
Sé cuánto te encabrona la rutina. Y cómo te persigue como un cabrón castigo. Para colmo tu vecina no quita de su grabadora esa puñetera canción: “Fuimos cayendo poco a poco en la rutina…” De nada ha servido que tu mujer se fuera con los muchachos para Caibarién. Cuando te sentiste solo te creíste el Rey de La Habana, y esa misma noche disfrutaste con Marieta sin el temor a que te sorprendieran. Pero ahora, a pesar de que Marieta te gusta, no concibes que lleves tres noches consecutivas puesto de lleno para ella. Lo tuyo es el cambio. “La ruina me aniquila, me rebaja”.
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