En ruta hacia el Casino Español. Sábado. Estación terminal. El tren cruza los elevados lentamente y ya en las afueras va enhebrando los campos color de esmeralda en los que admiramos grupos de airosas palmas como lanzas clavadas en la tierra por algún ejército victorioso. Palmas de Cuba, encantadoras, que ponen una nota de gracia en el paisaje. Cañaverales. Maizales en los que surgen las mazorcas “que tienen cabellos de mujer”. Bajo el tren que pasa raudamente se desliza la lágrima de un río.
Matanzas se adivina entre las sombras de la noche por el collar de luces del barrio de Versalles. Matanzas tiene el encanto de su parque colonial, de sus ríos — el Yumurí y el San Juan — que abrazan a la ciudad tranquila, sosegada, de sus cuevas de Bellamar plenas de estalactitas y estalagmitas formadas por la terquedad del agua que cae sobre el subsuelo, de su Valle del Yumurí, amplio, hermoso, magnífico.
Pero, lo más adorable de la Atenas de Cuba, de la gentil Yucayo son sus mujeres de piel trigueña y de ojos intensamente negros y expresivos. La boca de una mujer matancera, breve, sangrienta, parece una gota de lacre.
A Matanzas fuimos acompañando a nuestro Rafael Suárez Solís, querido director técnico del Diario de la Marina, invitado gentilmente para asistir a la inauguración del edificio social del Casino Español.
Ir a Matanzas y no visitar a Manolo Jarquin, al elegante, al pulido y muy simpático cronista de las “Matanceras” es una cosa absurda. Por eso nos dirigimos en plena noche a su residencia. En “Villa Sunset” nos recibió acogedor, amable, cordial, nuestro afectuoso camarada.
Manolo Jarquin vive como un sibarita; un sibarita de cuerpo entero. El chalet está decorado elegantemente, a gusto de su dueño. En el comedor cubre las paredes una hermosa colección de platos. Aquí tienen ustedes — nos dice Jarquin — platos de diversos hoteles y cabarets europeos y norteamericanos, de nobles cubanos. Fíjense en estos dos maravillosos, regalo de Bernabeu, el gran modisto…
Al fondo del chalet un patio hermoso. Tres cenadores cubiertos de enredaderas. Jarquin almuerza allí en verano con sus amigos predilectos. Flores albas en los rosales, aspiramos el penetrante olor de los jazmines.
Domingo, octubre 10, 1926. Seis de la mañana. La ciudad matancera se despereza como una bella mujer. Desayuno frugal después de haber dormido beatíficamente en el Hotel París, en el que nos acogió un viejecito pulcro y sencillo: don Lorenzo, el bueno de don Lorenzo Zabala.
Nos dirigimos a las ocho al Casino Español. Recibimiento afectuoso por los miembros de la directiva. Suárez Solís se funde en un abrazo de afecto con el presidente, don Bonifacio Menéndez, expresión suprema de la gentileza y la simpatía española. Don Pedro Urquiza, presidente de la Sección de Recreo y Adorno, y caballero estimadísimo en la ciudad yumurina, nos saluda efusivamente.
El edificio del Casino Español, situado al lado del mismo Liceo, frente al parque principal es hermoso. Dos plantas: en la planta baja: salón de juegos lícitos, cantina, biblioteca: en los altos el ventilado y amplio salón de fiestas, decorado sencillamente elegante.
Surge en el salón, colmado de bellas mujeres y de distinguidos caballeros la figura simpática del general Federico de Monteverde enfundado en su uniforme del glorioso Ejército español.
Sobre su pecho que sabe de las rudas campañas de la guerra se destaca la Gran Cruz de María Cristina y otras valiosas condecoraciones. Admiramos la llave de oro — afiligranado trabajo — que representa ser Gentilhombre de Cámara del Rey.
El general Monteverde izó las banderas de España y Cuba y el gallardete del Casino.
Va a dar comienzo la solemne ceremonia. En la “terrasse” el general Monteverde, a presencia de los directivos del Casino y de la selecta concurrencia, y a los vibrantes acordes del Himno Nacional Cubano, iza, conmovido, la enseña patria: después la bandera española — sangre y oro — y por último el gallardete del Casino.
El general Monteverde, concluido el gran acto se cuadra marcialmente al escuchar las primeras notas de la Marcha Real. La concurrencia aplaude entusiásticamente.
Ante las banderas y el gallardete desfilan las alumnas normalistas, estudiantes del Instituto Provincial y la sociedad matancera.
Monseñor Saínz Bencomo bendijo el edificio del Casino Español de Matanzas.
Monseñor Severiano Saínz Bencomo, Obispo de Matanzas, muy querido y admirado por sus altas virtudes y su nobleza de corazón bendice el edificio del Casino Español.
La sociedad matancera dió realce y prestigio al acto.
En el gran salón de fiestas se reúne la selecta y nutrida concurrencia. En la presidencia:
el señor Obispo de Matanzas; el padre Fernández; el general Monteverde; don Bonifacio Menéndez y su estimada esposa Ventura Haza; Pedro Urquiza y señora, Ana Rosa Estorino, la bondadosa madrina de la ceremonia religiosa; el teniente coronel José Perdomo, Jefe del Cuarto Distrito Militar; el doctor Armando J. Estorino, presidente del Liceo y competente director de la Casa de Salud del Casino Español; el director del Liceo, doctor Antonio J. Font; el director del Instituto Provincial, doctor Arturo Echemendía.
José María Altuna, vicecónsul honorario de España; Luis Amézaga, Gaspar Hernández, Fernando J. Cancio, doctor Joaquín Añorga, director del Colegio La Luz, Leopoldo Fernández, presidente del Centro de Detallistas; José María Vale, doctor José Cabarrocas, letrado notable; José Costales, Gerónimo Blanco; José María Pérez, presidente del Centro Asturiano; Joaquín Cabal, José Cabañas, Miguel Funes, Jefe de Telégrafos; doctor Enrique Guiral, recto Magistrado de la Audiencia; Gustavo Pérez, secretario de la Cámara de Comercio; el Gobernador provincial p. s. r. Fernando Estidde.
Félix Casas, culto y distinguido director de El Imparcial; Wenceslao González Solís, vicepresidente del Casino Español; José Cubria; el capitan Rafael Reynaldos; el gentil comandante Algarra; Alfredo Herrera, Severino del Prado, José Suárez, Benito Carballo, Victorio Díaz, Agustín Mozo, Baldomero Martínez, Mariano Zabala, Antonio Menéndez, José Manuel Martínez; Carlos M. Vallés, director del Schola Cantorum; el tenor mexicano Merino; José Ramón García, Luis Riestra. Figuraba entre la concurrencia una representación israelita.
El general Monteverde, Cónsul interino de España en Matanzas e ilustre colaborador del Diario de la Marina, escala la tribuna. El general pronuncia breves frases de elogio para el presidente del Casino y para la directiva.
Lee un telegrama del Excmo. Embajador de España, Francisco Gutiérrez de Agüera, quien le ruega lo represente en dicho acto; dice el general Monteverde que nuestro talentoso y culto camarada de redacción José García Acuña le ha rogado por medio de un telegrama que felicite cordialmente a los miembros del Casino Español de Matanzas, por su gran esfuerzo y excusen su asistencia al acto.
La concurrencia aplaude al ser nombrados los señores Gutiérrez de Agüera y García Acuña. Dice aun más el general Monteverde:
“He recibido la mayor impresión de mi vida de soldado en la mañana de hoy, mientras izaba el pabellón nacional de Cuba. Me he conmovido profundamente viendo flotar la bandera de la tierra en que nací. Es el tributo de amor y de cariño que he rendido a Cuba, a la que quiero admirar siempre libre y soberana”.
El general Monteverde es despedido con una salva de aplausos.
El doctor Carlos M. Paradis, letrado culto, inteligente, dirige la palabra al público. En un discurso lleno de bellas imágenes y de brillantes párrafos. Comienza el doctor Paradis elogiando a la directiva que preside con su prestigio y su bondad el incansable don Bonifacio Menéndez.
“Vengo —dijo— a rendir culto a la justicia, en este día glorioso, en este momento solemne, en este homenaje sentido de admiración y de cariño y de respeto al luchador incansable, a la entusiasta directiva que tan brillantemente le secundara, para luego contemplar la magnitud del esfuerzo, en el suntuoso edificio que contemplan nuestros ojos, que embellece nuestra ciudad y que glorifica nuestra raza.”
“Levantad vuestros corazones, cubanos y españoles, abrid vuestras conciencias generosas, cobijados por los pliegues benditos de esas dos banderas que se unen y se estrechan y se confunden arrulladas por las notas vibrantes de esos dos himnos, que cual canto apocalíptico evocan muertos amados y glorifica a los ennoblecidos por las virtudes de la vida…
…Protegidos por las sólidas columnas que sostiene la blanca bóveda de vuestro edificio social, de la misma manera que en el templo de nuestras almas se mantienen arrulladas por los mansos oleajes del recuerdo a vuestras grandezas, el respeto a vuestras tradiciones que nuestras son por esa ley de herencia de la vida que sanciona la humanidad y que proclama la historia.”
El doctor Paradis analiza luego, de una manera notable, el desarrollo de la marcha progresista de la raza latina desde la época romana hasta nuestros días, probando de una manera rotunda y definitiva sus progresos a través de las diferentes épocas de la historia.
Luego termina su bella pieza oratoria con un sentido párrafo:
“Cuba, patria de mis amores, bendita seas por tu historia de sacrificios y de heroicidades, cuna de Martí, de Céspedes, de Maceo, de Agramonte, yo te saludo en este día de cantos heroicos y de odas vibrantes, y evocando tus muertos amados, sobre cuyas tumbas se desparraman las flores de nuestra simpatía, mientras del corazón fortalecido por las virtudes cívicas surge el himno inmortal de redención…
…te pedimos que nuestras campiñas siempre fértiles; nuestros ríos siempre rumorosos; nuestras montañas siempre elevadas; nuestros palmares siempre sombríos; eleven con nosotros sus oraciones fervientes a Dios, para que el sentimiento de confraternidad encuentre siempre su trono, no en esta casa sino en esta tierra caída como bendición en medio de las ondas azules del Atlántico.”
El doctor Paradis escuchó cálidos aplausos, y fué felicitado afectuosamente.
A las doce del día se inició el desfile. Una teoría de espléndidas bellezas femeninas. Destacándose entre un adorable grupo de señoritas una linda habanera: María Teresa Suárez Solís y Moré, airosa y delicada como un gran lirio.
Manolo Jarquin nos invita a un “cocktail” en “Villa Sunset”. Allá vamos, en la grata compañía de Carlos M. Gómez, el inteligente y activo corresponsal del Diario y jefe de redacción de “El Imparcial”. En el chalet nos espera una grata sorpresa. Un manojo de rosas de gracia y ensueño:
Carmita Cabarrocas, Marina Puig, Petit Lovio, Ondina Muñoz, Carmelina Aguirre, Ada Muñoz, Rossy Salomon — ¡oh! la adorable y simpática Rossi, encarnación magnífica de la simpatía criolla — y Menina Rodríguez, belleza primaveral.
Un sol: Rosita Sardiña de Zapico. José Manuel Díaz, Jimmy Cunningham, Manolo Zapico, Alfredo Febles, Luis Ismael Oblas, Jaime Marzol, Carlos Gómez…
La hospitalidad y la gentileza de Manolo Jarquin reunió a este delicioso grupo de personas en nuestro honor. Jarquin es único en esto de ser galante, delicado, simpático con sus camaradas. Conrado W. Massaguer no nos dejará mentir.
A las dos de la tarde almuerzo en “París” invitados por Jarquin. Charla amena con nuestro gran amigo Juan Gronlier, gobernador por cuatro años más —es ya un hecho— de Matanzas; Gómez, Casas, Marzol y el espléndido anfitrión.
Envío: Señor don Bonifacio Menéndez a usted, toda nobleza, entusiasmo, rectitud; a usted que cuando extiende su diestra ofrece con ella el corazón; a usted, presidente del Casino Español de Matanzas enviamos nuestra cálida enhorabuena por el grandioso éxito obtenido al bendecirse el edificio social. Haga usted llegar a cada uno de los miembros de la directiva toda la simpatía y el afecto que les profesa esta gran familia espiritual que integra el Diario de la Marina y nuestros votos por el mayor auge y prosperidad del hermoso Casino Español de Matanzas.
Mañana se celebra un gran baile en el Casino Español de Matanzas. Un nuevo motivo para que recibamos las gentilezas de sus asociados.
Crónica por Miguel Baguer.
Bibliografía y notas
- Baguer, Miguel. “El Casino Español de Matanzas fue inaugurado ayer brillantemente.” Diario de la Marina, Año XCIV, no. 283, Octubre 11 (lunes), 1926, p. 14.
- Casino Español de Matanzas (Postal 1917) Edicion Jordi, Havana (publisher), Public domain, via Wikimedia Commons
- Personalidades y negocios de Matanzas.
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