
La Nueva Palma fue un moderno tren de lavado propiedad de Benigno Figueroa establecido en la esquina de Trocadero y Amistad, ciudad de la Habana.
Sin ir muy lejos podemos mencionar un tren de lavado que aseguramos no supera ningún otro de la Habana. El lector ya sabe a cuál nos referimos, porque su antigüedad y crédito, es muy conocido, muy popular. Es el del señor Benigno Figueroa, estimable industrial establecido en la esquina de Trocadero y Amistad, desde (1887) hace treinta y cinco años.
Treinta y cinco años dedicados a un negocio, a una labor deben dar, dan seguramente, una pericia, una capacidad incomparable. Treinta y cinco años de vida en una industria, es garantía de éxito, prueba palpable de su bondad, de su eficiencia, de su solidez.
Este es el número de años que lleva este industrial consagrado a estas labores. Durante esa porción considerable de tiempo, el señor Benigno Figueroa Delgado ha logrado —no podía ser menos— un profundo dominio de todo lo relacionado con su giro, no ya tan sólo desde el punto de vista mercantil, sino muy principalmente, del tecnicismo industrial, de todos los resortes y elementos del mecanismo de estas casas.

Así se puede explicar la importancia de este taller. Parece, a primera vista, que esta industria es de poca monta. de importancia pequeña, insuficiente para dar origen a una fortuna personal. Error grande, si se trata de casas como la del señor Benigno Figueroa, tren de lavado al Vapor y a mano que a pesar de su amplitud y capacidad, no da abasto a su inmensa clientela.
Muy curioso es observar el desenvolvimiento interior de esta casa. El señor Figueroa tiene instalados cinco lavadores silenciosos, aparatos magníficos que sólo esta casa tiene en la Habana y dos excelentes turbinas, elementos mecánicos de grande utilidad.
Los procedimientos empleados en este taller son nuevos, únicos en nuestra capital. El agua es sometida a un procedimiento especial por medio de filtros de acero de 5,000 litros de capacidad, cada doce horas, extrayendo así al agua de Vento toda la cal.

Además de estos métodos modernos y eficientes, es de tomarse en consideración las excelentes maquinarias que el señor Figueroa ha traído para su taller. Hay dos grandes máquinas de cinco cilindros para planchar, movidas por poderoso motor acoplado, que es sin duda uno de los aparatos mejores que se utilizan en esta industria, cuyo valor es de diez mil pesos.
Tan magnífica maquinaria rinde una labor diaria, cada una, de 12,000 misceláneas planchadas.
Agréguese a esto, cuatro prensas para el planchado de camisas, servicio al cual prestan especial atención y máquinas, estufa de gas, para calentar las plantas a fuego de aire caldeado, elevador para conducir las piezas al secadero y se podrá tener una idea de la pujanza de este taller, el mejor de la capital, el que se halla dotado de los mejores elementos mecánicos.

Es de llamar la atención que este taller cuenta con un servicio de camiones para atender todo encargo. Basta llamar por el teléfono A-2533, para que en el acto el cliente sea atendido sin molestia.
La casa usa jabones excelentes y conviene hacer notar que isa el llamado “jabón cristal”, el más fino que se conoce para estas labores.

Sin duda alguna fué grata la impresión que nos produjo este taller, porque casi no podíamos sospechar que un tren de lavado como el vulgo dice, pudiera estar montado a tal altura, al extremo de dar la sensación al visitante de hallarse en una gran manufactura.
Cierto es que los progresos modernos son enormes, pero hay que reconocer que el único industrial, de este giro, que no ha escatimado esfuerzos ni sacrificios, para traer a su establecimiento todo adelanto, ha sido el señor Figueroa, cuyo espíritu de progreso y practica, le hacen comprender las ventajas de la industria en grande, y por eso ha podido montar a La Nueva Palma como templo industrial.
Bibliografía y notas
- “Las Industrias Habaneras”. Revista El Fígaro. Año XXXIX, núm. 17, 23 de abril 1922, pp. 275-275
- Personalidades y negocios de la Habana
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