Con la fundación de la Cuba Cane Sugar Corporation se realizó en el país cubano la más importante operación económica de principios del siglo XX. Importante por el capital movilizado, por la significación de las personalidades interesadas en la empresa, por sus fines y por la magnitud del capital extranjero que lanzó sobre el país, destinado únicamente a servir una de sus industrias vitales y prestando, en consecuencia, a todo el territorio el beneficio enorme que suponen siempre las inmigraciones de capitales en gran escala.
La iniciativa de esta empresa se debe principalmente a dos personalidades ilustres, extranjeras de origen, pero cubanas intensa y apasionadamente por los sentimientos. Fueron estas el presidente de la Compañía, don Manuel Rionda, y el vicepresidente, don Regino Truffin, quien la presidía en Cuba.
El primero de estos dos señores era español. Muy joven marchó a América, habiéndose domiciliado por último en Nueva York, donde gozó de tal respeto y tal prestigio entre los hombres de negocios, que se cita su nombre en el mismo plano donde están los Morgan, los Carnegie, los Astor…
Fue el señor Rionda uno de esos espíritus de extraordinaria audacia emprendedora que, con la fuerza de su talento y de su voluntad, parecen haber domado al éxito para convertirlo en siervo obediente y sumiso.
Perteneció por derecho propio a la falange de esos grandes negociantes norteamericanos que decidieron suprimir de su léxico la palabra imposible, convirtiéndose en el asombro del mundo, y cuya raza sólo parece que pueda formarse con hombres nacidos en medio del tumulto de los grandes centros norteamericanos.
El señor Rionda, repetimos, quien fue español, demostró con el ejemplo maravilloso de su vida y de sus triunfos cuanto puede esperarse del carácter latino que se desarrolla en ambiente propicio a la plena madurez de todos sus frutos.
El señor Truffin nació en Francia pero pasó casi enteramente la vida en Cuba compenetrándose con su pueblo y llegando a conocerlo y amarlo como si allí hubiese tenido su cuna y, su sangre fuese hermana de la savia que corre por los árboles de la Isla.
Con una cultura sólida y amplia y la intuición genial de las empresas prontas a pagar en beneficios el interés del hombre, en Cuba llegó a ser, sin discusión, una de las primeras figuras del mundo de los negocios.
Unidas estas dos personalidades se descontó en los Estados Unidos y en Cuba el éxito de la empresa que, en la historia de los señores Truffin y Rionda tenía la mayor y más sólida garantía de prosperidad.
En efecto, tan pronto se habló en Nueva York de la constitución de una empresa formidable para explotar la caña de azúcar en Cuba y se supo que entre los iniciadores estaban estas dos eminentes personalidades financieras, comenzaron a demostrar los capitalistas el mayor interés por tomar parte en el negocio.
La enorme suma de 50 millones de pesos propuesta se cubrió inmediatamente, y días más tarde, el 29 de Diciembre de 1915, estaba constituida la Sociedad con arreglo a las leyes del Estado de Nueva York y con el nombre de “Cuba Cane Sugar Corporation”.
Inmediatamente se constituyó también la Junta directiva de esta Compañía, designándose para presidente al señor don Manuel Rionda, presidente también de la prestigiosísima firma comercial “Czarnikow, Rionda y Cía.”, y vicepresidentes los señores Regino Truffin, Alfredo Larezctki y Federico Straus. De la dirección del negocio en Cuba se encargó, como antes hemos dicho, el señor Truffin.
Constituida la empresa, se solicitaron opciones de aquellos propietarios de centrales que quisiesen desprenderse de sus fincas. Se presentaron gran número de ellas, las cuales fueron estudiadas detenidamente, acordándose la adquisición de estos centrales:
- Centrales Conchita y Asunción, en 5.650.000 pesos;
- Julia y Jobo, en 4.000.000;
- Socorro en 4.000.000;
- Félix en 1.200.000;
- San Ignaci0 en 1.235 .000;
- Perseverancia y María Victoria en 4.750.000;
- Alava en 2.320.000;
- Santa Gertrudis en 2.700.000;
- Jagüeyal en 4.000.000;
- Morón en 4.350.000;
- Lugareño en 2.000 .000;
- Soledad en 2.000.000;
- Lequeiti0 en 2.200.000;
- Mercedes en 4.000.000.
El total de las cantidades pagadas ascendió por lo tanto a 46.405.000 pesos. Las primeras escrituras de compraventa que se firmaron fueron las de los centrales “Conchita” y “Asunción”.
Según todos los datos, se calculó del modo siguiente su producción para la zafra de 1915-16: Conchita, 350.000 sacos; Asunción, 50.000; Julia, 200.000; Jobo, 125.000; Socorro, 350.000; Félix, 150.000; San Ignacio, 125. 000; Perseverancia, 200.000; María Victoria, 125.000; Alava, 300.000; Santa Gertrudis, 225.000; Jagüeyal, 280.000; Morón, 240.000; Lugareño, 170.000; Soledad, 150.000; Lequeitio>>, 220.000, y Mercedes, 350.000. El total era, pues, de 3.610.000 sacos.
Precio del Azúcar en Cuba 1914-1916
Precio del Azúcar en Cuba desde 1914 a 1916 según un artículo escrito por Willett & Gray de Nueva York para la revista The Cuba Review and Bulletin, Diciembre 1915, pp. 35-36Año | Mes | Día | Precio por libra |
---|---|---|---|
1914 | 12 | 27 | 5.20 centavos |
1915 | 12 | 09 | 5.08 |
1915 | 12 | 10 | 4.89 |
1915 | 12 | 13 | 4.70 |
1915 | 12 | 15 | 4.77 |
1915 | 12 | 17 | 4.83 |
1915 | 12 | 18 | 4.89 |
1915 | 12 | 28 | 4.64 |
1916 | 01 | 03 | 4.58 |
1916 | 01 | 06 | 4.55 |
1916 | 01 | 07 | 4.51 |
1916 | 10 | 07 | 5.00 |
Aun cuando el precio del azúcar era de sólo cuatro centavos la libra, precio muy inferior a la cotización posterior, podían calcularse las utilidades de la Cuba Cane Sugar Corporation en la zafra de 1916, a cinco pesos por saco, lo cual hacía un total de 18.050.000 pesos, casi el 35 por 100 del capital invertido.
La Compañía se propuso con esta suma pagar un siete por ciento de dividendo a las acciones preferidas y dejar en Tesorería siete millones de pesos, es decir, dos años adelantados de tales acciones antes de acordar dividendo alguno a las comunes.
Pero aun así quedaría un saldo de varios millones, que si la Compañía dedicara a pagar un dividendo a las acciones comunes, dando a éstas el mismo face value que a las preferidas, ascendería al nueve por ciento. En vista del éxito enorme del negocio, se habló de una ampliación del capital de la empresa hasta los cien millones.
Las fincas propiedad de la Compañía y las que esta arrendaba completaban una superficie no menor a diez y seis mil caballerías de tierra, tan fértiles, tan a propósito para el cultivo de la caña, como se pudo apreciar por los datos referentes a su producción, y que hechos con un criterio no excesivamente optimista ni pesimista, sino teniendo en cuenta el resultado de las zafras corrientes, tanto como pueden disminuir en algo la producción calculada, pueden también aumentarla.
Prueba de que esto último es lo más probable, nos la da la apreciación de los más expertos peritos de la Isla sobre el valor real de las propiedades de la “Cuba Cane Sugar Corporation”, que se elevaba, según ellos, a 60 millones de pesos.
La Compañía tenía ferrocarriles en todos estos centrales, con una extensión no menor a 600 kilómetros. La mayor parte del material rodante, tanto por lo que respecta a carros como a locomotoras, pertenecía a los modelos más perfeccionados. Los ingenios del negocio eran de los mejores de la Isla perfeccionándose de día a día en esta nueva etapa de su historia al pasar a formar parte de una Compañía tan poderosa y admirablemente organizada y dirigida.
Referencias bibliográficas y notas:
- La Cuba Cane Sugar Corporation en Libro de Oro Hispano-Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917. pp. 257-261.
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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