
Cagiga y Hermanos S. en C. fue una sociedad dedicada a la importación de maderas, hierro y barro. Se conocía antes como el Taller de Estanillo. Hay ciertos nombres que tienen la virtud y el mérito de quedar, como impregnados —acéptese la palabra— en las cosas, dándole una fisonomía peculiar, imponiéndole con el nombre, a manera definitiva, un golpe de recuerdos.
Tal ocurría con este gran almacén de Cagiga y Hermanos, el cual era conocido, con el nombre de taller de Estanillo. Sucede, ejemplificando la cuestión, como con la calle del Obispo. En el ángulo que forma cada calle con la del Obispo, una placa azul brilla en derredor de este nombre: Pí y Margall.
Y nadie le llama a la calle de Obispo con el nombre del pensador español.
En el caso particular del almacén de Cagiga y Hermano, ese nombre de “Taller de Estanillo” se prendía más en la imaginación popular, porque, precisamente, iba asociado a un recuerdo de pintoresco horror.
¿Quién no recuerda el incendio del taller de Estanillo? Imaginaos aquel formidable incendio, aquel ardiente brasero, en que toda aquella pequeña ciudad de madera ardió como una gigantesca estufa.
Horroroso incendio en el taller de maderas de Pedro Antonio Estanillo1
A las once de la mañana (6 de febrero 1901) se declaró un violento incendio en el taller de maderas de don Pedro Antonio Estanillo, situado en la calzada del Monte número 363.

El fuego, desde los primeros momentos, tomó grandes proporciones, á causa del fuerte viento que reinaba y de la escasez de agua para combatirlo, comunicándose a las casas marcadas con los números 371 ocupada por una bodega, á las 373 y 375 por una fonda y barbería, á la 377 por una frutería y carnicería y á la 379 por una ferretería.
Tan pronto como se dió la señal de incendio acudió al lugar del suceso el material rodado de ambos cuerpos de bomberos. Los bomberos trabajaban con gran entusiasmo á fin de extinguir el fuego.
En el periódico La Lucha se menciona que fueron destruidas las siguientes propiedades, 373 (Panadería La Mallorquina), 375 (Ferretería El Candado) , 377 (Fonda El Caballo Gallardo), 379 (peletería El Pilar), 381 (Café Casino de Atarés), 383 (Tren de carretas), 385 (casa de vecindad), 387 (establo de vacas) y 389.2
Por mutuo convenio quedó disuelta con fecha 26 de Febrero 1910, la sociedad que giraba en esta plaza bajo la razón de Gómez Mena y Ca., haciéndose cargo de sus créditos activos y pasivos así como de la continuación de sus negocios, la nueva que se ha constituido con la denominación de Agapito Cagiga y Hnos. (S. en C.) siendo gerentes de la misma los señores don Agapito, don Gregorio y don Eulogio Cagiga Aparicio3 y comanditario el
señor don Pedro Gómez Mena.4
Sin embargo el almacén de Cagiga y Hnos., con ese nombre de su prestigiosa razón social, o ya envuelto por las clasificaciones o designaciones que suele dejar caer la imaginación popular, hace muchos años que se levantó en el mismo sitio, y rodeado por la fuerza de la firma que lo dirigía, por el recuerdo del terrible incendio, por su fama indiscutible, como taller de maderas, permaneció, firme, seguro, formidable, como un espléndido símbolo de triunfo, como un faro luminoso al término de la ruta del progreso, del trabajo, del comercio.

Son los gerentes del almacén los señores: Gregorio, Eulogio y Manuel Cagiga.
Tres hermanos, tres hombres de esos que califica la novísima sociología como maestros de energía. En efecto: maestros de energía, de la verdadera energía fabricada con el hierro de la voluntad, con el acero del carácter, con los finos diamantes de la inteligencia.
Perfectos conocedores de su negocio, que por eso supieron levantarlo a una prodigiosa altura de éxito, de prosperidad y de poderosa fuerza económica.
Como comanditarios de la firma social, figuraban dos personalidades conocidas, admiradas y respetadas por todos, absolutamente por todos, en Cuba. Tales eran los señores Agapito Cagiga y Pedro Gómez Mena.
El negocio de la casa era la importación de maderas, hierro y barro. Importaban desde los Estados Unidos de 6 a 8 millones de pies de pinotea al año.

En el lugar donde existía el almacén de Cagiga, había un taller de carpintería. El año 1914 señaló el fin trágico de dicho almacén: un pavoroso incendio redujo a cenizas el taller de carpintería. Se trató inmediatamente de reconstruirlo.
Más, no pudo ser. La reconstrucción chocó con ciertos artículos de las Ordenanzas Municipales, y el taller esta vez no pudo imitar al Ave Fénix. No pudo surgir de sus cenizas.
En un tranvía dirección para el Cerro o Jesús del Monte, inmediatamente se sabía cuál era el almacén de Cagigas y Hnos. Aquello era un pueblo. Aquello parecía el “faubourg”, trepidante, laborioso, magnífico, de una gran ciudad.

Imagine el lector, que los terrenos que ocupaban estos almacenes tenían una superficie de mil seiscientos metros cuadrados, extendiendo sus tentáculos poderosos por la Calzada del Monte, la calle Matadero y la Calzada de Cristina.
Trabajaban en esta casa cincuenta empleados y veinte jornaleros.
Bibliografía y notas
- “Horroroso incendio”. Diario de la Marina. Año LXII, núm. 32, 6 de febrero 1901, p. 2 ↩︎
- Nótese que por las incongruencias entre los números de los edificios y negocios asociados a ellos se requiere una investigación en profundidad. (N. del E.) ↩︎
- Eulogio Cagiga Aparicio y su esposa Emilia Crespo Cuesta fallecieron respectivamente en 24 de enero 1948 y 12 de diciembre 1954. Tuvieron por hija a Guillermina María del Carmen Cagiga Crespo difunta en 9 de octubre 1968. Boletín Oficial de Santander. Año XXXII, núm. 141, 22 de noviembre 1968. ↩︎
- “Sociedades y Empresas”. Diario de La Marina. Año LXXII, núm. 59, 10 de marzo 1910, p. 5 ↩︎
- “Agapito Cagiga y Hermanos”. Diario de La Marina. Año LXXV, núm. 40, 17 de febrero 1914, p. 4
- Personalidades y negocios de la Habana
Deja una respuesta