
La Rusquella fue una tienda de ropas y sastrería propiedad de Generoso Hermida que estuvo situada en la calle de Obispo 139, ciudad de la Habana.
En todas las épocas les profesores de elegancia han sido los gentiles hombres de sangre y de estirpe que, en el seno de la sociedad en que vivían, y por los recursos económicos de que pudieron disponer, impusieron sus gustos, los más depurados, al resto de sus conciudadanos.
Patrones vivos, la generalidad los imitaba hasta en sus caprichos, y los príncipes suntuosos de la moda cruzaban lentamente por entre la gran muchedumbre, dejando tras de sí un rastro de admiración que hacía su verdadera privanza.
Con el tiempo las cosas han cambiado de cierto modo: no es que los Le Bargni hayan sido destronados, puesto que hoy todavía ejercitan el mismo despótico dominio, sino que una clase distinta de profesores de elegancia han cobrado extraordinaria preeminencia.
El sastre, que en otras épocas era un artesano que se limitaba a obedecer las órdenes y satisfacer los gustos de sus clientes, es ahora un artista que logra imponer sus creaciones: parece más autorizado y más capacitado que las personas a quienes sirve, y en él depositan éstas mayor confianza cada día.

Influyen en este sentido las relaciones más frecuentes y la atención más intensa entre los distintos países, que se imitan unos a otros modalidades e innovaciones: de ahí que nunca estén tan al corriente los “gentlemen” modernos de los gustos que privan, como lo están los profesionales de la moda, y los que en esa profesión han puesto todo el interés de su vida.
La Habana ha cambiado mucho, en este sentido, y para ponerse a la altura de las grandes capitales del mundo necesita de verdaderos profesores de elegancia. Si alguno hay entre nosotros, después de los consagrados, que merezca tal nombre, es sin disputa, Generoso Hermida.

Establecido desde hace largos años en la Habana en Obispo número 139, ha reinado desde allí con el más fuerte dominio: Hermida es camisero y sastre, pero ante todo es fantasista, si cabe esa palabra, él importa y confecciona, efectivamente, artículos de fantasía para señoras, caballeros y niños, y en los modelos que él ofrece hay siempre tal cantidad de buen gusto y de variedad que ya hoy mismo podría ser considerado como el árbitro de la elegancia y de la moda.
—No me tengo exactamente por un árbitro, nos decía sonriéndose Hermida, cuando le aplicamos verbalmente el calificativo. Pero me precio de que no engaño a la Habana y de que vendo a mis clientes las telas, las fantasías y los artículos de vestir en general, que han de producir mejor efecto y dar mejor idea acerca de sus gustos y alta distinción.
A pesar del lenguaje modesto, la simple observación del establecimiento de Obispo 139 nos demuestra que las palabras del señor Generoso Hermida eran demasiado modestas.
Salimos de su casa satisfechos y admirados. Hombres como éste honran a la clase a que pertenecen.
PETRONIO.
Enero 1919.
Bibliografía y notas
- Petronio. “Profesores de elegancia: Generoso Hermida”. Revista El Fígaro. Año XXXVI, núm. 3, 19 de enero 1919, p. 87
- Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración (Bailly, Baillière, Riera). Madrid, 1903, p. 3054.
- Personalidades y negocios de la Habana
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