
Realmente el baile gusta aquí. No es pretexto para el libertinaje, para adornarse ni mostrar sus bellas pertenencias. Si le dijera que se baila por bailar usted no querría creerme y, es esta la exacta verdad.
El amigo de uno de los amigos de mi amigo quiso voluntariosamente ofrecerse a presentarme al amigo de uno de sus amigos que daba un baile, así que fui a la casa del señor Antonio Laurenao[1].
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