La Banca de Gelats y Narciso Gelats Durall. Asiste la Habana á lo que pudiéramos llamar la consolidación de su engrandecimiento. A los pesimistas y desencantados Jeremías que hablan á diario de nuestra decadencia hay que llevarles de la mano y pasearles por nuestra alegre y laboriosa ciudad para mostrarles, uno por uno, los progresos que todos los días se realizan en la edificación urbana.
La Habana crece, se desarrolla en ascendente progresión; los negocios se multiplican; el trabajo, la idea de lucro legítimo se extiende por todas partes y en cada hombre hay un moderno cruzado del comercio, de la industria, de la sana especulación, dispuesto á dar su sangre por que las nobles ambiciones, que lleva en el ánimo se realicen.
Por todos los ámbitos de la ciudad surge, regocijado y vibrante, un himno al trabajo. Sólo desafina alguna que otra vez la vulgar política, pero sobre ella están los fuertes brazos de nuestros Hércules juramentados bajo las tres palabras evangélicas: trabajo, trabajo, trabajo.
Paralelo á ese noble y constante laborar aparece la riqueza pública, orgullosa y satisfecha, como fruto sazonado y rico del árbol bien cuidado, ansiando perpetuarse en la piedra que ha de llevar á otras generaciones la prueba de que supimos ser grandes de la única manera que se es grande de veras: por el esfuerzo honrado. Sólo por el trabajo podrá acercarse el hombre al infinito misterio de las cosas…
En la Habana ha levantado el trabajo templos grandiosos, soberbios edificios que nos honran y que presentamos al extranjero como signos de nuestra vitalidad, como inicio de la grandeza á que aspiramos.
El domingo pasado se abrió á la pública devoción uno de esos grandes y severos templos: la nueva casa de Gelats. Alzase en la calle de Aguiar entre Amargura y Lamparilla, con sus laterales á estas dos últimas calles, en una superficie de dos mil metros de terreno y el frente palacial al centro de la manzana, por Aguiar.
Es un soberbio edificio en donde todo es sólido y magnífico, en donde se ha prescindido de toda ostentación vanidosa, resultando su magnificencia de su propia sencillez. Ya lo había dicho el poeta: “la grandeza está en el hablar sencillo, no el decir soberbio”.
Con ese majestuoso edificio ha hablado á sus contemporáneos, de un modo sencillo, pero elocuente, el señor Narciso Gelats y Durall. Es este distinguido caballero un español de la raza de los hispanos de corazón noble y de nobles intenciones, que ha venido á tierra de Cuba á identificarse con ella, á sufrir con sus errores, á alegrarse con sus júbilos.
Aquí fundó desde hace tiempo un hogar venturoso, uniéndose á una dignísima cubana todo amor y ternura, y creando una familia que ha llegado á las más altas cimas de la estimación por sus virtudes. Hace treinta y cuatro años que fundó el Sr. Gelats la casa bancaria que es hoy objeto de tantas celebraciones y con su esfuerzo, honorabilidad é inteligencia ha sabido colocarse entre los primeros banqueros de Cuba.
Gira hoy esta firma social bajo la razón de N. Gelats y Ca., siendo gerentes de la misma el citado don Narciso Gelats y Durall y sus hijos Joaquín, José Narciso y Juan Gelats y Botet y su hijo político Segundo Méndez y Lenza, formando una verdadera familia comercial, en cuya gestión preside el más completo acuerdo.
Es consolador para los espíritus pesimistas el ver cómo la armonía no es una palabra vana entre los gerentes de esa respetable firma social. Fúndase en el principio altísimo del mutuo respeto y de la mutua consideración y la consecuencia es una cohesión admirable que ha dado á la casa la organización más completa que pueda exigirse en establecimientos de esta índole.
El criterio personal desaparece allí siempre para que no se debilite la resolución colectiva, siguiendo el sabio precepto que salva á los pueblos y á las sociedades: la parte siempre sacrificándose al todo.
Volviendo al nuevo edificio levantado, diremos que ha sido construido desde sus cimientos con piedra de Artemisa, de una sola planta ó piso con nueve metros de puntal, lo que le da un aspecto airoso, llamando la atención lo cuidadosamente terminados que están todos sus detalles.
El conjunto es admirable y hace honor al buen gusto é inteligencia del ingeniero Sr. Luis Dediot, bajo cuya dirección técnica ha sido ejecutada toda la obra por los conocidos contratistas “The Krajewski Pessant Co.”, habiendo estado el adorno de la fachada á cargo de la importante y conocidísima casa de New York de “Carrer & & Hastings”.
¿Qué diremos del decorado, de toda esa parte de pequeños detalles que son como el espíritu de toda
fabricación? Nada se ha omitido y nada falta en aquella obra perfecta, justificándose así la enorme suma de medio millón de pesos que se ha gastado en ella y en verdad que pocas veces se ha visto tan bien empleado el dinero.
El nuevo edificio de la Casa de banca de Gelats es un palacio digno de una gran Ciudad y cuando lo vemos, amplio, señorial, como una casa solariega, nos damos cuenta de que la obra realizada allí no es obra sólo de engrandecimiento material sino de dignificación.
La belleza arquitectónica es irreprochable y en los detalles se ha hecho un verdadero derroche de arte. Lo primero que llama la atención del visitante es el elegantísimo vestíbulo del edificio. No puede pedirse más severidad y refinamiento. Está formado por un doble orden de columnas de mármol de jaspe que sirven de apoyo á unas artísticas y sólidas rejas; el piso es de mármol blanquísimo y de lo alto del techo, ricamente artesonado, pende una lámpara de bronce, de gran valor artístico.
A un lado y á otro sendas lámparas, también de bronce, en forma de peras y en armónico maridaje otros nueve globos lumínicos con brazos de bronce. Tan bien predispuestos, penetramos en el interior, en donde todo ha de maravillarnos: los constructores han atendido á una de las cosas más necesarias en este país, es decir, á que el edificio tuviera bastante y buena luz solar así como á la ventilación que requiere en nuestro clima un local en donde han de respirar más de doscientos pulmones.
En ambos detalles han triunfado. El salón destinado al público es soberbio. Continúa en él la serie de columnas de jaspe que admiramos á la entrada. Rejas y ventanillas de bronce separan al público de los empleados y éstos y aquél hacen sus transacciones en un soberbio mostrador de mármol sobre el cual corre diariamente un río de oro, algo así como el Pactolo de la fábula.
Expuestos á la curiosidad del público, están las dos cajas del Banco: una para guardar sus propios caudales y documentos y otra para Depósitos particulares. Estas últimas son bóvedas de gran extensión y las dos están
montadas con todos los adelantos que la industria moderna ha ideado para la seguridad y construidas á prueba de incendio.
Las paredes están estucadas y en sus zócalos interesantes azulejos alemanes le dan un aspecto elegante y señorial.
Escrudiñando todos los Departamentos de la casa, llegamos al severo despacho del jefe y fundador Sr. Narciso Gelats. Los muebles que lo decoran son todos de caoba, la preciosa madera que simboliza la voluntad firme, la voluntad de hierro que tan bien cuadra con el carácter del que allí se sienta.
Siguen á este despacho el de los otros gerentes, los que han de ser continuadores de la gran obra que en estos momentos está en su apogeo. ¡Dichosos ellos que saben seguir, inteligentes y dóciles, el índice severo y paternal que los guía!
Quiso el Sr. Gelats que la gracia divina le acompañe en el nuevo edificio y pidió á nuestro ilustre Prelado que lo bendijera. Para ese acto conmovedor fueron invitadas las autoridades, el alto comercio, la prensa y un grupo de valiosos elementos sociales. Fué una fiesta del más alto interés y que se prestaba á elevadas reflexiones.
Cuando con la copa de champagne en la mano, elevábamos nuestro espíritu haciendo votos fervientes por que la prosperidad y florecimiento actuales acompañaran siempre á aquella casa, pensában1os en el enorn1e bien que hacen al país los extranjeros que, como el Sr. Gelats, trabajan por su engrandecimiento.
Aunque bien mirado, no es, no puede ser el Sr. Narciso Gelats, un español más que se ha hecho rico en Cuba: es un nuevo hijo que la patria cubana se ha ganado para colocarlo en el número de los que más la aman por que es de los que saben dignificarla!
Bibliografía y notas
- Chroniqueur. “Los Progresos Urbanos. La Nueva Casa de Gelats”. Revista El Fígaro. Año XXVI, núm. 14, abril 3 de 1910, pp. 157-160.
- Narciso Gelats y Compañía en El Libro de Cuba. Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. p. 889
- Personalidades y Negocios de la Habana
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