¡Qué feliz idea! ¡Un baile Watteau! El Fantástico Bal Watteau de Mina Truffin en la Habana ¡Cuántas elegancias evoca esa época, en que hombres y mujeres parecían figuritas salidas del lindo paisaje de un abanico de seda y nácar.
La sociedad habanera, durante un mes, se sintió “Siglo XVIII” y no se oía hablar sino de paniers (cestos), de cabezas empolvadas y de cretonas Pompadour…
Los jardines de la hermosa Quinta de los señores Truffin habían tomado para esa noche un aspecto delicioso, con su suave iluminación y sus decoraciones dignas del Trianon.
¡Qué fondo tan encantador para aquellas marquesitas y pastoras que tenían todo el chic francés y toda la belleza cubana, combinadas!
Cayado en mano, gracioso sombrero puesto coquetamente sobre las empolvadas cabecitas, lunares salpicados aquí y allá con verdadera sabiduría (¡esas mouches (moscas) que eran el encanto de la Du Barry!) aquellas encantadoras figuritas, parecían volar sobre el césped, salpicado de flores; tal era la ligereza de sus aladas siluetas.
Antes de empezar el baile, todas las aristocráticas pastoras, acompañadas de sus rendidos galanes, se reunieron para ver, en un lindísimo teatrito, construido al aire libre, unos cuadros plásticos, copias de los grandes pintores de la época, en verdad que Watteau y Fragonard se habrían sentido contentos al contemplar sus obras animarse y tomar vida de manera tan encantadora.
¡Qué artístico espectáculo! ¡Qué lindos los modelos, qué fiel y bella reproducción de esas pinturas que han hecho las delicias de tantas generaciones!
La mano de la señora Zayas Bazán, verdadera maestra en estas cosas, notábase en el brillante resultado de estos notables tableaux vivants (cuadros vivos).
Julita Plá, Berta Gutiérrez y Julia Sedaño estaban admirables, todos verdaderamente, tomaron con suma gracia sus poses, pero también podríamos decir que las encantadodras Matilde y Regina Truffin, Henriette Le Mat, la deliciosa debutante de esa noche, y los jóvenes Regino Truffin y Maurice Lafarrére parecían encarnar mejor los tipos ¿Será el atavismo francés?
Después de los cuadros se entregaron las alegres parejas al baile. Un amplio tablado rodeado de plantas y flores se había colocado sobre el césped.
¡Música, música por todas partes! Tres orquestas llenaban el ambiente con sus alegres valses y one steps y no faltó para dar más carácter a la fiesta, la animadísima farandola.
Se hicieron ruedas, se corrió por la hierba, hubo una diana al amanecer; no faltó un detalle para hacer más divertida aquella original fête champêtre (fiesta campestre).
Un menú delicioso se sirvió a las dos de la mañana en mesitas de cuatro y de seis personas, adornadas con lirios del valle y claveles rosados, mientras tanto animaba la cena un vaudeville en el teatrito muy celebrados los bailes españoles, tan llenos de gracia y de frío, bailados por una aplaudida pareja.
Citar los nombres de la concurrencia sería casi imposible. Nos limitaremos a nombrar cinco o seis beldades…
La señora de Elicio Argüelles, María Luisa Menocal, estaba exquisita (¡Madame de Pompadour se hubiera muerto de envidia al verla!) Su hermana, Ana María, deliciosa también.
Mireille García de Franca era un cuadro de Nattier, digno de adornar el boudoir de Marie Antoinette.
María Luisa Gómez Mena de Cajigas, quedó consagrada en la suntuosa fiesta de la señora Conill, como pastora indiscutible… ¡Qué lindo traje y con cuanta gracia lo llevaba!
María Teresa Calvo de Menocal, era una figurina de Sarx.
Lila Hidalgo de Conill estaba muy interesante con un delicioso traje de cretona crema, azul y rosa donde se fundían la sencillez más encantadora con el más exquisito gusto.
La elegante señora de Truffin, lució graciosa sonrisa en su boca de grana, para cada uno de sus afortunados invitados.
Henriette Lemant, Rosario Arango, Betty Klopp, y tantas otras jeunes filles (jóvenes muchachas) primorosas que estaban esa noche en la fiesta, hubieran hecho las delicias de la brillante corte de Luis XVI.
¡Cuántos sonetos de amor y cuantos bouquets (ramos) de rosas y miosotis habrían depositado a sus pies los enamorados pastores…!
¡Oh elegante y frívola época que revivimos en el Bal Watteau!
Ninón
Habaneras: Bal Watteau (Diario de la Marina, Marzo 18, 1916)
Es la fiesta de hoy. Fiesta grande, destinada al capítulo donde figuran como los acontecimientos de mayor resonancia en la temporada, el baile del señor Miguel Mendoza, verbena del Vedado Tennis Club, el baile rojo del Country Club y el baile de trajes de la señora de Conill.
Por su carácter, por su cachet, por todo lo que habrá de elegante, de distinguido y de suntuoso en esta fiesta, ha logrado producir una expectación inmensa.
Quien ha organizado, pudiéndose vanagloriar de su iniciativa, es la señora Mina Pérez Chaumont de Truffin, dama de alto rango y superior hermosura que es una de las leaders de la gran sociedad habanera.
Es condición impuesta por la señora de Truffin que vayan vestidas de Pastoras Watteau las damas.
Bibliografía y Notas:
- Ninón. (1916, abril). El Bal Watteau. Revista Social, pp. 9,33.
- “Habaneras: Bal Watteau.” Diario de la Marina, Año LXXXIV, no. 78, Marzo 18, 1916, p. 5.
- Antoine Watteau.
- La Vida Social en Libro de Oro Hispano-Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917. pp. 364-366
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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