Había entre las grandes fábricas de tabacos de la Habana dos importantísimas, que eran la obra de un solo hombre, el fruto prodigioso de toda una vida de laboriosidad y talento puesta al servicio de una empresa. Nos referimos a las Fábricas de tabacos El Crepúsculo y La Gloria Cubana, de las cuales era principal propietario una de las personalidades de mayor prestigio en el mundo habanero de los negocios: el señor don José Fernández Rocha.
Nacido el señor Rocha el año de 1867 en el paradisíaco pueblecillo de Reinante, próximo a Ribadeo, en la provincia de Lugo, emigró muy joven a la isla de Cuba, entrando en una fábrica de tabacos, industria por la cual sintió, desde entonces, tal entusiasmo que llegó a dominarla de tal modo que se convirtió indiscutiblemente, en una de sus más grandes figuras.
En 1893 adquirió el señor Rocha, en unión de otros industriales de la Habana, entre ellos el popular Pepín Rodríguez, de quien hemos hablado anteriormente, la fábrica “El Crepúsculo”, que llevaba once años de vida, aun cuando no de éxitos.
El señor Rocha, convencido de que en su conocimiento del negocio tenía la fuerza necesaria para hacer triunfar una empresa de esta índole, se lanzó ardientemente al trabajo, recorriendo las regiones tabacaleras, eligiendo la hoja en persona y logrando al poco tiempo que aquella fábrica de nombre tan poco conocido y que sólo producía unos 800.000 cigarros anuales, quintuplicase su producción.
Las ventas en 1917 de El Crepúsculo pasaban de ocho millones de tabacos, a pesar de la crisis producida en esta industria por la guerra europea. La casa fue premiada además en todas las Exposiciones donde se presentó, entre ellas las de París, Amberes, Saint Louis y Charleston.
Su mercado principal era Inglaterra, para donde, antes de iniciarse el conflicto europeo en 1914, exportaba cinco millones de tabacos anuales bajando cuatro años después a unos cuatro millones.
La marca era muy conocida y muy estimada en todo el resto del mundo, especialmente en España, Francia, Alemania, Suecia, Australia, el África del Sur, los Estados Unidos y casi todas las naciones de la América Española.
Para mejorar la industria, la Sociedad dedicaba gran parte de sus actividades a estimular la siembra y la cosecha del tabaco. Era además propietaria de varias de las vegas donde se producía la mejor clase de tabaco de capas.
Debido a esto, las cigarros de El Crepúsculo poseían un aroma característico y de extraordinaria finura. Los tabacos estaban elaborados admirablemente.
No bastaba, sin embargo, la gerencia de una Sociedad así, tan compleja y con tales relaciones en todo el mundo, para dar satisfacción a la actividad extraordinaria del señor Rocha, así que fundó este señor una nueva empresa destinada a explotar la marca “La Gloria Cubana”, cuyo título le apasionaba, por parecerle el más a propósito para designar lo mejor entre toda la excelente producción tabaquera de Cuba.
La Isla podía producir otros muchos artículos en escala más grande quizás; pero, en este orden, el timbre mayor de su gloria ante el mundo era siempre la elaboración de cigarros, como es en Francia la del champagne ¿Y podía consentirse que el precioso nombre se perdiese designando unos productos notoriamente secundarios?
Adquirida la fábrica, el señor Rocha, como había hecho antes para levantar el crédito de “El Crepúsculo”, recorrió los mejores distritos de la región privilegiada de Vuelta Abajo, eligiendo personal y cuidadosamente las mejores hojas, tanto para la tripa de los cigarros como para las capas.
Pasaba este señor, desde siempre, por ser no sólo una de las personas de mayor competencia en el asunto, sino acaso la de criterio más seguro y más acertado. Plantación sobre la cual se detuviera aprobadora la mirada del señor Rocha, era, incuestionablemente, la de mejores condiciones aquel año, por lo menos para el fin a que se le destinase.
Todas estas aptitudes, así reconocidas y apreciadas, las puso entusiastamente al servicio de la nueva empresa, comenzando a elaborar las “Glorias Cubanas” con el mejor tabaco de la Isla y por medio de los obreros más hábiles.
Era su propósito elevar el crédito de la marca, ponerla a la altura de las principales, y el éxito coronaba su obra. El señor Rocha se propuso ante todo triunfar en Cuba, donde, por producirse el mejor tabaco del mundo, existían los fumadores más exigentes, y al cabo de un año había vendido solamente en la Isla, a pesar de estar acaparado el mercado por tantas y tan famosas marcas, más de millón y medio de cigarros.
Por su conocimiento profundo de los negocios del país en general y especialmente del de los tabacos, fue el señor Rocha miembro respetadísimo del Consejo directivo de la Compañía de seguros “La Mercantil” y de la Junta directiva de la “Unión de Fabricantes de Tabacos”.
José Fernández Rocha casó con la digna dama Emelina del Riego y de esta unión nacieron René, Francisco y Graciela Fernández del Riego. Falleció el señor Rocha en 1937.
Referencias bibliográficas y notas:
- Fábricas de tabacos El Crepúsculo y La Gloria Cubana en Libro de Oro Hispano-Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917. pp. 281-283.
- Fernández, Martín. “Los Fernández Rocha, tabaqueros de Reinante entre los más ricos en Cuba.” La Voz de Galicia, Enero 2017, https://www.globalgalicia.org
- Personalidades y Negocios de la Habana.
Deja una respuesta