Enrique Custin y la Custin and Co. de la Habana. La música ha sido, sin duda, en todos los tiempos y en todos los países, el arte predilecto no sólo de las clases intelectuales, que saben apreciarla en sus múltiples matices y bellezas, sino también entre las multitudes, que no carecen de sentimientos artísticos, y en cuyo corazón sufrido y paciente derraman las melodiosas notas musicales como un rocío consolador que alegra conmoviendo.
Efectivamente, desde el sonido melódico más primitivo del caramillo ó la rústica flauta, hasta las sonoridades harmónicas de las sinfonías instrumentales de Wagner y sus discípulos aventajados, siempre la música ha ejercido influencia decisiva en el alma de los pueblos, consolándolos en la desgracia ó llevándolos á la victoria.
Hoy, en Cuba, cuando el pueblo frenético se entrega á la celebración de su glorioso 20 de Mayo, ¿Quién no recuerda otras heroicas fechas y se conmueve hondamente al escuchar las entusiastas notas del himno bayamés ó de nuestras melancólicas guajiras?
Y precisamente, al celebrar nuestra República la gloriosa fecha de su tercer 20 de Mayo (1904), cuenta la Habana con un establecimiento musical que la honra altamente, y cuya importancia habla muy alto de la cultura artística de nuestra capital.
Este establecimiento —verdadero templo del arte— es el que se encuentra en la calle de la Habana número 94, y cuya historia breve y brillante puede citarse como ejemplo de cuanto alcanza una labor activa unida á un profundo conocimiento técnico de la obra emprendida.
El señor Enrique Custin, de la razón social de Custin and Co., nombre de la acreditadísima casa de referencia, hizo sus estudios técnicos en los Estados Unidos, en la gran casa constructora de pianos de Chickering and Sons de Boston, donde ingresó á los catorce años, permaneciendo allí hasta los 23, de donde salió con todos los conocimientos de un maestro en la construcción de pianos y en todo lo relacionado con tan importante negocio.
Ofrece esto una especialidad ventajosísima para el establecimiento de la calle de la Habana, especialidad consistente en no ser su principal sólo un agente experto y un importador activo y entendido en asuntos de esta índole, sino también un distinguido profesor y perito en todo lo que se refiere á instrumentos musicales de ese género.
Establecida la casa de Custin and Co. en Lima, radicó durante veinticinco años en la capital del Perú, gozando de un crédito excepcional en aquel país.
Más tarde, al establecerse en Cuba la importante casa, obtuvo desde el primer momento un verdadero éxito, tanto en su antiguo local de Prado número 126, al lado de nuestro Teatro Nacional, como en el magnífico que ahora ocupa, y el público selecto y entendedor ha preferido siempre hacer sus compras en tan recomendable establecimiento.
Los señores Custin y Comp. son receptores en esta plaza de pianos tan afamados como los de Blüthner, fabricante proveedor de todas las testas coronadas de Europa; Rösener y Shiedmayer C. Oehler, cuyas magníficas cajas macizas de caoba y los envases en que vienen son refractarios al comején; Los de Huntington, de merecida fama entre otros fabricantes de no menor nombradía.
Son también los señores Custin and Co., los únicos receptores de el Pianista, maravilloso aparato, único en su género que aplicado á un piano cualquiera, da como resultado una ejecución admirable de cuantas piezas musicales se deseen.
Este prodigioso invento, que consta de un mecanismo á un tiempo sencillo y científico, ha causado la admiración del mundo entero, por la expresión de arte y sentimiento que da á la música en él ejecutada. Este admirable aparato con el cual cualquier profano en el arte de Mascagni, puede tocar con maestría al cabo de una hora de práctica solamente, es un elegantísimo mueble de artística forma y construido con maderas preciosas, como caoba, roble y nogal.
Como complemento de sus extensos negocios, la casa de Custin and Co. recibe los más perfeccionados fonógrafos y gramófonos, los populares aparatos que han hecho inmortal la voz humana. Allí hemos oído las incomparables romanzas de Caruso, el tenor famoso, y allí puede encontrar el amateur cuantos discos se conocen en el mundo.
Pero todo cuanto se diga en pró de la casa de Custin and Co. es pálido ante la realidad de sus excelencias, y sólo podemos enorgullecernos de que esté establecido entre nosotros tan importante establecimiento, al recordar la hermosa frase de Longfellow:
“Sí; la música es el arte del Profeta: entre los dones que Dios nos envió, es el más hermoso.”
Bibliografía y notas
- Paganini. “El Arte y la Política”. Revista El Fígaro. Año XX, Núm. 21, 22 de mayo 1904, p. 278.
- De interés Música en Cuba.
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