Con Díaz de Espada y Landa y Landa y Gerónimo Valdés, comparte renombre y fama bien adquiridos en la historia de esta ciudad de la Habana el Obispo Diego Evelino de Compostela, que gozó de muy justo aprecio entre sus contemporáneos por su elocuencia como predicador, por sus iniciativas como pastor de la Diócesis y sus sentimientos filantrópicos.
Llegó á la Habana, en la flota de don Diego de Viana Hinojosa, después de sufrir una borrasca á la vista de este puerto que le arrojó sobre las costas de Veracruz, el 17 de Noviembre de 1687.
Sus numerosas fundaciones le acreditan de activo y celoso pastor; y si se añade que careció de recursos y todo lo realizó por medio de su palabra ferviente, apelando á los sentimientos de caridad y beneficencia y reuniendo limosnas, admírase aún más la obra considerable por él realizada.
Pezuela le atribuye las siguientes fundaciones en la provincia de la Habana: parroquias de Santiago de las Vegas, San Miguel del Padrón, Jesús del Monte, Río Blanco, Guamacaro, Macurijes, Guamutas, la Hanábana, Álvarez, Guanajay, Santa Cruz, San Basilio, Consolación, San Julián de los Güines, Batabanó, Guane, Pinar del Río y el Santuario de Regla.
La importancia de esta obra del celoso prelado aumenta al recordar que muchas de estas modestas parroquias rurales fueron el origen y luego núcleo de actuales poblaciones.
En la Habana, según el mismo historiador, fundó en 1692 el Seminario de San Ambrosio, el Colegio de San Francisco de Sales, el Hospital de convalecientes de Belén, el Convento de Monjas Recoletas de Santa Catalina y el de Carmelitas de Santa Teresa. Además, anótanse entre sus fundaciones, en Puerto Príncipe, la denominada Ermita de la Soledad y, en Santiago de Cuba, las parroquias del Caney, Santiago del Prado y Jiguaní.
Calcagno recuerda entre las fundaciones de Compostela, la Casa Cuna en 1687, señalándola como su primera obra; la iglesia, primero oratorio, de San Felipe de Neri y el acto de la bendición de la nueva Catedral de la Habana en 22 de Julio de 1690.
D. José María de la Torre, anota, que en esta ciudad lleva el nombre de Compostela, esta calle, en memoria del ilustre Prelado que vivió la casa número 155 de los herederos de don Ignacio Calvo y porque en ella fundó las cinco iglesias que existen: Santa Teresa, San Isidro, Belén, Santa Catalina y el Santo Ángel, y tuvo dos modestas huertas ó quintas en San Isidro y Belén.
Nació el ilustre prelado en Compostela, Coruña, en 1635. Graduóse de Doctor en ambos derechos á los veintitrés años, desempeñando cátedras de Metafísica, Teología y Sagradas Escrituras. Hallándose en el desempeño de un curato en la parroquia de Santiago, en Madrid, fué electo Obispo de Cuba, embarcándose en Cádiz en la ya citada flota de Viana Hinojosa.
Entre las buenas obras que perpetuarán en Cuba la memoria grata del Obispo de Compostela, está sin disputa, en primer lugar, la fundación de la Casa de Expósitos á Casa Cuna.
El móvil que le decidió á fundarla nárralo la tradición asegurando que cierto día apareció destrozada, dentro del recinto amurallado de la ciudad, por cerdos ó perros, una tierna criatura; y compadecido el Prelado, arbitró recursos solicitando más tarde del Ayuntamiento que, del producto del derecho de sisa, destinase mil pesos á la benéfica institución.
Con ese pequeño auxilio y el de la caridad pública, se instaló el asilo de niños á fines del siglo XVII, en una casa situada en el mismo lugar en que pocos años después se levantó el monasterio de Santa Teresa.
Asegura un cronista que se invirtieron en esta fábrica treinta mil pesos.
Estos hechos justifican el juicio de uno de nuestros historiadores, Compostela, dice, con Valdés y Espada han sido los tres jefes de la iglesia en Cuba que más han hecho en favor de ella y del país y sus nombres pasarán rodeados de gloria á la posteridad.
Y justifican además, la satisfacción que puede caber á Cuba y América de reproducir en sus páginas el retrato de figura tan insigne en nuestros modestos anales.
También la reproducción fotográfica del cuadro, la debemos como el de los retratos del Padre Félix Varela y del Obispo Morell de Santa Cruz, ya publicados, al Dr. D. Antonio González del Valle, que lo adquirió de las monjas del convento de Santa Teresa, en cuyos muros se guardan estas reliquias históricas del inolvidable fundador.
Merecen que se consignen asimismo los esfuerzos hechos por el fotógrafo N. E. Maceo para sacar todo el partido posible, dentro de los recursos del arte, á tan antiguo lienzo, deteriorado, como casi todos los de su época que poseemos, por los rigores del clima.
Este retrato forma también un documento histórico, porque el Obispo Compostela desempeñó la Mitra antes de dividirse la Diócesis en la Isla, y no existe por esta causa su retrato en la Sala Capitular de nuestra catedral, donde sólo están los del tiempo del Obispo Tres Palacios, empezando por éste, hasta el día.
El original del retrato es al óleo, de cuerpo entero y tamaño natural, en él se lee la siguiente inscripción:
“El Illmo Sr Dr D. Diego Evelino de Compostela y Mendoza, Segundo de este nombre y 27 Obispo de Cuba. Gobernó esta Diócesis 19 s/a fundó el Santo Ángel, el hospicio de S. Isidro, los dos Colegios de S. Ambrosio y S. Franco de Sales. Erigió todos los curatos del Campo. Y fundó este Monasterio del Cármen, el Convento de Bethleem. Murió á los 68 años de su edad a 29 de Agto el â de 1704 (Valentin P. x.)”
El nombre del pintor es también un problema histórico. Bachiller y Morales en sus Apuntes, refiriéndose al estado de la pintura á fines del siglo XVIII, dice:
“Lo único que teníamos era un singular retratista ó raro pintor que, ó mejicano ó de paso para Méjico nos visitaba. El cuadro histórico que se conserva en la Beneficencia y representa el acto de su instalación, monumento que contemplamos con cariño, es la mejor muestra del estado de la composición, dibujo y perspectiva á que se había llegado.”
El cuadro á que se refiere el autor citado se hallaba pintado al fresco en una de las galerías de la Casa de Beneficencia y Maternidad por Juan del Río en 1793, hecho que nos aseguró el Dr. Fernando González del Valle y cuya pintura hubo de desaparecer en una de esas irracionales invasiones de lechada que han dado al traste con otros documentos históricos análogos.
De este cuadro existe una reproducción litográfica, dibujo de D. Juan Domingo Lequerica, de Junio 13 de 1860. De él tuvimos ocasión de hablar en la Habana Literaria, periódico dirigido por Alfredo Zayas y Enrique Hernández Miyares, donde en el número 6, año I, Noviembre 30 de 1891, puede hallar más detalles el curioso lector. De esta lámina remitimos un ejemplar á la Casa de Beneficencia y Maternidad, donde hoy tenemos el gusto de saber que se ha puesto en un cuadro.
Serafín Ramírez, en la Habana Artística, al tratar de la pintura, escultura y arquitectura no nos cita tampoco este Valentín. Cita sólo á Escobar, Juan del Río, García y Ocón.
El único dato que por nuestra parte tenemos, después de algunas pacientes investigaciones sobre el autor de este retrato bastante correcto en sus líneas y de un colorido excelente, nos lo proporciona el doctor Valle, el cual recuerda, por sus antepasados, que el Valentín aludido era un mestizo escultor y que muchas imágenes antiguas de nuestros templos se deben á la habilidad de su cincel, como el Señor de la Vera Cruz, la Merced y Santa Catalina.
El obispo Compostela quiso ser sepultado en el templo de Santa Teresa. En una lápida de mármol negro con letras de oro, se lee hoy correctamente esta inscripción:
En los cuatro ángulos de la lapidita las letras O. Q. V. F. son las iniciales del salmo 113, verso onceno, que dice:
Omnia quoœcumque voluit fecit : hizo todo cuanto quiso.
Y entre estas letras aparecen las siguientes:
D. O. M. Didacus Evelino de Compostela Adhuc Vivens Mortis horam, diem novissimun et eternos annos in menten habuit In templo isto nominalum Sanctæ Theressiæ A se constructo inter ipsa carmeli lilia et virgineos choros hoc sibi paravit horabile sepulcrum. Recesit é vivis œtat LXIX episcopat XVIII Die 29 aug. an 1704.
En las notas que lleva la edición de 1876 del historiador Arrate, se lee la muy curiosa que así dice: El corazón de este Obispo (Compostela) lo conservan en una redoma con alcohol las RR. MM. Carmelitas de esta ciudad y lo tienen colocado en el coro alto. Se les entregó por disposición de dicho Ilmo., Obispo que quería que su corazón quedase entre sus hijas.
Bibliografía y notas
- Meza, Ramón. “El Obispo Diego Evelino de Compostela”. Revista Cuba y América. Año VIII, Vol. 14, núm. 6, 1904, pp. 143-146.
- Meza, Ramón. “Una procesión histórica”. Revista La Habana Literaria. Año I, núm. 6, 30 de noviembre 1891, pp. 129-135.
- A., B. “Casa de Beneficencia”. Revista Ilustrada Cuba y América. Año VII, núm. 122, Marzo 1903, pp. 274-277.
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