Nacido en Matanzas en 1902, ya en 1920 Alberto Lamar Schweyer publicaba en folleto un estudio literario: René López, que obtuvo gran éxito de crítica e hizo figurar su nombre en la avanzada intelectual de su generación.
En 1921 editó Los Contemporáneos, serie de seis ensayos críticos en los que nos habla de algunos de los poetas y versificadores cubanos de la época.
En 1922 apareció Las Rutas paralelas (crítica y filosofía), prologado por Enrique José Varona, que dedica al joven publicista cálidos elogios. De este libro fueron traducidos al portugués casi todos los capítulos y al francés el que trata sobre Juana de Ibarbourou.
Ingenieros reprodujo en su Revista de Filosofía, los ensayos más importantes del libro.
En 1923 dió a la publicidad La Palabra de Zarathustra (Federico Nietzsche y su influencia en el espíritu latino), escrito en su mayor parte en el extranjero.
Este libro fué calificado por Max Scheler, el gran filósofo de la Alemania actual como “una de las interpretaciones más originales, más amargas y más importantes de la guerra en su aspecto ético, que ha de contribuir grandemente a organizar los problemas de la moral contemporánea”.
Gabriel Alomar, en carta al autor, lo califica: “un libro trascendental que inspirará muy serias reflexiones a Europa”. Su prologuista dice:
“En Lamar Schweyer hay más de un acierto y más de una revelación… os hará pensar y os hará sentir. ¿Comulgaréis en su capilla? Cuando así no sea le rendiréis pleitesía. Vais a pulsar un temperamento, un alma. El porvenir es suyo. Hay en él aptitud realenga del que es capaz de crear obras fuertes y bellas.”
El libro apareció, además, en folletín en varios diarios de América, y sus más importantes capítulos fueron vertidos al alemán, francés, inglés, italiano y portugués.
Cuando el periódico El Sol comenzó a publicarse en la Habana entró a formar parte de su redacción y en solo ocho meses recorrió todos los puestos hasta quedar al frente de la dirección, en septiembre de 1924, cuando la campaña presidencial del Gral. Machado.
Así, a los 23 años, se le pudo considerar como el director de periódico más joven del mundo. Desde las columnas de El Sol ha librado durante todo este tiempo una campaña contra Juan V. Gómez y contra Saavedra, haciendo del diario una tribuna de las libertades americanas y un diario latino-americanista.
Prepara ahora un libro sobre José Ingenieros por quien sintió una gran devoción y a quien lo unió una sincera amistad. Tiene a punto de terminar una obra El fracaso de la Democracia en América (Apuntes para una sociología americana).
Dos son los aspectos más interesantes de Alberto Lamar Schweyer: el divulgador y crítico filosófico y el humorista. En el primero, Lamar tiene, como observa Max Henríquez Ureña, una significación especial en la vida intelectual cubana de hoy, en que los estudios filosóficos, de extraordinarios esplendor y florecimiento en épocas pasadas, parecen casi abandonados.
Lamar vuelve por los fueros de aquella gloriosa tradición cubana y no solo se dedica al cultivo de los estudios filosóficos sino que con sus trabajos despierta y provoca en sus contemporáneos la dedicación a esas disciplinas mentales.
En el segundo, Lamar se ha revelado en diversos artículos periodísticos y en su charla de sobremesa como un formidable humorista e ironista, natural, espontáneo, rápido, feliz y preciso.
Observador acucioso, sabe encontrar en personas y cosas vicios y defectos, males, lo ridículo y lo censurable, que después zahiere con su sátira mordaz e intencionada.
Pero ¿podrán subsistir conjuntamente el humorista y el crítico filosófico? Ese es el gran problema y la interrogación que ante su propio espíritu se abren.
Tal como ha orientado hoy su vida por los campos del periodismo activo y diario, esta ingrata y abrumadora labor es obstáculo enorme para el cultivo de disciplinas, como las filosóficas, que necesitan reposo, tiempo y estudios detenidos y profundos.
En cambio, el mismo periodismo le sirve de práctica constante al humorista e ironista.
El duelo está planteado. ¿Quién matará a quién? y ¿quién subsistirá? ¿El Lamar Schweyer de La palabra de Zaratustia o el del Elogio de las chicas del Coro?
Alberto Lamar Schweyer (Del libro Las Rutas Paralelas)
Fué en la terraza familiar. Alberto
Lamar y Schweyer, en la tarde oscura,
era la voz de Juan en el desierto,
tras dos mil años de literatura.
¡Cómo sazona el fruto en ese huerto!
¡Cómo atraviesa el sol esa espesura!
¡Y cómo exhala aroma ese concierto!
¡Y cómo es luminosa esa locura!…
Traza rutas a golpe de piqueta:
tiene de explorador y de poeta,
de humanista y prior…
Y alguien le ha visto
—¡ perdón, Edgardo !—estrangular el cuervo
para rezar una oración a Cristo
y cantar un rondel de Amado Nervo!…
Agustín ACOSTA.
Bibliografía y notas
- Roig de Leuchsenring, Emilio. “Los Nuevos: Alberto Lamar Schweyer.” Revista Social, vol. X, no. 12, Diciembre 1925, p. 7
- Alberto Lamar Schweyer fue hijo de Guillermo de Lamar y Lavalette e Isabel Schweyer y Hernández.
- Escritores y poetas de Cuba.
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