Los Progresos urbanos. El nuevo restaurante El Prado en la Habana. Comer bien ó no comer. Ese es el lema que debían estampar en su escudo las modernas sociedades higienistas. Porque el problema de la salud, no consiste solamente en comer, sino en que los manjares que nos sirvan para la alimentación sean sanos y además que estén bien condimentados. Los malos cocineros, son como los malos poetas: aquellos con sus potinges hacen odiar la comida, éstos con sus ripios ponen en ridículo la poesía.
El gran escritor y viajero francés Pierre Loti —que ha dado la vuelta al mundo— tiene hecha una clasificación de las ciudades según la importancia y calidad de sus comidas. Ciudad donde se come bien es, sin duda, una gran ciudad. Y aún debía pensarse por los Gobierno y por el comercio en general, en algo así como una inspección general cuidadosa ó Liga defensiva para que la comida, particularmente la que condimentan en los restaurantes, fuera espléndida.
De ese modo el viajero alargaría su estancia en la localidad dando de ganar á todo el comercio. Nada predispone tanto el espíritu á la alegría como una buena comida. Después de haber comido bien y sabroso, el hombre enciende un tabaco y gana el tabaquero; piensa en dar un paseo en coche, y gana el cochero; quiere recrearse, va al teatro, y ganan los empresarios y los artistas; y por último, duerme satisfecho y tranquilo y un buen sueño, ya se sabe, es preludio de un alegre vivir.
¡Comer! Placer de dioses, según los antiguos griegos. Pero, eso sí, comer bien ó no comer. La Habana tiene ya resuelto este problema. En poco tiempo se han levantado grandes hoteles y espléndidos restaurantes, y como “el comer y el rascar todo es empezar”, se ha llegado ya á un grado de perfección admirable. Faltaba un restaurante moderno, lujoso, en donde la comida fuera excelente y los precios bajos.
Esa necesidad la ha llenado el nuevo restaurante “El Prado”, establecido en el núm. 118 de dicha calle, en el corazón de la Habana, en plena acera del “Louvre”, al lado del “Telégrafo”, en fin. Hace pocos días que abrió sus puertas y es ya el rendez-vous de la sociedad habanera, de los que saben comer y de los que comen bien.
Al frente del restaurante “El Prado” se ha puesto una persona muy experta en esta clase de negocios: monsieur Emile Duval, de reputación bien ganada en mucho tiempo de trabajo análogo en el famoso restaurante “Martin”, en el aristocrático “Astor” (el hotel de los millonarios) y en el selecto “Imperial”, todos de la progresista ciudad de New York.
El Sr. Duval ha traído un gran cocinero italiano y ha organizado lo que se llama table d’hôte italiana, á un peso el cubierto, en la forma establecida con gran éxito en otras importantes ciudades. Los que ya han tenido la fortuna de saborear ese “cubierto” aseguran que no hay nada mejor en la Habana.
Comer bien por un peso, entre nosotros, había sido imposible hasta ahora. Mr. Duval ha borrado este imposible y la Habana le debe, por eso gratitud.
El lujo, el decorado el servicio, todo, es admirable en El Prado. De hoy en adelante, podemos decir con razón, que el sinónimo de comer bien es comer en El Prado.
Bibliografía y notas
- Gourmet. “Los Progresos urbanos. El nuevo restaurante El Prado”. Revista El Fígaro. Año XXVI, núm. 12, marzo 20 de 1910, p. 141.
- Personalidades y negocios de la Habana.
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