
La casa modelo de A. Ribis y Hermano estuvo en la Calzada de Galiano (Avenida de Italia) en la Habana y se dedicó a la venta de navajas, cuchillas, tijeras, armas y perfumería. Estamos en pleno florecimiento urbano. Por todas partes de la ciudad se observa un activo laborar, como de colmena, levantándose, aquí, un nuevo soberbio edificio;
Más allá, se instala una nueva industria ó se amplía el local de alguna ya instalada, cuya prosperidad pide mayor ensanche, campo más extenso á su desenvolvimiento; más acá, abre sus puertas un nuevo establecimiento mercantil, reclamando, con modernísimos procedimientos, el favor del público.
La Habana crece, sin duda. La Habana marcha hacia el progreso á pasos de gigante y los habaneros, los cubanos todos, debemos regocijarnos de que sea la capital de Cuba un emporio de riqueza, de actividad, de progreso.
Hay en la Habana un antiguo industrial, cuyo apellido conocen todos sus habitantes como representativo de la más austera laboriosidad, del más intenso y fecundo industrialismo.

Ese nombre es el de Ribis. Establecido desde hace más de treinta años, en la calzada de Galiano, frente á la antigua plaza del Vapor, empezó modestamente como un humilde “afilador” y á fuerza de trabajos, de privaciones y de constancia, ha llegado á ser hoy el primer importador de cuchillería de Cuba.
Hace tiempo que el orden é inteligencia con que el Sr. Ribis llevaba sus negocios empezaban á dar sus frutos naturales y como consecuencia de ello empezó á ensanchar su esfera de acción, habiendo alcanzado hoy un estado de envidiable florecimiento.
La casa de Ribis, que gira ahora bajo la razón social de A. Ribis, Hermano y Ca., es, en su giro, la más importante de Cuba y sin duda, la mejor y más artísticamente presentada. En estos últimos tiempos la casa se ha ensanchado, se ha extendido y su departamento de ventas y sus talleres han adquirido una amplitud y una elegancia extraordinarias.

El Fígaro ha hecho, recientemente, una larga y minuciosa visita á la casa de Ribis y en verdad que podemos asegurar que todo allí es admirable, todo magnífico, todo de primera calidad. En amplios y lujosos anaqueles y vitrinas, cerrados por gruesos cristales, hemos visto la más lujosa colección de cuchillería que puede presentarse á los ojos expertos. Es un deslumbramiento de la hoja cortante y perforante.
En orden simétrico, presentando sus temibles puntas y sus filos traidores, se ven enormes cuchillas, navajas, machetes, sables, floretes y tijeras, desde la colosal con que el sastre corta la pieza de ropa hasta la delicada tijerita con que la graciosa manicure arregla y perfila las uñas.
La variedad es infinita. La hoja de acero aparece allí en todas sus numerosas aplicaciones al comercio, á la industria, á las artes manuales, á los usos domésticos y al sport.
La vista recorre los anaqueles con cierto temor que se convierte luego en escalofrío, á fuerza de contemplar tanto instrumento amenazador y pensamos qué sería de nosotros si todas aquellas puntas afiladas adquirieran vida á impulsos de un soplo sobrenatural y se nos echaran encima, pinchándonos, cortándonos y sajando nuestras carnes, como enormes y crueles víboras del averno.

Nuestra sensación de terror es pasajera. Es una momentánea alucinación de nuestro cerebro calenturiento. No haya miedo de que aquellas hojas que contemplamos se muevan si no las impulsa la mano del hombre.
Y los hombres que allí las manejan son hombres pacíficos, expertos dependientes que saben vender con finos modales, que atienden con exquisita amabilidad á todo el que allí llega, desde la delicada señorita hasta el bravo cazador ó el entusiasta sportman.

Uno de los departamentos nuevos de la casa de Ribis es el taller de niquelar. Está montado con todos los adelantos modernos, sin que en ellos falte nada para vestir cualquier metal innoble con el blanco y reluciente traje de níquel.
Inteligentes y notables operarios realizan las diversas y delicadas manipulaciones del niquelado, maravillando al curioso visitante cómo se convierte, en brevísimo tiempo, un objeto sucio y de feo aspecto en un atrayente objeto de fantasía.
Complemento del comercio de la casa de Ribis es la perfumería. Allí hay depósito de las principales y más afamadas marcas de los perfumistas franceses é ingleses, sin que falte la exquisita producción nacional y la norte-americana tan en boga entre nosotros.

Los preciosos estuches de viaje y de costura, los elegantes polissoir que allí se venden, necesitaban este complemento de la perfumería.
Tal es la modernísima casa de Ribis, que ahora resplandece en la calzada de Galiano esquina á Salud, nuevo templo levantado á la industria y al comercio por el esfuerzo de un hombre perseverante é inteligente, que desde los más humildes escaños ha sabido elevarse á una altura á que muy pocos llegan.
La casa de Ribis podrá presentarse siempre como ejemplo de lo que puede el amor al trabajo, al espíritu de economía é inteligencia disciplinada. Saludémosla con efusión.
Bibliografía y notas
- “Hacia el Ideal. Un establecimiento modelo”. Revista El Fígaro. Año XXVI, núm. 36, 4 septiembre 1910, pp. 452, 454
- “A. Ribis, Cutler”. Guide Book of general information relative to Havana, Matanzas and the island of Cuba. New York: Napoléon Thompson & Co. 1889, p. 96
- Personalidades y negocios de la Habana
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