaria holgada, distinguido por sus conciudadanos y sin compromisos públicos de ninguna especie, nada lo obligaba —cuando todo parecía aun indeterminado y vago— á adoptar tan peligrosa resolución;

Nada le impedía permanecer indiferente á ofrecer una cooperación prudente y circunspecta, como hicieron muchos otros que se encontraban en iguales condiciones que él; pero el Dr. Galano, á pesar de su larga residencia en Francia, no había dejado do ser cubano, amaba á su país y á su pueblo para permanecer indiferente cuando los destinos de ambos iban á ponerse en la balanza, y no era hombre que hace las cosas á medias.

Familia, profesión, bienes de fortuna, de todo resolvió desprenderse, y se desprendió, para consagrarse al servicio de la patria.

A los pocos meses llegaron esos momentos que ponen a prueba las almas de los hombres. La hora de la acción y del peligro había sonado. Algunos de los fomentadores y directores de la conspiración se acobardaron, abandonaron el puesto que ocupaban, desampararon á sus partidarios y fueron á playas extranjeras á buscar seguridad para sus personas.

Como era natural, sobrevino el desconcierto. Los patriotas se vieron de repente sin jefes. Aquellos en quienes habían confiado, y de quienes esperaban consejo y dirección, habían desaparecido en el momento crítico. ¿Qué hacer? ¿Quién podría reemplazarlos? ¿A quién se dirigirían y en quién pondrían su confianza con la seguridad de no ser engañados?

El Dr. Galano, como ya se ha dicho, no figuraba entre los directores: era un simple auxiliar. Se había educado en Francia, allí había residido largo tiempo, y de allí había llegado hacia pocos meses. Acostumbrado, como se le suponía, á la vida cómoda y regalada, ó, cuando menos, á la tranquila y reposada de las ciudades, no se veía en él al hombre que se buscaba; al hombre firme de voluntad y recio de cuerpo, capaz de arrostrar los peligros y de soportar los trabajos y las penalidades de la guerra que se emprendía.

Por otra parto, su comedimiento, su modestia, y su trato dulce y afable, impedían que entrevieran, ó aun que sospecharan, las extraordinarias energías concentradas en su persona. Era él uno de esos hombres de espíritu robusto pero contenido y reposado, cuyo carácter y capacidad no se revelan sino bajo el estímulo de las circunstancias.

Mientras hubo quien dirigiera, no se creyó llamado á intervenir en la dirección; su deber era recibir órdenes y obedecerlas. Cuando faltó aquélla, abandonada por los que la ejercían; cuando vió el desconcierto que sobrevenía, la desanimación que cundía, el provecho que de este estado de cosas sacaría el enemigo, y el daño que resultaría a nuestra causa, sus compatriotas no tardaron en descubrir en él al hombre que buscaban, al hombre capaz de dirigirlos y digno de su confianza.

En él la pusieron, se sometieron á su dirección, y jamás tuvieron motivo alguno para arrepentirse. Desde ese momento, el Dr. Galano ocupó entre sus coterráneos un puesto que nadie se atrevió á disputarle. Para ellos, entre los suyos, el Dr. Galano fué el primero en la guerra. Después, también lo fué en la paz.

Permaneció en la ciudad de Baracoa mientras su presencia fué necesaria allí y pudo burlar la vigilancia de las autoridades españolas, saliendo casi diariamente al campo para asistir á los enfermos y heridos cubanos, así como para hacer propaganda á favor de la causa revolucionaria.

A mediados de Julio de 1895 se incorporó definitivamente á las filas cubanas, y fué nombrado Delegado de Hacienda en aquella jurisdicción, cargo que desempeñó con tanta eficacia, que, en el brevísimo tiempo que lo ejerció, recaudó la cantidad de treinta mil pesos, suma, ciertamente, muy crecida para aquellos lugares y tiempos, y, lo que aun es más notable, la única que ingresó en las Cajas de la Revolución en aquel distrito.

Al cesar el Dr. Galano en el cargo, también cesó la recaudación. ¿Por qué? ¿Fueron sus sucesores menos celosos, no inspiraban acaso confianza, ó se agotaron súbitamente los recursos de aquellos habitantes? No lo sé. Mas fuera cualquiera la causa, lo cierto es que el Dr. Galano realizó en grande lo que otros no hicieron ni en pequeña escala;

Prestó servicios que otros no prestaron, y es justo que se recuerden, que se reconozcan y se señalen entre los timbres que ilustran y enaltecen su memoria, y entre los títulos que tiene á la admiración y agradecimiento de sus compatriotas.

[…] Durante la tremenda lucha, el doctor Galano fué á la vez módico y soldado. Cuando no había ocasión para desempeñar las funciones del primero, desempeñaba las del segundo, y en el ejercicio de ambas dió pruebas de extraordinario valor. Su conducta en las varias acciones en que tomó parte activa, mereció á los generales Calixto García y Carlos García Vélez los más altos elogios, y asimismo, á todos los que combatieron á su lado.

Como ha dicho una ilustrada dama de Baracoa en unos pensamientos que ha dedicado á su memoria, “en aquel cuerpo pequeño se albergaba un corazón de gigante”.

Asistió al sitio y toma de la ciudad de Santiago de Cuba, y de allí se retiró disgustado, apoyando la protesta del general Calixto García contra el inesperado é inexplicable proceder del general Shafter. Proceder que para el doctor Galano fué una gran decepción y causa de muy amargas reflexiones.

Creyó ver en él una amenaza para la libertad y la independencia de la patria. Temió que los aliados se transformaran en conquistadores y los amigos en amos; que resultaran estériles los grandes sacrificios que se habían hecho, y se viesen burladas y desvanecidas las esperanzas tan acariciadas por el pueblo cubano.

Regresaba al hogar satisfecho de haber cumplido su deber, respetado y querido por todos sus compañeros, y llevando las insignias del alto cargo con que se habían reconocido y premiado sus servicios: el de Jefe de Sanidad del Departamento Oriental; lo esperaban regocijados su esposa, sus hijos, sus parientes, sus amigos, todo el pueblo de Baracoa, que en él contemplaba al más preclaro de sus hijos, y deseaba rendirle un homenaje digno de su mérito y de sus virtudes;

Para él debía ser el día de la llegada uno de los más felices de su vida; pero no me atreveré á afirmar que lo fuera. Regresaba disgustado, inquieto, mortificado por la duda y atormentado por tristes presentimientos de futuros peligros para la causa á la cual había consagrado todas sus energías. Por fortuna, esos presentimientos no habían de realizarse. Las nubes que obscurecían nuestro horizonte político fueron disipándose gradualmente, y al fin desaparecieron por completo.

Poco después fué nombrado Alcalde por el Gobierno interventor, y aceptó el cargo como un deber, creyendo que en él podría servir á su pueblo; pero muy en breve se vió en la necesidad de renunciarlo porque no quiso someterse á las prácticas arbitrarias de las autoridades militares, y mucho menos servirles de instrumento para la realización de sus planes ó la satisfacción de sus caprichos.

Mejor podía servir á sus conciudadanos ejerciendo su profesión de médico y manteniéndose en íntimas y constantes relaciones con ellos, tanto en la ciudad como en los campos, para guiarlos con el consejo y prepararlos para la acción en días más propicios. A eso se dedicó.

A fines de Marzo de 1900, sabiéndose que en breve se verificarían las elecciones municipales, se convocó una junta popular, la cual se reunió en la ciudad de Baracoa el día 10 de Abril, con el objeto de elegir los miembros que habían de constituir una comisión de propaganda electoral y de designar los candidatos para los cargos municipales.

El doctor Galano fué electo por unanimidad para la presidencia de la mencionada comisión, y del mismo modo fué aprobada su candidatura para la alcaldía.

Días antes, el 4 de Abril, el doctor Galano se había comunicado por telégrafo con el doctor Emilio del Junco, preguntándole si los revolucionarios y autonomistas históricos habían acordado formar un partido político sobre la base de la independencia.

Se le contestó que así era en efecto, habiéndose constituido la Comisión Gestora del Partido Unión Democrática, de la cual era presidente el General Mayia Rodríguez; vocales, los generales Enrique Collazo, Eusebio Hernández y Carlos García Vélez, los señores Fidel G. Pierra, Rafael Montoro, Arístides Agüero, José Bruzón, Elíseo Giberga, Antonio Govín y Torres, Emiliano Núñez y Villavicencio y Cándido Zabarte; y secretario, el Dr. Emilio del Junco.

El doctor Galano luego anunció que la Comisión de Propaganda electoral de Baracoa, compuesta de jefes y oficiales revolucionarios, de emigrados y del elemento civil en general, la cual se había constituido de conformidad con las reglas publicadas por la Liga Nacional Cubana, aplaudía calurosamente la patriótica conducta de los fundadores del Partido Unión Democrática, y por unanimidad había acordado constituirse como comité de dicho partido y ofrecer su adhesión á la Comisión gestora.

Desde ese momento, las relaciones del Comité de Baracoa, primero con la Comisión gestora, y luego con el Directorio General, fueron excepcionalmente cordiales y satisfactorias; á tal punto, que cuanto pudiera yo decir en su alabanza no sería más que un débil reflejo de la realidad. Tan identificados estaban el doctor Galano, su hermano Adriano, y todos sus amigos, con los propósitos y fines del Partido Unión Democrática, y con las ideas y modo de pensar de los que habían sido honrados con su dirección;

[…] En las primeras elecciones municipales, verificadas en Mayo de 1900, el doctor Galano fue electo Alcalde por una mayoría que casi representaba la totalidad de los votos, y del mismo modo fué reelecto en 1901, continuando en el desempeño de su cargo hasta el momento de su muerte.

No he de decir como administró los Intereses de su pueblo, á quien tanto amaba. Ahí están los millares de baracoanos para dar testimonio de su inteligencia, de su celo, de su actividad, de su honradez y de su rectitud […].

En la vida privada fue buen esposo, buen padre, buen hermano y amigo leal y sincero. En la vida pública, un modelo de ciudadanos. Su clara inteligencia, su cultura nada común, y su experiencia del mundo, le permitían darse cuenta fácilmente del medio en que se movía […].

La muerte del Dr. Galano no fué inesperada. Ya hacía tiempo que sus amigos observaban con angustia el rápido progreso del mal que minaba y destruía su organismo: la terrible tuberculosis. Aquí estuvo en los primeros días de Agosto; pensaba ir al extranjero en busca de clima cuya influencia pudiera siquiera detener algo el curso de la enfermedad;

Pero ya era tarde: estaba demasiado adelantada, y los facultativos á quienes consultó le aconsejaron que regresara á Baracoa. Aquí lo vimos los amigos que con él habíamos mantenido tan cordiales relaciones desde los principios de la intervención. Aquí estrechamos su mano por la última vez. Su estado era grave. Su cuerpo se rendía visiblemente á los ataques del mal;

Pero su espíritu permanecía tan entero y robusto, que acaso por eso no se daba cuenta de su precaria condición, y aun formaba planes de futuros trabajos en beneficio de la patria, aun esperaba prestarle nuevos servicios. Parecía que al hablar de ella se hacía insensible á los crueles dolores que casi constantemente lo atormentaban.

No obstante ser esperada su muerte, al anunciarse causó inmensa aflicción. Los establecimientos públicos cerraron sus puertas en el acto, como si todos hubieran obedecido á un mismo resorte; los negocios se suspendieron, cesó el tráfico, la ciudad se enlutó, y sucedió sepulcral silencio. El pueblo de Baracoa lloraba la pérdida de su hijo predilecto.

Murió como había vivido: sin odios, sin rencores, con amor para todos. Sus últimas palabras fueron:

“Muero amando á todos… ¡Adiós!” Al día siguiente, el pueblo entero acompañó sus restos mortales al lugar de su eterno descanso. Las lágrimas corrían por las mejillas de todos. El sacerdote que pronunció su panegírico apenas podía articular las palabras. El también estaba dominado por el dolor ¡Cuán hermoso tributo! y ¡cuán merecido!

El general Hipólito Galano ha muerto; pero la obra patriótica por él realizada después de la guerra lo sobrevivirá. Su hermano Adriano, en quien siempre tuvo un cooperador diligente y discreto, y los amigos que lo rodean, sabrán cuidarla y continuarla.

[…] ¡Descanse en paz! He Dicho.

Bibliografía y notas

  • G. Pierra, Fidel. “Elogio Fúnebre del General Hipólito Galano”. Diario de la Marina. Año LXIV, núm. 241, 12 octubre 1903, pp. 5-6
  • Baracoa Nuestra Señora de la Asunción

Publicado en: Baracoa Etiquetado como: Oriente: Instituciones y negocios, Oriente: Personalidades

Interacciones con los lectores

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Barra lateral principal

Buscar en el sitio:

Categorías

Donar

Recrear la historia y los hombres no es tarea fácil... si le gustó mi trabajo puede hacer una donación, grande o pequeña servirá para crear contenido! Gracias!

Censos de la Isla de Cuba desde la Colonia hasta el siglo XXI

Inspectores del Censo de Cuba en 1899. Agustín H. Agüero, Manuel Rasco, Sabás Meneses, Claudio Dumas, Juan Bautista Jiménez y Pedro Pequeño.

División política y administrativa de la Isla de Cuba

Mapa de la Isla de Cuba y tierras circunvecinas según las divisiones de los naturales. José María de la Torre y de la Torre, Habana 1841. B.N.F

Presidentes de la Isla de Cuba

Vista del Palacio de Gobierno de los Capitanes Generales y de los Presidentes de Cuba en la Habana.

Comentarios recientes

  • Juana Rosa Herrera Maros en Administración Municipal de Agramonte en 1942
  • Almar en Manguito antes Palmillas y sus barrios Amarillas y Calimete
  • Maytee Fernandez de Velasco en Manguito antes Palmillas y sus barrios Amarillas y Calimete

Footer

Recursos

Política de Privacidad.

Enlaces

Negocios Habana Negocios Las Villas Negocios Matanzas Negocios Oriente

Interesantes

Historias y Leyendas Escritores y Poetas

Seguir

Facebook Youtube

Copyright © 2025 · Cubamemorias.com