Cantor del Niágara y considerado una eminencia de las letras cubanas José María Heredia y Heredia o si se prefiere José María Heredia y Campusano nació signo anunciador de la alborada del nuevo año que se gestaba, casi con el siglo XIX un 31 de diciembre de 1803 en la calle de la Catedral número seis, de la ciudad de Santiago de Cuba.
Nuestro apóstol José Martí nacido después de su muerte le rendiría homenaje en el Hardman Hall el 30 de noviembre de 1889 con un discurso[1] dedicado y estas palabras:
…el que acaso despertó en mi alma, como en la de los cubanos todos, la pasión inextinguible por la libertad.
José Martí
Este insigne cubano a pesar de su linaje y los pocos años vividos en la Isla desafió cánones establecidos. Heredia descubrió en sí mismo la cubanía que por derecho propio era ya suya e hizo de ella un símbolo para defenderla con sus actos y su pluma. Su padre, descendiente del conquistador español Pedro de Heredia fue un abogado nombrado José Francisco Heredia y Mieses nacido en Santo Domingo el primero de diciembre de 1776. Contrajo matrimonio José Francisco con su prima doña María de las Mercedes Heredia y Campusano en noviembre veintiséis de 1801.[2]
Deja la familia Heredia su natal Santo Domingo debido a la inestabilidad política y la inseguridad. Estas situaciones fueron provocadas por la firma del Tratado de Basilea[3] en 1795, acuerdo en el que se cedía a Francia la parte española de la Isla, invadida posteriormente por Toussaint Louverture.
Frente a las costas de Venezuela el ocho de enero de 1801 naufraga “La Flor”, goleta que les conducía. Perdiendo sus haberes y salvando casi de milagro sus vidas se establecen en Coro durante dos años. Desde allí parten hacia Santiago de Cuba, cuna de nuestro José María. En este lugar engrosarían al ya importante número de emigrados dominicanos tan valiosos para la cultura y desarrollo cubanos.
A partir de 1806 el joven Heredia y su familia siguen la peregrinación del padre nombrado por la corona española como Asesor del Gobierno e Intendencia de la Florida Occidental. En Panzacola “lugar de arena y miseria”[4] comienza a forjarse su carácter. En esta importante etapa para su desarrollo posterior ve el jovenzuelo José María la pobreza. Ya sabe leer a los tres años gracias a su padre quien se ha encargado de la instrucción haciéndole descubrir clásicos de la literatura y hasta la Biblia. El doce de agosto de 1808 nace la hermana del poeta Ignacia.
En enero de 1810 se informa a José Francisco de su nombramiento como Oidor en la Audiencia de Caracas. No tardan los Heredia en trasladarse a La Habana, de allí a Santiago y nuevamente a La Habana para partir hacia Venezuela en junio de 1810. Ya comenzada la Guerra de Independencia de Venezuela es para la familia Heredia un período de sobresaltos.
De esta época deja Don José Francisco sus memorias,[5] obligada referencia hoy para entender una parte de la Independencia Americana. Hacen estancia en Santo Domingo, Valencia, Coro, Maiquetía, Caracas. No dejan de asombrar la inteligencia, los progresos y la precocidad que demuestra el joven. Ya conoce el latín y el francés.[6] Influenciado por los horrores de la guerra civil escribe sus primeras poesías en Caracas.
De Puerto Cabello van rumbo a La Habana en diciembre de 1817 siguiendo nuevamente al padre quien ha sido nombrado Alcalde de Crimen de la Audiencia de México. Durante este viaje escribe «El paso del Trópico». Aprovechando que la toma de posesión se dilata hasta 1819 José María a sus 14 años estudia leyes en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Nacen en esta época los lazos que lo unen a la ciudad de Matanzas. Heredia visita los parientes que residen allí y en febrero de 1819 se representa su obra dramática Eduardo IV. Puede José María integrarse a uno de sus personajes, representando a Guillermo en público.
En este momento de la vida del poeta germina en su fértil mente la semilla de la pasión. Es que conoce a Isabel Rueda Ponce de León, la Belisa y Lesbia que en anagramas lo perseguirían. Diría Lezama que fue este «…quizás el más apasionado de sus romances amorosos». Parte a México José María una vez más acompañando el peregrinar de la familia. Esta vez es diferente, detrás queda la que aloca los latidos de su corazón. Heredia compone su poema La Partida:
¡Adios, amada, adios! llegó el momento
del pavoroso adios... mi sentimiento
dígate aqueste llanto... ¡ay! ¡el primero
que me arranca el dolor! ¡Oh, Lesbia mía!
En México continúa sus estudios de leyes y publica en el Noticioso General su primer trabajo periodístico firmado con el anagrama Eidareh.[7] Aparece la recopilación de sus letras con «Ensayos Poéticos» y traduce la tragedia de Prosper Jolyot de Crébillon «Pirro». Escribe el «Himno patriótico al restablecimiento de la Constitución» y la oda «España libre». El treinta de octubre de 1820 aquejado por su salud Don José Vicente fallece. Su padre, guía, mentor y amigo se ha ido. Tiene José María dieciséis años. En diciembre escribe «En el Teocalli de Cholula» considerada una de sus mejores poesías. En este momento en que se cierra un capítulo en su vida el criollismo herediano se prepara a emerger.
A principios de 1821 la familia Heredia regresa a Cuba y ya en abril es José María Bachiller en Leyes. Para entender en Heredia el elemento desencadenante de la conversión de ideales se debe tener en cuenta que en esta época frecuenta los círculos literarios habaneros.
Traba amistad con Domingo del Monte quien comparte con él sus raíces dominicanas, además de ser su padre empleado de la Corona como lo fue el suyo. Concluye del Monte sus estudios (marzo 1821)[8] como Bachiller en Derecho Civil y asiste al Seminario de San Carlos. Bajo el Obispo Espada y con el concurso del padre Varela es el Seminario un centro cristalizador de una juventud reformista y ansiosa de cambios en el inmovilismo colonial.[9]
Al mismo tiempo su vida sentimental y el ideal de pureza que se ha hecho de su adorada se derrumban. Ven la luz: “La Inconstancia”, “A mi Caballo”, “Misantropía” y “Memorias”, entre otras. El poeta inscribe en ellas su dolor por la pérdida de Isabel a quien encuentra a su regreso casada con otro hombre.
Héme juguete de la suerte fiera,
de una pasión tirana subyugado…
Se refugia en las letras José María y funda con su amigo Blas Osés el periódico de corta vida Biblioteca de Damas. Escribe la tragedia «Atreo» basada en una obra de Crébillon y representada en febrero de 1822 en la ciudad de Matanzas. Allí se instala Heredia en busca del sosiego que tanto necesita su corazón. Residen en esta ciudad su tío Ignacio y su madre que lo reclama. Conoce entonces a Dolores Junco y Morejón. Se vuelve a enamorar Heredia, esta vez de la que inmortalizaría como su Ninfa del Yumurí.
¡Ángel consolador! Tu beldad sola
el bárbaro rigor de mis pesares
a mitigar alcanza...
El destino se apresta nuevamente a dar un giro radical en la vida del joven Heredia. Se une a los Caballeros Racionales de Matanzas, ramificación asociada a la logia masónica Los Soles de Bolívar. Estas organizaciones estaban en gran medida influenciadas por el movimiento anticolonialista ya pujante en Latinoamérica. El principal objetivo era obtener para la isla de Cuba su independencia, constituyéndose una república que sería llamada Cubanacán.
Las autoridades coloniales informadas de la insurrección que se gestaba comienzan a instruir cargos. El nueve de septiembre de 1823 el capitán general Vives hace llegar al gobernador Ayllón la lista de los conjurados y designa como juez instructor a D. Francisco Hernández Morejón alcalde primero del Cabildo matancero. A sus diecinueve años el que apenas hace un mes ha presentado su título de Abogado para ejercer su profesión en Matanzas es denunciado como conspirador.
Advertido de la delación se refugia a tiempo en el ingenio Los Molinos propiedad de José de Arango y Castillo. Allí intima con Pepilla, la Emilia que le ofreció amistad celeste y pura. En octubre escribe el poema «La Estrella de Cuba» canto libertario impreso de patriotismo, pero enmarcado por el pesimismo que lo consume:
¡Libertad! Ya jamás sobre Cuba
Lucirán tus fulgores divinos…
Heredia logra escapar en noviembre hacia Boston en los Estados Unidos. Antes de hacerlo dirige el día seis una carta a Morejón[10] quien ha sido designado para investigar la causa. En ella se distancia de los caballeros racionales informándole que desde fines de 1822 no les frecuenta. José María reconoce también su participación al proyecto de Independencia pero de manera pacífica. Juzgado, será condenado posteriormente al destierro perpetuo.
De esta nueva etapa en los Estados Unidos el poeta dejó sus impresiones plasmadas en abundante correspondencia. Una de las primeras cartas escrita el día de su llegada a Boston fue dirigida al amigo del Monte en fecha cuatro de diciembre de 1823. El frío del Norte incitándole desde su arribo al desplazamiento acompañaría los descubrimientos que iba haciendo en el país que lo acogía.
Poco tiempo está Heredia en Boston. Desde allí parte a New York, ciudad donde se encontraba el presbítero Varela desde el 17 de diciembre y a la cual había llegado también proscrito y encausado por los recientes sucesos en España. Instalado en el 88 de Maiden Lane hace en 1824 una serie de viajes por los Estados Unidos, los que cuenta de manera minuciosa en sus cartas. Uno de ellos es a la famosa catarata donde escribe su Oda al Niágara.
Decía el poeta en una de sus cartas:
Soñé con Cuba y con San Juan a las orillas del Niágara y entre las escenas más sublimes de Norte América…
Y retoma en su poesía:
Mas ¿qué en tí busca mi anhelante vista
Con inútil afán ! ¿Por qué no miro
Alrededor de tu caverna inmensa
Las palmas ¡ai! las palmas deliciosas,
Que en las llanuras de mi ardiente patria
Nacen del sol a la sonrisa, i crecen,
I al soplo de las brisas del Océano,
Bajo un cielo purísimo se mecen?
Bajo el influjo de la naturaleza y de la magnífica vista frente a las cataratas busca Heredia en el paisaje sus palmas. Busca su tierra y los amores que en el sur quedaron. Se imprime en su escritura el sello de un desenraizamiento que no lo abandonaría más. Ya el vidente en él imagina su final: ¡Niágara poderoso! ¡Adiós!, ¡adios! Dentro de pocos años ya devorado habrá la tumba fria a tu débil cantor.
Se apresta Heredia a dar cursos de español en Nueva York y publica en la Imprenta de Gay y Bunce – en 1825 – un volumen de 162 páginas titulado Poesías de José María Heredia. Esta publicación lo da a conocer y reafirma como pilar de la cultura hispana siendo acreedor por su obra de numerosas y positivas críticas. En enero de este año recibe la noticia de su destierro en España, decisión tomada por el tribunal que en ausencia le ha juzgado. Su salud se quebranta e invitado a formar parte del gabinete de Guadalupe Victoria – primer Presidente de los Estados Unidos Mexicanos para el período 1825-1829 – se despide de Nueva York el 22 de agosto.
trabajo en curso…
Heredia fue, es y será el poeta del sentimiento. Quedan las dos polémicas cartas que no sabrían tachar de fútil la colosal obra del escritor, una escrita en su adolescencia y la otra en los albores de su muerte. Después de una inmersión en las huellas dejadas por sus pasos se podría casi visualizar su vida como la tragedia épica que lo inmortalizó y acompañó en sus andares terrenales. Pueda José María reposar en paz entre las brumas oceánicas y caminar por ese celeste jardín, donde sabría él que hasta los cactus florecen.
Non omnis moriar, No moriré del todo
Referencias bibliográficas y notas
[1] José Martí, Discurso de José Martí en el Hardman Hall de Nueva York, 30 de noviembre de 1889 | Homenaje a José María Heredia y Heredia en Obras Completas de José Martí, Tomo II – Editorial Excelsior, 1926.
[2] Araujo M., Benjamín. Será mi asilo el mar, Biografía de José María Heredia y Heredia (1803-1839). Universidad Autónoma del Estado de México: Toluca, Estado de México, 2001.
[3] Los Tratados de Basilea, fueron acuerdos de paz, firmados en la ciudad suiza de Basilea en 1795, entre Francia y Prusia el 5 de abril; Francia y España, 22 de julio; y Francia y Hesse-Kassel el 28 de agosto. La paz entre España y Francia daba por terminada la guerra iniciada en 1793, conocida como del Rosellón o también como la de los Pirineos, Francia se comprometía a devolver los territorios ocupados y España cedía la parte oriental de Santo Domingo en las Antillas.
[4] “Carta de Heredia al Marqués de Someruelos, Panzacola, julio 5 de 1806”, Investigación Histórica Un Juez de Indias (Vida documental de José Francisco Heredia). Boletín de la Academia de la Historia Tomo CIII Julio–Septiembre cuad. I.
[5] Memorias sobre las revoluciones de Venezuela, por D. José Francisco Heredia, regente que fué de la real audiencia de Caracas, seguidas de documentos históricos inéditos y precedidas de un estudio biográfico por D. Enrique Piñeyro | José Francisco Heredia | Redactor: Enrique Piñeyro | Editor: Garnier hermanos, 1895.
[6] Antología de la poesía Cubana, Tomo II Siglo XIX. | Editorial Verbum, S.L., 2002 | Herederos de José Lezama Lima.
[7] José María Heredia, Niágara y otros textos (Poesía y prosa selectas). | Colección Ayacucho | Prólogo: Angel Augier | ISBN 9802761060
[8] Urbano Martínez Carmenate, Domingo del Monte y su tiempo. Ediciones Matanzas 2009, 3ra. edición.
[9] Este período de agitación que encuentra José María a su regreso de México tiene como principal causa el Trienio Liberal en España. Ocurre este desde el primero de enero de 1820 –fecha del levantamiento del teniente coronel Rafael del Riego- hasta la batalla de Trocadero el 31 de agosto de 1823. Con la ayuda del ejército francés, es restituido el monarca Fernando VII y restaurado el absolutismo. Se abre paso la década ominosa y las persecuciones a los liberales.
[10] Dr. Roque E. Garrigó, Historia documentada de la conspiración de Los Soles y Rayos de Bolívar. T. II p.180 | Academia de la historia de Cuba | Imprenta El Siglo XX – 1929.
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