Inauguración del Acueducto Burriel en Matanzas. Frecuentemente hemos tenido ocasión plausible de mencionar a la bella ciudad del Yumurí, perla americana cuyo Oriente pulen de continuo la cultura, la ilustración, el patriotismo y la generosidad de sus vecinos.
Matanzas no es ya solamente celebrada por el esplendido paisaje con que la engalanó la predilección de la naturaleza, ni por el tipo especial de la hermosura y elegancia de sus hijos; Matanzas ofrece hoy una demostración elocuente de lo que puede la voluntad de los hombres, si es dirigida y aunada por las virtudes cívicas.
Una guerra fratricida ha ensangrentado los campos de la Isla, llevando la tea destructora á numerosas fincas, cada una de las cuales es una maravilla de la industria mecánica y de la organización del trabajo dividido. La ira ha separado corazones nacidos para abrigar los dulces sentimientos de la fraternidad, tan sólidamente fundada por el origen, las creencias, las costumbres y el idioma.
El huracán, la mar, los ríos desbordados han venido de consumo sobre aquel país tan terriblemente azotado, y Matanzas, sufriendo con resignación cristiana y con varonil entereza los momentos de prueba, ha salido de ellos borrando la huella que señalaba el paso de las calamidades, mejorando lo que estas arruinaron, creciendo cada vez en riqueza, en producción, en industria y en crédito.
En ese período de de general sentimiento y de pérdida general para la isla de Cuba, la ciudad de los dos ríos ha multiplicado la red de las ferrovías de su jurisdicción, ha construido templos, mercado y cementerio, ha fundado la sucursal del Banco de la Habana, y á la par de establecimientos de enseñanza y de beneficencia, sostenidos por la iniciativa y suscripción particular, mantenía y mantiene con idéntica suscrición batallones que persiguen á los enemigos de su prosperidad y de la bandera que la cubre.
Muchos terrenos incultos han entrado en producción, muchos almacenes se han levantado en las inmediaciones del puerto y muchas quintas de recreo han ido poblando las alturas de la Cumbre y de Simpson, ó la playa de judíos.
Matanzas ha contado, hay que decirlo con un beneficio que ha sido de poderosa ayuda de la eficacia de sus habitantes: ha tenido por intervalo, no muy común en los dominios de España, una autoridad con todas las condiciones que apetece á los pueblos y que ha librado á este de terribles calamidades que más de una vez le han amagado en el orden público, y muy principalmente cuando los horrores del huracán sobrecogían los animos.
El brigadier Juan N. Burriel ha alcanzado de la región oficial grandes aunque merecidas concesiones para la ciudad de su gobierno: ha trasplantado en ella la animación y la alegría de nuestras populares romerías, estableciendo una fiesta nacional que lleva celebrantes de un radio de cincuenta leguas:
ha presidido á la más notable exposición de productos cubanos que en la Isla se haya visto y ha demostrado en todas ocasiones la rectitud de la vara de la justicia; y Matanzas, pueblo justo que no olvida los favores recibidos, Matanzas, que nombró al general Caballero de Rodas hijo adoptivo de la ciudad, cuando había cesado en el mando, dá al acueducto porque há medio siglo suspiraba, el nombre de Burriel, elevando así a su gobernador un monumento más sólido y más apreciable que las estatuas.
El grabado, de un croquis tomado en el acto, da exacta idea de la solemnidad con que se ha celebrado la inauguración de una obra de tanta importancia los días 23, 24 y 25 de junio 1872.
La Aurora del Yumurí y las cartas de nuestros corresponsales traen entusiastas relaciones, que con pesar, faltos de espacio, no podemos transcribir;
Pero con decir que en el breve espacio de diez meses que han transcurrido desde el principio de los trabajos, se ha construido un canal de once kilómetros a más de las obras necesarias á la toma de aguas en el manantial de Bello y las accesorias que requieren las empresas hidráulicas, se comprenderá el legitimo orgullo con que la población en masa, cercando el espacio destinado a las señoras y atronando el espacio con los vivas y aclamaciones á que hacían coro los batallones de voluntarios, después de la bendición del sacerdote, vió desprenderse en artificiales cascadas el líquido cristalino que tanto es necesario bajo el sol tropical.
Que hubo á seguida banquete y brindis, flores y versos, música, desfile y baile ¿Quién no lo comprende, por poco que conozca á nuestros hermanos ultramarinos? Hagamos constar que hubo asimismo función religiosa en acción de gracias por el beneficio alcanzado, y que el municipio, para perpetuar su memoria, ha acuñado una medalla de plata, en cuyo anverso se ve á Neptuno soltando el manantial, con esta leyenda:
Inauguración del Acueducto Burriel. Matanzas 16 Mayo 1872.
El reverso ostenta las armas de la ciudad, con los nombres de los que han intervenido en la obra, a saber: gobernador, don Juan N. Burriel; alcalde municipal, don E. S. D. León Crespo; Concesionario, Faura; Sociedad constructora Heydrich y compañía; ingeniero García Artabe.
Así tenga la Ilustración que ocuparse muchas veces de ciudades como Matanzas y de autoridades como Burriel.
Bibliografía y notas
- “Inauguración del Acueducto Burriel en Matanzas.” La Ilustración Española y Americana. Año XVI, núm. 32, agosto 1872, pp. 502, 503.
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