

El Carmelo café restaurante flamante y alegre, en 1918 sito en el Vedado, en la calle nueve esquina a dieciocho, evocaba enseguida un nombre:
El de un establecimiento que en el Vedado también, y en la Chorrera, había congregado durante muchos años a las personas de buen paladar y de buen humor; a las que huyendo de lo corriente y estirado buscaban, en un ambiento fresco y lugar pintoresco, el sitio ideal para recrear el estómago con buenos manjares, algunos de fama enorme, y el espíritu con la contemplación del mar: el establecimiento, desaparecido ya, era el popular restaurante de Arana.
El Carmelo sustitúyele en cierto modo; y decimos “cierto modo”, porque siendo un restaurante apartado del centro de la Habana; tenía todos los encantos de una situación magnífica; poseía una incomparable terraza, fresquísima, desde la cual se disfrutaba de muy buenas vistas;


Permitía al cliente transportarse en alas de la imaginación a uno de esos merenderos semi campestres en los que se da rienda suelta al buen humor y se saborean buenos platos rociados con buenas bebidas, conservando un sello de seriedad y de distinción especialísimo merced al cual quien al “Carmelo” concurriese se sentía perfectamente bien en un ambiente de expansión correcta.
Y así eran numerosas las familias distinguidas que frecuentaban El Carmelo, con la seguridad de no correr el albur de tener que alternar con personas de esas que confunden la alegría con el escándalo y la expansión con la orgía.


Debemos al señor Constantino Dopazo Sanin, propietario de El Carmelo, y también al señor Julio Dopazo Sanin, socio industrial, ambos activos, conocedores del negocio, y sumamente atentos con el público, la existencia de este sitio de recreo, un foco de animación, un punto de reunión de personas correctas, un café-restaurante de primer orden, un oasis en donde reconfortar el cuerpo y el espíritu, en fin.


El café-restaurante, que ya existía, fué adquirido por su dueño en el año de 1916, y enseguida se llevaron a cabo importantes reformas construyéndose la espaciosa y fresca terraza, gran atractivo de la casa, cuya iluminación fantástica llamaba tanto la atención, y en la que se servían comidas y cenas al aire libre, y en gabinetes reservados sumamente ventilados.
La cocina, dulcería, el lunch, los helados, etc., acreditaban el servicio. Antes, para atender al público solamente había quince dependientes: en 1918 el número se elevó a cuarenta.
Éste solo dato demuestra que el público estaba debidamente atendido, y demuestra también que los clientes aumentaron considerablemente, como era lógico que así ocurriese, porque “El Carmelo” por su servicio, por la distribución del local, por sus jardines, corredores con plantas, patios, la terraza, su espléndida iluminación nocturna, la alegría de la música que amenizaba las comidas, etc., constituían un gran foco de vida y de atracción.


Aumentaron los clientes: aumentó la venta anual en diez mil pesos cuando antes llegaba a poco más de cuatro mil.
El público, pues, respondió. Los $45.000 invertidos en el negocio rindieron un buen interés. Y los señores Dopazo recogieron merecidamente el fruto de sus afanes, y el premio que merece quien quiera que fuere que haga agradable la vida del prójimo aunque solo sea por unos momentos.
Los que en El Carmelo se pasaban, eran deliciosos.


El señor Constantino Dopazo Sanin natural de Brión en A Coruña, España, e hijo de Manuel y María recibió a los 32 dos años la carta de ciudadanía cubana en diciembre de 1920.1 En agosto de 1947 le encontramos presentando una solicitud del rótulo “Bahía” destinado a un negocio de café, cantina y restaurante. En esta ocasión la dirección inscrita en la solicitud será el núm. 56 de la Avenida del Puerto esquina Jústiz.2
Bibliografía y notas
- “Cartas de ciudadanía expedidas en diciembre”. República de Cuba. Boletín Oficial de la Secretaría de Estado. Año XVIII, núm. 195, enero 1921, p. 9 En línea: https://books.google.ca/books?id=ClBEAQAAMAAJ&newbks=1&newbks_redir=0&hl=fr&source=gbs_navlinks_s ↩︎
- Boletín Oficial de la Propiedad Industrial. Año XLI, núm. 136, 31 de octubre 1947, p. 53 ↩︎
De interés: Personalidades y negocios de la Habana
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