Octavio Cruz y González, Rafael Alfonso y Morales y Armando Macías López, Oficiales del Ejército Nacional los dos primeros e Ingeniero Civil el tercero, hombres jóvenes, llenos de entusiasmo, renunciaron sus respectivos cargos en las Fuerzas Armadas y Departamento de Obras Públicas a que pertenecían, para constituirse en Sociedad Regular Colectiva, bajo la razón de “Cruz, Alfonso y Macías López”, con el objeto de explotar unas excelentes canteras que existían en la finca “San José”, propiedad ubicada en las alturas de Dubrocq, barrio de la Cumbre en Matanzas.
Los análisis practicados en la piedra extraída de la referida cantera, acusaron un resultado altamente satisfactorio al fin que se perseguía, que era el de investigar si con aquella piedra podía elaborarse cal para aplicarla a la defecación de guarapo, (ya había la experiencia de que era un material excelente para fabricación) y, como se deja dicho, el resultado del análisis superó a todos los cálculos que se habían tomado como base para la explotación de esta industria.
Inmediatamente se procedió a la construcción de edificios apropiados para la instalación de la maquinaria, hornos, etc., para la fábrica que había de denominarse en lo sucesivo “Compañía Calera de Matanzas”. La Escritura de constitución de esta sociedad tiene fecha 22 de junio de 1918 y ya en enero de 1919, días 6 y 7, se sirvieron los tres primeros pedidos de cal para defecar guarapo, en el orden siguiente:
- Central Australia, en Jagüey Grande;
- Central Por Fuerza, en Calimete;
- Central Carmita, en Santa Clara, del Presidente de la República, General Gerardo Machado.
En mayo 31 de 1919, entraron a formar parte de la Compañía en calidad de socios gerentes, los señores José Francisco Peralta y Luis de P. Doria, quedando modificada la razón social en la forma siguiente: “Cruz, Alfonso, Macías López y Compañía”.
Los principales centrales de la República pueden dar testimonio de la bondad del producto de esta fábrica, pudiendo citarse entre los principales, Manatí, Mercedes, Morón, Australia, Santo Domingo, Cuba, Hershey, Jesús María, Santo Tomás, San Vicente, San Francisco, Galope, Nombre de Dios, Santa Teresa, Resolución, Pilar, Toledo, etc., etc.
En 1925 explotaba la fábrica una compañía arrendadora que se denominaba “J. Quintana y Cía.” con una producción diaria de 120 barriles de 500 libras cada uno, los que no bastaban a cubrir la demanda de los centrales azucareros y de los constructores que preferían la cal apagada y viva, para masilla, elaborada en esta fábrica, a todas sus similares.
Compañía Calera de Matanzas de Cruz Alfonso, Macías López y Cía. por Adolfo Dollero en 1919.
Industria netamente cubana es la “Compañía Calera de Matanzas de Cruz Alfonso, Macías López y Cía.” que explota unos yacimientos inagotables de piedra caliza, casi pura, y de calidad absolutamente superior.
Su oficina se encontraba en 1919 en la calle de Jovellanos número diez y respondían desde el apartado 130, telégrafo Cal y teléfono 1825.
Quise visitar la planta en atención a los informes obtenidos por personas extrañas a la empresa, informes que yo suponía exagerados. Y resultaron muy exactos.
Los tres hornos de sistema continuo marca Keystone, cuya capacidad es de ocho a diez toneladas diarias cada uno, queman la piedra así como sale de la cantera.
Una vía estrecha une la misma cantera con el tercer piso de la planta, que es la parte alta donde se cargan los hornos. El calor que sube del horno quita a la piedra la humedad que ha podido traer consigo en el momento de la extracción.
Poco a poco baja la piedra, empleando unos tres días desde el momento en que entra hasta que sale para los conos de enfriamiento, que aprovechan sólo la corriente de aire natural.
La acción del calor del horno, cuya temperatura varía de 1800 a 2000 grados Farenheit, dura 24 horas: la piedra se convierte en trozos de fuego, como meteoros candentes, de una bolgia Dantesca.
Empiezan después a trabajar las trituradoras, movidas por dos motores de unos 100 HP. en conjunto. Las trituradoras reciben la piedra enfriada de unos aparatos colosales denominados shear gates que con el leve esfuerzo de un solo operario, abren sus bocas de hierro.
Para no gastar más fuerza que la necesaria, cada departamento de la fábrica dispone de motorcitos independientes, que trabajan solamente cuando es preciso.
Un pozo a poca distancia, unido con tubería a la planta, da el agua necesaria mediante un molino de viento: e inmediata al pozo está la cantera cuyos vagones bajan sin esfuerzo y sin tracción por la pendiente natural del terreno.
Aunque sea buena la instalación aludida, lo más notable de la Compañía Calera es sin duda la calidad excepcional de la cal.
La ví extendida sobre las paredes de la fábrica, siendo de tal manera blanca, fina y sin grano alguno, que más que cal parecería yeso. Además al apagarla produce una cantidad tal de calor, y un rendimiento tan abundante, como lo he visto pocas veces en mis múltiples viajes por el mundo.
En análisis efectuado en el laboratorio Freyre en la Habana, arrojó los resultados maravillosos que a continuación se expresan:
- Cal (Ca O) 96,24%
- Magnesia (Mg O) 0,54%
- Oxido de hierro (Fe 203) 1,87%
- Alumina (Al 203) 0,63%
- Sílice (Si 02) 0,63%
- Oxido de sodio y potasio 0,11%
Se puede por lo tanto considerar como excepcional la reducida cantidad de impurezas que deja la cal de la mencionada Compañía.
Referencias bibliográficas y notas
- Cía. Calera de Matanzas en El Libro de Cuba. Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. p. 847.
- Dollero, Adolfo. “Compañía Calera de Matanzas de Cruz Alfonso, Macías López y Cía.” en Cultura Cubana (La provincia de Matanzas y su evolución). Habana: Imprenta Seoane y Fernández, 1919, 283-284.
- Personalidades y Negocios de Matanzas.
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