
La Compañía Litográfica de la Habana. A las llamadas “litografías”, casas que cultivaban de manera rudimentaria las artes gráficas, sucedieron en la Habana otras que representaban verdaderos adelantos y que estaban a la altura de otras similares del extranjero.
A mediados del siglo XIX la litografía empezó a extenderse en la Habana. Las casas a ella dedicadas tenían maquinaria primitiva y usaban los más rudimentarios métodos para realizar el trabajo que consistía, principalmente, en cubiertas para los cajones de tabaco de cuyas cubiertas había buena demanda.
Para otras manifestaciones del arte litográfico, carteles, facturas, etiquetas, almanaques, diplomas, etc., etc., era preciso recurrir al extranjero; y Francia y Alemania en primer lugar, tenían buen mercado en Cuba.
Como en las demás industrias, ocurrió en la litografía que poco a poco fué progresando y así en 1890 vemos que existían cuarenta máquinas en Cuba, entre grandes y pequeñas; y los aparatos complementarios como troqueladores, máquinas de dorar y de broncear, tórculos para dar relieve, etc., no llegaban a un centenar. Entonces empezóse a imprimir sobre piedra.
En 1916 contaba la industria con ochenta máquinas grandes, de marcha ligera, con alimentadores y secadores de papel automático, y entre ellas figuraban las llamadas Offset que eran la última palabra en la industria litográfica y que realizaban cuatro veces más trabajo que las máquinas planas, y que imprimían dos colores a la vez perfectamente.
En el año 1906 existían, y rendían buena cantidad y calidad de trabajo, varias litografías entre las que merecen citarse las que giraban en plaza con las firmas “Rosendo Fernández y Co.”, “Guerra, Hermano y Pérez”, y “J. M. García y Hermano”, haciéndose con las citadas una fuerte empresa que las agrupó a todas en una constituyéndose entonces la “Compañía Litográfica de la Habana” con un capital de $1.000.000 y una reserva de $90.000.
El primer Consejo Directivo lo constituyeron el señor Rosendo Fernández Gamoneda, Presidente, secundado por valiosos compañeros; pero por fallecimiento de aquél procedióse a la formación de una nueva Directiva en la cual, además de los componentes de la primera ingresaron los señores Agustín Guerra Valo, José M. García y García, Juan Guerra Valo, Avelino Pérez Vilanova, y Celestino Fernández, en calidad de vocal contador, presidente director, vicepresidente, vicedirector y vocal tesorero respectivamente.
La “Compañía Litográfica” era una de las más prósperas industrias del país, y tenía instaladas las oficinas y talleres centrales en la calle de San José esquina a Rayo, y otras dos grandes fábricas situadas en las calles Zanja y Lealtad y San Nicolás, 124.
Lo exquisito de la producción de la Compañía Litográfica hizo que su fama y crédito después de hacer populares en Cuba las trabajos de tan acreditados talleres, traspasaran el mar y así vemos que muchos encargos de grandes manufacturas y casas de comercio que anunciaban artísticamente sus productos, encargaban a la Compañía Litográfica de la Habana muchos trabajos como son carteles, etiquetas, etc. etc.

Ello solo ya dice bastante acerca de la perfección del trabajo que se realizaba en la Compañía, el cual estaba a cargo de no menos de seiscientos operarios de ambos sexos.
Una gran cantidad de señoritas cuidaban de la envoltura de paquetes, de atender y manejar las máquinas, los tórculos, de espolvorear el polvo metalescente de oro, plata o cobre, sobre las blancas hojas.
Y como aquellas, los operarios en constante labor atendían a todo, a las máquinas y a todos los accesorios, y de tanto movimiento dirigido con suma pericia y desarrollado con perfecto conocimiento surgía una producción que fue honra de la industria nacional.
Y ya que de maquinaria hemos hablado, digamos que la que empleaba la Compañía Litográfica de la Habana estaba movida por un motor de ciento cincuenta caballos de fuerza, la que era trasmitida a todos los departamentos.
La Compañía, como era lógico que así lo hiciera, se preocupó mucho de tener “artistas propios”: dibujantes y pintores.
Ello era de suma importancia pues, a lo mejor, una casa sea del ramo que fuere, quisiera anunciar un producto artísticamente y encargaba el dibujo original, el que habría de servir para hacer la reproducción litográfica, a un dibujante o pintor de cuyos méritos no cabría dudar.
Pues bien; dicho artista, desconocedor de la técnica litográfica, es posible que hiciese una bella composición y que esta, por no haberse combinado debidamente los claro-obscuros en ella, o por haber hecho trazos demasiado finos en los últimos términos del dibujo, resultase inaceptable a los efectos de la reproducción.
Y todo esto se evitaba con artistas propios: conocedores del dibujo y de la pintura y al mismo tiempo familiarizados con los secretos y los efectos de la litografía.
En cuanto al mercado que la Compañía Litográfica se abrió en el extranjero hay que convenir en que la exportación litográfica se debía casi exclusivamente a los efectos de la guerra europea…
Empero también servía para demostrar la bondad de los trabajos cubanos, puesto que desde los Estados Unidos, del país que posee los establecimientos litográficos más grandes que existen, se recibían en Cuba muy importantes órdenes para las marcas de tabacos:
Webster, Charles The Great, Great-Chen, Rey Oma, General Cchilds, Reynaldo, Chancellor, Van Dyk, Schwarz, Philmora, Príncipe de Gales, Primodora, Santaella, Cuesta y Rey, Ignacio Haya, Caswell, F. Lozano y la perfumería Hudnut y muchas otras que sería prolijo enumerar.
Estas marcas se surtían de Alemania y al estallar la guerra pasaron sus órdenes a nuestro país, porque los Estados Unidos no se habían dedicado como nosotros, a producir esta clase de trabajos finos.
La litografía en Cuba, con ser grande y variada en sus producciones, no quedó circunscripta a la impresión de papeles y cartones: existieron bien montados talleres que imprimían sobre hoja-lata los colores más finos y brillantes y sus dorados y sus relieves, llegaron en pocos años de funcionamiento a ocupar un primer puesto en esta rama de nuestra industria.
La impresión de hoja-lata vino a facilitar el desarrollo de la industria conservera cubana, propendiendo igualmente a la creación de otras similares, poniendo a su alcance toda clase de envases litográficos.
La importación de trabajos litográficos, ha quedado reducida a su más mínima expresión. Los grandes carteles anunciadores son impresos en el país, excepto aquellos que los fabricantes de productos extranjeros envían a sus agentes.
Solo los trabajos del género artístico y cuyas planchas originales resultan excesivamente costosas, son los que todavía se importan y pocas veces fueron editados en nuestro país. Pero ello tiene su explicación: las grandes litografías extranjeras ordenan la ejecución de distintos tipos adecuados para la venta; imprimen cantidades alzadas de ejemplares de cada tipoy lanzan sus agentes por el mundo entero, detallando sus producciones en todas cantidades.
He aquí por qué en Cuba no ha sido posible dedicarse a esta clase de trabajos con resultados satisfactorios. Nuestro mercado es limitado y a él tenemos que concretarnos.
Al hablar de la litografía cubana y de sus progresos debe mencionarse, rindiendo culto a la verdad y a la justicia, a un ilustre industrial, que ha pasado los mejores años de su vida laboriosa defendiendo y desarrollando la industria, con perseverancia e inteligencia, recogiendo durante sus frecuentes viajes por Europa y América todo lo nuevo y útil, en maquinaria y procedimientos que pudieran propender al mayor auge de la litografía.
Este hombre inteligente y perseverante, perpetuo enamorado del arte litográfico, se llamó en vida, don Rosendo Fernández Gamoneda, a quien, en gran parte, debe esa industria el grado de adelanto que alcanzó.
La Compañía Litográfica de la Habana fue comprada por Dayton Hedges en 1931.1
La Litografía en Cuba. Una conferencia de don Avelino Pérez2
En el hotel Plaza, donde el Club Rotario de Cuba, en el que esta sociedad celebra sus reuniones los jueves, fué pronunciado una conferencia por el señor don Avelino Pérez, vicedirector de la Compañía Litográfica de la Habana la cual por la importancia que encierra y por tratarse de asuntos de actualidad que afectan a muchas industrias cubanas, consideramos de interés general y por lo que la publicamos íntegra para conocimiento de nuestros lectores.
La conferencia que ha dado nuestro distinguido amigo el señor, don Avelino Pérez, trata del Origen de la Litografía en Cuba, su desarrollo y desenvolvimiento, antes y después de la guerra.
La litografía, señores fué inventada por el alemán Aloy Senefelder, allá por el año 1796 y llevada a Francia pocos años después por su inventor.
Sufrió grandes contrariedades en sus comienzos y para su desarrollo fué necesario que la ciencia inventara o adaptara toda clase de aparatos, máquinas y procedimientos, siguiéndose en esta industria como en todas las que suponen un adelanto positivo para el progreso humano, el proceso evolutivo que marcha paralelo con la mayor cultura y engrandecimiento de las naciones.
Ya estaba, bien definida la industria litográfica en Europa, cuando hizo su aparición en Cuba en la mitad del siglo XIX, presentándose en la Habana en su forma más primitiva, pues por toda maquinaria contaban entre los tres o cuatro modestísimos establecimientos que se instalaron, con una docena de pequeñas prensas de mano.
Años más tarde, uno de estos establecimientos, importó una máquina de imprimir, pero ella era movida a mano por medio de su voladora.
Los trabajos que en aquella época se producían en Cuba, eran de lo más sencillo y rudimentario, contentándose los litógrafos con rellenar los trazos con uno, dos o tres colores en forma de mancha, sin gradaciones, que denominaban “Iluminado”.
Los recursos de estos establecimientos eran tan limitados que no les permitían adquirir las maquinarias y aparatos necesarios para producir mejor trabajo y la ya entonces floreciente industria tabacalera cubana, miraba con indiferencia los esfuerzos que hacían aquellos litógrafos para romper los viejos moldes y surgir a la vida del progreso.
Todos los trabajos de alguna finura eran encargados al extranjero. Francia primero y luego Alemania han sido hasta el año 1880 las principales proveedoras de trabajos litográficos a las Industrias cubanas, de quienes precisamente dependía el desarrollo de nuestra industria litográfica.
Desde esa época, con la importación de algunas maquinarias más adelantadas y ya movidas a vapor y con el esfuerzo de algunos operarios inteligentes, empezó el desarrollo positivo de la litografía cubana, produciendo un trabajo más perfeccionado y siéndole posible tomar posiciones frente a los competidores extranjeros.
Año tras año, han venido importándose otras máquinas de mayor tamaño y aparatos para la manipulación de los trabajos y así llegamos al año 1890 entre inconvenientes y dudas, pues, existía arraigada la creencia entre nuestros litógrafos, de que nuestro clima era contrario, por su influencia sobre las tintas y papeles a la producción de trabajos finos y delicados.
Pero la constancia y el esfuerzo de aquellos industriales y operarios celosos del adelanto, ha triunfado al fin y desde entonces la vida de la litografía en Cuba entró por la senda del progreso…3
Datos de interés:
Rosendo Fernández Gamoneda
![Rosendo Fernández Gamoneda [2], Pablo Soler y Guardiola [1], Avelino Pérez [5], J. Francisco de Cárdenas [4], Celestino Fernández [3], visitando la Exposición Nacional de 1911.](https://cubamemorias.com/wp-content/uploads/2025/07/Rosendo-Fernandez-Gamoneda-Compania-Litografica-de-la-Habana-1911.jpg)
De París y en su magnífico automóvil llegó hace unas semanas á Luarca nuestro muy querido amigo el Exmo. Sr. D. Rosendo Fernández Gamoneda. Acompáñale, como siempre, su bellísima hija Lolita y su distinguida esposa, linajuda dama cubana, hermana del Coronel Monteonde, recientemente nombrado ayudante de S. M. el Rey. Nuestra bienvenida más afectuosa. 4
Rosendo Fernández Gamoneda fue presidente director de la Compañía Litográfica de la Habana y socio de honor del Centro Asturiano. Falleció en Madrid el 14 de Agosto 1914.5
Personalidades y negocios de la Habana
Bibliografía y notas
- Jiménez Soler, Guillermo. Las Empresas de Cuba 1958. 3.a ed. La Habana: Ciencias Sociales, 2014. ↩︎
- “La Litografía en Cuba. Una conferencia de don Avelino Pérez”. Diario de La Marina. Año LXXXIV, núm. 192, 15 de agosto 1916, pp. 1. 7. ↩︎
- Es este solo un pequeño extracto de la conferencia de Avelino Pérez debido a su extensión, puede consultarla en la fuente citada. Nótese que muchos de los detalles del articulo principal provienen de esta (N. del E.). ↩︎
- Castropol. Año IV, núm. 113, 30 de agosto 1908, p. 7 ↩︎
- “Unión de Fabricantes de Tabacos y Cigarros de la Isla de Cuba”. Diario de La Marina. Año LXXXIL, núm. 247, 5 de septiembre 1914, p. 4 ↩︎
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