La casa de comercio de José Gómez y Hermano en la Habana. Parece increíble la fuerza que la corriente de la civilización toma al tocar con sus doradas palmas “la isla más fermosa que ojos vieron”. Nunca hemos visto, desde que tenemos vida libre, el recio tráfago1 cotidiano que llena nuestras calles; la abrumadora suma de edificios que surgen, como por arte mágico, reemplazando las bajas y clásicas casas españolas;
El desarrollo estupendo del automovilismo, acortador de tiempo insustituible; las visitas continuas de las grandes compañías teatrales; y sobre todo, el comercio, este pujante comercio del cual nos ocupamos a diario, y que sin embargo no llegamos, a pesar de nuestro empeño, a dar una idea perfecta de su pujanza y magnitud.
Entre la multitud de géneros distintos que ese comercio de que hablamos, dedica su especialidad, notamos el de las maderas. El comercio del hierro y del cemento van aunados generalmente, y esa es la causa de que nos encontremos a cada momento con grandes almacenes y depósitos de las tres materias dichas.
Y como en todo, —en el comercio principalmente— resaltan en el concierto febril los más ricos, o los más laboriosos, o los más honrados, en la balumba comercial habanera vemos, alzados sobre todos los que comercian maderas, cemento y hierro, a los laboriosos e inteligentes hermanos Gómez, que integran la sociedad “José Gómez y Hermano” quienes con todo éxito han sabido explotar ese comercio desde hace casi nueve años, (la casa fué fundada en 1910), y llenos de satisfacción han visto sus esfuerzos y sus labores coronados por el más sonoro de los éxitos.
Bajo la gerencia de uno de ellos, don José Gómez Palazuelos, el éxito ha tocado a sus puertas. En muy poco tiempo igualaron, gracias a su honradez y laboriosidad, la altura de las otras casas análogas de la capital, y un poco más tarde les vimos ya dueños por completo del triunfo, difundiendo maravillosamente sus hierros y su cemento por todo el interior de la isla, y consiguiendo, por medio de su escrupuloso cumplimiento, ganar ese difícil lauro con que sueñan todas las entidades comerciales, y que representa la felicidad asegurada: el crédito ilimitado en la banca y el comercio.
Consolidada la firma Gómez y Hermano, pudo perfectamente ramificar sus operaciones fuera de la isla, y hoy es considerada en el comercio extranjero —cosa que constituye otro lauro difícil— como una de las casas a las cuales dar crédito y confianza es lo más corriente y natural.
En esta hora en que la Habana ve alzarse las construcciones modernizadas cubriendo su suelo prodigiosamente, la casa Gómez, (sita en el cruce de Fábrica y Concha) ha sabido multiplicar su ramo para atender al progreso de esas construcciones, que mañana darán a la ciudad el aspecto de un Buenos Aires o un Río Janeiro.
Dejado, pues, consignado en estas cortas líneas los continuos triunfos y progresos de la casa “José Gómez y Hno.”, sólo nos resta, como la más justa de las recompensas, felicitar calurosamente a los hermanos Gómez, modelos de laboriosidad y honradez, por ser vincitores en estos días en que se multiplican todos los ramos comerciales, afanosamente, y la lucha se encuentra recrudecida por la afluencia de capitales.
El Fígaro tiene a mucho orgullo consignar en sus páginas esa felicitación, y saludarles como luchadores vencedores.
Roger de FLOR.
Bibliografía y notas
- De Flor, Roger. “Caduceo Vincix”. Revista El Fígaro. 1919.
- De interés: Personalidades y negocios de la Habana
- Tráfago: m. Conjunto de negocios, ocupaciones o faenas que ocasionan mucha fatiga o molestia. Desbordado por el tráfago de sus ocupaciones (R. A. E.). ↩︎
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