

Exposición de arte francés en el Ateneo de la Habana en 1907. ¡Albricias! ¡Hay un salón de pinturas en la Habana! ¿Un verdadero salón? No. Ni siquiera uno como los pequeños salones anuales de los círculos parisienses —del de la rue Volney ó del Epatant— ni á la altura de las exposiciones de la galería Georges Petit; pero un salón al fin que, para ser el primero y por tratarse de nuestra isla —que Heredia llamaba… lejana—supera á todo que el más optimista hubiera podido imaginar.
En conjunto, la elección de los cuadros ha sido acertada: hay en ella variedad de géneros, de estilos, de asuntos, y es una espléndida colección de firmas, ilustres en su mayoría. No hay que pensar siquiera que puedan ser todas obras maestras de maestros tales; Pero entre ellos figuran algunos que dan idea del talento de sus autores, y en general todas son suficientes para producir una impresión artística halagadora.
En la exposición del “Ateneo” están representados los más variados aspectos de la pintura: el paisaje, el cuadro de género, el retrato, los interiores, los animales, la naturaleza muerta, casi el cuadro de historia, y sólo se echa de menos el desnudo, ya que no es suficiente para representarlo el idílico cuadro de Courtois.


Parece que esa eliminación ha sido intencional, por temor á posibles prejuicios de la sociedad habanera. Esta desconfianza es injusta: las habaneras no son más maliciosas ni suspicaces que las mujeres del resto del mundo, y no han de ver en una manifestación artística de esa especie, otra cosa que un aspecto admirable de la naturaleza.
Para que la exposición sea, dentro de sus condiciones, lo más completa posible, figuran en ella algunas pequeñas esculturas, varias muestras de cerámica y de joyería artísticas, y una colección de medallas. Esta última pudiera haber sido más interesante, pues era fácil traer ejemplares de Roty, Chaplain, Dupuis, Coudray, etc., y aún obtenerlos aquí, pues existen en la Habana artísticos ejemplares de plaquettes y medallas francesas, entre ellas, las que ha adquirido la Biblioteca Nacional y las que poseemos algunos amateurs.
Siendo excesivamente reducido el espacio de que dispongo para hacer algo parecido á una reseña —y no una crítica— de la exposición, trataré, para proceder con método, de clasificar los cuadros según sus asuntos.
Ante todo se advierte que predomina el paisaje, del que hay buenos ejemplares y de los más diversos estilos, desde el luminoso y vibrante de Gagliardini hasta el misterioso y sombrío de Ménard. Casi todos han tratado sus asuntos favoritos: Zuber, que gusta de la solemnidad de los grandes parques franceses, envía un vigoroso estudio del de Saint-Cloud, en otoño, que me recuerda otro suyo famoso: Los escalones de mármol rosa, en Versailles. Dubufe, el místico intérprete de ángeles y deidades, expone una Encantadora que no es más que
el pretexto para mostrarnos unas mágicas islas del Mediterráneo, una deliciosa pérgola, un mar de azul intenso y… su firma.
De René Billiotte, artista que no confía nunca el éxito á lo ameno de los parajes que estudia y que á todos les presta su sentimiento, figura un “Día de niebla en Holanda” que no será, entre los expuestos, el que más curiosos seduzca; pero sí, ciertamente, de los que detengan la atención de los inteligentes.
Antoine Guillemet, es un paisajista de los más distinguidos, colorista de amplia factura. Ha mostrado preferencia por las playas de Calvados, copiando sus villorrios, capillas, charcos y arrecifes. Pero cuando pintó el cuadro que nos ha enviado, no recordó que era su firma la que debía figurar al pie.
Foreau presenta una tarde de otoño, sentido y verdadero estudio de la naturaleza.
Grosjean, es vigoroso y sintético, Pinta con frecuencia parques, y su envío da idea sólo de su colorido.
Nozal es de los paisajistas que más llama la atención en los salones. Concienzudo, dado á los cambios de luz del día, da á sus paisajes gran variedad de aspectos. Es también pastelista excelente, probando que para él no hay género chico. La obra que expone en el “Ateneo” es precisamente un estudio de luz de la mañana que, aunque está bien observado, resulta algo… ingenuo.
Las márgenes del Thouet, de Damoye, es un paisajito agradable, ligero, de buen color. Al lado está el cuadro de Emile Barau, Campesino recortando una cerca, personaje que no es más que un accidente de un paisaje de mucho ambiente, bien estudiado, pero poco atractivo.
Buffet es un buen paisajista, muy sobrio, del que recuerdo algunos cuadros sintéticos, buscando sólo la impresión de los colores. Es dado á efectos de luz, especialmente de la tarde, como el que ha enviado á
la Habana.
Presentan penetrantes estudios de los campos, Dagnaux, Cortijo en Bretaña; Marché, Lavanderas á orillas del Loing; G. David-Nillet, y E. Doigneau.
La marina está bien representada. E. Petitjean, uno de los atletas del género, expone un hermoso cuadro: La cala de los pescadores. —Dunkerque, uno de los cuadros más importantes de nuestro saloncito, vigoroso trabajo de observación.
Maurice Bompard es uno de los fervientes de Venecia. Expone una Venecia la Roja que no es roja ni es Venecia, sino una Venecia de chic, para el comercio, de esas de que ha dado ejemplo Ziem en sus últimos años. Toda la parte izquierda del cuadro no es digna de Bompard. Recuerdo de él otra Venecia gris, mucho mejor.


También envía un rincón de Venecia otro entusiasta de la reina del Adriático; Saint-Germier, que escudriña los pequeños canales, como el que expone en el “Ateneo”, dándoles cierto tinte romántico.
Ch. Cottet envía algo en su género favorito. Así pinta él y más obscuro, como René Ménard, Y eso pinta: marinas, velas de tonos tristes, rielar de aguas, escenas bretonas. En el Luxemburgo ocupa un buen lugar. L. Gillot estudia una playa en pleno sol. De fuerza, pero de excesiva simplificación y cascarilloso.
Los animalistas franceses están representados por los siguientes: Roll, al que doy el primer puesto á que él está acostumbrado, á pesar de que su envío no es más que algo así como una tarjeta de visita, á los habaneros. Siento no poder ocuparme aquí con detenimiento de los distintos aspectos de este gran inspirado del aire libre.
L. Barillot. Pintor de los campos, excelente animalier, en general de los animales domésticos, pero de especial predilección por los bueyes y vacas, que él estudia amorosamente. En el cuadro que nos ha enviado se siente en la piel de los animales la luz de la mañana. A pesar de no ser los verdes de un tono simpático, resulta un trabajo muy completo y harmonioso.
Charles Herrmann-León, el pintor de los perros. Recuerdo que los que presenta en el pequeño salón anual de la exposición canina hacen buena figura aún junto á los modelos vivos. Los pocos cubanos que visiten el Metropolitan Museum de Nueva York, podrán ver un cuadro de este pintor titulado “The hunter”, que es precisamente su propio retrato. El cuadro suyo del “Ateneo” que representa el reposo de un rebaño y de su pastor, mientras el perro guardián —principal personaje, es claro— vigila los movimientos de las ovejas, es casi un boceto, pero bien construido y enérgico.
Envían flores tres intérpretes de la belleza de estas rivales de la mujer: Cesbron, Jeannin y Mme. Faux-Froidure. El primero, gran amante de las rosas, es un delicado que presta á las flores espiritualidad; el segundo, es todo lo contrario, enérgico, macizo, violento. Así también están ambos representados aquí; las flores de ambos han alegrado con el esplendor de sus pétalos el Museo de Luxemburgo y el Hotel de Ville, de París.
Con Madeleine Lemaire, son de los pintores de flores más conocidos en Francia.


Mme. Faux-Froidure expone desde hace tiempo en el exclusivista salón de la “Unión de mujeres pintoras y escultoras”, dedicándose á las flores y al retrato. La acuarela que ha enviado á Cuba, un ramo bien provisto de rosas de distintos matices, es muestra gallarda de su habilidad.
Sólo tres retratos figuran en la exposición; pero la calidad suple á la cantidad. Chartran, el célebre autor de tantos retratos conocidos, del tan ruidoso de Leon XIII, del de Sarah Bernhardt, en “Guismonda”, del reciente de Roosevelt etc., el retratista favorito de las millonarias americanas, nos ha enviado una maravilla de coqueta
intimidad. El retrato de Madame C… (su esposa) es una mezcla de delicadeza y audacia, de sencillez y elegancia, Es una obra de ejecución admirable, una deliciosa composición que ha tenido un franco éxito para la belleza y la gracia del modelo y para el genial talento del autor. Es el clou de nuestro salón.


El retrato de una dama, por Gelhay, es valiente, de gran probidad y en él se ha desdeñado el efectismo fácil. El del Dr. M… (Montané, quoi!) por Rixens, es de gran vida y parecido.
Este último artista presenta, además, un delicado y tierno estudio de mujer: “Ensueño”, ejecutado con mucho amor. El mismo título tiene otro estudio pequeñito de mujer, de Weerts, el notable autor de La muerte de Bará y decorador de la gran galería de la nueva Sorbona.
Paul Chabas, uno de los más jóvenes entre los arrivés, expone algo como una reminiscencia de su renombrado Joyeusx ébats. Aquí, en pleno país de sol, es una lección de luz. La mezcla de suavidad y de vigor, la vibración de la luz en el ambiente, aquel rostro, nimbado de resplandor, en el que juegan los mil distintos reflejos de la onda
y del follaje, hacen de ese cuadro una admirable obra de arte, una de las joyas de la exposición.
De H. Guimier hay un estudio de Joven holandesa, de gran harmonía y encanto. En la fuente, de H, Royer, participa, en mayor grado, de las mismas cualidades, siendo más interesante por la composición. Su deliciosa tonalidad, mantenida con especial firmeza, hacen que aquella pobre niña del país donde florece el naranjo, atraiga la atención general en medio de tantos asuntos vistosos.
Jean Béraud, que, como el diablo, al hacerse viejo se ha metido á fraile, ha abandonado hace tiempo su mundanismo, su parisianismo galante, para pintar telas simbólicas en las que Jesús aparece mezclado con nuestra sociedad contemporánea. Su Cristo, expuesto en el “Ateneo”, debe ser un estudio del modelo que para aquellos cuadros empleó. Es un Redentor de carácter bien francés, pero que recuerda demasiado en la composición al de Guido Reni.






De Jean Paul Laurens figura un estudio de la época bizantina, que parece ser hecho para su célebre tela San Juan Crisóstomo. ¡Lástima que el afamado artista no nos haya mandado el estudio del predicador, del mismo cuadro! Sólo con la esperanza de hablar en otro lugar con menos brevedad del autor de los frescos del Panteón y de tantas obras célebres en que ha hecho revivir el pasado, me resigno á no analizar su personalidad artística.
Rochegrosse, que exigiría para él sólo todo un artículo, expone un pequeño cuadro de su última reciente manera, El autor de Vitelio, Andrómaca, La locura de Nabucodonosor, La muerte de César y otros grandes cuadros de su juventud que tuvieron por coronamiento, no hace muchos años, la célebre Muerte de Babilonia, en los que demostró poseer un gran vigor de concepción, una admirable violencia, una pasmosa noción del movimiento, una bravura y una fougue incomparables, se ha dedicado desde hace algún tiempo á resucitar en composiciones ingeniosas, civilizaciones desaparecidas, con un exceso de conciencia, con una meticulosidad en los detalles y en la indumentaria, que quizás daña á la impresión general que producen sus obras.
El corto espacio de que puedo disponer en la presente edición —a causa de las numerosas reproducciones de cuadros— me obliga á interrumpir por hoy tan rápida reseña.
En el próximo número del Fígaro examinaré ligeramente los cuadros de género —entre los que figuran varios de los mas interesantes de la Exposición,— las esculturas, la cerámica, la orfebrería y las joyas artísticas.
EZEQUIEL GARCÍA
Enero 18, 1907.
Habaneras por Enrique Fontanills (Diario de La Marina, 3 de enero 1907).
Trae La Champagne, consignada á nombre de M . Lefaibre, la gran factura de cuadros, esculturas y objetos todos que formarán parte de la Exposición de Arte Francés próxima á inaugurarse en los salones del Ateneo. Llega con la preciosa carga un distinguido representante del Comité organizado en París para la selección de las obras dignas de figurar en el primer concurso de esta clase, que se celebra en Cuba.
Todos los miembros del Comité Ejecutivo de la Habana se han apresurado á cumplimentar debidamente á dicho representante. En su honor ofrecerá el Ministro de Francia una comida.
Asuntos varios. En Palacio (Diario de La Marina, 8 de enero 1907).
E l Secretario de la Exposición de Arte Francés, señor Héctor de Saavedra, estuvo hoy en Palacio é hizo entrega á Mr. Magoon, de varias invitaciones para las distinguidas personas que tiene de huéspedes en su residencia de la Plaza de Armas, con objeto de que concurran á la apertura de la citada Exposición que se inaugurará el viernes once del corriente á las nueve y media de la noche, en los salones del Ateneo y Círculo de la Habana.
Exposición de Arte (Diario de La Marina 11 de enero 1907).
Se nos ofrece una ocasión de aplaudir sin reserva alguna la feliz idea de los ateneístas de la Habana, bajo cuyos auspicios se inaugura hoy en los Salones del docto centro una exposición de arte francés. El papel de zoilos cuadra mal á nuestro optimismo, mitigado por rudos encontronazos con la realidad, pero siempre latente en las columnas de este periódico, aún en aquellos casos en que se nos impone la censura, que nosotros procuramos aplicar dosimétricamente.
Solemos escatimar el aplauso, porque el respeto que debemos á la verdad y á la justicia nos prohíbe ser pródigos; pero si la abundancia de las cosas va en su desmérito y la escasez de ellas les procura mayor estima, nuestro laudo de hoy será estimado, en el ánimo de los que nos conocen, más que el aplauso estéril de los incondicionales de la reclame.
La inauguración en el Ateneo de una exposición de arte francés es un acontecimiento que debe ser señalado á la atención pública, porque puede muy bien marcar una etapa lisonjera en la historia de la personalidad cubana, personalidad sin trazos firmes que la determinen fijamente, y apenas esfumada en las diversas manifestaciones de su poco intenso vivir político, científico, artístico y literario.
A parte esto, desde el punto de visita de la educación social estas exposiciones tienen verdadera importancia por cuanto convidan á la contemplación de la belleza y despiertan el amor al arte puro que engendra la placidez del pensamiento y la pulcritud de la acción. Vulgarizar el sentimiento artístico es empresa, amen de educativa, patriótica, porque pueblo que ama las artes y las cultiva llegando con el esfuerzo en ese sentido á tener lo que se llama un arte nacional, añade un nuevo sello á su personalidad, y ésta cuanto más se acentúe y más se diversifique, es decir, cuanto más compleja sea, tanto mayor relieve alcanza y tanto más firmes y perdurables son los rasgos que la determinan. Por este lado aún hay mucho que hacer en Cuba en todos los órdenes.
Las mismas clases superiores poseen á este respecto una educación deficiente, y más que deficiente rudimentaria; en música no han pasado de “Lucía” y por excepción de los “Hugonotes”; cuanto á la belleza plástica, el cromo litográfico parece ser la más alta expresión de la belleza. “Qué lindo…! Si parece un cromo!” Esta frase sale de todos los labios y se oye en todas partes; se confunde lo bello con lo bonito, se estima el amaneramiento como maestría, y la habilidad, en lo que la manifestación artística tiene de oficio, con la inspiración: no se distingue entre el arte industrial y el arte puro.
De esta confusión, de esta ignorancia, son buena muestra nuestros establecimientos de artículos de lujo y de fantasía, ricos de alhajas costosísimas y de creaciones del arte industrial reproducidas por millares de copias; pero indigentes, en lo general, de verdaderos objetos de arte. Las pocas creaciones artísticas que se ofrecen á la pública exhibición pasan pronto á los rincones de los almacenes, sin que el buen gusto haya hecho ofertas ni la inteligencia crítica haya aquilatado los méritos que suman y que afaman la producción de los artistas.
Las exposiciones de bellas artes, sobre todo si son periódicas, completan la educación de la élite social y avivan el instinto de las masas hasta hacerlas susceptibles de sentir la emoción estética ante la contemplación de una obra artística.
Hay, pues, que aplaudir la iniciativa del doctor Montané, á quien principalmente se debe la exposición que hoy se inaugura en el Ateneo, la primera que se celebra en Cuba, y debemos confiar en que con esta iniciativa despierten otras, á fin de poder, por ejemplo en 1908, ofrecer en el mismo ó en otro centro propicio á estas cultas exhibiciones una exposición de pintores y escultores españoles, ya que en España se halla actualmente el arte en brillante periodo de renacimiento; perseverando sin desmayar en la celebración de certámenes de la producción artística extranjera, hasta lograr que, anual ó bianualmente, podamos ofrecernos la intensa satisfacción de abrir una exposición artística nacional.
El discurso del Presidente del Ateneo Ricardo Dolz. Actualidades (Diario de La Marina 12 de enero 1907).
Anoche (11 enero 1907) se inauguró la exposición de arte francés. Nosotros no vimos el arte, no porque no lo hubiera, que de seguro lo habrá, sino porque no pudimos penetrar en el salón. Tanta era la concurrencia.
El Presidente del Ateneo, señor don Ricardo Dolz pronunció un discurso elocuentísimo. Aunque él recientemente estuvo injusto con la prensa, no ha de pagarle la prensa en la misma moneda, que si lo hiciera, faltaría al deber que tiene contraído con el público de decirle siempre la verdad.
Cantó el señor Dolz al arte en todas sus manifestaciones y lo hizo con tal maestría que si su oración hubiera quedado impresa en las paredes del Ateneo de seguro que no hubiera hecho mal papel al lado de las obras pictóricas que hoy las adornan.
Y habló de la Francia artística y de la Francia culta y de la Francia redentora, como pudiera hacerlo el más elocuente de los girondinos antes de que su garganta se viera amenazada por la guillotina.
Lástima que aquel himno vibrante pronunciado por el cultísimo Presidente del Ateneo de la Habana en honor de la Nación que proclamó los derechos del hombre, no pudiera ser escuchado anoche sin que á la mente viniera el sinnúmero de atropellos que actualmente está cometiendo el sectarismo anticatólico de esa misma Nación contra la libertad, la igualdad y la fraternidad humanas.
Pero dejémonos de filosofías y consignemos aquí lo que dijo el Sr, Dolz, pues de esa suerte tendrá hoy verdadero interés y un gran valor esta sección, redactada, como todo lo que los periodistas escribimos, al volar de la pluma:
Sr. Gobernador Provisional, Sr. Ministro de Francia, señoras y señores: No al “Ateneo”, cuya representación inmerecida llevo en estos momentos, sino á Mr. Paul Lefaivre, al doctor Luis Montané, al Sr, Regino Truffin, al Dr. Domingo Méndez Capote, al Sr, Héctor de Saavedra, al Sr. Manuel Serafín Pichardo. á Mr. Gelais y á algunos más, muy pocos por cierto, se debe el acontecimiento de esta Exposición de Arte Francés.
Y he dicho deliberadamente acontecimiento, porque por nuestras condiciones como Nación, por el número de nuestros pobladores, por nuestra cultura no bien desarrollada, por nuestro arte incipiente, esto, que sería siempre en cualquier otro país un suceso, una demostración de vitalidad, un salón brillantísimo, puede ser y será seguramente para nosotros un hecho histórico, un acontecimiento portentoso é inusitado que fileteará, con filete de oro, el año de 1907, el que ya por este sólo hecho aparece como anunciador de venturas y prosperidades.
El Ateneo sí, ha dado para esta Exposición de Arte lo que tiene, y es viejo el proverbio de que á quien da lo que tiene no puede pedírsele más. Hemos dado nuestra casa, ofrecido nuestro modesto concurso, ponemos en esta Exposición nuestros esfuerzos, nuestras esperanzas, nuestros alientos, nuestras soñadas ilusiones en bien del Arte en Cuba…
Gacetilla (Diario de La Marina 13 de enero 1907).
El Ateneo estará abierto desde la una hasta las seis dé la tarde para Exposición de Arte Francés. Precio de entrada: una peseta.
Habaneras (Diario de La Marina 16 de enero 1907).
Anoche. Gran comida en el palacio de la Legación de Francia. A su mesa sentaron los señores de Lefaivre á un grupo de damas y de caballeros distinguidísimos, contándose entre las primeras Mrs. Bates, Mme. Labarrére, la señora María Luisa Sarachaga de Saavedra, la señora Nieves María Pérez Chaumont de Truffin y la espiritual y elegante Mme. de Sillac, la esposa del secretario de la Legación francesa.
Caballeros: El Gobernador Provisional, Mr. Magoon; el general Bates; el Barón de Humbratch, Ministro de Alemania; M. Gervais, comandante del crucero Jurien de la Graviere; el teniente Cormillan, del mismo barco; el Cónsul de Rusia, señor Regino Truffin; el de Grecia, M. Alfred Labarrére;
El subsecretario de Estado, señor Justo García Vélez; el ayudante del Gobernador Provisional, capitán José Martí; el señor Héctor de Saavedra; el secretario de la Legación de Francia. M. de Sillac; el doctor Louis Montané; y el pintor Edouard Gelhay, representante del Comité de París en la Exposición de Arte Francés que viene celebrándose con éxito tan brillante en los salones del Ateneo.
Al espléndido diner siguió una soirée en los salones de aquella hermosa casa de la calle de Inquisidor. Parmi l’assistance: Mme. Le Mat, Estela Broch de Torriente, Leonor Pérez de la Riva de Angulo, María Ojea. María Galarraga de Sánchez y Blanca Broch de Albertini.
Precursora es esta soirée de la gran recepción que se celebrará el viernes en aquellos salones y para la que se ha hecho una selecta invitación entre el gran mundo habanero.
Habaneras (Diario de La Marina 21 de enero 1907).
El lunes 28 será la conferencia en el Ateneo sobre los cuadros allí expuestos, y sus autores, del doctor Ezequiel García Enseñat presidente de la Sección de Bellas Artes de la culta sociedad del Prado.
Bibliografía y notas
- García, Ezequiel. “Exposición de arte francés en el Ateneo”. El Fígaro. Año XXIII, núm. 3, 20 de enero 1907, pp. 27-32.
- “El Salón de 1921.” El Fígaro Periódico Artístico y Literario, Año XXXVIII, núm. 10, 1 de Mayo 1921, p. 142.
Deja una respuesta