Supongo á los lectores de Blanco y Negro enterados del brillante hecho de armas llevado á cabo en las calles de Paso Real de San Diego (Pinar del Río, Cuba) por la columna del general Luque, uno de los caudillos que más alto sostienen el pabellón de España frente á las hordas insurrectas[1].
Aquí en la Habana ha producido el hecho notorio entusiasmo entre el elemento español y todas las clases sociales tributan elogios calurosos á nuestras tropas, interesándose por la salud del bravo general, que salió herido en la refriega, aunque levemente por fortuna, encontrándose ahora en curación en el hospital de Santa Clara.
El general de brigada D. Agustín Luque y Coca, héroe indiscutible de Paso Real, es uno de los generales más jóvenes de nuestro ejército, y desde su ingreso en él como cadete de infantería demostró que sentía los impulsos de esa honrada ambición que recomiendan nuestras ordenanzas militares.
Desde que en la batalla de Alcolea se ganó el empleo de teniente, todos los grados y empleos hasta el grado de coronel los ha obtenido como recompensa á méritos contraídos en el campo de batalla, habiéndole correspondido el empleo de capitán por vacante de sangre.
Operó contra los republicanos y se batió frente á ellos en Andalucía el año 1869 y desde 1878 hasta la terminación de la guerra carlista, solamente cuando una grave herida le obligó á separarse de las filas del ejército del Norte para atender á su curación, dejó de estar en campaña, asistiendo después á innumerables combates y distinguiéndose en las batallas de Montejurra, Velabieta, Monte Montaño, San Pedro Abanto, Galdamés y Elgueta.
Para el asalto de la brecha abierta en el recinto de La Guardia se presentó voluntario acreditando así una vez más su ardimiento.
Gobernador militar de la provincia de Santa Clara cuando estalló la insurrección en Cuba, logró sofocarla por el pronto en el territorio de su mando, y al surgir después con más bríos ha prestado servicios importantes como jefe de columna, distinguiéndose en infinidad de combates.
El nombre del general Luque era conocidísimo para el asiduo lector de la crónica de la guerra aun antes de ocurrir el sangriento y decisivo encuentro que motiva estas líneas.
El pueblo de Paso Real de San Diego, donde se verificó el memorable combate el día 2 (febrero 1, 1896) del actual, pertenece á la provincia de Pinar del Río, y está situado en el camino real de la Vuelta Abajo, á entrambas orillas del río de San Diego y en terrenos del corral de este nombre.
El caserío no pasa de cincuenta edificios de todas clases, y la población asciende á 210 (?) habitantes; está situado á dos leguas de los Palacios, á tres y media de San Diego de los Baños y á seis del embarcadero de Dayaniguas.
Los enfermos y bañistas que durante el verano se dirigen al famoso balneario de San Diego, hacen etapa en el pueblo de Paso Real. Tanto éste como San Diego de los Baños y todos los pueblos de las cercanías sufrieron mucho en otoño último con motivo de las inundaciones de Vuelta Abajo y desbordamiento del río San Diego, catástrofe de la cual me ocupé en una de mis primeras crónicas.
Presentados al lector el héroe de la jornada y el lugar del combate, entraré en el relato de éste diciendo que el general Luque llevaba algunas semanas de persecución contra Antonio Maceo, á quien nuestras columnas traían inquieto y fugitivo, aunque hallaba recursos en su táctica para rehuir todo combate con las tropas.
En los últimos días de enero, la columna Luque, que seguía el curso de la línea férrea desde Candelaria á la Herradura, había alcanzado á algunos grupos de la retaguardia de Maceo, grupos que se dispersaban así que tenían noticia de la aproximación de nuestras tropas.
El día 31 el general Luque parecía haber perdido la pista de Maceo, y entonces fué cuando se telegrafió á la prensa por sus corresponsales una multitud de suposiciones, según las cuales tan pronto se había visto á Maceo en Mantua como en Guane.
No era así ciertamente. El audaz cabecilla mulato se encontraba en el pueblo de Paso Real de San Diego, adonde había acudido buscando descanso para sus hombres, muchos de los cuales estaban desmontados, y no pocos enfermos y aspeados.
Súpolo el general Luque, y acelerando la marcha de su columna llegó el 2 por la mañana al ya citado pueblo de Paso Real, lugar muy bien elegido por Maceo, que en caso de apuro podía refugiarse fácilmente en las asperezas de la sierra Candelaria y en la llamada del Infierno. La súbita llegada de la columna Luque obligó á Maceo á resistir, impidiéndole poner en práctica aquel pensamiento[2].
El general Luque atacó sobre la marcha á Paso Real, dentro del que se encontraban los rebeldes de Maceo y las partidas de Sotomayor, Miró, Zayas y el Chileno.
Después de un largo tiroteo y de algunos ataques á la bayoneta, la columna entró en Paso Real, haciendo impetuosa irrupción al mismo tiempo por diferentes parajes.
Maceo, comprendiendo desde luego que le era imposible resistir, trató de abandonar el pueblo con toda premura, abriéndose camino de cualquier modo por entre las líneas de nuestras tropas. Dos veces la caballería de Maceo cargó sobre nuestra infantería con salvaje valor. La resistencia de las tropas no decayó un momento.
Reunidas en enorme tropel, las fuerzas de infantería y caballería de Maceo intentaron un supremo esfuerzo y acudieron a abrirse paso forzando el cinturón de fuego que los cercaba. En este momento decisivo intervino la artillería con plausible eficacia.
Una pieza, colocada detrás de las líneas de los soldados, avanzó en el momento en que se acercaba la masa enemiga, y cuando ésta llegó á cincuenta metros, disparó una rociada de metralla que sembró pánico horrible en el enemigo.
Este se desbandó por todas partes, huyendo en todas direcciones y dejando en las calles de Paso Real sesenta y dos muertos. Los heridos pasan de doscientos. En su huida abandonaron los rebeldes cien caballos, y en algunas casas del pueblo encontró la tropa víveres, armas y efectos de guerra pertenecientes á los insurrectos.
Por nuestra parte tuvimos también sensibles pérdidas. El general Luque recibió un balazo en una pierna, y aunque se obstinaba en seguir mandando las fuerzas, tuvo que retirarse, después de tomar posesión de Paso Real al pueblo de Consolación del Sur.
Del mando de la columna se encargó el bravo coronel D. Cándido Hernández, cuyo retrato envié en mi carta anterior. Resultaron heridos de gravedad dos comandantes, dos oficiales y cuarenta soldados. Al día siguiente fallecieron a consecuencia de las heridas un capitán, un teniente y treinta soldados.
Con su sangre generosa quedará escrito en la historia de esta guerra el memorable combate de Paso Real, página de gloria en la brillante historia militar del bizarro general Luque.
Tomaron parte en dicho combate dos compañías de Saboya y una de Galicia, las cuales formaban el ala izquierda, al mando del bravo coronel Hernández. El centro de nuestra columna, que avanzó sobre el enemigo en correctísima línea de batalla, lo formaba el batallón de San Quintín, mandado por su coronel y á las inmediatas órdenes del general Luque.
El ala izquierda, dirigida por el teniente coronel Francés, se componía de una compañía de Soria y dos de Alfonso XIII. La fuerza de artillería que tan oportunamente intervino en la refriega, estaba mandada por el teniente Lisón.
Para juzgar del ímpetu con que cargaron nuestras tropas, baste saber que muchos de los muertos enemigos lo fueron á bayoneta, sin que ninguno de nuestros soldados resultase herido de machete[3].
Revista Ilustrada Blanco y Negro. Madrid: Febrero 22, 1896.
Los Sucesos del Día. Noticias oficiales: Encuentro con Maceo en Paso Real de San Diego desde La Lucha.
El General Luque herido en una pierna. 62 muertos y 200 heridos insurrectos. En busca del enemigo.
El general Luque en telegrama del día 2 (febrero 1896) dice al general en jefe lo siguiente:
Antes de ayer (viernes 31 de enero) salí de Pinar del Río á las 7 de la mañana pensando marchar á Consolación, pero indicios recogidos me hicieron dirigirme á Pilotos, donde comprobé inmediatamente la estancia de Maceo, Miró, Zayas , Chileno y Sotomayor.
Seguí el rastro, llegando á las 8 de la noche á Arroyo de Aguas, donde descansó la tropa 3 horas, y á las 12 de la noche seguí la marcha, llegando á las 8 de la mañana á la hacienda Candelaria, en rumbo á San Diego de los Baños; el rastro seguía hacia la Herradura y continué en esta dirección, dando dos horas de descanso á la tropa, que llevaba marchando 27 casi sin interrupción.
En Paso Real.
A las 2 de la tarde (sábado 1, 1896) continué a Paso Real, encontrando acampadas las partidas mencionadas que defendieron tenazmente el pueblo desde las casas y cercas que las rodean.
La vanguardia de la columna mandada por el coronel Hernández atacó por la vanguardia y el centro y retaguardia bajo mi dirección por la calle Central del pueblo y por la derecha.
El enemigo se replegó rápidamente al extremo Este del pueblo y líneas formadas en los extremos de las calles y sostuvo el fuego por descargas.
Después de dos ó tres de éstas hechas por nuestras fuerzas cargó la caballería con gran valor al mando de los primeros tenientes Herrera y Berenguer, dando muerte al machete á 10 insurrectos pero al ir á desembocar del pueblo vieron más de mil jinetes enemigos dispuestos á atacar y rompieron fuego contra ellos, sosteniéndolo hasta que llegó la infantería.
Penetré en la calle Real del pueblo con el batallón de “San Quintín” avanzando y haciendo fuego por descargas en tanto que el avance seguía por las calles. Posesionado del pueblo empezó la segunda fase del combate que se desarrolló entre las últimas casas y unos palmares que lo envuelven en arco de círculo á unos 3 kilómetros de distancia.
Nuestra línea, de 2 kilómetros de desarrollo, estaba formada por dos compañías de “Saboya” y una de “Galicia” en la izquierda, al mando del coronel Hernández; 3 de “San Quintín” con su su coronel á mis inmediatas órdenes; en el centro la compañía de “Soria” y 2 de “Alfonso XIII” en la derecha, al mando del teniente coronel don Ildefonso Francés.
La pieza de artillería al mando del teniente Lirón estaba situada en sitio a propósito entre el centro y la derecha.
En la forma expresada avanzaron las fuerzas de posición en posición haciendo fuego por descargas.
En los Palmares.
Encontramos al enemigo á 200 ó 300 metros del palmar saliendo rápidamente su caballería y se lanzó dos veces á la carga con valor verdaderamente salvaje, llegando sus jinetes hasta las bayonetas de los soldados. La infantería rechazó la primera carga formada en línea y para la segunda se formó en grupos circulares.
Me complazco en manifestar á V. E. que no tengo un solo herido de machete, mientras hubo jinetes enemigos muertos en la misma línea de las tropas y caballos heridos de las bayonetas.
La artillería disparó con botes de metralla á 50 metros de distancia[4].
Rechazadas las cargas siguió el avance siéndome difícil contener á las tropas entusiasmadas que persiguieron al enemigo que tomó la dirección de los Palacios.
Las bajas del enemigo.
Practicado reconocimiento del campo de batalla por las mismas fuerzas que habían tomado parte en ella tuvieron los soldados la satisfacción de ver en el campo 62 hombres muertos y más de 100 caballos y mulos, cogiendo al mismo tiempo un número considerable de monturas, armas, municiones y toda clase de efectos.
Por noticias posteriores sé que el enemigo ha tenido más de 200 heridos.
Luque herido.
En los comienzos de la acción fui herido de un balazo que me atravesó una pierna; pude continuar, sin embargo, á caballo, dirigiendo hasta que terminó, debiendo á esta circunstancia afortunada la satisfacción de poder manifestar á V. E. mi propósito de pedir la cruz de 4ta. clase de San Fernando como comprendido en el caso 7mo. del artículo 27 del Reglamento de la Orden.
Nuestras bajas.
Resultaron también heridos gravemente el Comandante de la Guardia Civil D. Luis López Mijares y el de infantería D. José Ruiz Pérez, que falleció la noche pasada, un Capitán, un teniente y 30 soldados; habiendo fallecido uno de los últimos[5].
Distinguidos.
Se han distinguido notablemente en este hecho de armas[6], el coronel don Cándido Hernández, tenientes coroneles Francés y Ballesteros, comandante Mijares, primeros tenientes de caballería Berenguer y Herrera, de infantería Masden y segundo teniente Moreno; primer teniente Lirón, de artillería; el médico primero Bernardo Rivera y mi Jefe de Estado Mayor, el capitán García Benítez, que recorrió varias veces la línea avanzada, secundando mis órdenes para la adopción de formación contra caballería.
Más reconocimientos.
Hoy por la noche practicó un extenso reconocimiento la fuerza de la columna del coronel Hernández, quedando en el pueblo dos compañías.
Regreso.
La fuerza regresó sin haber encontrado enemigo.
Para Consolación del Sur.
Al medio día emprendí la marcha para Consolación del Sur, para continuar mañana á Pinar del Río, dejar heridos y allí entregar, aunque con sentimiento mío, el mando al coronel Hernández, que tan brillantemente me ha secundado en las operaciones.
— Luque.
Periódico La Lucha, Febrero 5, 1896.
(De nuestro Suplemento de ayer tarde)
Bibliografía y notas
[1] Nótese que: los dos relatos en esta publicación de la batalla de Paso Real de San Diego el primero de febrero de 1896, en la provincia de Pinar del Río, Cuba, cuentan la historia desde la perspectiva española. Si desea leer uno de los relatos de esta batalla desde la opinión del bando independentista puede encontrarlo en el segundo tomo del libro de José Miró Argenter titulado Crónicas de la Guerra, la Campaña de Occidente, páginas 29-37.
[2] (N. del E.) Digno de mención es que al comenzar el combate la mayor parte de las tropas de Antonio Maceo ya estaban en movimiento hacia otra localidad y así lo cuenta Miró Argenter: Con el cuerpo de vanguardia salió Maceo de Paso Real, para llegar á Santa Cruz de los Pinos en una sola marcha. Habían también desfilado el centro y una parte de la retaguardia, cuando sonaron algunos disparos en las afueras del caserío. Se hallaba dentro de la localidad, organizando los últimos pelotones de la retaguardia y en espera del retén que vigilaba el camino de la huella, el jefe de Estado Mayor, cronista ahora del episodio…
[3] Opinión no compartida por José Miró Argenter quien dice en su libro p. 34: “El general Luque afirma que no tuvo bajas de machete: ¿Por qué hizo esta salvedad? Ello demuestra que si él no las vio, se lo contaron sus propios subalternos. No podemos determinar el número de los soldados macheteados. Pero, sí, damos fe de este episodio: el comandante Regino Alfonso con su tajante, afilado como una navaja barbera, despachó á tres soldados de la caballería de Luque en un santiamén. No ha de ponerse en duda que en nuestras filas brillaban otros machetes que podían rivalizar con el de Regino Alfonso”.
[4] Cuenta Miró Argenter en su relato que el general Antonio Maceo intentó responder con su inexistente artillería: “Sonaba el cañón de los españoles; los metrallazos iban bien dirigidos, y á Maceo se le metió entre ceja y ceja, hacer jugar la culebrina de Mantua. En medio del fuego estrepitoso, él solía tener antojos que las más de las veces eran conatos arriesgados y peligrosísimos para nuestra tropa. De buenas á primeras, disparó una bala rasa nuestro cañón de bronce, y resultó lo previsto por los que consideraban infructuoso el duelo de artillería: el cañón hizo estragos en nuestros bisoños artilleros; descalabró al tirador y á los apuntadores; cinco ó seis hombres fuera de combate.
[5] Tampoco coinciden desde uno y el otro campo las opiniones sobre el número de heridos y muertos. Dice Luque que en filas de Maceo hubieron 62 muertos y unos 200 heridos. En las suyas incluyéndose avanza treinta y cinco heridos y uno de ellos fallecido. Por su parte Miró dice que fueron 58 las bajas de los insurrectos, entre muertos y heridos y agrega: Según noticias adquiridas entre los campesinos de los contornos, y confirmadas después por las autoridades de Paso Real, la división española tuvo más de 100 bajas.
[6] No caben dudas del enorme valor mostrado por los hombres que participaron en esta batalla. De un lado como del otro españoles e independentistas lucharon con fervor y valentía. De los generales, herido el español Agustín Luque continuó dirigiendo la batalla y el cubano Antonio Maceo bajo un diluvio de balas y metralla cargó al machete junto a su caballería contra los cuadros españoles. Es necesario señalar el valor del comandante independentista Pablo Chacón fallecido dentro de uno de estos cuadros ¡Gloria a todos los que aquel día se enfrentaron!
- “Blanco y Negro. Crónica Ilustrada de Nuestros Corresponsales en la Campaña: El general Luque y la acción de Paso Real.” Revista Ilustrada Blanco y Negro. Madrid: Febrero 22, 1896.
- “Los Sucesos del Día. Noticias oficiales: Encuentro con Maceo en Paso Real de San Diego.” Periódico La Lucha, no. 31. Febrero 5, 1896, 2.
- Miró Argenter, José. “Paso Real.” Crónicas de la Guerra, la Campaña de Occidente, Tomo II, 29-37. Habana: Editorial Lex, 1943.
- “La Masonería en Cienfuegos.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Agosto 21, 1904).
- El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Feb. 16, 1896).
- Roig de Leuchsenring, E. (27 de enero de 1935). Páginas desconocidas u olvidadas de nuestra historia: Maceo Paladín de la Libertad Noble y Grande Corazón.
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