
La Asociación de Dependientes del Comercio de la Habana por el Dr. Lorenzo D. Beci en la Revista Cuba y América de 1902. Al recordar los orígenes de esta benéfica institución en la forma en que brotaron de la iniciativa de unos cuantos corazones entusiastas y compararlos, después, con la obra magnífica realizada por la fuerza milagrosa de la voluntad impulsada por generosos y nobles propósitos, surge espontáneo el convencimiento de que, como dijo Franklyn, “el camino mas áspero conduce, á veces, á la mas brillante fortuna”.
Sólo así, sintiendo en el alma arder la llama alentadora de la fe; rindiendo fervoroso culto á la perseverancia y al trabajo, se comprende cómo un modestísimo apostolado, inspirado en la concepción hermosa de unir á los dependientes del comercio para los fines plausibles de su mejoramiento moral y material, ha logrado en veintidós años de labor ímproba y de sacrificios realizados para vencer explicables resistencias, crear una colectividad de más de catorce mil socios.
Todo un ejército de voceros para propagar sus excelencias y bondades, el grado envidiable de esplendor que ha obtenido, los prestigios de que goza, las valiosos propiedades que posee, los beneficios incalculables que prodiga, y las aspiraciones incesantes que á todos animan para continuar, sin decaimiento ni desmayo, marchando á toda prisa por la senda del progreso, con la más inquebrantable cohesión y el más firme anhelo de constante adelantamiento…
Surgió en los comienzos de 1880 el pensamiento inicial de la Sociedad y antes de que finalizara el año de 1881, el 18 de Diciembre, día de grata recordación, se inauguraba con menos de 500 afiliados, que en un bienio más tarde habían ascendido al número, ya considerable, de 2,423.
A partir de esta época, puede decirse que la Asociación de Dependientes va de triunfo en triunfo, aumentando siempre sus asociados, ampliando su esfera en la instrucción que dignifica, en las recreaciones que alientan, en la caridad que ennoblece; y transformándose visiblemente, creciendo en lozanía, hasta que en 1884 consigue, al fin, abrir solemnemente su casa de salud, en un edificio modesto y pequeño ¡tan humilde como el local en que estaba el Centro antes de que en Noviembre de 1885 se instalara en el que hoy ocupa en los altos del teatro Albisu.
No es posible, dentro de los límites de un artículo, hacer una relación minuciosa de cuanto corresponde en esa hermosa obra realizada, á presidentes como Fresneda, Peñalver, Segundo Álvarez, Zorrilla, García Tuñón, Romagosa, Quesada, etc. etc., ni cuanta participación tienen en el brillante éxito obtenido hombres tan laboriosos, inteligentes y constantes como el Secretario señor Mariano Paniagua, que es una crónica viva de la Sociedad, cuyos cimientos fundó, y á quien eficazmente auxilia en su importante trabajo el señor Francisco Torréns, —que por ausencia de aquél, desempeña actualmente la Secretaría.
Solamente apuntaremos algunos datos que á manera de jalones sirvan de señales en el proceso histórico de la importante Asociación que, como ya dijimos, cuenta catorce mil socios, cifra ésta á que no ha llegado hasta ahora ninguna otra sociedad en este país.

Distínguese la Asociación de Dependientes por su insaciable afán de progreso. Jamás cree haber alcanzado por completo el ideal que presidió su fundación, y así ha ido, año tras año, rápidamente avanzando hasta llegar al estado actual, próspero y floreciente, que la coloca á la cabeza de todas las sociedades de su índole, no sólo en Cuba, sino en todo el Continente Americano.
Pudiera decirse que la Asociación de Dependientes es un modelo de federación democrática. —Esencialmente española, según expresa el artículo primero de su Reglamento, admite, no obstante, en su seno á los individuos de todas las nacionalidades, llamando á todos por igual al disfrute de sus beneficios.
Una Junta Directiva, con el Presidente, renovados por elección directa cada dos años, ejerce gratuitamente la dirección suprema y sanciona con sus acuerdos las resoluciones de las Secciones en que se halla dividida la sociedad, las cuales, con su reglamento especial, funcionan de manera autónoma en los asuntos de su competencia.
La Junta General, formada por todos los socios reunidos trimestralmente, es el poder soberano que anula ó aprueba los actos de la Directiva y nombra una comisión de glosa que cada tres meses examina las cuentas y libros, así como la inversión de los fondos sociales, haciendo constar en un informe escrito su opinión conforme ó desfavorable. Todo está previsto en el Reglamento general, cuya fiel observancia es exigida con escrupulosidad.
La Sección de Beneficencia es la más importante. Tiene á su cargo todo cuanto se relaciona con la asistencia sanitaria y el cuidado, fomento y administración de la suntuosa Quinta de Salud que es propiedad de la Asociación.

La preside el Vice-Presidente de la Sociedad, cargo que actualmente desempeña el señor José Valdés Pérez, uno de los que con más entusiasmo viene contribuyendo desde la fundación de aquella á su progreso y prosperidad y que por ausencia del señor Antonio Quesada ocupa hoy interinamente, por sustitución reglamentaria, la presidencia de la Asociación que á este último corresponde.
Forma parte de esta Sección el Médico Director de la Quinta Dr. Bernardo Moas… y detengámonos aquí, antes de seguir adelante, para dedicar un amoroso recuerdo á l a memoria del Dr. José Estrada, á cuya dedicación constante, exquisito celo, extremado desinterés y reconocida ciencia, débese en gran parte el auge y el crédito de que hoy goza la Casa de Salud de los dependientes.
El Dr. Estrada fue un justo. Su nombre merece figurar esculpido con imborrables letras en el frontispicio del primer departamento que se construya. El nombre de los buenos debe colocarse siempre en sitio en donde la admiración que despierte sirva de estimulo á los demás para ganar igual recompensa…

La dirección de la espléndida Quinta puesta bajo la advocación augusta de La Purísima Concepción, patrona de la Sociedad; está hoy, como ya dijimos, á, cargo del reputado médico-cirujano Dr. Bernardo Moas, meritísimo facultativo que con sus notables compañeros Dres. García Mon, Fernández Páez, Fontanills, Baltasar Moas y Carballo, contribuye de modo eficaz á mantener en progresión ascendente la confianza y el ventajoso concepto que generalmente inspira aquel sacrosanto lugar en que la beneficencia social se manifiesta en su más consoladora expresión.
Aquella Quinta, que fué en su principio un modesto esbozo de los establecimientos de su índole, es hoy, tras una doble década de afanes y desvelos, un suntuoso plantel que al final de la calle de Alejandro Ramírez se levanta majestuoso como enorgullecido de la misión nobilísima á que está consagrado.
Nada falta en ese riquísimo Sanatorio: ciencia, cuidados, atenciones, comodidades exquisitas, alimentación escogida, higiene, pulcritud, amplios departamentos, aires puros, de todo encuentra allí en abundancia el enfermo para recuperar la salud del cuerpo y expansionar el espíritu en hermosos jardines y paseos que dan á aquel lugar el aspecto de una magnificente quinta de recreo, al fondo de la cual se levanta, rica y artística, la Capilla, en donde se venera la santa imagen de la patrona y brinda la religión balsámico consuelo que cicatriza las heridas del alma y alienta y fortifica á los creyentes y obliga á los incrédulos a reflexionar, enmudecidos, al escuchar el relato elocuente que hace el Capellán de las grandezas, semi humanas, semi divinas del Hombre-Dios…
Peñalver, Fresneda, Zorrilla, Segundo Álvarez, García Tuñón, Romagosa, presidentes que fueron de la Sociedad, son los nombres de otros tantos edificios construidos a todo costo, en los que, con la conveniente separación, atendiendo á la enfermedad de que padecen, son asistidos con señalado esmero los enfermos.

El departamento hidroterápico, ampliamente dotado, el de operaciones quirúrgicas, construido con sujeción a las prescripciones de la ciencia moderna y con todos los aparatos necesarios para los fines á que está dedicado; la farmacia, con su bien montado laboratorio químico, surtida con extraordinaria profusión de toda clase de medicamentos.
Los lavaderos en que la ropa se lava al vapor y es alisada por medio de máquinas, después que ha sido escrupulosamente desinfectada; la cocina, la despensa, verdadero almacén de provisiones, y las lujosas dependencias administrativas, de que es celoso Jefe el señor Juan Aedo, todo muy limpio, reluciente, primoroso, entre parterres lozanos y gigantescos eucaliptus, que al par que dan sombra sanean el terreno, absorbiendo sus humedades perjudiciales, forman un conjunto que encanta la vista y hace agradable la residencia en aquella pintoresca mansión.
Para que pueda formarse una idea siquiera de lo que representan esos elegantes edificios, basta decir que las primeras instalaciones y trasformaciones hechas allá por el año 1893 costaron 83,200 pesos en oro y desde entonces hasta la fecha la Asociación ha ido constantemente extendiendo su Sanatorio, ampliando sus dependencias, haciendo mayor la riqueza de los aparatos y herramientas de cirugía, creando y construyendo gabinetes bajo un plan científico modernísimo, hasta el punto de que hace pocos años cerraba su presupuesto de gastos en la Quinta (y nos referimos al capítulo de obras solamente) con la respetable cifra de 128,133 pesos en oro.

Tiene La Purísima Concepción, además, un espléndido gimnasio y varias celdas convenientemente arregladas para los que padecen de enajenación mental. Y si bien este servicio no adolece de ninguna deficiencia notable, encuéntrase próximo á ser realizado el proyecto de construcción de un manicomio modelo, que por su perfección forme harmónico conjunto con los demás departamentos de la Quinta.
Allá, en lugar retirado, lejos de la vista de los enfermos, rodeado de gruesos y copudos laureles, encuéntrase el depósito de cadáveres, severo, sencillo, con el mobiliario indispensable para que los familiares y amigos del fallecido, y con ellos una guardia de los empleados de la Quinta, velen el cadáver durante las veinticuatro horas que han de preceder al enterramiento, decente, decoroso, que la Sociedad realiza por su cuenta.
Pocos, en verdad, utilizan este póstumo servicio. La mortalidad de los enfermos es, por suerte, muy escasa, y acusa una proporción infinitesimal con relación al número de los asistidos, según lo justifican las estadísticas demográficas que la Asociación inserta en sus memorias anuales.

Los beneficios de la instrucción que reparte la Asociación de Dependientes en sus aulas, servidas por un profesorado idóneo y competente, pueden apreciarse con sólo tener en cuenta el crecido número de alumnos matriculados anualmente y los satisfactorios resultados que acusan los exámenes públicos que periódicamente se celebran en presencia de las más salientes personalidades de la sociedad cubana.
Como se vé, pues, los alumnos que asisten á las clases del Centro, son, en su mayoría, hijos de esta Isla. A nadie se pregunta de dónde viene para hacerle partícipe del inapreciable bien de la enseñanza. Desde las primeras letras y los rudimentos de la escritura, hasta los ramos de adorno y de aplicación práctica, la carrera comercial, labores, mecanografía, música, idiomas, taquigrafía y artes gráficas, son enseñados en esa benemérita Corporación, que si ha sabido dotar á sus asociados de un Sanatorio modelo, les ofrece asimismo los medios adecuados para que á la salud del cuerpo puedan unir la salud y el vigor del espíritu, cultivado por la instrucción.
Meritoria obra cuya influencia provechosa no puede ser más evidente. A ella débese en gran parte que el dependiente haya ido poco á poco reivindicando los derechos que hoy se le reconocen y que en otro tiempo le fueron negados y desconocidos. Aun viven en la memoria los recuerdos de aquella existencia rebosante de tristeza y de esclavitud que sufría el castigado mancebo.

Y comparándola con la vida decorosa y digna de que hoy disfruta, destácase de manera ostensible cuán grande y dignificadora ha sido la obra realizada por la prestigiosa Asociación, que con ejemplar constancia, agrupándolos, instruyéndolos, educándolos para el trato de una vida social y progresiva, ha hecho del indefenso esclavo de ayer un hombre libre en posesión de todas las prerrogativas y consideraciones que distinguen á los individuos de los pueblos cultos y civilizados que respiran el ambiente purificado de una democracia moderna.
Aunque sólo fuera, pues, por esta labor de educación, no cabe negar que la Asociación de Dependientes ha contribuido y sigue contribuyendo al fomento de la cultura cubana coadyuvando de una manera eficaz al engrandecimiento del país en el cual cumple y desarrolla su programa de progreso y adelanto.
Gozan de merecido renombre por su esplendor y lucimiento las fiestas que ofrece a sus socios el Centro, lacónico nombre con que se designa generalmente á la Asociación de los Dependientes del Comercio de la Habana: fiestas que no pueden celebrarse en sus salones, ni aun en cualquiera de los teatros aquí existentes, y por eso presenta a menudo el sorprendente espectáculo de ocupar en una misma noche los dos más importantes coliseos de esta capital, para obsequiar cómodamente á sus numerosos asociados.
El crecimiento constante de la Sociedad, su riqueza y poderío cada vez mayores, permítele abordar decididamente la construcción de un edificio capaz para sus necesidades, en el cual pueda reunir á sus sostenedores bajo techo que sea de su exclusiva propiedad.
No pasará, pues, mucho tiempo sin que podamos admirar en uno de los lugares más céntricos de la Habana un arrogante edificio que al levantarse erguido frente al mejor de los paseos públicos, servirá de elocuente enseñanza á los que, procurando únicamente satisfacer sus pasiones, se empeñan en marchar solos, disgregados, desconociendo el poder inmenso que proporciona la acción colectiva unida, la concurrencia de voluntades, movidas al impulso vigoroso de nobles y levantados ideales.
Ya tiene el Centro adquirido en $150,344 el terreno, en parte edificado, en que ha de levantarse el portentoso palacio; van á prepararse dentro de pocos días sus cimientos y antes de que éstos se terminen, se subastará la construcción del edificio, cuyos planos está terminando el ingeniero Sr. Arturo Amigó.
Cerca de 125,000 pesos en oro importará esa notable obra de arquitectura que constará de planta baja y dos pisos altos y en la cual se instalarán gimnasio, baños, sala de armas y toda clase de juegos lícitos para esparcimiento de los socios. Las clases, que el Centro atiende con marcada preferencia, serán establecidas con la mayor amplitud y de acuerdo con lo que la pedagogía moderna reclama.
Y en un lugar apropiado, con el sello de elegante distinción que á todas sus obras sabe imprimir el Centro, se instalará un gabinete de consultas diurnas y nocturnas, para mayor facilidad de los asociados que deseen utilizar los servicios médicos á que tienen derecho.
Tal es á grandes rasgos presentada, la Asociación de Dependientes del Comercio de la Habana, digna, por todos conceptos, de la admiración que á propios y extraños produce. Hoy, que tan extraordinario desarrollo ha adquirido, que tantos recursos posee, asombraría, en verdad, y les llenaría de regocijo si pudieran contemplarla, henchidos de legítimo orgullo, á aquellos que, como á Félix García, la muerte no ha permitido que pudieran recrearse ante el esplendor alcanzado por la Sociedad que ellos concibieron y cimentaron, no pensando, tal vez, como sucede siempre á los iniciadores de toda obra, que la semilla por ellos regada llegará germinar y á producir tan óptimos frutos.
Sea la memoria de aquellos fundadores siempre venerada, y agasaje Dios en Su gloria á los eternamente desparecidos, que en su paso por esta miserable vida terrena supieron dejar sembrada la simiente de una Asociación que sólo por una administración diáfana, reconociendo á todos iguales derechos y exigiendo á cada uno el exacto cumplimiento de sus deberes, tras veintidós años de incesantes desvelos, durante los cuales se han vencido las más grandes dificultades, se han desvanecido errores.
Se han suavizado asperezas, se han dominado oposiciones, se han llevado al convencimiento ideas que antes eran rechazadas con repugnancia, se han sufrido las más intensas amarguras, se ha librado titánica batalla contra la preocupación y la rutina, y se han acumulado recursos adquiridos á fuerza de trabajo y de economía, puede gozar ahora del placer de la victoria, presentando ante el mundo que la contempla admirado, esa brillante Asociación que, inspirados en la práctica del bien social, han sabido erigir los dependientes del comercio de la Habana, engrandeciéndose á sí mismos y honrando y enalteciendo la sociedad en que viven.
La Asociación de Dependientes honra tanto á Cuba como á los que la forman.
Bibliografía y notas
- Beci, Lorenzo. “La Asociación de Dependientes del Comercio de la Habana”. Revista Cuba y América. Año 6, núm. 117, octubre 1902, pp. 387-397
- “Asociación de Dependientes del Comercio”. El libro de Cuba. La Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925, pp. 637-638.
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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