
La presente información se relaciona con una ilustre personalidad del comercio habanero, una venerable figura a quien las clases comerciales de Cuba profesan antigua y merecidísima estimación. Nos referimos al señor Aquilino Ordóñez del Campo.
¿Quién no recuerda entre los habaneros de las tres últimas generaciones a este caballero distinguido, de porte airoso, trabajador infatigable, inteligente hombre de negocios, gentleman completo?
No nació en Cuba; pero a nuestro suelo llegó muy joven y aquí desenvolvió sus nobles facultades, aquí supo ejercitar sus fecundas iniciativas, logrando pronto adquirir una fuerte posición y más que posición desahogada, un envidiable crédito financiero que ha sabido consolidar y aumentar desde sus mocedades hasta ahora que una prestigiosa ancianidad lo ennoblece.
La primera vez que apareció el nombre de Aquilino Ordóñez en el mundo de los negocios fué en el lejano año de 1873. Acababa de ausentarse de Cuba el señor Louis Will, entonces cónsul de Prusia en Cuba, y Agente General de la famosa “North British and Mercantile Insurance Company” y el señor Ordóñez, muy joven aún, pero lleno de energías y con evidente capacidad para el cargo, fué designado para sustituir al señor Will.
Hay que darse cuenta de lo que era entonces ese cargo para comprender la importancia de la posición que alcanzaba tan temprano el señor Ordóñez.

La “North British and Mercantile Insurance Company” era una poderosa empresa fundada en Londres y en Edimburgo, para toda clase de seguros, desde el año de 1809. Puede decirse que se trata de la sociedad más importante de seguros del mundo, no digamos en aquellos tiempos, en que había menos competencia, sino en estos mismos tiempos de ahora en que las Compañías de Seguros se encuentran por millares arraigadas en distintos países.
En aquel entonces, en 1873, ser en Cuba Agente General de la Compañía citada, era un verdadero triunfo, por eso bien puede decirse que Aquilino Ordóñez entró por la puerta grande en el mundo de las finanzas. La “North British” tiene un activo actualmente de treinta y dos mil libras esterlinas, y su actuación es formidable en todos los países del orbe. Con lo cual está dicho todo.

Era natural que el joven Ordóñez del Campo se afanara por continuar y levantar el negocio que se ponía en sus manos. Era cuestión de amor propio, además del interés de mejorar su economía personal. Trabajó con afán, con inteligencia, con dedicación y no tardó mucho en sonreírle el triunfo.
En uno de sus famosos libros Stuart Mill dice que para que un hombre triunfe en el negocio que emprende se necesitan tres condiciones: primero, amarlo. Sin la ternura del alma no puede emprenderse ninguna obra. Segundo, entenderlo. La inteligencia es el formidable motor de todas las empresas humanas. Y, por último, dedicarle toda la actividad, todo el tiempo que las otras necesidades de la vida nos dejen libres; lo que los latinos condensaron en esta frase vulgar: labor omnia vincit.
Pues bien; esas tres cosas admirables: amor, talento y dedicación puso Ordóñez del Campo en su tarea con decisión tan intensa que muy pronto pudo consignar con orgullo que la Agencia General de su Compañía ocupaba el primer puesto entre todas las Agencias de otras Compañías similares existentes en Cuba.

Y esa hegemonía la supo conservar a través de muchos años, hasta 1923, en que su hijo, Aquilino F. Ordóñez y Schneider, —heredero de sus virtudes y de su capacidad— se hizo cargo de la Agencia, cuyo crédito y prosperidad ha sabido conservar inalterables.
Aunque el señor Aquilino Ordóñez del Campo, buscando un legítimo descanso, pasó a su hijo los negocios de Seguros, no por eso se retiró del trabajo. El antiguo e inolvidable Jefe de los Bomberos del Comercio de la Habana, que fué Aquilino Ordóñez del Campo, continúa trabajando, y en sus oficinas de los cuartos núms. 108 y 109 de la calle de Oficios núm. 12, se le ve siempre atender la Agencia del Bureau Veritas y como Comisario de Averías de numerosas Compañías del mundo entero.
Aquilino Ordóñez, padre, y Aquilino Ordóñez, hijo, son ejemplares dignísimos que pueden señalarse en el mundo de los negocios de Cuba como dignos de imitación entre los de su clase y de aplauso por toda la sociedad, a la que honran.
Mercurio
Bibliografía y notas
- Mercurio. “Aquilino Ordóñez del Campo. Una venerable figura del comercio habanero”. Revista El Fígaro. Año XLII, núms. 13, 14 y 15, Mayo 1925.
- Personalidades y negocios de la Habana
Deja una respuesta