D. Félix González Torres fue en 1871 nombrado capitán de voluntarios de la Compañía de Artillería de Matanzas y por este motivo publicó La Aurora del Yumurí la siguiente nota:
Escena Feliz.1 Una de las más puras satisfacciones que halagan al corazón humano y graban en la mente un recuerdo imperecedero de algunas horas de felicidad, es sin duda la que esperimenta el hombre cuando se ve rodeado de personas queridas que acuden á agasajarle y rendirle sinceros plácemes por algún bien recibido.
Teatro de una de estas venturosas escenas fué anoche la hermosa y elegante quinta de nuestro estimado amigo el Sr. Don Félix G. Torres en cuya morada tuvo lugar una de las más bellas fiestas en celebración del nombramiento de capitán de voluntarios de Artillería de esta ciudad recaído á favor del mencionado Sr. Torres.
A las ocho de la citada noche, poco más ó ménos, partió hácia la mencionada quinta, con hachas encendidas, y llevando á la cabeza una buena banda de música, la compañía de artilleros de Matanzas, cuyos individuos iban llenos de entusiasmo y deseosos de saludar á su nuevo capitán.
Al llegar al punto designado para la recepción fueron acogidos con suma galantería y visibles muestras de agrado por los dueños de la casa, quienes significaron de una manera ostensible el placer que les embargaba en aquellos instantes el alma.
Ya de antemano se hallaba el hermoso local ocupado por bellas damas y apuestos caballeros que habían sido invitados á tan grata reunión, formando todo un cuadro muy halagüeño y delicioso.
Una mesa espléndida, servida con abundancia y lujo por los dueños del acreditado café “El Louvre”, ofreció á los concurrentes una verdadera variedad de esquisitos dulces y riquísimas bebidas, en tanto que las bellas y los galantes señores que las rodeaban se regalaban con tan sabrosos manjares y excelentes líquidos, resonaban, amenizando el acto, las dulces notas con que la banda de música poblaba el aire de Armonía.
Este precioso pasaje de la fiesta, que es el que siempre en casos tales se consagra á los brindis, dió curso á la palabra para que, interpretando ésta los sentimientos del corazón, expresase cuanto la mente concebía al soplo de esta inspiración que suspende nuestro ánimo y nos trasporta á la región de lo bello y lo ideal.
Nuestra apreciable primera Autoridad, que tanto aplaude el patriótico fin de estas fraternales reuniones, porque vé en él enlazadas las imágenes de la unión y el órden, fué el primero que dejó oír su autorizada voz desarrollando en su agradable discurso las más bellas ideas. Siguiéronle, pronunciando con fuego y entusiasmo frases llenas de amor á los santos altares de la pátria, los Sres. Torres, Gelpí, Arambul, Bárcena, Villar y otros, siendo todos acogidos con suma satisfacción.
Tuvimos el gusto de ver al Sr. Félix González Torres lucir el nuevo uniforme que en breve van á ceñir, los artilleros de su mando, para lo cual ya ha dado su permiso el Sr. Brigadier Gobernador de esta ciudad.
La reunión terminó con un baile, en el que las bellas lucieron su gentileza y gallardía al grato compás de la música, bailándose varias danzas y la alegre “giraldilla asturiana”. A eso de la media noche terminó el sarao, retirándose todos muy satisfechos del esmerado y galante trato del Sr. Torres y su apreciable y atenta esposa.
VOLUNTARIOS:
He tenido el gusto de recibir en este momento la credencial en que S. E. el Capitán General se digna nombrarme para el mando de la excelente compañía voluntarios de esta ciudad, que tan bizarramente formáis vosotros, con motivo del pase á la Península del que ha sido hasta ahora nuestro entusiasta capitán y compañero, mi apreciable amigo el Sr. D. Antonio Gutiérrez de la Torre, que la creó y la ha sabido sostener bajo el mejor órden y espíritu patriótico;
Y abundando yo del mismo entusiasmo y patriotismo, que es el que alienta y fortifica al buen hijo á defender hasta el último extremo las sagradas tradiciones que forman la gloriosa historia de nuestra querida Nación, contando con vosotros y cobijados siempre por nuestro viejo é inmaculado estandarte de Castilla ocuparemos á tiempo el puesto del peligro que el deber honroso nos señale para sacrificamos si el bien de la patria lo exige, sin que nuestros labios abandonen jamás el grito magno y santo de ¡viva España! ¡viva el Rey! ¡viva Cuba Española! ¡vivan los Voluntarios! ¡viva el Capitán general! ¡viva nuestro Comandante General!
El Sr. D. Agustín Arambúl y Martínez, Teniente de Voluntarios de artillería de la Habana, que es honorario de la misma en esta ciudad, dijo:
Brindo en nombre de esta grata Reunión, que ha traído el nombramiento con alegría, al digno Sr. Capitán de la sección de los entusiastas voluntarios de artillería.
Brindo por las nobles instituciones de voluntarios, por el Ejército y Marina en su fraternidad porque defienden la patria cual hermanos para conservar á esta Antilla su Nacionalidad.
Brindo señores, con toda la lealtad de mi corazón a fin de que nos ayude Dios á terminar la campaña, para que gocemos de la deseada Paz y Unión, en esta Española Cuba de nuestra querida España.
Compañeros:
¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva el Progreso y los habitantes de esta culta, leal y muy noble ciudad de Matanzas.
¿Qué más podemos decir nosotros? No debemos añadir ni una palabra más.
En febrero de 1872, precisamente del uno al cuatro de ese mes se realizaron las Fiestas de La Candelaria en Matanzas siendo Félix G. Torres Vicepresidente y Tesorero de la Comisión Directiva. El Presidente lo fue Francisco Betancourt y Burgos junto a varios vocales como el Coronel Rafael Verdugo, Pablo Fumero, José Fumero y otros.2 Don Félix contribuyó al evento donando 200 pesos.
Alejo el Príncipe Imperial de Rusia en la quinta de Félix G. Torres.
En la tarde del miércoles 28 de febrero de 1872 el Príncipe Imperial de Rusia desembarcó en el muelle de Caballería de la Habana siendo recibido por el Gobernador General Conde de Valmaseda. Después de unos días en la capital viajó el 4 de marzo a Matanzas a bordo de un tren especial que salió desde Regla a las diez de la mañana.
En Matanzas se recibió con una gran recepción y después de esta fue conducido a la quinta de Félix González Torres, en las alturas de Simpson, donde se hospedó y la esposa de D. Félix le presentó en un plato de oro el pan y la sal, ceremonia indispensable en el ritual de la hospitalidad rusa, a la más cordial bienvenida.
Fue agasajado con un gran banquete en el Ayuntamiento y visitó el Valle del Yumurí, la quinta de Manuel Mahy y León en las alturas de la Cumbre y la Cueva de Bellamar.
De la casa quinta de Torres y de la visita a ella publicó La Aurora del Yumurí:3
Tanto el interior como el exterior se hallaba iluminado a giorno, y nos hacía recordar algo de las Mil y una Noches; tal era el aspecto fantástico que presentaba ese bello edificio que, dominando la ciudad desde la eminencia de Simpson, disipaba las tinieblas de la noche derramando torrentes de luz.
Y sigue contando María Dolores de Ximeno Cruz:
Estos palacios rodeados de verjas de hierro, de jardines, de escalinatas de mármol, de terrazas incomparables donde se contemplaban paisajes de los más bellos del mundo, hacían pensar en esas residencias italianas el género de arquitectura y las estatuas por doquier diseminadas.
En el jardín de D. Félix languidecía un águila!… Desde la calle podía vérsela en su inmenso apartado o jaula de hierro. El ave que en su vuelo remontase a la inmensidad de las alturas me producía así profunda ,lástima. Cuánta indiferencia y tristeza! Aquellos ojos nos miraban a los curiosos con igual expresión que los del hombre superior que ha perdido la libertad por causa que no deshonra. Había en el imperdonable capricho de su dueño la distancia que ella hubiera salvado con su vuelo y que media en lo de acá abajo y la infinita grandeza de los cielos.
Y del recuerdo íntimo que conserva mi memoria, entre estos rasgos generales de Ja imperial visita, está la de la misteriosa y momentánea aparición, la víspera y ya muy adelantada la tarde, de D. Félix Torres en mi casa.
Hallábanse mis progenitores en la saleta, cuando apresuradamente y con aire inquieto llegó D. Félix, que, al acercarse a mi padre, algo le dijo en secreto. Este sonrió y con igual reserva habló a mi madre, que, a su vez llamó a una criada, dándole en voz muy baja cierta orden.
A poco apareció la sirviente con un envoltorio no muy grande de forma esférica y que cuidadosamente sostenía.
Mi padre, dirigiéndose al recién llegado, díjole atentamente:
—Un criado se lo llevará a usted.
—De ningún modo —arguyó D. Félix, y con esa vivacidad de raza propia de los españoles, tomó en sus manos el envoltorio aquel, agregando muy satisfecho:
—Creerán que es un sombrero —y efusivamente se despidió agradecido, saludando con igual precipitación y premura que a la llegada.
Mis padres al verle partir sonrieron maliciosamente…
Esa noche a la hora de recogerme —ya sabemos que dormía en la habitación de mi madre —pude darme cuenta que del juego del tocador y enseres de plata de su uso particular, faltaba uno artístico y lujoso y por demás necesario.
Había ido a completar el ajuar destinado al Príncipe Imperial.
A las doce del día cinco, después de almorzar en la quinta de D. Félix, informa el diario, que, partió para la Habana Su Alteza.
La Casa Quinta de Félix González Torres estaba en la calle de Isabel II.
Toma de posesión de la dirección de la Casa de Beneficencia por las “Hermanas de la Caridad”.
El día primero de Noviembre de 1873 una comisión de la Junta Municipal de Caridad compuesta por los señores Don Félix González Torres, Don León Crespo y Don Martín Arzanegui dió posesión de la Dirección de la Casa a las Hermanas de la Caridad, mediante un minucioso inventario de todos sus bienes y pertenencias, y que en extracto se ha relacionado en el Capítulo anterior…4
Bibliografía y notas
- Don Agustín Arambúl su Biografía por X… Habana, Imprenta Botica de Santo Domingo, 1876, pp. 78-81. ↩︎
- Crónica de las Fiestas de la Candelaria celebradas en Matanzas por los hijos y oriundos de las Islas Canarias en los días 1, 2, 3 y 4 de febrero de 1872. Matanzas, Aurora del Yumurí, 1872, p. 15. ↩︎
- Ximeno y Cruz, María Dolores. Aquellos Tiempos. Memorias de Lola María. Tomo 2, Habana, Imp. y Lib. El Universo S. A., 1930, p. 126-129. ↩︎
- Rivadulla, Julio V. Historia de la Casa de Beneficencia de Matanzas, hasta el año 1926. Cárdenas, Imprenta y Papelería El Dos de Mayo, 1928, p. 87. ↩︎
- Ribó, José Joaquín. Historia de los Voluntarios Cubanos. Tomo 2, Madrid, Imprenta y Litografía de Nicolás González, 1874.
- Gelpi y Ferro, Gil. Historia de la Revolución y Guerra de Cuba. Habana, Tipografía de la Gaceta Oficial, 1889, p. 151.
- Personalidades y negocios de Matanzas.
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