El Garaje Case de Santamaría y Ca. en “Ases” de la industria automovilista.
Nada tiene que envidiar la Habana a las grandes ciudades del mundo en adelantos industriales y comerciales.
En ninguna parte, como en la bella ciudad habanera, el automóvil adquirió más pronto carta de naturaleza, sorprendiendo a las fábricas más famosas de Europa y de los Estados Unidos, la enorme cantidad de órdenes que constantemente recibían de Cuba, pidiendo “carros” y “carros”, demostrando así que nuestro pueblo se adapta pronto a todo lo que significa progreso.
A la gran demanda de automóviles vino paralelamente el establecimiento de todas las industrias y comercios que le son anexos; y así vimos multiplicarse en nuestras calles los garajes para guardar las “máquinas”, admirables salones de exposición para exhibir los más renombrados modelos; talleres de reparación y renovación; venta de gasolina, aceites y piezas auxiliares. Todo un mundo nuevo que venía a consolidar el negocio maravilloso del nuevo medio de locomoción que aceptaba el mundo como un prodigioso avance.
Uno de estos admirables garajes que más cumplidamente saben llenar las necesidades del mundo automovilista, es el que bajo la razón social de Santamaría y Ca., se ha establecido en la bella avenida de Wilson (antes calle de Marina) núm. 12 y en donde dos espíritus de gran acometividad, dos pujantes hombres de negocios, han unido su dinero y su esfuerzo, su inteligencia y su laboriosidad, para crear un magnifico templo al trabajo y a la actividad.
Estos hombres se llaman Toribio Santamaría Bueno y Salvador Vicente de Torres. Ambos son los gerentes de la razón social; y el último citado, el señor Torres, tuvo la fortuna y la gloria —¿Por qué no decirlo? — de haber estudiado y aprendido en la gran casa matriz “Case”, de Wisconsin, E. U., todo lo que se relaciona con el negocio, métodos de venta y particularmente, construcción de los motores, en lo que se ha especializado tan admirablemente que bien puede considerársele como un experto.
Este es el motivo por el que el garaje que aquí estableció el señor Torres en unión del sr. Santamaría lleva el nombre de Case, la gran marca de automóviles y tractores más famosos de Norteamérica.
Una visita hecha a la calle de Marina número 12 confirmó a nuestro repórter todo lo que se nos había dicho de la grandiosidad y eficiencia del garaje Case.
Tiene capacidad para noventa “máquinas” de gran tamaño, en una extensión de terreno que pasa de 2,500 metros cuadrados, propiedad también de la firma. ¡Qué admirable limpieza! ¡Qué orden! Aquello es una feliz y agradable colmena en la que cada persona labora con eficacia, con inteligencia, poniendo cada uno su nota de armonía en el pujante concierto.
En la amplia sala de exhibición se ven todos los modelos de automóviles Case: el alegre tipo “tourismo”; el elegante “limousine”, cubierto; el amplio y formidable “sport”; y el precioso y cómodo “coupé”: todos admirables carros, de calidad, de duración, de refinada elegancia en su aspecto y en su carrocería.
También se exhiben en el elegante salón los admirables automóviles “Minerva”, de que son así mismo representantes aquí los señores Santamaría y Compañía.
El señor Santamaría nos mostraba un álbum en el que podían apreciarse las ventajas de los magníficos tractores para industrias y municipalidades y sus aplicaciones a todos los implementos de la agricultura; todo maravilloso y que hubiera hecho creer en hechicería a nuestros abuelos.
Además del garaje propiamente dicho, hay allí talleres de mecánica para toda clase de composiciones y reajustes de piezas, a cuyo frente se encuentra el inteligente y reputadísimo Joaquín Hill, cuyo nombre es una bandera de triunfo.
Al lado de ese taller está el de “chapistería”, donde se da al carro la belleza que constituye uno de sus mayores atractivos. Un artista verdadero, Armando Trimand, dirige ese departamento, y bajo su dirección y buen gusto la carrocería adquiere singular atracción.
Siguen luego los talleres de carpintería, talabartería y pintura, dirigidos por hombres que se han especializado en esos trabajos. Al frente del primero está el habilísimo maestro Feliciano Álvarez, el mejor carrocero de la Habana; al frente del departamento de talabartería se ha puesto a Aurelio Gómez, un connaisseur (especialista) admirable que sabe crear bellezas en el cuero; y en el de la pintura, Manuel Valdés, que conoce su arte como pocos.
Como se ve los señores Santamaría y Torres han sabido buscar los hombres para los puestos, sin que los enormes dispendios que significa la retribución de esos expertos, le haya hecho titubear ante la gloria y el provecho de poder ofrecer en el garaje Case los primeros “ases” de Cuba, cada uno en su especialidad.
¡Bien merecen un himno de admiración los esfuerzos de los señores Santamaría y Torres! De ellos será el triunfo.
Bibliografía y notas
- “Ases de la industria automovilista: El Garaje Case.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Mayo 22, 1921).
- Negocios y Personalidades de la Habana.
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