
La sociedad mercantil “Forrajera Cubana” constituyó, para sus organizadores, un éxito completo, un justo premio a la feliz iniciativa tenida y desarrollada con gran conocimiento de la materia. Constituyó otro éxito por el producto elaborado que demostró evidentemente que cumplía, en absoluto, rivalizando con todos, la misión para la que fué lanzado al mercado.
¿Cuál era el producto que elaboraba la Forrajera Cubana? Pienso vegetal. Esta era su especialidad. Este era el producto al que dedicaron capital, conocimientos y energías los directores de la Compañía de que nos ocupamos.
A primera vista, el profano en la materia, no reconocerá la importancia que tenía la industria por medio de la cual se obtenía el pienso vegetal. Y, sin embargo, baste decir que cuando el gobierno de los Estados Unidos ordenó la prohibición de exportar forraje, la Forrajera Cubana fué la que en Cuba se encargó de solucionar tan difícil problema, proveyendo a este mercado de todo el pienso necesario, cuyos precios abarató también considerablemente.

Con este solo hecho, se demuestra la gran importancia de esta fábrica, máxime si se tiene en cuenta que, cuando por efecto de sequías pertinaces, o lluvias constantes, los campos sufrían las consecuencias de los desarreglos atmosféricos y no podían producir lo que constituye el más corriente y más barato alimento del ganado, el pienso vegetal, sabiamente preparado, y elaborado por los más modernos y perfeccionados sistemas, suplía la falta y la suplía con ventaja.
Y en tiempos normales ocurre lo propio.
Mucho ganado, y precisamente aquel cuya labor ruda y constante era causa del gran desgaste orgánico, alimentado con pienso vegetal únicamente, se conservaba lozano y fuerte y rendía la cuotidiana labor no tan solamente sin sufrir quebranto, sino que la rendía como si tal cosa y aumentaba en carnes y fortaleza.
Y esto que decimos, lo confirma una patente de la Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo, que poseía la sociedad, con la que se comprueba la superioridad de este pienso, después de haber sido sometido a un análisis químico.
En un amplio edificio, de planta baja, y de una sola nave, tenía la “Forrajera Cubana” sus almacenes, oficinas y fábrica. Este edificio estaba en la esquina de Zanja y San Francisco, y ocupaba una extensión de media manzana por San Francisco, y una, completa, por Zanja.
Para la fabricación del pienso vegetal contaba la Compañía con maquinaria completa y moderna, la que estaba instalada en el edificio del que antes hemos dado la situación y dimensiones.

Contaba, también, con un motor de 22 H. P. para la producción de fuerza motriz; una mezcladora con capacidad para dos toneladas, produciendo durante cada hora 60 quintales de pienso; elevadores para la materia prima, bomba para la miel, etc.
Toda esta maquinaria funcionaba de la manera más eficaz y sencilla, y su producción era eficiente de sobra tanto por el rendimiento abundante como por la perfección con que lo producía.
Además del pienso vegetal, que era la especialidad de esta casa, la Compañía tuvo almacenes de forraje, maíz y avena. Y cuatro espléndidos camiones para servir los pedidos a domicilio.
El capital social de la “Forrajera Cubana” era de $25.000 y sus ventas ascendían anualmente a $250.000.
Parte de la materia prima que se empleaba en la elaboración del pienso vegetal, se importaba de los Estados Unidos, especialmente de Nueva Orleans, y vendiéndose la producción en el mercado habanero y en el interior de la isla.
Fue digna del mayor elogio la organización interior de esta fábrica, donde los numerosos obreros que en ella se empleaban, rendían diariamente una labor admirable y, desde luego, para ellos provechosa, porque estaban todos interesados, al igual que en las grandes industrias de los Estados Unidos.

Eran gerentes de la Compañía los señores Enrique González de Castro; la señora viuda de Gustavo Menocal; Joaquín Ferrer e Infante y Juan González, estando estos dos últimos al frente de la industria y a cuyos esfuerzos e iniciativas se debió el estado de prosperidad que en breve espacio de tiempo adquirió la fábrica. Por ello, fueron merecedores de que tanto el comercio como el pueblo, les protegiese adquiriendo sus productos.
Y, para finalizar, un detalle que constituye un elogio justo y apoyado en la verdad, de la bondad del pienso vegetal elaborado tan concienzudamente por la Compañía:
Esta contó con un tren de seis carros con sus correspondientes parejas de mulos, y éstos eran tan fuertes que cargaban cuatro toneladas las que conducían de los muelles al almacén como si tal cosa. Eran mulos de talla mediana, gordos y lustrosos y resistentes, alimentados exclusivamente con pienso vegetal.
Con esto está dicho todo…

En septiembre de 1919 la casa Caldwell, Cuervo y Compañía daba aviso a los clientes del Pienso “Forrajera Cubana” de los señores Menocal, González y Compañía de la Habana, que habiendo adquirido de dichos señores la Fábrica y Patente de dicho forraje, eran por tanto los únicos que podían elaborar dicho producto.1
Aprovechaban la oportunidad para recomendar también el Pienso “Caballo Negro” y “Mulo Negro” consumido por el 85 por ciento de los Ingenios de Cuba, establos, vaquerías, etc. Todos estos productos se elaboraban en sus Fábricas de Habana, Cárdenas y Cienfuegos.
Bibliografía y notas
- “Caldwell, Cuervo y Compañía”. Diario de La Marina. Año LXXXVII, núm. 245, 2 de septiembre 1919, p. 10. ↩︎
- Boletín Oficial de la Propiedad Industrial. Secretaría de Comercio. Año XXXIII, núm. 42, enero 1940, p. 18.
- Personalidades y negocios de la Habana
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