
Adios, amada, adios: llegó el momento
del doloroso adios: mi sentimiento
te diga aqueste llanto... ¡ay! el primero
que me arranca el dolor... Oh Lesbia mía!
No es tan solo el horror de abandonarte
lo que me agita asi; son los temores
de perder tu cariño: si, la ausencia
mi imágen borrará, que en vivo fuego
grabó en tu pecho amor... Tú eres hermosa,
y yo soy infeliz... En mi destierro
viviré entre dolor, y tú cercada
en fiestas mil de juventud fogosa,
que abrasará de tu beldad el brillo,
me venderás perjura,
y en nuevo amor palpitará tu seno,
olvidando del mísero Fileno
la fé constante y el amor sencillo.
Sumido en pesares,
y triste, y lloroso,
noticias ansioso
de ti pediré:
y acaso diránme
con voz dolorida:
tu Lesbia te olvida:
tu Lesbia es infiel.
Yo te ofendo, adorada; sí, perdona
á tu amante infeliz estos recelos.
¿Cuándo el que quiso bien no tuvo zelos?
Tú sabrás conservar con fiel cariño
de tu primer amante la memoria;
no perderás ese candor que te hace
del cielo amor, y de tu sexo gloria.
Lloras! ay! lloras..! ¡Oh fatal momento
de dicha y de dolor..! Aquese llanto
que tu amor me asegura,
me parte el corazon... Tu hermosa vida
hé llenado de penas y amargura
con mi funesto ardor... El cielo sabe
que con toda la sangre que me anima
comprar quisiera tu inmortal ventura.
Mas desdichado soy... ¿por qué te uniste
á mi suerte cruel, que há emponzoñado
de tus años la flor..?
Adios, querida..!
Adios... Ay! apuremos presurosos
el cáliz del dolor... Ese pañuelo
con tus preciosas lágrimas regado,
dámele, y toma el mio.
Besándolo mil veces, y en sus hilos
mi llanto amargo uniendo con tu llanto,
daré á mis penas celestial consuelo.
Lesbia me ama, diré, y en mi partida
este llanto vertió... Tal vez ahora
mi pañuelo feliz besa encendida,
y le aprieta á su seno,
y un amor inmortal jura a Fileno.
Piensa en mí, Lesbia divina,
y si algún amante osado
de tus hechizos prendado,
quiere robarme tu amor,
pon la vista en el pañuelo,
prenda fiel de la fé mia,
y di: cuando se partia,
¡cuan grande era su dolor...!
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