La Restauración del Hotel Inglaterra por Reinaldo de Montalván para la Revista Ilustrada Cuba y América en 1910. En un espacio de tiempo increíblemente corto, han sido terminadas las obras de reforma y ampliación del gran hotel Inglaterra.
No podía exigirse, dada la magnitud del proyecto y la forma complicada en que había que renovarlo todo, que se lograse unir, cual lo han hecho los constructores del gran hotel, la acabada ejecución de aquel, junto con la más completa limpieza y elegancia de detalles.
En menos de cuatro meses realizaron los señores Purdy & Henderson, constructores de la obra, una verdadera hazaña que pocos podrán apreciar. La construcción nueva del cuarto piso, la adaptación de los segundo y tercero al objeto de que reunieran todas las condiciones modernas de ventilación, higiene, comodidad y belleza.
La transformación sorprendente y sin igual que ha sufrido la planta baja, el conjunto, en fin, de reformas verificadas en el simpático edificio, son ya conocidas de nuestros lectores, y juraríamos que la mayoría de los mismos habrán admirado con alegría el aspecto serio é imponente que hoy presenta en su fachada el Hotel Inglaterra.
De reseñar en todos sus detalles la restauración del Hotel, tendríamos que ser algo extensos, y aquí solo queremos pagar un tributo de admiración y buenos deseos a los que han llevado a cabo tamaña empresa.
Bastará que digamos que las habitaciones todas de los tres pisos altos dan acceso a grandes galerías circunvalantes y a un patio como no lo tiene hoy igual en nuestra capital ninguna construcción.
Todas las habitaciones tienen sus correspondientes cuartos “toilets”, con tres distintos servicios, y en ellos se toma agua caliente a la temperatura que se desee. También tienen los cuartos de dormir todos los servicios anexos que requieren las practicas modernas, como son teléfono, luz, llamada, aviso de emergencia, etc.
Pero lo que más encanta entre las mejoras hechas es el patio central de estilo morisco, donde se confunden las combinaciones arabescas con los azulejos sevillanos, donde no sabe uno que admirar más, si las molduras de los arquitrabes ó los trozos incrustados de enlucidos de Granada.
¿Y la fuente de patio de Sevilla? Aquel conjunto de artesonados, celosías, molduras, retazos de las grandes casas de España, aquel espectáculo, repetimos, produce la sensación de lo verdaderamente hermoso. Porque sin darnos cuenta, contemplando aquellas maravillas de arquitectura antigua, se transporta uno a la época en que se hacían filigranas de arte, de belleza arquitectónica.
Y entre las novísimas mejoras introducidas allí, consideramos como una de las mas importantes el moderno y maravilloso sistema de abastecimiento de agua para todas las necesidades del edificio, el primero que se instala en Cuba.
Aquí en nuestra Habana, donde apenas si logramos obtener agua directamente de las cañerías a un segundo piso, es admirable y oportuno que se pueda contar con una abundancia de tan preciado liquido en un cuarto y quinto piso.
Uno de los problemas más serios con que lucharon sin duda, los ingenieros constructores de la obra del Hotel Inglaterra, fué la carencia absoluta de agua por la falta de presión para responder a las exigencias de tan variado como cuantioso servicio.
Y todo indica creer que consiguieron una solución practica, eficiente y altamente técnica con la instalación de la caldera ó tambor “Kewanee” combinado con una bomba de triple accion y un dinamo de diez caballos de fuerza.
La Sanidad, que ha dedicado atención preferente al servicio de aguas, vigilando cuidadosamente los tanques y depósitos para que en ellos no depositen sus larvas los mosquitos, se ve de hecho vencida y hasta superada para solucionar el conflicto de los tanques y demás depósitos de agua; porque con la solución del sistema de abastecimiento “Kewanee” han desaparecido los peligros del “stegomya”, y la inspección de tanques, etc., resulta esta vez innecesaria.
En la planta baja del Hotel en lo que hace á la parte antigua, se montó la caldera ó depósito principal del sistema “Kewanee”, á que nos venimos refiriendo, con una instalación anexa y complementaria de un dinamo y una bomba, todos los tres combinados por hilos alámbricos para hacer el funcionamiento de los aparatos completamente automático.
La paila recibe la cantidad de agua necesaria de la misma manera que toma el aire indispensable para alimentar su cámara de aire. En el extremo opuesto a los manómetros y niveles de la caldea, previo a su descarga de distribución, existe una serie de bujías de porcelana filtrantes que purifican el agua según se hace su consumo, sin temor a que pierda sus propiedades digestivas.
La cámara neumática tiene sus manómetros que son auto-indicadores y registran respectivamente las presiones correspondientes a las cámaras de aire y agua, y los niveles demuestran el contenido de esta última.
Por el cálculo hecho por el ingeniero sanitario, señor Cowan, al hacerse las pruebas de presión, ha sido fijada una variante de 20 libras de presión entre las 30 calculadas como mínimum para las necesidades del Hotel cuando éste esté completamente lleno y las 50 que establece como máximum para margen de bombeo.
Para que nuestros lectores se den cuenta de lo que significa este adelanto y esta instalación, bastará con decirles que marcando el manómetro de la paila o caldera Kewanee una presión de cincuenta libras, el agua alcanza una altura igual a dos veces la que tienen los cuatro pisos del edificio esto por una salida de dos pulgadas sobre la azotea actual.
Esto quiere decir que podría suplir y distribuir con la máxima presión antes mencionada hasta ocho pisos sin alterarse en nada el consumo del fluido. De la salida general de la caldera, que es de cuatro pulgadas, se ramifican once cañerías de distintos diámetros, que sirven para los distintos servicios incluyendo el de incendio, que se extiende por tubería galvanizada de tres pulgadas hasta la azotea.
El servicio de agua caliente, combinado con la paila ó caldera-acueducto, es otra instalación que merece ser vista y “experimentada”.
Las reformas fueron proyectadas por el competente ingeniero señor José F. Toraya y llevadas a cabo por la acreditada casa constructora Purdy & Henderson de Empedrado 30 y 32. Los ingenieros al frente de los trabajos durante la obra, fueron los señores Enrique H. Merry, José F. Mata, J. Bennett y Cristino F. Cowan.
Pero quien, con una modestia que contrasta en nuestros tiempos, imponía el movimiento a todo y a todos allí, era el señor Leonard E. Browson, vicepresidente de la compañía con residencia entre nosotros y uno de los más cumplidos gentleman de la Colonia Americana.
El costo total de las reformas llevadas a feliz término fué de 140,000 pesos en moneda oficial.
Felicitamos a la Habana por contar con una obra semejante y felicitamos a la casa de los señores Purdy & Henderson por la excelencia y belleza de la obra realizada.
Bibliografía y notas
- De Montalván, Reinaldo. “La Restauración del Hotel Inglaterra”. Revista Ilustrada Cuba y América. Año XIV, núm. 1, Enero 1910, pp. 37-39.
- De interés: Hotel Inglaterra de la Habana y Felipe González Litrán.
- Personalidades y negocios de la Habana.
Deja una respuesta