Uno de nuestros más sólidos talentos, cerebro y espíritu privilegiados, uno de los literatos que han colgado en altura insospechada el nombre de Cuba, el doctor Miguel de Carrión, ha dejado de existir, víctima de una cruel y larga enfermedad.1
A los nueve días de haber regresado de la Clínica de los Mayo en Rochester, donde fué tratado por los más reputados especialistas, ayer (✣ 30 de julio 1929 Q.E.P.D.), a las once de la mañana, rodeado de sus familiares, en su domicilio del Vedado, expiró el imponderable autor de “Las honradas”.
Miguel de Carrión fué uno de los hombres más simpáticos y más curiosos por sus rarezas, producto inmediato de su talento extraordinario, fecundo y fácil.
De carácter al parecer, seco y huraño, conservó siempre, aún en las horas precedentes a su muerte, el más buen humor. Carrión reservaba una respuesta original, saturada las más veces de fina ironía, para los casos más difíciles.
Su espíritu bondadoso, magnánimo, fué la causa de que tuviera tantos amigo fraternales y, sin embargo, de que fracasara en determinadas empresas. Carrión no reconocía diferencias sociales. A todos consideraba por igual. Tenía, en fin, la característica despreocupación de los seres superiores.
Cuando últimamente dirigió la Escuela Normal de Maestros de la Habana, donde desempeñaba la Cátedra de Anatomía, Fisiología e Higiene, por oposición, presa ya de loas efectos de su terrible enfermedad, fué tildado injustamente por algunos, como hombre débil, por su especial manera de proceder siempre en concordancia con los intereses de los demás.
A los diecinueve años, después de haber cursado el Bachillerato en la Habana, estando en Atlanta donde residían sus padres como emigrados revolucionarios, Carrión escribió su novela El Milagro, que mereció el elogio de los críticos más severos y que, más tarde, cuando produjo “Las Honradas” recibiera una afectuosa carta de Don Enrique José Varona, manifestándole que seguía considerando “El Milagro”, como su obra maestra, por el hecho de haberla escrito a tal edad.
Varona aseguraba que no había padecido del asombro causado con “Las Honradas” en los círculos Iliterarios, porque esperaba aún mucho más del genial autor de “El Milagro”.
No obstante, cuando Miguel de Carrión regresó a Cuba, abandonando la idea de estudiar Leyes, sugerida por sus Padres, comenzó a estudiar Medicina, logrando hacer la carrera en dos años con notas de sobresaliente. El “no necesitaba estudiar” le “bastaba leer”.
Estableció entonces por primera vez en Cuba un dispensario de Clínica Médica, para estudiar el cáncer. Más tarde fundó la Asociación de Beneficencia Cubana, honra hoy de nuestras clínicas.2
Las ideas y actividades bullían en su cerebro con infinita premura. No se satisfizo con la Medicina y buscó un entretenimiento en el automóvil, trayendo uno de los primeros Peerless a Cuba, convirtiéndose en su propio “driver” y mecánico. A esta múltiple capacidad agregó la carpintería: construyó las puertas y ventanas que existen actualmente en su casa.
Pero estas pequeñeces no le eran suficientes. Comenzó a estudiar pedagogía y fundó la gran revista “Cuba Pedagógica”, editada con uno de los primeros linotipos que se vieron en la Habana, y donde colaboraron los más altos valores literario-pedagógicos.
Editó un libro de Estudios de la Naturaleza, basado en el moderno método de as Comunidades de Vida, que fue declarado de texto en las Escuelas Públicas. Y escribió algunas otras obras que pasaron a manos de editores sin escrúpulos.
¡Si como novelista fué superior escribiendo, además de Las Honradas y de El Milagro, Las Impuras y otras inéditas, así como innumerables cuentos que serán publicados ahora por su viuda, Miguel de Carrión se distinguió notablemente como Periodista, magnífico editorialista, colaborando en La Lucha, La Noche, Heraldo de Cuba, Excelsior, El País y otros.
¡Cuántas voces iba por las noches al periódico a recibir el título del editorial para escribirlo mientras comía!
Ahora, durante su enfermedad, seguía con impasible serenidad el curso de su dolencia, investigando “per se” alrededor de su mal.
Un día —cuando más demacrado se hallaba— comentaba con varios compañeros la oposición entre los resultados obtenidos por los análisis, le oímos terminar con esta frase: “Es realmente un caso interesante”.
Últimamente Miguel de Carrión se había dedicado a otras actividades comerciales e industriales. Miguel de Carrión ha muerto. Con su muerte desaparece un cubano de verdadero valor, un hijo amantísimo y un buen padre de familia. El vacío que ha dejado no es fácil de llenar.
La sociedad en pleno hoy le llora. El Diario de la Marina se une fervorosamente al duelo y hace votos porque el Altísimo le reciba en su seno como el hombre que ha sabido, en la tierra, cultivar el bien.
R. D. V.
A Miguel de Carrión por Enrique Fontanills:
De luto las letras cubanas. Murió al mediodía de ayer en su residencia del Vedado el doctor Miguel de Carrión y Cárdenas.
Insigne novelista, de las filas del periodismo, que se distinguió también en el ejercicio de profesional. Autor de “Las Honradas”, novela que puede considerarse, y así se considera, como su obra maestra. Escribió otra más. Con profunda observación.
Hace muy poco tiempo que vino de Nueva York decepcionado de hallar alivio para sus males.
Con su esposa, la señora Lucía Rivero de Carrión, queda llorándolo la hija de su adoración María Antonia de Carrión Rivero.
Reciban mi pésame.
Fue emocionante el sepelio del doctor Miguel de Carrión ayer.
Apreciando la calidad de las personas que concurrieron ayer tarde al entierro del insigne novelista, doctor Miguel de Carrión, se puede fácilmente determinar el cariño y la admiración que se tenía a quien recibió tan solemne postrer homenaje, estando aislado de la política actual.
Durante las horas precedentes al sepelio se mantuvo una guardia formada constantemente junto a su cadáver.
Los alumnos de la Escuela Normal —donde gozaba de grandes simpatías— acudieron en crecido número no obstante hallarse en período de vacaciones.
Aún en su muerte Miguel de Carrión fué modesto y sencillo: pidió que no le enviaran flores, tal vez en su deseo de evitar cuánto significara lujo.
Prolijo sería enumerar las personas que acompañaron su cadáver hasta la Necrópolis de Colón. Daremos solamente, rogando perdón por las omisiones, aquellos que recordamos al redactar estas líneas.
Hélos aquí:
Comandante Manuel Espinosa, Ayudante del Primer Magistrado de la República, quien fué portador de un mensaje de condolencia; el general Mario García Menocal, Ex-Presidente de la República; el Subsecretario de Instrucción Pública, doctor Lucas Lamadrid; el Superintendente General de Escuelas, doctor Ramiro Guerra Sánchez; el Superintendente Provincial de Escuelas de la Habana, señor Pedro Hernández Massí;
El Secretario del Alcalde Municipal, doctor Jiménez; el Presidente de la Academia Nacional de Artes y Letras, doctor José M. Carbonell; el Director del Museo Nacional, señor Rodríguez Morey; el Director de la Escuela Normal de Maestros de la Habana, doctor Gustavo Loredo; Miguel Ángel Carbonell; representante Miguel A. Aguiar; Dr. José M. Chacón y Calvo; Dr. Rafael Fernández, profesor de la Universidad;
Dr. Gonzalo Chirino; José M. Leiseca; Susini de Armas: Miguel Garmendía; Jorge Aguado Jr. y Sr. J. Hernández Guzmán; Leopoldo Fernández Ros; de la Escuela Normal para Maestros de la Habana, los profesores, doctores Gaspar Agüero; José F. Castellanos; Carlos Massó; Raúl Pérez; Francisco Moreno; Ricardo Mestre; Mario Dehogues; Roberto Torre Rubio; Oscar Ugarte; Augusto Rodríguez Miranda; Francisco Gómez; Mario Ayala; Juan de D. Alfonso; Reinaldo Díaz Versón; Antonio Iraizoz; Esteban Pichardo; Rafael Martínez Ibor; Saturnino Escoto Carrión;
Capitán Llaverías; Juan Álvarez; inspector escolar Carlos Génova de Zayas; Ramón Rosainz; Álvaro Alfonso; una representación de graduados de las Escuelas Normales integrado por Jos señores Luciano Martínez; Andrés Blanco; Carlos Eguarás; Juan Martínez; José Manuel Gutiérrez y Manuel Lastra,. Presidente y secretario respectivamente estos dos últimos de la Asociación de Graduados Normalistas y otros.
El doctor Miguel Ángel Carbonell dió las gracias a los acompañantes, en nombre de la Escuela Normal, de la Academia Nacional de Artes y Letras y de sus familiares. Sus palabras breves y elocuentes se limitaron a expresar que cuando el análisis frío del investigador estudie nuestros valores literarios hallará en Miguel de Carrión uno de los hombres que más altas ha puesto las letras cubanas.
Bibliografía y notas
- R. D. V. “Falleció ayer el gran novelista cubano, doctor Miguel de Carrión”. Diario de La Marina. Año XCVII, núm. 211, 31 de julio 1929, p. 7. ↩︎
- “Los Progresos Científicos. El Instituto Urológico de la Habana”. Revista El Fígaro. Año XXVIII, núm. 1, 7 de enero1912, p. 7. ↩︎
- De interés: El Instituto Urológico de la Habana de Carrión y Busquet.
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