Sancti Spíritus. Notas Históricas. Diego Velázquez en su patriótico afán de asegurar la conquista que acababa de hacer de esta Isla, determinó fundar diversos pueblos que, sirviendo de puntos de apoyo á los nuevos pobladores, fuesen á su vez centros de fomento.
Entre esos lugares elegidos se encontraba uno en el interior, á igual distancia de Trinidad, costa Sur, que de la parte Norte de la Isla “lugar de tierra buena, de mucha caza é de toda manera de comida abundosa é mui apropósito para fomentarse con ganadería”.
Así, pues, en 1514 los conquistadores Hernán López, Diego Méndez, Jorge Velázquez, Salazar, Francisco Fernández de Córdoba y Gonzalo Fernández de Oviedo, como fundadores principales y obedeciendo órdenes de Velázquez, se fijaron en una llanura, en cuyas cercanías estaba establecido el cacique de la comarca de Magón con numeroso pueblo indígena, y allí se levantaron por aquellos, con ayuda de indios, las primeras chozas provisionales de lo que se llamó Sancti Spíritus, pueblo que por su propia situación y clase de comercio fué siempre inferior al de Trinidad en movimiento y tráfico.
“Allí pueden llevarse los lucayos é un monasterio de seis dominicos ó franciscanos que á los indígenas cuiden é enseñen” dice una carta sin nombre de autor, copiada en el tomo 65o de la colección de Muñoz.
Bartolomé de Las Casas, en su Historia de las Indias escribe:
“.. .y porque Diego Velázquez con la gente española que consigo traía, se partió del puerto de Jagua para hacer y asentar una villa de españoles en la provincia donde se pobló la que se llamó de Sancti Spíritus, y no había en toda la isla ni clérigo ni fraile, después de en el pueblo de Baracoa donde tenía uno, sino el dicho Bartolomé de Las Casas, llegándose la Pascua de Pentecostés,1 acordó dejar su casa que tenía en el río de Arimao, la penúltima luenga, una legua de Xagua, donde hacía sus haciendas, e ir a decirles misa y predicarles aquella Pascua.”2
Por lo tanto, entre los meses de abril y mayo (1514), más bien en este último, debió quedar fundada por el propio conquistador la villa de Sancti Spíritus. No pudo ser antes porque Velázquez no hubiera dejado de consignarlo en la ya citada carta de 1o de abril de 1514.3
Lánguida en extremo fué la vida de estos pobladores en los primeros años de la fundación, no señalándose por entonces otro acontecimiento notable que la determinación tomada por el rico hacendado Francisco Fernández de Córdoba, amo de muchos indios, de pasará Santiago de Cuba y luego á la Habana con gran número de sus esclavos y llevar á cabo una expedición á la Florida, haciéndose, como se hizo, á la mar en 1517 y descubriendo á los pocos días la península de Yucatán.
Allí fué herido gravemente, y vuelto á la Habana, quiso volver á Sancti-Spíritus, como así lo hizo, siendo traído por tierra, y falleciendo á los pocos días de su llegada.
En 1520 hubo en Sancti Spíritus otro acontecimiento que no dejó de tener resonancia et toda la Isla por los caracteres especiales que revistió el hecho. Dado el carácter bélico que distinguía á los pocos pobladores, sucedió que agitándose en España la cuestión de las comunidades de Castilla, encontraron estas sus partidarios entre los fundadores de Sancti-Spiritus, alterándose por consiguiente la tranquilidad pública.
Noticioso de ello Diego Velázquez, comisionó al rico é ilustre Vasco Porcallo de Figueroa, descendiente directo de los duques de Feria y residente en Trinidad, para que al frente de alguna caballería fuese á Sancti Spiritus á apaciguar los tumultos.
Llegó el comisionado á tiempo que los propios revoltosos, habiendo hecho alcalde á Hernán López, celebraban un ruidoso cabildo: penetró con ánimo resuelto y varonil en la sala en que tenía lugar la sesión borrascosa, y en nombre del emperador Carlos I intimó al alcalde que hiciese inmediatamente dimisión del cargo, y se diesen presos los demás concejales.
La respuesta instantánea de Hernán López fué echar mano á su espada y partir contra Porcallo; pero éste, mucho más ágil que su contrario, se revolvió ligero é hizo caer á sus pies cosido á puñaladas al altanero alcalde.
Inmediatamente, auxiliado de sus soldados, trabó lucha, con los demás concejales, y éstos al fin se rindieron, siendo conducidos á Santiago de Cuba, después de secuestrados sus bienes, para ser juzgados por el Lcdo. Suazo.
Es en extremo curioso el documento que á este hecho se refiere, documento que en el tomo 76o de la colección de Muñoz, dice así:
“Que Vasco Porcallo, de 28 años, é vecino de Trinidad dende el repartimiento, fué á Sancti Spíritus con 20 de á caballo armados é Juramentados para facer lo que en nombre del emperador se les mandase á fin de apaciguar la comunidad y escándalos que en ella había á imitación de las comunidades de España.
Requirió al Ayuntamiento y, no contento con la respuesta, invió por una vara é pidió á Hernán López que se aplacase con los comuneros, é que dejase la vara… Su respuesta fué sacar la espada é partir; pero sin dalle tiempo Porcallo le dió puñaladas é le tomó la vara.
Echó presos alcalde é regidores. Uno de estos apellidado Salazar, se huyó á la iglesia inmediata y Porcallo se entró allí tras él, do le recibió con una lanzada. Trabóse riña, é al cabo fué preso con los demás é conducido á Cuba.”
A raíz del ruidoso hecho de las comunidades, que sembró gran consternación en la naciente Villa, se pensó seriamente en trasladar el pueblo á otro lugar, á causa de una plaga de hormigas que diezmaba á los recién nacidos y molestaba en gran manera á las personas mayores.
Por entonces estaba en extremo menoscabado el pueblo indígena, ya por el mal trato que recibía viéndose obligados á suicidarse algunos infelices, ora porque muchos fueron sacados del territorio para servir en las expediciones de Fernández de Córdova, Juan de Grijalba, Hernán Cortés y Pánfilo de Narváez.
Ese mismo mal trato fué causa de que desertasen de aquí multitud de indios y se internasen en los bosques en són de guerra, y enviado para apaciguarlos aquel mismo Vasco Porcallo de Figueroa, “Empleó este para conseguir un fin tan útil medios aún más atroces y funestos que el mismo daño que iva á correjir, poniendo en prática severos castigos y terribles mutilaciones”.
Preguntado Porcallo en 1522 por la Audiencia de Santo Domingo, “si cortó miembros á ciertos indios, dijo: que viendo el abuso de ellos en comer tierra para ansí morír… fizo castigos con que lo atajó en gran parte”.
Mermada, como se ha dicho, la población indígena, fácil fué la traslación de la villa en 1522 al lugar que hoy ocupa, orillas mismas del río Yayabo. Algunos vecinos que quedaron viviendo en el primitivo lugar llamaron yayaberos á los que se trasladaron al nuevo;
Pero, como dice el Sr. Pérez Luna en su historia de Sancti-Spíritus, siendo entonces desconocido en la Isla el río Yayabo por su escasa importancia geográfica, los habitantes de las demás villas, para quienes era familiar el conocimiento del árbol llamado guayabo, tan común en los campos de Cuba, fácilmente trocaron el nombre de yayaberos por el de guayaberos, siendo este último el que se generalizó y prevaleció en toda la Isla.
Enclavado, pues, Sancti Spiritus en el centro de la Isla, fué insignificante su movimiento mercantil, y si se notó alguna que otra vida fué por las mercedes de tierras que se llevaron á cabo para haciendas de ganado y estancias, dedicándose los habitantes en su mayoría á la industria pecuaria.
A pesar de su situación céntrica, no se libró Sancti Spíritus de las depredaciones piráticas. En 1585 algunos ingleses, procedentes de los compañeros de Drake, incendiaron el archivo de esta villa, robando cuanto pudieron, contando entonces esta población con unos 200 habitantes, en su mavor parte hacendados;
En 1665, en los días de Pascua de Navidad, las campanas tocando á rebato, anunciaban la aproximación de una partida de filibusteros, quienes, encontrando el pueblo vacío por haberse escondido los habitantes en un bosque inmediato, incendiaron la población después de haber robado cuanto encontraron de valor en casas é iglesias, escandalizándose sobremanera los habitantes al contemplar luego las ruinas, no por la desaparición de los archivos, sino por figurar entre los objetos robados un famoso gallo de oro que estaba en el altar mayor de la principal iglesia;
Á fines de 1715, penetrando por Tayabacoa, desembarcaron otros piratas ingleses y se encaminaron hacia la población; pero habiendo llegado la noticia á estos habitantes por conducto del hacendado Juan Benítez, de momento se armaron algunos esforzados vecinos, y emboscándose á una legua de este pueblo, en un punto estratégico llamado “Las Minas”, cayeron de improviso sobre los ingleses, quienes, derrotados completamente, retrocedieron pintados, dejando sobre el campo multitud de cadáveres y heridos: esta fué la invasión conocida por rebato de Juan Benítez.
Desde 1762 se notó en esta Villa un cambio notable en el modo de ser de esta sociedad: antes eran patriarcales sus costumbres, viviéndose con modestia suma y siendo verdaderamente una escritura la palabra dada con motivo de cualquier contrato; pero habiendo arribado á este vecindario muchas familias y muchos particulares que huían de la invasión inglesa, empezaron á sentirse por una parte los efectos del lujo y comenzó por otra á ser también moneda corriente la mala fe en los contratos, siendo víctimas de ello algunos honrados vecinos, que echaron de menos aquella sencillez y honradez antiguas.
Hasta esa misma época eran de guano las casas del pueblo, y, á partir de la inmigración, se empezaron á fabricar casas de mampostería y teja, siendo conocida entre los vecinos, la primera que se construyó, con el nombre de “la casa de teja”, que aun se vé en la calle de San Fernando, y cuyos materiales fueron traídos de la Florida.
En materia de instrucción pública, hasta mediados de este siglo estuvo la enseñanza á cargo de frailes dominicos ó franciscanos, dándose extraordinaria preferencia á la religión: así se explica que unos misioneros franciscanos, lograron éstos que muchos hombres y mujeres, durante los días de Semana Santa, hicieran penitencia pública, azotándose unos, caminando otros de rodillas grandes distancias, andando algunos con el cuerpo inclinado y llevando en el pescuezo un gran peso y mortificándose los más con risibles posturas, cubiertos sus cuerpos con harapos.
Desde mediados de este siglo se fundaron escuelas municipales y algunos colegios particulares á cuyo frente se pusieron personas tan idóneas como el padre Ortigueira, Castro Barcaló, Grandorft y Rosenom.
La construcción del ferrocarril á Tunas en 1863 dió alguna más vida á Sancti Spíritus; pero la mira de estos habitantes ha estado siempre en la obra que se lleve á cabo algún día del ferrocarril que una á esta Ciudad con los pueblos de la parte Norte, pues esa línea atravesará los más ricos centros de esta jurisdicción.
Después de la guerra de los diez años, todas las fincas quedaron aquí reducidas á cenizas; pero bastaron diez y siete años para estar todo reconstruido, y poblados de ganados los potreros, gracias á grandes virtudes que poseen estos habitantes.
Hoy, con la alteración del orden público4 en parte de las Villas, no sabremos si tendremos la inmensa desgracia de que el trabajo titánico de diez y siete años sea pasto de unas cuantas horas de incendio por mandato de quien ni un centavo ha puesto en obra tan costosa y tan patriótica…!
R. Cruz Pérez
Bibliografía y notas
- Cruz Pérez, R. “Viajes de El Fígaro”. Sancti Spíritus. Notas Históricas. Revista El Fígaro. Año XI, núm. 29, 18 de agosto 1895, pp. 373-374.
- Pérez Luna, Rafael Félix. Historia de Sancti Spíritus. Parte Primera, Sancti Spíritus, Imprenta La Paz, 1888.
- Una visita a Sancti Spíritus en 1895.
- Las Villas antigua provincia de Cuba.
- La Pascua de Pentecostés es una fiesta religiosa de la Iglesia Católica, que varía del 10 de mayo al 13 de junio. Según el historiador espirituano Segundo Marín García, en año de 1514 dicha fiesta correspondió al día 4 de junio. ↩︎
- Bartolomé de Las Casas: ob. cit., libro 3ro., cap. LXXXIX, t. III, p. 58. ↩︎
- Pichardo Viñals, Hortensia. “Fundación de la Villa de Sancti Spíritus”. Fundación de las primeras villas de la Isla de Cuba. Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1986, pp. 34-37. ↩︎
- Referencia a la Guerra de Independencia 1895-1898. ↩︎
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