
En la fábrica de colchones y colchonetas de Enrique Ricart y Compañía se notaba el sello especial que le imprimió el fundador don Enrique Ricart; un sello de actividad asombrosa y de orden y cálculo y al mismo tiempo un sello de bondad y de justicia que resplandecía vivo en el orden interior de la casa.
La descripción de la vida de ésta nos permitirá apreciar la verdad de nuestro aserto.
Don Enrique Ricart dió muestras de su clara inteligencia y de su empuje para las empresas, así como de su fé en el éxito de los negocios, al fundar, en el año 1902, la fábrica de colchones y colchonetas de la que nos ocupamos.
El señor Ricart vió que el consumo de colchonetas, especialmente, en este país era grande; y vió que la industria no dedicaba gran atención a ese ramo y que artículo de tanta necesidad se importaba y pagaba muy caro. Tuvo enseguida la visión del negocio y a éste dedicó todo el caudal de su energía.
Fundó la fábrica: en terrenos de su propiedad construyó una hermosa y espaciosa casa para destinarla a oficinas, almacenes y fábrica de colchonetas y colchones. Empezó la fabricación con éxito y éste continuó sonriendo a la casa cuya importancia fue grande y cuya producción cada día fue más solicitada por su bondad indiscutible.

Al empezar los trabajos la fábrica del señor Ricart contó este señor con la ayuda y eficaz colaboración de los señores José Cujó y Joaquín Gállego, empleados activos quienes en 1908 se interesaron en el negocio figurando como gerentes de la firma “Enrique Ricart y Co.” con lo cual el señor Ricart supo recompensar servicios prestados con honradez y actividad.
Y ello, tuvo algo que ver con el sello especial que a la casa imprimió su fundador, sello de justicia y de bondad del que más adelante podremos anotar otra eficiente prueba.
La fábrica estaba situada en la casa número 17 de la calle de San Indalecio, frente al Parque de Santos Suárez. Era un espacioso edificio de una sola planta.

En la sala se hallaban las oficinas de la Administración, y en otros departamentos anexos, el almacén de productos que se empleaban en la industria; un espacioso salón en el que había instaladas unas treinta máquinas de coser al cuidado de gran número de jóvenes operarias; y un departamento para maquinaria y otro para almacén de miraguano y maderas.
De madera se fabricaban colchones y colchonetas de suma frescura y recomendables por sus condiciones higiénicas. Al efecto, una gran máquina desfibradora de 25 caballos de fuerza se cuidaba de desfibrar la madera conocida por “Pople” y “Carolina” que era la más indicada y que se importaba de los Estados Unidos, de donde, así como de España, la fábrica recibía además lana, miragüano, semi-seda, algodón, etc.

En el departamento de maquinaria había también una sierra “sinfín”, dos afiladoras, una prensa hidráulica, una máquina de taladrar, una trituradora de algodón de las llamadas “Diablo”, una máquina para rellenar colchonetas y una máquina “Belón” para limpiar los desperdicios.
Los almacenes de maderas ocupaban una extensión de más de quince metros de longitud. El número de empleados ocupados en la casa llegaba a cincuenta y tres.
El costo de la madera que se empleaba en la fabricación anual ascendía a $20.000. La venta fluctuaba en igual período entre $140 y $150.000.
Y para terminar: el orden y el afecto, el respeto y el buen trato era tal en la casa, que las obreras que en ella trabajaban se daba el caso de que no la abandonasen a no ser que se mudasen a barrios apartados, o en caso de matrimonio.

Tal era la labor moral unida a la material que el trabajo reclamaba y, que se llevaba a cabo en la fábrica de Enrique Ricart y Co. Y véase que no exagerábamos al hablar del sello propio que la distinguió.
El señor Enrique Ricart estuvo casado con la distinguida doña Francisca Corts de Ricart matrimonio del que nació el inteligente Enrique Ricart Corts. En marzo de 1916 la señora Corts acompañada de su hijo partió a bordo del vapor “Barcelona” afín de pasar una temporada en España.1
El incendio de la fábrica de colchonetas de Ricart y Compañía en 1908.2
El Incendio de Ayer. Las alarmantes noticias que en los primeros momentos se recibieron ayer en los Cuarteles de Bomberos respecto al incendio que se había declarado en el barrio de Santos Suárez en Jesús del Monte, se hizo creer, que se trataba de una gran conflagración.
Por fortuna, el incendio no revistió la importancia que se le suponía, pues solo se redujo á ser destruida por el fuego una pequeña habitación de madera que existía al fondo de la casa San Indalecio número 17, donde se encuentra establecida la fábrica de colchonetas de don Enrique Ricart y Compañía.
En dicha habitación estaba instalado un motor de alcohol, que era el que servía para dar movimiento á las máquinas del taller. Nadie puede precisar cómo tuviera origen el fuego, pues se vinieron á dar cuenta de él, cuando el policía de servicio en aquella posta, dio la alarma al ver salir humo de aquel departamento.
Esparcida la alarma entre aquel vecindario, minutos después llegaba el material de bomberos, los empleados de la fábrica, los vecinos y policías, se ocuparon en desalojar por completo el edificio sacan de los muebles y demás enseres del taller, para la vía pública.
Cuando acudieron los bomberos con el carro de mangueras y la bomba “Luisa Wood” de la Estación del Cerro, ésta se apostó en la toma de agua de la calle de Santos Suárez y San Indalecio y funcionó con una sola manguera.
Diez minutos después de estar trabajando los bomberos, quedó completamente extinguido el fuego, y sin que por fortuna se pasara al resto del edificio.
El socio gerente de la fábrica informó á la policía y más tarde lo ratificó ante el señor juez de Instrucción que se constituyó allí, que tanto el establecimiento como la finca estaban asegurados y que ignoraba por completo se iniciase el fuego.
El capitán de policía señor Mazó, el teniente señor Núñez y sargento Hernández, con fuerza a sus órdenes, se personaron allí en los primeros momentos de la alarma prestando sus servicios. La señal de retirada se dió media hora después de iniciado el fuego.
Bibliografía y notas
- “La señora de Ricart”. Diario de La Marina. Año LXXXIV, núm. 73, 28 de marzo 1916, p. 3. ↩︎
- “Los sucesos. El incendio de ayer”. Diario de La Marina. Año LXIX, núm. 152, 27 de junio 1908, p. 9. ↩︎
De interés: Personalidades y negocios de la Habana
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