La Masonería. Primeras Logias que trabajaron en Cuba. Por Francisco de P. Rodríguez y Gerardo L. Betancourt. Brilló la luz masónica por primera vez en Cuba en el momento mismo que Inglaterra lograba apoderarse de nuestra Habana en 1762.
La logia militar número 218, del Registro de Irlanda, adscripta al Regimiento número 48 de tropas también irlandesas, trabajó en Cuba durante toda la permanencia del ejército de ocupación, es decir, hasta el 6 de Julio de 1763.
Cuando la Gran Logia de Francia, precursora del Gran Oriente, fundó la Masonería en Haití, lo hizo de una manera real y efectiva, logrando infiltrar en aquellos hermanos el amor y el entusiasmo por nuestra Institución, al extremo que cuando, como consecuencia de la Revolución, en 1793, tuvieron aquellos colonos que emigrar, lo hicieron llevando consigo no tan sólo sus bienes y fortunas, sino hasta las logias masónicas en que habían aprendido a trabajar.
Así fué como llegaron a Santiago de Cuba la Perseverance y la Concorde, y a la Habana la Amitié y la Benefique Concorde, en los años 1802 y 1803. La invasión de la península ibérica por las huestes napoleónicas en 1808 trajo tras sí la explosión patriótica del pueblo español y a partir del memorable 2 de Mayo, la guerra entre españoles y franceses fue un hecho.
En Cuba repercutió también el grito y aquellos infelices franceses, ya antes emigrados de Haití, tuvieron que emigrar de nuevo esta vez hacia los Estados Unidos, principalmente a Filadelfia y Nueva Orleans. Con ellos partieron también las logias Perseverance y Concorde, de Santiago de Cuba, quedándose, aunque en estado latente, las de la Habana, cuyos nombre s se tradujeron en Amistad y Benéfica Concordia.
Primeras Logias establecidas en el país
Los hermanos de las logias de Santiago al llegar a los Estados Unidos constituyeron otras de los mismos nombres, cuyas fundaron poco tiempo después la Gran Logia de la Louisiana, mientras que trabajaban para que a otros de sus compatriotas que no temieron permanecer en la Habana se les concediese Carta para una nueva logia, lo que consiguieron en 17 de diciembre de 1804, en que se concedió Carta para la logia Le Temple de Vertus Theologales, primera expresamente establecida en Cuba.
Sucesivamente varias de las Grandes Logias de los Estados Unidos continuaron instalando logias regulares entre nosotros.
Gran Logia Española de York. — Sucesos Posteriores
En 27 de Marzo las logias Templo de las Virtudes Teologales, Delicias de la Habana y Constancia, en gran asamblea reunidas, establecieron la Gran Logia Española de Francmasones del Rito de York, primer cuerpo soberano que existió en este país.
La Gran Logia de Colón.
A partir de 1830 la masonería cubana asumió un aspecto muy especial: la disolución de la Gran Logia del Rito de York, fué sólo nominal: un golpe de efecto para evadir las consecuencias del Real Decreto de 1824.
Las logias continuaron reuniéndose sigilosamente con gran peligro para sus miembros. Los timoratos y poco entusiastas empezaron a flaquear y uno a uno fueron los talleres dejando de trabajar y disolviéndose de hecho, aunque el espíritu masónico cada día estuviera más firme en los hermanos.
Tan sólo dos logias de las antiguas, radicadas en Santiago de Cuba, pudieron resistir y para ellos les fué preciso cambiar su nombre y reunirse cuando podían; así lograron llegar al año 1858.
El movimiento político del país fué dando esperanzas a sus moradores renació la confianza y aquellas dos valientes logias creyeron llegado el momento de volver a la vida activa.
Con el escarmiento pasado y como medida prudente, vista la no disimulada desconfianza que el gobierno español sentía por el de los Estados Unidos, intentaron incorporarse a la Masonería española, a la que sólo conocían de nombre; de hecho el Gran Oriente Hespérico Reformado era el que existía, pero solamente en el papel:
A él acudieron, más parece que debido a su efímera existencia no pudo o no quiso darles calor, por lo que los hermanos volvieron sus ojos de nuevo hacia los Estados Unidos, recurriendo a la Gran Logia de la Carolina del Sur en demanda de protección.
Aquellos hermanos no juzgaron propio, por ser contrario a sus leyes, el admitir logias en pleno en su seno y aconsejaron a los peticionarios que segregando miembros de una y otra pidiera carta para un nuevo taller, el que después, junto con las dos logias primitivas, podrían constituir una Gran Logia cual era su ideal.
Así lo hicieron, recibiendo fechada en 17 de Noviembre de 1859 la carta constitutiva para la logia San Andrés No. 93, con residencia en Santiago de Cuba.
Esas tres logias, reunidas en convención, fueron las que en 5 de Diciembre de 1859 fundaron en la histórica ciudad de Santiago la Gran Logia de Colón.
Desarrollo de la Masonería Cubana unificada
Unificada ya la Masonería cubana, comenzó su nueva etapa consolidándose de una manera efectiva; pero a poco las logias del mismo nombre, que antes se habían separado de la principal, volvieron a fusionarse y todo, todo el cuerpo de la fraternidad en el país, inspirado por Almeida, trató de dedicar sus fuerzas al logro de sus ideales.
La guerra de los diez años (1868-1878) había cesado, el país entero presagiaba mejores tiempos; sin embargo, la falta de personalidad en los organismos masónicos era una barrera insuperable; aunque los talleres habían gastado mucho dinero en arreglar sus templos, no tenían seguridad de ninguna clase, estaban expuestos, como ya había sucedido, a que el gobierno se incautara de ellos.
Almeida hábilmente había venido publicando una serie de artículos titulados La Masonería y el Código Penal, para demostrar que ser masón no era delito. Estos artículos eran como el Apéndice a una polémica que bajo el seudónimo Juan J. Henderson sostuvo en años anteriores con el más temible de los periodistas españoles de aquella época, Rafael de Rafael.
Decidiéronse, al fin, los masones por abordar un campo muy necesitado: la Instrucción Pública. Rara fué la logia cubana que no sostenía o por lo menos contribuía para el sostenimiento de escuelas o costeaba la educación de uno o varios niños, en centros privados, institutos o universidades.
A poco se levantó en la capital una logia que hizo eco: Plus Ultra, en cuyas columnas se alistó lo mejor de la sociedad habanera. Plus Ultra se hizo famosa y murió por haberse desarrollado demasiado pronto.
Reconstrucción de la Masonería
Al evacuar el antiguo Gobierno (español) el país en 1 de Enero de 1899, comenzaron las logias a reunirse; Padilla, siempre entusiasta, logró alquilar el antiguo local de Industria, levantando allí su templo; la Gran Logia pudo celebrar su primera reunión en 26 de Marzo, eligiéndose Gran Maestro a Hernández Barreiro1 y Gran Secretario a Aurelio Miranda2;
Este período de reconstrucción, digámoslo así, no hubiera tenido éxito a no haber sabido llevar la Gran Secretaría con todo el tacto, la fe y la constancia que se necesitaban un hermano de las condiciones de Aurelio Miranda.
Época Contemporánea.
El primer acto de libertad que ejerció la masonería cubana, lo fué precisamente el mismo día 1o de Enero, en que al bajarse la bandera española concurría el Gran Comendador Gener, acompañado de una representación de los miembros del Supremo Consejo que pudo reunirse, a ofrecer sus respetos al nuevo Gobernador General Brooke, representante del Gobierno Interventor, quien atendió a los visitantes con todo el afecto y el cariño que fuera posible imaginar.
Este Cuerpo celebró su primera sesión el 5 de Febrero, continuando después con gran entusiasmo sus interrumpidas labores.
Intertanto las logias iban reconstituyéndose, empezando por las más antiguas, los hermanos abandonaban su retraimiento forzado y los que, o en el campo de la revolución o emigrados, retornaban a sus hogares, corrían presurosos a levantar las columnas por un tiempo abatidas. Así fue como la Gran Logia comenzó de nuevo sus tareas.
Progreso desde la Proclamación de la República
Al proclamarse la República en 1902, el Gran Maestro Pellón, con excelente criterio, dirigió un Mensaje de congratulación al nuevo Presidente D. Tomás Estrada Palma, quien lo aceptó con marcada deferencia.
Con personalidad propia, los talleres todos, así como los Cuerpos escoceses superiores que ya la tenían de antemano, ratificaron sus inscripciones en los Gobiernos Provinciales como Asociaciones constituidas, comenzando en seguida los preparativos para la adquisición de sus edificios propios La Gran Logia dió el ejemplo:
En 1898 firmaba el Gran Maestro Fajardo la escritura de la casa Avenida de la Independencia número 6, hermosa construcción, valuada hoy (1925) en la suma de $50,000; aunque no se pagó el todo de momento, no tardó mucho tiempo en que quedara completamente libre de gravamen.
Poco a poco han ido las logias de provincias adquiriendo sus casas, pasando ya hoy de quince las propietarias, casi todas fabricadas ad hoc.
Despertado el interés popular por la Masonería y aprovechadas por ésta todas las ocasiones, ha seguido extendiéndose de manera extraordinaria. Por primera vez en nuestra historia, en 1911, la Gran Logia en pleno, presidida por el Diputad o Gran Maestro, colocó, con todas las ceremonias del caso, la primera piedra del Colegio Candler, en Marianao; ceremonia imponente y majestuosa, que presenció un público numeroso.
Así como el total de logias se ha ido extendiendo y consolidando, también han aumentado las de naturales americanos; aquella primitiva logia Habana cedió su lugar a Island N. 56, en la Habana, Santa Fe, en Isla de Pinos, a cuyo lugar fué la Gran Logia en pleno a consagrarla, y últimamente Landmark, en Camagüey, centro de verdadera cultura que honra a la colonia extranjera.
En 1912 ocurrió otro suceso que aunque no pertenece exclusivamente a la Gran Logia o sus logias constituyentes, fué de importancia para la Masonería cubana. Fué ese la Conferencia Internacional, de Supremos Consejos, celebrada en Washington durante los días 7 al 12 de Octubre 1912.
Asistieron a ella por Cuba el Gran Comendador Dr. Manuel S. Castellanos, y uno de sus miembros, el Dr. Luther S. Harvey. La parte importantísima que cupo a Cuba en ese acto trascendentalísimo es de todos los masones conocida, y los obsequios a su Gran Comendador, que ocupó una de las Vicepresidencias, quedarán eternamente impresos en el corazón de nuestro pueblo.
Los Altos Jefes de la Masonería
- Gran Maestro: Lizardo Muñoz Sañudo,
- Gran Secretario: Aurelio Miranda,
- Gran Tesorero: Fernando Figueredo,
- Diputado al Gran Maestro: Antonio Iraizoz.
A la memoria de Aurelio Miranda Álvarez3
¡Ha muerto un hombre bueno, un hombre puro! Los que tuvimos la suerte de conocer a Aurelio Miranda sabíamos de todas sus virtudes, de todos sus méritos… Acrisolado ciudadano, padre y esposo ejemplar, fiel amigo, literato de altos vuelos.
Y a pesar de todo su valer, a pesar de las dotes extraordinarias que poseía, era modesto y austero en sus maneras y en su vivir… Su hogar era su templo, su familia su religión. ¡Jamás gozó de un bienestar por muy pequeño que fuera, siempre lo compartía con su esposa y con sus hijos!
¡Buen amigo! Cuantos recuerdos dejas en el mundo… Su charla amena, su natural y buena galantería, su talento esclarecido lo hacia de todos admirado y muy querido. Tenía a mucha honra ser una amiga predilecta suya, por eso que su muerte inesperada, me ha causado tan honda pena…
Resignación pido al cielo para su atribulada viuda y amantes hijos.
Mercy Pallarés. Febrero, 1938.
Bibliografía y notas
- Juan Bautista Hernández Barreiro fue G. M. y Presidente del Tribunal Supremo de Justicia en Cuba y falleció (Requiescat in pace) el 12 de diciembre de 1913 en la Habana. El Presidente de la República M. G. Menocal decretó que en todas las fortalezas y edificios públicos se izara la bandera nacional a media asta y desde la fortaleza La Cabaña se disparase un cañonazo cada minuto durante el tiempo transcurrido entre la salida del cortejo fúnebre hasta el enterramiento. ↩︎
- Aurelio Miranda Álvarez utilizó los seudónimo de Irving: Diario de la Familia, Habana, 1895-1897.; (A.) en La Habana Elegante, Habana; La Gran Logia, Habana. ↩︎
- Pallarés, Mercy. “A la memoria de Aurelio Miranda Álvarez”. Diario de La Marina. Año CVI, núm. 38, 13 de febrero 1938, p. 4. ↩︎
- De P. Rodríguez, Francisco y Gerardo L. Betancourt. “La Masonería. Primeras Logias que trabajaron en Cuba”. El Libro de Cuba, Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. pp. 677-678.
- “El fallecimiento del Dr. Barreiro”. Diario de La Marina. Año LXXIV, núm. 326, 13 de diciembre 1913, p. 1.
- Otros artículos de interés sobre la Masonería en Cuba.
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