La Ermita de Monserrat símbolo de la matanceridad por: Arq. Ramón F. Recondo Pérez
El sueño de devolverle vida y esplendor a una valiosa edificación, no sólo por su arquitectura, sino por tantos y tantos valores, es hoy una realidad, ahora si podemos decir que tiene la vida que entregó a la matanceridad, y a la formación de nuestra identidad. El nuevo reto es cuidarla y preservarla…
Arq. Ramón F. Recondo Pérez
Un poco de historia
La ciudad de Matanzas, fundada el 12 de octubre de 1693 por disposición del Rey Carlos II del 25 de septiembre de 1690, atendiendo a los lineamientos del plano remitido tres años antes por el Gobernador José Fernández de Córdoba, que fijaba entre nuestros dos ríos el lugar para el levantamiento de la llamada “planta” de constitución de la ciudad, fue ampliando su población a partir de las 30 familias traídas de Islas Canarias con asturianos, gallegos, catalanes, vizcaínos y otros hombres y mujeres de otras regiones de España. Los catalanes se distinguieron desde un principio por su quehacer tanto en la vida socioeconómica como en lo cultural.
El 12 de septiembre de 1872, Don José Baró y Sureda presentó una moción, para la construcción de la Ermita en las Alturas de Simpson, llamadas así por ser los propietarios de estos terrenos de apellido Simpson, conocida ya por el pueblo como alturas de Monserrat por la celebración en ellas de las fiestas a la virgen de ese mismo nombre y porque los catalanes escogieron este lugar para rememorar la montaña de Monserrat.
Aprobada en moción por la Junta Directiva de la Sociedad de Beneficencia Catalana, se nombró una comisión compuesta del mismo D. José Baró y Sureda, D. Francisco Aballí, D. Bartolomé Borrel, D. Casimiro Gumá y D. Salvador Condaminas, para que presentaran el proyecto y presupuesto de construcción de la Ermita.
Aprobada la propuesta de la Comisión se dio inicio a la obra. Con la colaboración de los catalanes residentes en Matanzas y de los miembros de la comisión, que aportaron considerables recursos, como materiales de construcción y dinero, se terminó la Ermita, con altar, ornamento y otros objetos.
Don Bartolomé se ofreció como maestro de obra con arreglo al plano, del que debe existir copia en el Obispado, ya que para la realización de esta construcción, la Sociedad de Beneficencia Catalana solicitó la correspondiente autorización, con fecha 12 de septiembre de 1872, al Sr. Gobernador del Obispado y del Sr. Vice Real Patrono, la cual le fue concedida previa rectificación de los planos que se presentaron por el primero el 24 de octubre, por conducto del cura Vicario de esta ciudad, y por el segundo por conducto del Gobernador de la misma el 3 de diciembre, ambas fechas del citado año de 1872.
Los terrenos para dicha fábrica fueron cedidos por las sucesiones de D. Diego Lorenzo y D. Antonio María Simpson, para constancia hacemos copia textual de la primera inscripción de esa finca en el Registro de la Propiedad de Matanzas, que comenzó sus funciones como tal en 1880 y la tomó así del Antiguo Registro:
«En el folio 408 vuelto del libro 22 antiguo se haya una partida marcada con el número 608 de los que tener literal es el siguiente: Don José Baró y Sureda, Don Casimiro Gumá, Don Bartolomé Borrel y Don Salvador Condaminas, individuos comisionados por la Junta Directiva de la Beneficencia Catalana, y en nombre y representación de todos los hijos de Cataluña, Islas Baleares y descendientes de los mismos en esta jurisdicción de Matanzas, por escritura de 30 de septiembre último en el Archivo de Guerra aceptaron la cesión hecha por las sucesiones de D. Diego Lorenzo y D. Antonio María Simpson, cuyos linderos son los siguientes, cien metros de extensión por el Este, lindando con la calle de Santa Isabel, otros cien metros hacia el Oeste, lindando con el terreno de los otorgantes, trescientos veinte y cinco metros por el Norte, lindando con el derriscadero del Estero y otros trescientos veinte y cinco metros pos el Sur, lindando con terrenos de los cedentes, cuya cesión la hacen gustosamente con el objetivo de que se construya en los terrenos referidos en las Alturas de Simpson una Ermita consagrada a la virgen de Monserrat, patrona de Cataluña, bajo los términos siguientes – Los Catalanes y sus descendientes se obligan a pagar los tributos del capital acensado en los terrenos de la loma de Simpson, a favor del Hospital de San Lázaro en La Habana, en la parte que corresponda al terreno cedido.»
«…Matanzas, noviembre 14 de 1872, Domingo. Hay una rúbrica. Certifica igualmente que careciendo el asunto transcrito de alguna de las circunstancias que contempla la descripción de la finca, le adicione con arreglo a una instancia suscrita, por Don Joaquín Castañor y Salieru como director de la Sociedad de Beneficencia Catalana en la siguiente forma: en el terreno a que se contrae dicho asiento construyó dicha sociedad a sus expensas, en un terraplén o plaza de unos seiscientos metros planos rodeado de un pretil y muro de contención de sillería, una Ermita o templo que se inauguró el 8 de diciembre de 1875.»[1]
Las Fiestas de los Catalanes o Fiesta de la Colla devinieron en una celebración de todos los grupos regionales que residían en Matanzas. La palabra «Colla» que en la provincia de Barcelona significa: “la agrupación de individuos que se reúnen para regocijarse pasando un día en el campo y expansionar el ánimo”, fue transculturada a esta tierra, donde los Catalanes trataron de reproducir las mismas romerías que hacían en su lejana patria.
La primera romería catalana de que se tiene noticia se realizó en 1870 con gran esplendor y popularidad. Llenos de recuerdos de la famosa montaña de Monserrat en Barcelona, España, – Monserrat para los Catalanes era su patria y su vida -, del santuario y la virgen morena, de las romerías y peregrinaciones, escogieron las alturas de Simpson para celebrar sus fiestas y debido al gran éxito alcanzado por aquella romería, la Sociedad Catalana y Balear de Beneficencia promueve la idea de construir la Ermita en Matanzas para revivir y contemplar las costumbres de sus antecesores.
Las fiestas celebradas en septiembre de 1871, con motivo de la unión de todas las provincias de España y que concluyeron con gran éxito, dieron inicio a un proceso que culminó el 7 de diciembre de 1875: la inauguración de la Ermita de Monserrat. A partir de este año las fiestas se celebrarían cada 8 de diciembre, el día de la Purísima Concepción de María Santísima, patrona de España.
Referencias históricas señalan que en 1874 fue terminada de construir la citada Ermita, ubicada en la cúspide del Valle de Yumurí. La construcción se había iniciado el 8 de septiembre de 1871. De la arquitectura de la Ermita y otras edificaciones aledañas también nos deja constancia esta inscripción.
«…su fachada principal al Este, formando su planta un cuadrilongo de doce metros de frente por veinticinco metros con cincuenta centímetros de lado, sus arcadas sostienen una sola nave, su arquitectura pertenece al orden dórico, su fábrica de sillería y el techo de madera y tejas, la fachada con una puerta central está coronada por un segundo cuerpo en forma de torre cuadrangular sobre la cual se eleva una especie de tímpano rodeado de una baranda de hierro donde hay colocada la campana y rematado el todo con una cruz y un pararrayos; y al fondo de dicha Ermita y hacia la izquierda se construyó así mismo una casa de madera con horcones y tejas del país, que incluyendo el colgadizo cuenta con una extensión de veinte metros de largo por ocho de ancho y al fondo de esta casa un departamento algo separado a la cocina construido de mampostería, tabla y tejas de unos ocho metros de frente y doce de fondo.»[2]
Según se recoge en la inscripción, concuerda el asiento preinserto con su original y que todo lo demás consta de las relacionadas instancias y licencias de fabricación. Para que conste, a solicitud de D. Joaquín Castaner, verificó la misma con fecha 23 de diciembre de 1890 José L. Enríquez (P S).
Se dice que estos terrenos pertenecieron con anterioridad a Doña María Alfonso de Armas. Su construcción en las Alturas de Simpson fue un acto muy acertado ya que posee una hermosa vista del Valle de Yumurí y la ciudad de Matanzas.
Conjuntamente con la construcción de la Ermita, se realizó la escultura de la virgen de Monserrat por el escultor Don Juan Roig y Soler, y fue considerada una obra de arte. Es trasladada a la Iglesia Parroquial el 29 de noviembre de 1875 y de ella a la Ermita el 8 de diciembre de ese mismo año para la inauguración.
El 7 de diciembre de 1879 fue conducida una nueva imagen de la virgen de Monserrat a la Ermita. La prensa de la época deja constancia de ello:
“Junto al Señor Gasser, secretario de la directiva de la Sociedad Catalana, admiramos la preciosa imagen de la virgen de Monserrat, traída de Barcelona por encargo de dicha sociedad para las próximas fiestas.”
“La imagen como escultura es obra de no poco mérito, y fue colocada en una peana hecha de corcho, figurando las celebradas montañas del Principado Catalán. El artista que se brindó a la obra no se olvidó de los escolares o colegiales, que vemos en los cuadros en actitud de cantar en honor a la virgen.”[3]
Se habla de una tercera virgen, pero hasta el momento no hay prueba documental de ello. Se hace referencia además que según la segunda y tercera inscripción correspondiente a la Ermita y que consta en el Registro de Propiedad, los herederos de D. Diego Lorenzo y D. Antonio María Simpson, cedieron el derecho expectante que se reservaron sus causantes para adquirir la finca de este número a favor de la Sociedad Casino Español de Matanzas, Centro de la Colonia, de igual forma lo hizo la Sociedad Catalana y Balear, con el acuerdo tenido por la representación de todas las sociedades regionales en sesión celebrada el 12 de enero de 1899, en que se acordó la fusión de las mismas, llevándose esto a efecto por lo que respetaban a la Sociedad Catalana con condiciones, entre ellas la que la Sociedad Casino Español se obliga a conservar y no gravar en ningún tiempo, los terrenos y construcciones de la Ermita, ni los nuevos que se hicieran, conservando también en la Ermita la consagración perpetua del culto a la virgen, cuya imagen ocuparía siempre el altar mayor.
Así como el Casino Español en caso de disolución estaba obligado a devolver gratuitamente la finca en que se construyó la Ermita a los Catalanes y Baleares que en la fecha de dicha disolución fueran miembros de dicha sociedad y que estos se obliguen a sufragar los gastos que ocasionen la conservación de la Ermita y el culto de la virgen, y si no existieran Catalanes y Baleares como socios del Casino se procedería en todo con arreglo al artículo 77 del reglamento de la Sociedad. Siempre deberá existir una comisión nombrada por el Casino, la mitad de la cual estaría compuesta de Catalanes y Baleares socios del mismo si los hubiera y aceptasen el encargo de ocuparse del orden y conservación de la Ermita y de sus anexos.
Se plantea también que el entonces guardia de la Ermita Don Enrique Pruneda se le conservaría en su destino cumpliendo con su obligación a juicio de la Sociedad y en caso de que este quedara vacante por cualquier motivo, sería preferido para su desempeño un catalán que reuniera las condiciones necesarias. Fue expedido un testimonio que se repartió entre los entonces socios de la Sociedad Catalana y Balear y el original fue depositado en el Consulado Español de la Ciudad de Matanzas para que el mismo con su carácter oficial tome y en uso de las facultades especiales que desde luego le confería, pudiera bien de oficio o a petición de cualquiera de los socios de la sociedad que se extingue, el cumplimiento de todas y cada una de las condiciones anteriores.
Según declaraciones de los interesados el valor de esta finca y sus accesorios, aportada a fusión, ascendía a 23 600 pesos en oro español, incluyendo en esta cantidad 1 600 pesos en efectivo metálico. En virtud de todo lo antes explicado la Sociedad Casino Español de Matanzas, inscribió la propiedad de la finca en que se construyó la Ermita a título de aportación con las condiciones expresadas. Todo lo antes referido se realizó ante el notario Don Guillermo Caballero y Rodríguez y la firma Fernando González Veránea.
¿Por qué la Ermita en las Alturas de Simpson?
En Cataluña existe una montaña llamada Monserrat, que traducido del catalán significa Monte Cerrado, debido a la forma de diente de sierra muy unidos que presenta. El origen geológico de la Montaña es sedimentario. Al final de la era secundaria existía en la base de la actual montaña el delta de un río que desembocó en un gran lago. Cuando el continente se hundió, el lago se secó y el delta formó una gran masa de conglomerados. Esta gran masa vulnerable a los agentes atmosféricos, durante sucesivos milenios, con los movimientos tectónicos ha asumido la forma de un áspero relieve tallado.
En su cima se encuentra un inmenso monasterio, a 20 kilómetros de Barcelona, dedicado a la virgen que lleva ese nombre, Santa María de Monserrat, patrona de Cataluña. Las primeras peregrinaciones a esa zona se remontan al siglo IX. Este monasterio se fundó en 1025. Fue destruido durante la guerra de independencia, pero acabada esta se reconstruyó y fue repoblado.
Actualmente lo habitan los monjes Benedictos y los Escolans, que es el coro de niños cantores más antiguo de Europa. El 7 de noviembre de 1982, el Papa Juan Pablo II visitó Monserrat. El 18 de agosto de 1983 un gran incendio forestal devastó gran parte de la montaña. En 1987 la montaña fue declarada Parque Natural. Se estima que anualmente visitan este lugar más de un millón de personas.
En este Monasterio se venera a la virgen de Monserrat. Esta es llamada cariñosamente por los fieles Moreneta (traducido del catalán significa morenita), por su tez negra, debido a las numerosas lámparas y velas que solían colocarles los creyentes en la cueva de Monserrat, donde fuera descubierta y venerada inicialmente. En 1812 fue proclamada patrona de Cataluña. Tiene un niño en sus brazos y una bola del mundo en su mano. Cuenta la leyenda que unos pastores que estaban pastando sus ovejas cerca de Monserrat descubrieron a la virgen en una cueva en medio de un resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del Obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar, entonces fue depositada en una Ermita cercana y permaneció allí hasta que se construyó el actual Monasterio de Monserrat.
Se acostumbra visitar a la Virgen en su santuario en aniversarios, jubileos y fiestas familiares. Existe un refrán de que un hombre no está bien casado sino hasta que lleve a su esposa a Monserrat. Los catalanes cantan a la virgen: “Rosa de abril, morena de la sierra, de Monserrat al cielo. Iluminad la catalana tierra, guiadnos hacia el cielo, guiadnos hacia el cielo”.[4]
Los oriundos de Cataluña radicados en Matanzas, celosos permanentes de su lengua y costumbres escogieron Las Alturas de Simpson para representar la maravillosa montaña catalana. De esta forma guiados evidentemente por el recuerdo de su patria chica comenzaron a denominar al lugar «Alturas de Monserrat», convirtiéndose este, desde la década del 70´del siglo XIX, en lugar de peregrinación y enclave para festividades diversas, con énfasis en la fiesta de la Colla celebrada, desde la terminación del templo hasta 1926 y rescatada en los años 70.
La primera romería catalana de que se tiene noticia se realizó en 1870 con gran esplendor y popularidad. Llenos de recuerdos de la famosa montaña de Monserrat en Barcelona, España, -Monserrat para los Catalanes era su patria y su vida-, del santuario y la virgen morena, de las romerías y peregrinaciones, escogieron las alturas de Simpson para celebrar sus fiestas y debido al gran éxito alcanzado por aquella romería, la Sociedad Catalana y Balear de Beneficencia promueve la idea de construir la Ermita en Matanzas para revivir y contemplar las costumbres de sus antecesores.
Las fiestas celebradas en septiembre de 1871, con motivo de la unión de todas las provincias de España y que concluyeron con gran éxito, dieron inicio a un proceso que culminó el 7 de diciembre de 1875: la inauguración de la Ermita de Monserrat. A partir de este año las fiestas se celebrarían cada 8 de diciembre, el día de la Purísima Concepción de María Santísima, patrona de España.
Referencias históricas señalan que en 1874 fue terminada de construir la citada Ermita, ubicada en la cúspide del Valle de Yumurí. La construcción se había iniciado el 8 de septiembre de 1871.
Pasado de su entorno
En la época de esplendor de la Ermita, no se accedía a ella por la carretera actual, su acceso era direccional con la calle Domingo Mujica, y desde el inicio del ascenso se apreciaba la belleza del Valle de Yumurí, con su río llamado en otro tiempo Yaguarimú. El camino, aunque deteriorado, conserva su trazado. La entrada se aprecia por ruinas de lo que fuera un portón con tres escalones, dos columnas con adornos semejando jarrones en su cima, herrajes de lo que sería una puerta principal de acceso y muy cerca de estos testimonios de época, un original lugar de descanso, un pequeño banco de cantería en forma circular con una inscripción ilegible de mármol.
Traspasado el portón, continúa el camino de acceso sembrado a ambos lados de árboles, hasta llegar a una pequeña escalera muy ancha donde comienzan los muros laterales con bancos, todo de cantería para disfrutar del bello paisaje del Valle, la espléndida Bahía y la tricentenaria Ciudad de Matanzas; atributos paisajísticos que se suman al valor histórico – cultural de la Ermita.
Al comenzar cada muro se leía en dos pequeñas placas de mármol “Avenida Pedro Bea”. Los muros con bancos estaban en bastante mal estado, su deterioro se debió en parte a la acción de las raíces de los árboles del jardín, al socavamiento de las laderas de la explanada de la Ermita y a la acción depredadora del hombre.
Sobre ellos fue necesario actuar a profundidad para restaurarlos y devolverles su fuerza y solidez. Subida la pequeña escalinata, se encuentra el espacioso jardín con árboles frondosos, mal cuidados, pero con potencialidades de recuperar su hermosura, y las ruinas de lo que fueran los pedestales de las cuatro esculturas que simbolizaban las regiones catalanas, con sus escudos y las diferentes producciones agrícolas que caracterizaban esos territorios, Gerona y Barcelona (a la derecha) y Lérida y Tarragona (a la izquierda).
Estas esculturas figurativas de indiscutible belleza, para el inicio de los trabajos de restauración habían desaparecido, tantos las originales de terracota, como las réplicas elaboradas para la filmación de la película «Cartas en el Parque».
La fachada, a pesar del deterioro, conservaba su belleza, mostrando su simétrica composición, sus proporcionados vanos, su sencillo campanario y en muy buen estado, la tarja, encima del acceso principal, que testifica el tiempo transcurrido.
En la misma explanada, pero en el fondo de la edificación, otro significativo elemento, una sencilla pieza, al estilo de las fuentes de la época, que pocas veces vertió agua, por la inexistencia de fuentes de abasto en la explanada superior (toda el agua que se consumía en el templo la proporcionaba el espacioso aljibe que ocupa la proyección en planta del templo), y que decoraba el amplio patio jardín que tantos y tantos años ha acogido la Fiesta Catalana de la Colla.
La edificación ayer
El estado de conservación del edificio llegó a ser deplorable; eran prácticamente ruinas que borraban belleza y esplendor. La calidad de los materiales empleados y su magnífica ejecución, permitieron que sus muros exteriores se mantuvieran en pie, luego de ser abandonada.
Derrumbes parciales y pérdida de elementos estructurales hacían suponer que nunca jamás podría rescatarse la edificación, pues a ello se sumaban los limitados recursos materiales y financieros del momento en que se tomó la decisión de hacerla renacer.
Perdió completamente la cubierta, los pisos interiores y la mayoría de los elementos complementarios componentes a pesar de lo cual se mantenía en pie.
La ausencia de la cubierta favoreció el crecimiento de vegetación, no sólo los espacios interiores, sino en muros y pretiles. De no actuarse rápidamente, la integridad del inmueble se agravaba por día. El revestimiento de los paramentos estaba seriamente dañado, más en el interior que en el exterior, por la acción del intemperismo, las lluvias y la humedad, lo que dañó seriamente los detalles de la decoración de columnas y cornisas.
La carpintería, la herrería, el piso y hasta el acero del entrepiso de viguetas y bovedillas colocado en un intento de rescate anterior (inicios de la década del 90 del siglo pasado) fueron saqueados, sólo algunos elementos de granito integral colocados en vanos y pisos, lograron permanecer en su sitio por la buena colocación de los mismos.
La estructura se vio afectada por la colocación viguetas y bovedillas en el entrepiso de la parte anterior, en sustitución de la viga de madera y tablas originales. Al área del fondo se le hicieron múltiples añadiduras, y hasta se demolió la escalera original que permitía el acceso al segundo nivel posterior, lugar donde habitaron, hasta 1983 los catalanes que velaban por la integridad del inmueble, pues fue a partir de ese año, con su traslado hacia la nueva urbanización del Naranjal, que comenzó paulatinamente el deterioro.
La escalera caracol de madera de acceso que permitía la comunicación vertical con el área del mirador superior donde se encuentra el campanario desapareció como elemento. Otros elementos desaparecidos fueron: el altar de corcho donde estaba colocada la virgen, del cual sólo testifican su existencia, además de las descripciones de los documentos de época, imágenes tomadas en las bodas y bautizos que allí se celebraron. También desaparecieron el falso techo, los santuarios o altares laterales, y todas las instalaciones técnicas con sus accesorios, vestigio de lo que fuera el sistema de drenaje de la cubierta y recolección de las aguas pluviales conducidas hasta el aljibe. Se perdió también parte del mobiliario, y el resto se llevó a otras instalaciones públicas y religiosas de la ciudad. La virgen también sufrió deterioros que esperan por un proceso de restauración.
Recuperar la Ermita de Monserrat y reutilizarla no fue tarea fácil, constituyó un reto y un compromiso de alta significación con nuestra ciudad de Matanzas, la Atenas de Cuba, y con todos aquellos que, como yo, la amamos y la anhelamos lúcida y resplandeciente. Devolverle sus valores patrimoniales, símbolos de su existencia fue una deuda que asumimos saldar todos los que emprendimos esta empresa, con mucha voluntad y deseos de hacer. Esta secuencia de fotos nos muestra el deterioro de este bien patrimonial en el último decenio, y es desde estas condiciones que se empieza a gestar y materializar la necesidad de su inmediata y necesaria intervención para no perderlo.
La conceptualización
La Ermita de Monserrat, patrimonio tangible de la ciudad de Matanzas, y vértice de un patrimonio intangible de tradiciones: une lo construido por el hombre – la ciudad – con la naturaleza – el valle -, y goza de una preferencia especial entre los matanceros y también entre los visitantes. Esta singular edificación ha esperado por la materialización de un adecuado proyecto de intervención, que borrara las huellas dejadas por el abandono en que estuvo sumida.
Como lugar de excepcional belleza, en su nueva conceptualización se tuvo en cuenta, además, de la jerarquización de su entorno inmediato y de sus áreas exteriores más próximas, una propuesta para mejorar la infraestructura gastronómico-recreativa fuera del área de la explanada superior.
Un aspecto fundamental en la concepción inicial del proyecto, fue el de reforzar su carácter público y de participación, evidenciado en la reutilización de sus espacios en función de la cultura y el turismo, lo que implica un valor añadido.
El proyecto de restauración de la Ermita de Monserrat fue el elemento dinamizador para reconstruir el restaurante, materializar el Centro Nocturno – Mirador, revitalizar el Parque de Diversiones Infantiles y promover nuevas obras de restauración.
Por todos es conocido que las áreas exteriores de la Ermita se encontraban en estado de deterioro avanzado, sin cuidado y carente de elementos significativos que complementaran la majestuosidad y sencillez de la edificación, por lo que la introducción de nuevos elementos como bancos, canteros, fuentes, tratamiento de pavimentos y sistema de iluminación, unido a la restauración de los muros perimetrales y a un proyecto de ambientación y de áreas verdes, ha ayudado a enriquecer el entorno. Rescatar la jardinería en los exteriores formó parte de la concepción medioambiental que ha caracterizado el proyecto de intervención refuncionalizadora.
De gran importancia en el conjunto fue la reconstrucción del muro – banco perimetral, la fuente existente, las bases y las esculturas que simbolizan las cuatro regiones catalanas: Gerona, Barcelona, Lérida y Tarragona, figuras de indiscutible belleza, que se han reproducido con sus escudos y las diferentes producciones agrícolas que caracterizaban esos territorios y las pilastras del acceso peatonal que señalizan la Avenida Pedro Bea. Se pensó en destacar las bases de las esculturas con espejos y chorros de agua, pero la limitación de financiamiento y recursos sólo nos permitieron ejecutar jardineras con bancos. Los trabajos de recuperación y rescate de los elementos de valor patrimonial se definieron desde el inicio. Cada trabajador interiorizó la importancia del trabajo que realizaba e hizo suya la necesidad de preservar y rescatar todo aquello que como parte de nuestro patrimonio cultural e histórico ha contribuido, de una forma u otra, a la formación de nuestra identidad nacional. Debe destacarse que no se contó con fuerza especializada, pues en su mayoría, los obreros fueron reclusos.
Otra de las premisas del proyecto fue diseñar en la explanada superior un espacio de contemplación, que permitiera además la realización de las fiestas tradicionales hispánicas que sumara belleza y colorido al conjunto.
Resultados
La materialización del Complejo Recreativo -Cultural Monserrate además de satisfacer necesidades de distracción y esparcimiento de la población y erigirse como un punto importante de atractivo turístico nacional e internacional, ha contribuido al incremento de la estructura verde de la ciudad en uno de los paisajes matanceros más hermosos: el del Valle de Yumurí.
El rescate y la refuncionalización de la Ermita de Monserrat, ha logrado devolverle a la ciudad uno de sus lugares más importantes de recreación familiar, ahora con nuevos valores culturales, gastronómicos y recreativos.
Entre otros elementos destacables se pueden mencionar el rescate de un acceso peatonal jerarquizado y una mejor accesibilidad vial. La explanada superior se ha rescatado como espacio de contemplación con carácter multifuncional lo cual posibilita la realización de las fiestas tradicionales hispano-cubana.
El proyecto de la Ermita de Monserrat, a la vez que ha logrado salvaguardar los valores arquitectónicos, patrimoniales, históricos y culturales, y la reconstrucción de espacios, elementos funcionales y decorativos propios, ha alcanzado estos propósitos sobre una base que integra armoniosamente lo económico, lo funcional y lo patrimonial.
Gracias a todos los amigos que confiaron en nuestro empeño, y a los que no confiaban también, pues ellos, sin saberlo, nos dieron más fuerzas para lograr nuestro objetivo.
Referencias bibliográficas y notas
[1] Registro de la propiedad: Inscripción primera, finca 5867, libro 116, folio 14
[2] Aurora del Yumurí. 5 de diciembre de 1879, p.2
[3] Aurora del Yumurí. 5 de diciembre de 1879, p.2
[4] La Virgen de Monserrat, patrona de Cataluña. [en línea] 1997. Disponible en http://www.corazones.org
Recopilación documental
- Albuerne Díaz, Nancy. (1986). Papel de las fiestas tradicionales como mecanismo del desarrollo turístico en la provincia de Matanzas. Trabajo de Diploma. ISAI. Matanzas.
- Alfonso, Pedro Antonio. (1854). Memorias de un matancero ausente. Apuntes para la historia de la Isla de Cuba. Imprenta Marsal, Matanzas.
- Archivo Histórico Provincial de Matanzas (-). Sociedades Españolas. Colla Catalana. Legajo 13 Orden 692.
- Casas Vázquez, Antonio (1930). Datos Históricos de la Provincia de Matanzas. Matanzas. Imprenta Estrada, p. 35 – 36.
- Cotarelo Greco, Ramón (1997). Ermita de Monserrat. Girón. Matanzas. Agosto 15, p. 8.
- Menéndez, Miriam. (1989). La Ermita de Monserrat. Semanario Yumurí. Septiembre 23.
- Menéndez, Miriam. Informe de Investigación de la Ermita de Monserrat. Inventario Nacional de Construcciones y Sitios. 1997.
- Molina, Georgina. (1997). Inventario Nacional de Construcciones y Sitios. Dirección de Patrimonio Cultural. Departamento de Monumentos. Matanzas.
- Periódico Aurora del Yumurí. (1871). Matanzas. Septiembre 6 – 7, p. 2 col. 2.
- Periódico Aurora del Yumurí. (1878). Matanzas. Septiembre 8, p. 3 col. 2.
- Periódico Aurora del Yumurí. (1879). Matanzas. Diciembre 5, p. 2.
- Revista Museo. (1988). Visión del ayer. La Ermita de Monserrat. Junio, p. 42 – 43.
- Simpson y Zurriarraín, Luis Fernando. (1884). Guía de los viajeros en Matanzas. Matanzas.
Ramón F. Recondo Pérez, Arquitecto, Presidente de la Sociedad de Arquitectura-SOCA de la UNAICC Matanzas. Presidente de la Sub-comisión de Arquitectura de la Comisión Provincial de Patrimonio de Matanzas.
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