Uno de los signos de progreso más elocuentes que puede ofrecer un país es el número de sus automóviles. A esta prosperidad automovilística contribuía la casa de Juan Ulloa en la Habana, potenciando con el uso del automóvil el radio de acción y productividad de cada persona que lo adquiriese.
Con un espíritu progresista que al principio era considerado producto de la audacia juvenil, imprimió a su negocio derroteros modernos que han traído un crecimiento extraordinario a este giro.
Que no estaba equivocado en sus procedimientos revolucionarios lo demuestra el hecho de que su firma era una de las dos únicas que subsistían en 1925 de las establecidas cuando el señor Ulloa se inició en el giro hacia 1914. Puede decirse que a él y a sus sistemas comerciales se debía en gran parte el progreso automovilista de Cuba en aquella época.
Con su característico espíritu modernizante, el señor Juan Ulloa visitó a menudo los centros mundiales de la producción automóvil y acto continuo aplicaba a su negocio en Cuba los métodos más nuevos y las innovaciones más convenientes para dar mayores ventajas y atractivos al público y por ende mayor expansión al uso del automóvil.
La casa Ulloa contaba con una línea completa de automóviles de todas categorías de precio desde el servicial Estrella al suntuoso Packard, pasando por Durant, Cleveland y Chandler y camiones Federal. En sus negocios ofrecía la facilidad de tomar coches usados en parte de pago, coches que reconstruía y revendía en estado flamante y mecánicamente garantizados.
Concluyendo el primer cuarto del siglo XX la firma giraba bajo la razón social de J. Ulloa y Cía. y de ella era también miembro prominente el señor Enrique Berenguer, otro experto financiero que contribuyó muchísimo a los éxitos de la firma.
Estaba montada con tal perfección y buena organización, que los magnates de la industria automóvil americana al visitar la casa, reconocían unánimemente que pocas firmas en los Estados Unidos podían compararse a la casa Ulloa de la Habana, que desde luego, ocupaba el número uno en importancia en la República.
Sus métodos de ventas a plazos con condiciones liberales sin recurrir a ayudas bancarias popularizaron mucho el automóvil en Cuba y era esta una de las cosas por las que se le agradecía en el país.
Otra de las ventajas era el servicio mecánico dirigido por verdaderos expertos y montado a la moderna, con toda clase de maquinaria y herramientas especiales de las más perfeccionadas.
La garantía mecánica que ofrecía la casa Ulloa sobre sus coches se extendía más de lo acostumbrado y su stock de piezas de repuesto y accesorios era realmente extraordinario teniendo un cuantioso capital invertido en ellas, en gran parte improductivo, para mejor garantía de los compradores.
Sus talleres eran completísimos. Contaban con departamentos de mecánica, pintura, carrocerías, carpintería, chapistería, talabartería y acumuladores, todos dirigidos por afamados especialistas.
He aquí otra de las habilidades que poseía el señor Ulloa: el saber rodearse de personal idóneo. Todos estos talleres radicaban en el mismo gran edificio que la firma poseía en el lugar más céntrico de la Habana, o sea en la cuadra formada por Paseo de Martí (Prado), Cárcel y Morro en cuyas tres calles tenía frente el edificio Ulloa.
Es el mismo local que ocupaban las oficinas y su famoso salón de exhibición, comodidad extraordinaria para los clientes, pues por lo regular los talleres solían estar muy distantes del salón de ventas.
El Salón de Exhibición tenía un frente por el Paseo de Martí de 144 pies, extensión con la que no contaba ningún Salón de Automóviles de New York. El área total ocupada por la casa Ulloa era de 72,020 piés cuadrados incluyendo los almacenes.
Una administración minuciosa de todo el negocio, acrecentaba los frutos de la activa y constante gestión del departamento de ventas, que contaba con un cuerpo de vendedores selectos.
Así se explica que en el último ejercicio anual de 1924, la casa J. Ulloa y Compañía, haya vendido 1511 vehículos y alcanzado una venta global de $2,333,038.48 cifra excelente que causaría admiración si no se conocieran las dotes financieras, la clara visión de los negocios y la honradez comercial del insigne magnate que tanto prestigio dió al comercio cubano de automóviles en los centros financieros mundiales, proclamando así la capacidad de los cubanos en un giro relativamente nuevo en los anales del comercio. Es justicia reconocerlo así.
En Cuba donde tanto abundaban los automóviles de bajo precio, existían también coches de extraordinario lujo, ejemplares notabilísimos solo asequibles a los millonarios americanos. En Cuba también existían personas de refinado gusto como el doctor Ernesto Sarrá, poseedor de un bellísimo Packard, modelo único premiado en una exposición de New York.
Referencias bibliográficas y notas
- El Automóvil en Cuba: La Casa Ulloa en El Libro de Cuba. Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. p. 867
- American Exporter: A Monthly Journal of Foreign Trade, July 1924, 83. [En línea]
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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