En ruta hacia el Casino Español. Sábado. Estación terminal. El tren cruza los elevados lentamente y ya en las afueras va enhebrando los campos color de esmeralda en los que admiramos grupos de airosas palmas como lanzas clavadas en la tierra por algún ejército victorioso. Palmas de Cuba, encantadoras, que ponen una nota de gracia en el paisaje. Cañaverales. Maizales en los que surgen las mazorcas “que tienen cabellos de mujer”. Bajo el tren que pasa raudamente se desliza la lágrima de un río.
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