

Las Columnas fueron un café, billar y barbería propiedad de Junco y Gutiérrez en la Habana. Una esquina famosa. Cuando hace un cuarto de siglo le cantaban a la luna, haciéndose inmortales en nuestra bohemia literaria, desde la bodega de Alonso, Hernández Miyares, Casal y Benjamín de Céspedes —todos ya muertos ¡ay!— no podían sospechar lo que andando el tiempo iba a ser la famosa bodega.
Se encontraba esta situada en el corazón de la Habana, en la esquina de Fraile en que se cruza lo que se llamaba en aquella época calle de los Condes de Casa Moré, luego y antes, calle del Prado y ahora Paseo de Martí con la de Neptuno, que ha tenido la suerte de conservar su nombre de pila. Neptuno al fin dios de las pilas, por serlo de las aguas.
La bodega de Alonso Suárez de la Campa fué barrida por la civilización, poco después de haber sido arriada en Cuba la bandera española. Estaba situada al fondo de la esquina, temerosa de ser vista, avergonzada… ¿Se acuerdan ustedes?
Después, sus dueños (los de la casa) la alinearon con las vecinas casas de Prado y sobre ella construyeron un gran edificio de tres pisos. Por cierto que en el tercero, se debe estar bebiendo mucha cerveza en estos días, cada vez que el cable nos comunica una derrota de los aliados, porque allí se encuentra instalado el Círculo Alemán.
En el piso bajo (en el que estaba la bodega) se sigue bebiendo de lo lindo: primero estuvo allí el Casino Español, cuyos socios no se ha demostrado todavía que sean Caballeros de la Templanza y hace poco se ha establecido el café y restaurant “Las Columnas”, nombre muy apropiado, pues sólo columnas y sólidas, resistirían lo que allí se bebe y… se beberá.
Claro que no me refiero a las bebidas alcohólicas solamente, pues allí se bebe de todo. Ya ven Vdes. que hay sitios predestinados.
El nuevo café Las Columnas ha adquirido fama por su excelente servicio y por el cuidado de sus dueños en que todo sea allí de lo mejor y naturalmente la prosperidad de la casa ha hecho que sus dueños pensaran en ensanchar, en ampliar su giro.
En efecto, se han extendido por Neptuno, instalando un salón de barbería que parece un salón de baile y en el fondo un salón de billares, que es un encanto para los que gustan de ese sport.
En el salón de barbería han tenido el acierto de poner a su frente al popular y admirable fígaro Carlos Díaz, a quien toda la Habana distinguida ha diplomado hace tiempo con el título de barbero de primera calidad, título confirmado durante el tiempo que ha estado al frente de la barbería del Vedado Tennis Club, la sociedad aristocrática.
Brilla todo como una patena en ese salón de barbería: todo lo que pide el Dr. López del Valle —y cuidado que el hombre es pedigüeño— se ha instalado y algo más, o sea los exquisitos detalles que exige el refinamiento moderno para la toilette de la cara y de la cabeza.
Y también de las manos, porque ya se sabe que el hombre necesita hoy tener muy bien arregladas las manos, y sobre todo las uñas, ya que las saca con tanta frecuencia. Al frente del manicurismo está una señorita muy amable y entendida, a quien muchos jóvenes les entregan su mano o mejor dicho, sus manos.


En la parte de billar, bien puede decirse que se ha batido el récord. Es el mejor salón en billares que tiene hoy la Habana. Hay allí confort, elegancia y gran exigencia en la calidad de las personas que concurren. Allí se está, por tanto, como en un club; y los amateurs al noble juego favorito de reyes, pasarán ratos agradables, en un punto tan céntrico y confortable.
Felicitamos a los Sres. Miguel Junco y Ramón Gutiérrez, los felices dueños de Las Columnas.
Chroniqueur
Hacia 1940 comenzó a llamarse “Café Miami” y siendo propiedad de M. Menéndez Y Cía. respondía al teléfono M-4265. Por cincuenta centavos su cafetería ofrecía uvas importadas y porciones de melón. El café cubano con leche eran veinte centavos al igual que la tostada con mantequilla y un peso la tortilla española con bacón.
Después de 1959 se conoció como “Caracas” y posteriormente “Budapest” hasta que fue clausurado en la década de 1980 por deterioro. Años más tarde se reabrió ofreciéndose servicios gastronómicos en la popular esquina de Prado y Neptuno.
Bibliografía y notas
- Chroniqueur. “Una esquina famosa”. Revista El Fígaro. Año XXX, núm. 37, 13 de septiembre 1914, p. 445
- Iglesias Sánchez, Zenaida. “Edificio de Paseo del Prado esquina Neptuno”. Habana Radio. La voz del patrimonio cubano (blog), 27 de mayo de 2019. http://www.habanaradio.cu/articulos/edificio-de-paseo-del-prado-esquina-neptuno/.
- Personalidades y negocios de la Habana
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