
La Compañía de seguros Unión Industrial y Comercial de la Habana y su presidente Gonzalo Zúñiga en 1924. Todavía no ha podido apreciarse en toda su extensión el enorme beneficio que ha traído para las clases obreras la ley que presentó y defendió en el Congreso de la República, el ilustre hombre público José Manuel Cortina y que se conoce con el nombre de “Ley de accidentes del trabajo”.
Hoy forma parte del cuerpo legislativo de la República y pone a la sufrida clase obrera —por lo general insolvente— a cubierto de riesgos inevitables, sobre todo al riesgo de la miseria que envolvía antes a la familia del obrero, cuando éste perdía la vida o sufría algún daño físico, como consecuencia de la ruda faena a que vive consagrado.
Ahora es otra cosa. Los accidentes sufridos por el obrero durante el trabajo se le indemnizan de un modo equitativo por el patrono de la obra. Si la fatalidad le arranca la vida, su pobre familia no queda en la indigencia. La “Ley Cortina” provee sabiamente a ambas contingencias.
Para responder a estos graves compromisos de los patronos con sus obreros se han establecido en Cuba varias Compañías Anónimas que aseguran al obrero el pago de sus riesgos en el trabajo, sus curaciones, y las pensiones a sus familiares si mueren.
Son poderosas Compañías, nacidas al calor de la ley y que por la importante necesidad que han venido a llenar han adquirido fuerza enorme entre las Instituciones de Seguros anteriormente conocidas entre nosotros.
Naturalmente que estas Compañías no todas son iguales. Unas son más fuertes y respetables que otras, según la confianza que inspiren al pueblo, según el crédito de sus gerentes, según la organización más o menos perfecta que sus Directores hayan sabido darles. Muy cerca de la casa de El Fígaro tenemos una de esas Compañías “modelo”, que pueden recomendarse como oro puro.
Es la Compañía de Seguros Unión Industrial y Comercial S. A., que se encuentra establecida desde el año 1916 y que hoy está instalada en todo el cuarto piso del bello Edificio Larrea, en la transitada esquina de las calles de Aguiar y Empedrado.
Los Agentes de esta poderosa Compañía de Seguros Unión Industrial y Comercial S. A. no dan abasto con el volumen de negocios que espontáneamente alcanzan. El teléfono funciona de un modo constante en las Oficinas de la “Unión Industrial” y es muy raro que la llamada no sea de un nuevo industrial que quiera poner a sus Obreros bajo la advocación de tan acreditada Compañía, o un antiguo gerente de alguna vieja industria que va a buscar apoyo en esta Compañía, temeroso de que la otra en que está vinculada no sea tan buena como la “Unión Industrial y Comercial”.
El famoso axioma que es de sabios mudar de consejo, tiene entre nuestros comerciantes e industriales muy oportuna aplicación.
Al frente de la Unión Industrial y Comercial se encuentra una personalidad joven, inteligente y de fuerte mano izquierda para manejar este negocio. Se llama Gonzalo Zúñiga y es persona de diáfana ejecutoria comercial. Nacido para dirigir Instituciones de Seguros, puede decirse, no como un halago, sino como una verdad, que él hubiera inventado el Seguro obrero, en el caso de no haberlo encontrado hecho: tal es su capacidad para esa clase de negocios.
Siendo esto así, es natural que la Compañía haya querido asegurar al señor Zúñiga al frente de su dirección y como “a seguro lo llevan preso”, se ha resuelto que sea no sólo Presidente de la Junta Directiva, sino también Director General, por lo que el señor Zúñiga puede de este modo poner en la alta misión que se le ha confiado no sólo su tacto financiero sino su vista de águila que sabe verlo todo desde lejos.

Estas Compañías de Seguros para obreros necesitan para su eficaz y armónico desenvolvimiento una Clínica para el reconocimiento de los heridos en el trabajo y la Unión Industrial y Comercial ha atendido este Departamento con gran amor, poniendo a su frente al doctor Daniel P. Gispert, de reconocida competencia profesional y práctica muy larga en esta clase de curaciones.
El obrero tiene garantizada su salud. Acompañan al doctor Gispert otros médicos expertos y enfermeras inteligentes que completan el “cuerpo profesional” de la casa, sin que nada falte en ella de cuanto se requiere en esta clase de establecimientos en que se va a buscar la salud.
No puede decirse, después de lo que hemos observado en la “Unión Industrial y Comercial” que como periodistas nos “hemos ido del seguro” si decimos que esta Compañía hoy es la que más confianza inspira y la que por tanto es la preferida.
A “buen seguro” que nadie nos salga al paso diciéndonos lo contrario.
CHRONIQUEUR.
Bibliografía y notas
- Chroniqueur. “A buen seguro…”. Revista El Fígaro. Año XLI, núm. 8, julio 1924, p. 200
- Personalidades y negocios de la Habana
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